Irán su programa nuclear y las lecciones de Corea del
Norte
Manuel S. Espinoza J.
Hemos dicho que en la
estructura de balanza de poder en una zona del planeta no es lo moral lo que
importa, sino lo geoestratégico. En la visión de dominio global estadounidense,
si tiene de aliado a la potencia de una
región “X” 0 grupo de estados similares donde se manifiesta dicho equilibrio de
poder, domina toda la región. Se entiende que, entre los parámetros
característicos de una potencia, no deben faltar la suficiencia económica ni la
militar.
Corea del Norte, al igual que
Irán, se encuentra en otra zona que también se configura bajo los términos de
Balanza de poder. Aun que Corea del Norte tiene relaciones “estables” con
Japón, su pesadilla proviene de Corea del Sur (una economía desarrollada) y su alianza con EE.UU,
país que mantiene bases militares en ese país con capacidad de destruir
convencionalmente al ejército norcoreano.
Otro caso es el de Japón, que tiene un pasado de guerra con los coreanos
y chinos, lo cual hace necesaria su alianza militar con Washington, a pesar de
su triste historia con éste al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Hoy, más
que nunca, en la situación de hostilidad bélica entre China y Japón, su
relación con Estados Unidos se explica por sí sóla.
Corea del Norte no tiene
suficiencia económica, mucho menos, el estatus de potencia. Sí cuenta con China
como aliada, lo que le ha garantizado, hasta ahora, su sobrevivencia económica
(por algo será). En dos décadas, ha alcanzado la capacidad de fabricar cohetes
tácticos nucleares capaces de alcanzar a los principales aliados de EE.UU en la
región, lo que le asestaría un golpe mortal al poderío económico del
capitalismo a niveles aún no calculados. En todo caso, Corea del Norte no
representa un peso en la economía mundial, capaz de debilitar a modelo alguno.
Ambas Coreas están claras de ese juego de suma cero.
Corea del Norte tuvo una
política muy clara en lo concerniente a las
intenciones destructivas de EE.UU. Y jamás dejó de avanzar en sus capacidades
nucleares como un disuasivo dirigido a frenar cualquier aventura maquiavélica estadounidense
en la península. Eso se llama visión realista de los juegos geopolíticos en la
geoestratégica. Por mucho que se eleve la tensión en la península, la situación
terminará en la mesa de discusión política con extensiones y concesiones a
favor de Corea del Norte. Hasta ahora, nadie la puede sacar del concierto de
naciones que posee armamento atómico. La estabilidad, por lo menos, se mantiene
aún en su relatividad sui generis.
A ese logro de estabilidad
regional, que evita una mayor confrontación
entre partes armadas nuclearmente
(aquí no se habla en términos de cantidad sino de capacidad de uso y nivel de
destrucción), se refería, en su artículo “Por qué Irán debe tener la bomba”, Kenneth
Waltz, padre del neorrealismo en las teorías de las Relaciones Internacionales
Con la capacidad de defenderse
nuclearmente, Irán podría estar a salvo de la impunidad israelí que ha atacado
a países como Siria e Iraq destruyéndoles la infraestructura que los llevaría
primeramente a crear programas de energía atómica con fines de suficiencia
económica y sin recibir golpes de respuesta por su “arrogancia”. De hecho,
Israel al poseer armamento nuclear, ha creado un temor generalizado en el mundo
árabe. Subráyese que ninguna agencia de corte internacional, ni EE.UU, ni
tampoco sus aliados occidentales, lo han sancionado u obligado a renunciar y
destruir sus programas o capacidades nucleares.
EE.UU y sus aliados
occidentales han visto cómo en Irán el modelo exportado de “revoluciones de
color” o “primavera” no resultó, como tampoco han resultado, de modo suficientemente
contundente, las sanciones económicas contra Irán. La actitud de apoyo
directo al gobierno sirio de Bashar al
Asad, ha sido de gran efectividad, al grado que está marcando un posible punto
de retorno o reconfiguración del esquema trazado en la política estadounidense de
configuración del poder en el Medio Oriente.
Irán ha entrado en una dinámica
de negociaciones sobre su programa nuclear con occidente y con la Casa Blanca a
la cabeza. ¿Podrán detener entonces el avance de las capacidades de que alcance
un poder su disuasivo al igual que lo logró Corea del Norte? ¿Le sirven las
amargas experiencias en este campo, que sufrieron Iraq y Libia? ¿Qué tanto se
cumplirá y durará este primer acuerdo? ¿Será Israel entonces el único Estado en
poseer armamento nuclear o despertará en países ricos como Arabia Saudita y
otros, el interés por ingresar al club atómico? ¿Esta sólo Irán contra
occidente?
Hasta ahora, el hecho que
occidente reconozca el derecho de Irán a tener su propio programa de
enriquecimiento con fines pacíficos es
un principio. Un principio ganado por Irán en el campo de la batalla interna y
regional propiciada por los mismos factores exógenos con los que acaba de
negociar, incluyendo, tras bastidores, a Israel. Podría hasta decirse que hay tercer
round para Irán. Pero hay que preguntarse ¿a cuántos round está pactada la
pelea?
Msc. Manuel S. Espinoza J.
Presidente del Centro Regional de Estudios Internacionales.
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