Verdades
irrefutables contra falsedades evidentes sobre Venezuela
Por
Pablo Pascual González
28
octubre 2014 |
Miembro del Comité de Solidaridad con América Latina de Asturies (COSAL)
El
martes 7 de octubre de 2014 el diario El País publicó, en sus
páginas de Opinión, una
tribuna sobre la República Bolivariana de Venezuela, firmada por un tal
Diego Arria, de quien dicho periódico simplemente nos dice que “fue embajador
de Venezuela ante la ONU y asesor especial del secretario general Kofi Annan”.
En él
habla de “la tiranía comunista venezolana que es conocida por proporcionar
pasaportes a terroristas de Hezbolá y por su cooperación con los
narcoterroristas de las FARC” (gravísimas acusaciones que el autor no considera
necesario fundamentar, seguramente porque es imposible: lo único que Venezuela
ha mandado a Palestina, arrasada una vez más, son 80 toneladas de ayuda
humanitaria, alimentos y medicinas; en cuanto al conflicto colombiano, el señor
Arria yerra el tiro, pues no es el Gobierno venezolano el que se está sentando
con las FARC sino el propio gobierno colombiano, cuyo Presidente Juan Manuel
Santos estaría, según el sagaz articulista, “apoyando al régimen de Maduro”).
A
continuación califica de delincuentes a los gobernantes bolivarianos
democráticamente elegidos y habla del “colapso de la democracia y del Estado de
derecho, del linchamiento judicial, tortura y persecución contra los
disidentes, de la inexistencia de la libertad de expresión, del récord olímpico
de violaciones a los derechos humanos, debidamente documentadas —según él— por
la ONU”, la cual también sabría que “el régimen está controlado por el Gobierno
cubano”. Alega como única prueba de todo esto que la “dictadura venezolana
rompió relaciones con Israel y lo calificó de Estado genocida, apoyó a los
palestinos y se declaró enemigo del Estado sionista y de los Estados Unidos”…
lo cual a ciencia cierta debe de ser la única verdad en todo el libelo.
De sus
palabras habría que deducir que los castro-comunistas-chavistas se han hecho
con el control de la ONU, ya que sólo así se explicaría que la Organización de
las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) haya decidido
que su Plan
de Acción para la Erradicación del Hambre y la Pobreza lleve por
nombre “Hugo Chávez Frías”. O que la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconozca a Venezuela como el
quinto país con mayor matrícula universitaria del mundo y segundo en
Latinoamérica (sólo por detrás de… sí, de Cuba).
Actualmente,
uno de cada tres habitantes de Venezuela bolivariana está estudiando, para lo
que el Estado ha tenido que construir miles de centros de enseñanza primaria,
secundaria y por cierto, 22 universidades públicas y más de 1500 Aldeas
Universitarias (importantísima misión por la que se consigue llevar las clases
universitarias a los lugares más remotos del país). La educación es
completamente gratuita en todos los niveles —gratuita de verdad, no como en
España—, incluyendo los libros de texto y el transporte, las tres comidas
diarias y también los ordenadores portátiles o tablets para el alumnado (más de
tres millones y medio han entregado ya) y los viajes vacacionales, que por
sexto año consecutivo disfrutaron gratuitamente más de dos millones y medio de
niños y niñas.
O
también que el representante del Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reconozca el avance que ha
registrado Venezuela en el cumplimiento de las Metas del Milenio, dirigidas a
desarrollar una mayor equidad e inclusión social para la población: “Venezuela
tiene un comportamiento bastante bueno a través de las Misiones, donde el tema
de la alimentación, de la educación, del acceso a la salud, de la reducción de
la pobreza y la erradicación de la pobreza extrema (aspecto en el que Venezuela
ha bajado en diez años de 22 al 5’5%) están en muy buena vía; la promoción de
la equidad de género y de autonomía de la mujer; reducción de la mortalidad
infantil y materna, combate del VIH/Sida, malaria y otras enfermedades
endémicas; asegurar la sostenibilidad ambiental, etc”. ¡Qué extraña y
atípica dictadura!
