Confirmando
una hipótesis: Chávez fue asesinado por la CIA
Percy Francisco Alvarado Godoy
Artículos
de Opinión | Percy Francisco Alvarado Godoy | 07-04-2013 |
El
desarrollo acelerado de las tecnologías vinculadas a la guerra ha tenido un
auge acelerado en las últimas décadas, como resultado de cuantiosas sumas de
capital dentro de los Complejos Militares Industriales y Centros de
Investigación, particularmente en los Estados Unidos. De tal forma, el empleo
de armas biológicas a escala global dejó de ser hipotético ultimátum para
convertirse en una amenaza real y preocupante.
La
Humanidad actual olvida, por ignorancia o a sabiendas, los peligros que ella
misma genera mediante la guerra biológica o el bioterrorismo, según quiera
identificársele. Empero, el uso irracional de microorganismos patógenos,
toxinas o sustancias dañinas contra la población o personas, con el objetivo de
generar enfermedad, muerte, pánico y terror, es un reto actual cada vez más
urgente. El peligro se hace mayor cuando esta actividad se desarrolla en las
sombras, fuera de la censura pública, por agencias gubernamentales que cuentan
con elevados presupuestos, falta de escrúpulos y luz verde por parte de sus
gobiernos. La CIA, el Pentágono y el Mossad son, hoy por hoy, elocuentes
ejemplos de ese desprecio de la ética humanista.
Sin
embargo, la guerra biológica no es nueva. Data de la antigüedad y desde que
algunos hombres miraron a sus congéneres con odios animales y la cordura les
cegó el alma, les despobló el corazón de la nobleza y la ética, haciéndolos
seres inescrupulosos en la búsqueda de una pronta victoria.
Muchos
ejemplos abundan. Como señala Héctor Carmona Casado en el sitio http://matap.dmae.upm.es/,
la propia conquista del Nuevo Mundo por las naciones europeas fue, de hecho,
una forma de guerra biológica, en cuanto diezmó a miles de indígenas con
agentes infecciosos como la viruela. Él cita como ejemplo, el siguiente:
“gracias a la epidemia de viruela entre los soldados del Imperio Inca,
Francisco Pizarro, con sólo pocos soldados, fue capaz de derrotar al ejército
de 80 000 soldados de Atahualpa (siglo V).”
Adolf
Hitler, durante la Segunda Guerra Mundial, también empleó criminalmente este
tipo de armas de destrucción masiva. Relata el citado autor que: “Durante la
Segunda Guerra Mundial prisioneros en campos de concentración Nazis fueron
expuestos a Ricketsia prowazekii, al virus de la hepatitis A y Plasmodium spp,
con el objetivo de crear sulfonamidas y vacunas contra estas infecciones. Sin
embargo, no existe evidencia alguna de que estos experimentos fueron llevados a
cabo para la creación de armas biológicas por parte del Gobierno de Adolf
Hitler.”
No
obstante, a pesar del detestable uso de este tipo de arma a lo largo de la
historia, han sido los Estados Unidos quienes han hecho un uso más demencial de
la misma.
¿Hay
antecedentes de guerra bioterrorista en América Latina?
Existen
muchos antecedentes que pueden mostrar la falta de ética militar de EE UU, no
tan solo en la fase de investigación y prueba de las armas biológicas en otras
naciones, sino contra sus propios ciudadanos. En mi artículo “Cáncer inducido,
¿un arma de la CIA?¨, expongo varios ejemplos, desde que el Pentágono convirtió
a Fort Detrick en su centro para el desarrollo de la investigación de las armas
biológicas:
1947-
La CIA comenzó a estudiar el Ácido Lisérgico (LSD) para emplearlo como arma
biológica contra seres humanos. En 1960, el Equipo Asistente Principal de la
Inteligencia del Ejército (ACSI), autorizó el empleo del LSD en Europa y en el
Lejano Oriente, para evaluar las reacciones en humanos. Ambos proyectos fueron
codificados como Tercera Oportunidad y Sombrero de Hongo, respectivamente.
1953-
La CIA inició el Proyecto MK ULTRA, el cual se extendió durante once años de
investigación, siendo concebido para producir y probar drogas y microorganismos
para controlar la mente y modificar la conducta de los seres humanos, sin el
consentimiento de los mismos.
1965-
La CIA y del Departamento de Defensa comenzaron el Proyecto MK SEARCH, con el
fin de manipular la conducta humana a través del uso de drogas psicodélicas.
1966-
La CIA inició el Proyecto MK OFTEN, dirigido a probar los efectos toxicológicos
de ciertas drogas en los humanos y los animales.
1966-
El Pentágono hizo quebrar varias ampollas con la bacteria Bacillus Subtilis en
las rejas de ventilación del metro de Nueva York, exponiendo a más de un millón
de civiles de forma deliberada.
1967-
La CIA y el Departamento de Defensa implementaron el Proyecto MK NAOMI, sucesor
del MK ULTRA, diseñado para mantener, reservar y probar las armas biológicas y
químicas. 1970- La División de Operaciones Especiales en el Fuerte Detrick,
desarrolló técnicas de biología molecular para producir retrovirus. (VIH).
1970-
La CIA y el Pentágono desarrollaron "armas étnicas", diseñadas para
eliminar grupos étnicos específicos, susceptibles por sus diferencias genéticas
y las variaciones en el ADN.
