CELINA CÁMPORA REVELACIÓN DE LA
POESÍA
POR WINSTON ORRILLO
“Qué otra posible
manera
de desnudez adopto
para revelar
la imagen inexplorada..”
C.C.
Celina Cámpora es una
relevante poeta argentina que estuvo afincada entre nosotros y que, profesora
de Castellano, Literatura y Latín, realizara estudios complementarios de su
especialidad, en España, nada menos que
con Carlos Bousoño, en su internacionalmente conocido curso de Teoría de la Expresión poética, lo que
le sirvió, asimismo, para entregarnos verdaderas preseas literarias como “Revelación de la palabra –ediciones
Arte/Reda- y, entre otros, “Presagios
del Escampe”, prologados por dos voces emblemáticas de nuestra lírica: el
primero, por Arturo Corcuera; y el segundo, por Antonio Cisneros.
En ambos volúmenes lo
que se nota es, de entrada la lid de la autora por la expresión, el combate
denodado de/en su obra por entregarnos, configurada en el poema, su raigal
personalidad, su vera efigie integral, humanísima.
Así, en Revelación de la palabra, ella nos hace
una verdadera autoscopia, al manifestarnos, en su texto “Cansada” “Cansada de ninguna respuesta/ aquí estoy/
acompañada de una sombra/ sin ver un manantial/ donde apaciguar la sed.// Qué
otra posible manera/ de desnudez adopto/ para repartir mis cruces/ para
revelar/ la imagen inexplorada // Cómo insertar la Soledad/ en la Gran Soledad/
y deshacerme/ de tanta Soledad inacabable”.
El dolor, la soledad
existencial son tópicos que la autora exorciza mediante sus versos, mediante su
palabra poética, que es utilizada como un ariete, como una adarga para
continuar su marcha por la vida y sus vicisitudes: “Enséñame a tranquilizar/ a
todas aquellas que fui / y a la que hoy/ las sobrevive…// Soy una vez más Ésa/
que noche tras noche/ dibuja madrugadas/ esperándolo // Y / Él/ Una vez Más/ no
llega a tiempo”.
Si alguien quisiera
tipificar a esta poética, le podría poner el rótulo de “existencialista”, por
esa constante sensación de abandono, de “ser arrojado en el mundo” que vibra en
sus versos tremantes:
“Nadie fuera de mí/ nadie adentro/ desde que salí/ del vientre de mi
madre/ estoy a la intemperie”.
El gran poeta Arturo
Corcuera dice en sus palabras prologales: “yo siento que en la poesía de Celina habita una gran soledad y al desamparo
de esa soledad su voz cobra el estremecimiento de una auténtica poesía”.
Pero lo importante, la
clave es que todas estas anfractuosidades existenciales de Celina, nos conducen
a esa suerte de poesía suya que deviene en una revelación: así, vemos que
“se
desborda la palabra/ y desemboca/ en mí como océanos// coro de incesantes
sonidos/ donde las certezas se dilatan//. Y, por eso, con justicia, puede
preguntarse: “¿quién me ausentó/ de mí/
por temor a hallarme transfigurada en el Verbo’// La palabra se desangra/ en
deslumbrantes colores/ y estalla/ en síndromes/ de incandescencias extrañas”. Y
concluye con una sibilina insinuación sobre el amor y la poesía: “¿quién enmudeció/ mis voces/ para hacer del
amor/ esta ausencia de mí?”
Poesía de revelaciones
continuas, sintomáticas, la de Celina Cámpora, madura en su juventud, es clarísima en su búsqueda del arte, que no
es otro tema sino el único camino para la existencia de la poeta:
“¿Dónde estás, vida/ para lanzarme a tus
brazos?”
Poesía, que, como toda
la gran creación araña la metafísica y, para su otro libro “Presagios del escampe”, le hace decir, en sus palabras prologales,
al querido y grande Antonio Cisneros, que “su título es todo un símbolo que
acompaña a la autora en buena parte de su jornada poética.” Porque “El escampe
es el fin de las lluvias, la noche y el dolor de la borrasca, y el despertar
del sol”: de ese sol que alumbra, que ilumina una obra lírica que,
obsesivamente, es un intento de presentarse como sujeto de un caos, que no es
otro que la vida: “huelo a polvo/ a
sudores/ a furia agazapada/ a tupidas garúas// a un invierno hambriento/ que
gobierna los latidos// es inútil/ querer imponerle/ límites al deseo//nadie
nace antes de tiempo”.
Poesía que es, asimismo,
sabiduría, ingreso a aquello que el renombrado Heidegger decía que
caracterizaba a la gran obra de arte de la palabra.
Celina muere
reiteradamente entre sus versos dilacerados: “la que se cansó de ver lo que nunca debió ver y terminó intimidando y destruyendo los últimos nexos
que la unían a la vida y paradójicamente la condujeron a la muerte: el
pensamiento y el lenguaje”.
“ah irrespetuosa mujer/ el límite no es el cielo o la tierra/ tampoco el
mar// demasiado tarde te diste cuenta/ de que// cruzaste las fronteras para
nada..”
Como lo dice “Toño”
Cisneros, “Celina Cámpora creadora y alarife, navega como pocos en esa intensidad
que proviene de los ritos del verbo. No por gusto el poemario es presidido por
una cita clave del maestro Roberto Juarroz”
Y en efecto, notamos un
aura familiar con los versos de Juarroz, con su desparpajo existencial, con su
profundidad a toda prueba, con su afán por la desmitificación cotidiana,
siempre en busca de la nuez de la vida, que, no pocas veces, se halla en los
linderos de la muerte, a la que la poesía conoce de memoria.
Celina figura en
numerosas antologías de la poesía de Nuestra América y prosigue su incesante,
incoercible, asedio a la vida, fuente y destino de toda creación que se respete
a sí misma: “ese elíptico crujir/ de
estrellas en el suelo// presagian el final del escampe/ la mujer reposa// en
las llamas// y es solo mármol blanco estremeciendo el viento”.
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