7/4/2013
Revolución firme, plena
como la luna llena, irrevocable, absoluta, total
x Felipe Cuevas Méndez
Los
académicos "progresistas" insisten en la “rutinización” del chavismo
e “institucionalización” de la revolución (Weber-Wallerstein)
Ahora
es cuando, tal como se desenvuelve el proceso bolivariano es señal inequívoca
de que Chávez, uno de los mejores hijos de Venezuela, vive en el corazón del
pueblo, en todos sus logros, su obra y su vida entran en una nueva etapa de
trascendencia y afirmación. El pueblo es la base sustentante de la lucha, el
chavismo se asume como parteaguas en la historia del país con su perspectiva
revolucionaria socialista.
La
labor de siempre de los enemigos de las clases explotadas y oprimidas intenta
infinidad de maniobras para descarrilar el objetivo, creyeron capitalizar en su
favor la muerte del Comandante, así como planificaron el momento suponen que
merecen cosechar el poder político para sí. Por ello mismo, no tomaremos a la
ligera lo que ocurre en el campo burgués con su retrógrada pretensión de
afincarse en las relaciones de poder y dominación.
Los
enemigos del pueblo en primer plano presentan el dominio de la experiencia en
función de los postulados capitalistas, es decir la fenomenología de la
política burguesa para simplificar la realidad e impedir el desarrollo de la
conciencia clasista. En su rechazo al elemento social chavista los laboratorios
mediáticos particularmente pregonan balances inmediatistas, donde
hay especulación sólo ven “desabastecimiento”, donde hay guerra económica sólo
resaltan “incapacidad oficialista”, donde prevalece la conciencia popular sólo
notan “hordas”, donde hay lucha de ideas reclaman la hegemonía del pensamiento
burgués, donde hay beneficios sociales sólo perciben “enchufados”, donde
subsiste la barbarie capitalista sólo reconocen un shock natural; es el mundo a
través del interés particular burgués y pequeñoburgués.
Los
propagandistas de la burguesía promueven un mundo político en que no puede
haber criterios revolucionarios, éticos, clasistas, culturales y sociales
distintos a los que su largo ejercicio de dominio impuso. Gastan grandes recursos
para que todo “vuelva a la normalidad” del saqueo, se esmeran en opacar los
logros actuales comenzando con la negación absoluta de la heroicidad del pueblo
venezolano de tomar el morral de los sueños y la senda trazada por su líder
histórico Hugo Chávez en la ruptura con el capitalismo.
La
oposición burguesa sostiene una campaña de odio en un género barato de reality
show, afirmando por todos que esa es la política general, que en Venezuela no
hay democracia de ningún tipo, que no existen siquiera embriones de democracia
popular –dicho sin ruborizarse en un país de grandes actos democráticos año
tras año, que bastante aventurerismo le ha permitido a la derecha–. Esta falta
de paradero en la política antichavista, además de sus raíces oligárquicas nacionales
también se debe a que es una política claramente manufacturada por los yanquis
del “consignar el autoritarismo” frente a la “sociedad mundial” para sentar
precedentes de intervencionismo, que poco están dispuestos a juzgar con igual
celo el contenido neofascista de la actual estructura social norteamericana y
su retrógrada rol internacional.
Los
esbirros patentados como Enrique Krauze con su pensamiento frívolo de
inmovilización social, en los marcos de los intereses del imperialismo, la
burguesía y oposición venezolana, ven el inicio a mediano plazo de una nueva
era neocolonial. Las tesis básicas de los plumíferos se sintetizan en aseverar
que: 1.- Venezuela estaba secuestrada por un caudillo, 2.- el pueblo no gozaba
de libertades ni beneficios, 3.- “Maduro va a ganar pero no va a mandar”, 4.-
que en breve tiempo el pueblo entenderá que sus mejores amigos son los gringos
y oligarcas, y 5.- la soberanía, la patria, el sentimiento nacional, la
condición de clase y la conciencia no valen para el mundo capitalista
posmoderno.
Otros
obstáculos al pensamiento y la revolución se exhiben en la forma de
“rutinización” del chavismo e “institucionalización” de la revolución
(Weber-Wallerstein) concebidos como únicos elementos que siendo importantes
para la consolidación de cualesquiera relaciones sociales, sin el sentido
revolucionario de clase y popular a lo sumo alargarían ciertas condiciones
sociales, pero que harían desaparecer todo proceso revolucionario. Estos son
criterios pregonados por toda la calle de en medio, de mucha tradición
académica, pero que no caben en tanto juicios de valor, mucho menos cuando
tienden a menospreciar varios elementos que juegan un rol destacado en el
proceso bolivariano: 1.- la actividad política de las clases populares, 2.- el
plan socialista, 3.- la lucha de clases, 4.- el desarrollo de relaciones
revolucionarias en la sociedad venezolana, 5.- al potencial revolucionario del
pueblo, 6.- a la clase obrera consciente, y 6.- al desarrollo de los liderazgos
progresistas y revolucionarios. Si consideramos la cuestión de hacer de la
revolución un frente de lucha en todos los sentidos, dichos criterios hoy deben
someterse a reflexión a la luz del análisis profundo de los acontecimientos y
de rescate del papel de primer orden que deben cumplir las clases populares,
sus representantes, las y los revolucionarios antes de anteponer el fin del
proceso.