O que,
en estos tiempos de crisis económica internacional, por la cual en España se
producen más de doscientos desahucios diarios desde hace años, en cambio el
gobierno venezolano ha superado la cifra de 650.000 viviendas entregadas a
otras tantas familias necesitadas, habiendo otras trescientas mil en
construcción, en camino hacia el objetivo marcado para 2019 de tres millones de
viviendas sociales. ¡Qué extraña y atípica democracia!
Dado
que Venezuela
es el país del mundo con mayor porcentaje en gasto social, destinándose a lo
que allí denominan “inversión social” el 64% del PNB, sería imposible
recoger en un breve artículo todos los logros que ello ha posibilitado y que,
vistos desde España, producen sonrojo y sana envidia. Baste por tanto citar
algunos de ellos:
-Aprobación
de la Ley de prevención de la violencia machista más avanzada, sin
ninguna duda, del mundo, que garantiza a las mujeres una vida libre de
violencia y deja en pañales las de otros países, tan cacareadas como ineficientes,
como la española.
Esta ley distingue entre 19 tipos de violencia machista y defiende a
todas las mujeres, al contrario que la española que sólo protege a las
compañeras o excompañeras sentimentales, mientras desprotege a todas las demás
(madres, hijas, hermanas, amigas, simples conocidas, desconocidas, y por
supuesto prostitutas).
-Se
han construido 10.187 Módulos de Atención Médica Primaria permanente (24 horas)
y 3.000 grandes Centros de Diagnóstico Integral (200 anuales durante 15 años).
Además, se incluye en la Sanidad pública gratuita la atención oculista y la
bucodental, que en el Primer Mundo nos cuesta un ojo de la cara.
-Gracias a la Misión Milagro han recuperado
la vista, total o parcialmente, millones de personas sin recursos de países como
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador,
Guatemala, Guyana, Granada, Haití, Honduras, El Salvador, México, Nicaragua,
Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, y ahora
también de Palestina, África, Asia, ¡Europa! (Italia y Portugal) e incluso
EEUU. En julio de este año se cumplieron diez años desde que comenzó esta
increíble hazaña, alcanzándose ese mes la cifra de 3.400.000 beneficiadas.
El mismo camino lleva la Misión Sonrisa, que convirtió la salud bucodental
en política de Estado.
-Como
también ha avalado la ONU, el analfabetismo ha sido erradicado, y se
lleva el mismo camino en cuanto a la alfabetización digital. Esto,
junto con una política cultural ejemplar, de edición masiva de libros de
literatura universal, poesía y teatro (se calculan más de 43 millones de
ejemplares editados y distribuidos gratuitamente) y la proliferación de
bibliotecas públicas, la recuperación de salas de teatro y cine, y la promoción
y producción de obras y películas nacionales ha convertido a Venezuela en uno
de los países con un índice de lectura más elevado del continente y superior,
por cierto, al de países desarrollados como EEUU y sí, también al de España.
-Incremento
espectacular del número de pensionistas (se multiplicó por 9), que ya se acerca
a los tres millones.
-¿No
hay libertad de expresión? En 1998, cuando Chávez ganó sus primeras elecciones,
existían 331 radios privadas, en 2010 eran 466. En 1998 eran 32 las
televisiones privadas, hoy son 61.
Ni un solo medio de comunicación escrito o audiovisual ha sido cerrado, en
estos 15 años, a pesar de los continuos llamados al magnicidio y de los
constantes insultos racistas contra el presidente de la República (antes Chávez
o ahora Maduro) al que lo más bonito que le llaman es mono, apelativo racista
con el que históricamente los señoritos de la élite se refirieron a la mayoría
negra o mestiza o, simplemente, pobre. No podemos decir lo mismo de la
democracia española, donde sí se han cerrado periódicos, revistas y emisoras de
radio por orden gubernativa.