Con
estos precedentes la plutocracia se cuelga de sectores de las capas medias y
burguesas atadas al ejercicio de relaciones de dominación. Encantadas con la
pirámide social sin importar lo que suceda en sus bases, arrastrando tras de sí
elementos desclasados. Todo para mantener las apariencias de una supuesta
victoria electoral en rumbo a la agresión al pueblo, su gobierno y su proceso.
Las
posiciones burguesas sobre Nicolás Maduro por su condición proletaria y de
digno continuador de la lucha por el socialismo; se concentran en el trance de
impedir que se desarrolle su liderazgo revolucionario, inviabilizar la
colectividad revolucionaria, identificar al chavismo exclusivamente con las
debilidades del proceso, y rechazar la elevación del papel activo de las clases
populares. En torno a estas cuestiones es que se desata la agresión general de
las clases opresoras al proceso revolucionario que pueda desplazarlas
definitivamente de la arena política, económica y social de Venezuela. Por ello
ante el desbordamiento del pueblo revolucionario, se denota la bancarrota
opositora, el desespero e impotencia del burgués Henrique Capriles y su equipo
para desarticular, sabotear y dividir a las fuerzas chavistas frente a la
calurosa y entusiasta recepción que tiene el “hijo de Chávez” a dondequiera que
se presenta.
Así
mismo los agentes de Washington apuestan a la redistribución del poder entre
las burocracias, su descomposición, su división, el despertar de ambiciones de
poder, el control social, y/o componendas. Con el desarrollo de las modernas
relaciones políticas de poder en el seno de toda estructura y organización
social, esto es parte de los avatares de la lucha de clases a los que la clase
obrera, sus mandos y todo el pueblo deben poner atención para encontrar
soluciones multidisciplinarias. A ello hay que incorporar el hecho de que
florece el problema de impedir la formación de liderazgos por bloqueos en
detrimento de la lucha revolucionaria de los pueblos, circunstancia que emana
de las condiciones de las relaciones sociales burocráticas de poder y su
organización social alimentadas por el sistema capitalista imperialista global;
a lo que se debe hacer frente con todas las fuerzas populares y estructuras
comprometidas con el proceso.
Tal
mando es necesario como línea de proletarización del proceso bolivariano con
estas precisiones: 1.- para vencer el pensamiento burgués, la alta política
elitista, la economía capitalista las relaciones de explotación, 2.- como
vigorización de la conciencia y papel protagónico de las clases y sectores
explotadas y oprimidas, 3.- como desarrollo de las instancias de organización
popular asambleísta, de poder popular, 4.- como mando desde abajo, con que el
pueblo tome instituciones e instrumentos para hacer la vida pública y social
contra la burguesía y su sabotaje, 5.- como mando de dirección
político-cívico-militar. La elección de Maduro, el desarrollo de su liderazgo,
la recuperación del vanguardismo proletario, el ascenso del control obrero y
popular de los destinos del país, son pasos indispensables para los nuevos
golpes a la burguesía y al imperialismo, todo ello hay que conquistarlo
cotidianamente.
Las
tensiones mundiales ocasionadas por la crisis mundial, los apetitos
monopolistas y las hegemonías imperialistas están cambiando en el panorama
social, provocando que América Latina enfrente nuevas ofensivas de los
opresores de siempre. Si bien es cierto que ello amenaza a todos nuestros
pueblos y en especial a las conquistas sociales de Venezuela, también impulsan
el abanderamiento de la lucha antiimperialista en nuevos marcos para el
desarrollo de la lucha de clases en el proceso democrático-revolucionario latinoamericano
y caribeño.
El
proceso bolivariano plantea retomar otros aspectos indispensables para
continuar la revolución en el programa socialista contra las amenazas de la
burguesía:
a)
Consecución de la batalla para la rotunda victoria popular electoral de Nicolás
Maduro candidato de la patria, líder de la irreversibilidad del proceso.
b)
Reconocimiento popular del momento histórico, conciencia y certeza de la
importancia estratégica de golpear a la burguesía. Así en los grandes combates
como en las pequeñas escaramuzas. Dotarse de tal percepción política
proletaria.
c)
El desarrollo de una correlación de fuerzas contundente en pro del
indispensable cambio en las relaciones sociales generales y económicas, de la
corrección en las deformaciones burocráticas y oportunistas.
d)
Legitimidad y legalidad revolucionaria donde en el pueblo residan sus
facultades de poder y decisión efectiva en materia de gobierno.
e)
Hacer renacer el pensamiento y teoría revolucionaria en el seno de los
explotados y oprimidos, abriendo una amplia red para la realización concreta de
la formación política.
f)
La importancia de la coherencia y cohesión del proceso revolucionario, bajo
ejes de atención al problema revolucionario: 1.- garantizar la unidad popular
nacional, 2.- convocar constantemente a la unidad latinoamericana y caribeña de
los pueblos en la acción, 3.- atención a la necesidad más pujante del proceso
revolucionario que muta hacia la proletarización de las relaciones políticas,
las organizaciones y los liderazgos.
g)
Unidad de mando del tren ejecutivo de Chávez a pesar de que la oposición
apostaba a la disolución del mismo. Sostener dicha unidad para resolver todo
tipo de contradicciones en la construcción del gobierno obrero y popular.
Más
allá del indispensable respaldo contundente, se requiere la unidad de
pensamiento y acción de todos los sectores, clases populares y sus
organizaciones, la consecuencia de revolucionarias y revolucionarios, la
dignificación del contenido social y clasista de los altos logros, el
asentamiento de un firme poder popular. Chávez vive, la lucha sigue, por la
transición del proceso revolucionario y socialista.
Partido
Comunista de México
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