De
hecho, el pueblo venezolano se ha dotado de la Constitución más avanzada y
garantista del mundo, por la que, incluso, se observa el derecho a revocar al
gobierno a mitad del mandato, por referéndum, cosa que la oposición también ha
intentado sin éxito. No hay otro país en el mundo que haya realizado más
procesos electorales (19 en 15 años), todos ellos supervisados por observadores
internacionales nada sospechosos de infiltración bolchevique, como el Carter
Center, la OEA, o los enviados por el Congreso de los diputados español, que a
regañadientes tuvieron que certificar la escrupulosa limpieza de los procesos
electorales, hecho éste que, por otra parte, ha redundado en un aumento constante
y sostenido en el porcentaje de participación, hasta alcanzar niveles de record
histórico que sobrepasan por mucho los maltrechos porcentajes que ostentamos en
la vieja y civilizada Europa.
Pero,
¿quién es el autor de semejante libelo del que El País presenta
un currículo tan escueto? Ciertamente los antecedentes de Diego Arria son
mucho más extensos y harto conocidos en aquel país. De hecho, ha ocupado
todo tipo de cargos desde finales de la década de los 60: Este patriota, que no
prestó servicio militar en su país pero sí en la Academia Militar de Augusta,
Virginia (USA), que no estudió en la universidad venezolana pero se graduó en
la de Michigan (USA), y que inició su vida profesional en el Banco
Interamericano de Desarrollo en Washington (USA), es recordado por
su vinculación con sonados casos de corrupción durante la IV República, al
lado del defenestrado Carlos Andrés Pérez. Fue Diputado al Congreso, Ministro
de Información, ministro de Turismo, Gobernador de Caracas, embajador
venezolano ante la ONU, Presidente del Consejo de Seguridad y Secretario
Asistente y Consejero del Secretario General de la Organización de Naciones
Unidas… Todo esto mientras el 80% de la población venezolana se consumía en la
miseria y exclusión más absoluta, en casas de cartón, con unas tasas de
analfabetismo espeluznantes, donde dos de cada tres habitantes nunca habían
visto un médico.
Diego
Arria está considerado el mejor exponente de la corrupción en Venezuela. Entre
sus numerosos escándalos se pueden citar la compra a tremendo sobreprecio,
siendo gobernador de Caracas, de múltiples terrenos con los que amasó pingües y
millonarios beneficios. O el de la compra y transporte desde Europa de más de
800 autocares cochambrosos, al punto de inservibles: tenían el suelo de cartón
piedra y con la lluvia se pudrieron. Un niño perdió la vida al ceder el
suelo de uno de los vehículos. Al ex gobernador no se le pidieron
responsabilidades por la operación fraudulenta, ni se realizó investigación
alguna sobre ese hecho abominable. Eso sí, él se embolsó hartos millones de las
arcas públicas, mientras los autobuses fueron arrinconados en una cuneta como
chatarra, que costó su peso en oro.
En 1988
se sumó a la campaña de Carlos Andrés Pérez, siendo designado embajador de
Venezuela ante la ONU, mientras su presidente ejecutaba la masacre (en febrero
de 1989) que pasará a la historia como el Caracazo, con miles de muertos en las
fosas comunes.
Ultraderechista,
anticomunista, exponente del macartismo-betancourista, reaparece en Honduras en
noviembre de 2009 como observador en las elecciones que convocó el asesino
golpista Micheletti para legitimar su régimen de facto. Defensor de los
intereses norteamericanos en Venezuela, regresa al país para unirse a la Mesa
de la Unidad Democrática (conocida popularmente como Mesa de Ultra Derecha), en
la que presentó su candidatura en las primarias organizadas por dicha entidad
política, quedando penúltimo con el 1% de los votos. Es decir, ni siquiera le
votan 99 de cada 100 opositores.
Esta es
la realidad y así la hemos contado, como decía algún excelso periodista. Claro
que semejante personaje y todas sus patrañas, no desentonan en ese
periódico, El País, antaño portavoz de la progresía ibérica y hoy
rancio entre los rancios: el mismo día, martes 7, compartía la página de
Opinión del susodicho con otro demócrata de toda la vida, adalid de las
libertades y de la modernidad, el jeque Mohamed bin Rashid Al Maktum,
vicepresidente y primer ministro de los Emiratos Árabes Unidos y gobernante de
Dubai.
Y es
que Dios los cría y ellos se arrejuntan.
(Tomado
de Público,
España)
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