1977-
Audiencias del Senado, en la Comisión Investigación Científica y de Salud,
confirmaron la contaminación deliberada por parte del Pentágono y la CIA de 239
poblaciones con agentes biológicos, entre 1949 y 1969, fundamentalmente en San
Francisco, Washington, D.C., Centro-Oeste de EE.UU., Ciudad de Panamá,
Minneapolis y St. Louis.
1987-
El Departamento de Defensa admitió la investigación y el desarrollo de agentes
biológicos en 127 laboratorios y universidades alrededor de EE UU.
1990-
Aplicación en Los Ángeles a más de 1500 bebes negros e hispanos, de seis meses
de edad, de una vacuna "experimental" del sarampión, no autorizada
por la CDC.
1994-
Se descubrió, mediante una técnica llamada "rastreador de genes", por
parte del Dr. Garth Nicolson, científico del Centro del Cáncer MD Anderson de
Houston, que los soldados la Tormenta del Desierto fueron infectados con una
cadena alterada de Micoplasma Incognitus, una bacteria normalmente utilizada en
la producción de armas biológicas, la cual contiene un 40 por ciento de la
proteína del virus del SIDA. Luego, en 1996, se admitiría que cerca de 20 000
soldados fueron afectados.
1995-
El Gobierno americano admitió que había ofrecido a los criminales de guerra y
científicos japoneses sueldos e inmunidad de prosecución a cambio de los datos
de sus investigaciones sobre guerra biológica.
1995-
El Dr. Garth Nicolson reveló evidencia de que los agentes biológicos usados
durante la Guerra del Golfo habían sido manufacturados en Houston, (Texas) y
Boca Ratón, (Florida) y probados en prisioneros en el Departamento Correccional
de Texas.
1996-
El Departamento de Defensa admitió que soldados de la Tormenta de Desierto
fueron expuestos a agentes químicos, lo que condujo a que 88 miembros del
Congreso firmaran una carta, un año después, exigiendo una investigación sobre
el uso de armas biológicas la Guerra del Golfo.
Cuba ha
sido la principal víctima del terrorismo y, particularmente de la guerra
biológica. La CIA, ha empleado elementos contrarrevolucionarios radicados en
Estados Unidos, para introducir material biológico con agentes fitopatógenos,
enfermedades cuadragenarias, insumos químicos o cualquier otro tipo de material
que atente contra la vida y la salud de las personas y los recursos naturales
como plantas alimenticias.
He aquí
un breve recuento de estas atrocidades:
La
Operación Mangosta de la CIA había concebido en su tarea número 33, luego del
fracaso de Playa Girón, el uso criminal de la guerra biológica contra Cuba,
estrenada con la introducción del virus patógeno New Castle.
Años
después, en 1978, la CIA introdujo en la Isla la epifitia Roya de la Caña,
afectando las áreas cañeras del país.
La CIA
también introdujo la Fiebre Porcina Africana, aparecida inicialmente en 1971 y
que obligó a sacrificar más de 700 cerdos, y que reapareció entre 1979 y 1980.
En el caso del Moho Azul del tabaco, introducido a Cuba dentro de la tela de
tapado de los cultivos importados de Estados Unidos, destruyendo más del 85% de
las plantaciones de esa planta. La consecuencia fue que Cuba no pudo exportar
uno de sus principales reglones.
La
acción más condenable de la guerra biológica contra Cuba fue la introducción
del virus del Dengue Hemorrágico en 1981, ocasionando la muerte a 158 cubanos,
de ellos 61 niños. Ese mismo año, la CIA introdujo el virus de la Conjuntivitis
Hemorrágica y, poco después, la Seudodermatosis Nodular Bovina, cuyo agente
etiológico fue aislado en el laboratorio de Camp Ferry, en New York.
Cuba
también fue agredida con la epifitia exótica Sigatoca Negra, con afectación en
la masa ganadera y, en 1994, la CIA introdujo la exótica Hemorragia Viral del
conejo. Dos años después, en 1996, nuevamente la Agencia la Varroasis y el
Thrips Palmi, afectando a la actividad de obtención de miel de abeja, en el
primer caso, y a las producciones de frijol, la papa, pimiento y otros
cultivos, en el segundo caso.
Baste
señalar que en la década de los 90 del pasado siglo, la CIA promovió 25
agresiones, de ellas 12 contra plantas y cultivos, mientras 9 afectaron a
animales productivos y 4 a la población, representando cuantiosos daños materiales,
muertes y penosas secuelas físicas y sicológicas en el pueblo cubano. Mucho
luto hubo en los hogares cubanos y aún se recuerda a las víctimas, niños en su
gran mayoría.
Es de
destacar la eficaz respuesta de las autoridades cubanas a estas agresiones
biológicas perpetradas desde 1961 contra plantas (48 %), animales (36 %) y
seres humanos (16 %).
Aún
hoy, de manera particular, albergo mis dudas sobre el origen de los brotes de
cólera, dengue y tuberculosis en Cuba, los que están siendo neutralizados por
las autoridades sanitarias cubanas, luego de haber aparecido varios focos de
estas enfermedades en el 2012. Yo, sinceramente, pienso que estos brotes
obedecen a una acción de guerra biológica, cuyos hechos deben ser profundamente
investigados.
¿En las
investigaciones para bioterrorismo está incluida la generación de cáncer?
Científicamente, ¿cómo se puede generar un cáncer?
Mientras
que el Pentágono utiliza la guerra biológica contra las fuerzas vivas del
enemigo, la CIA ejecuta principalmente acciones selectivas contra personas o
acciones secretas para provocar el caos económico de naciones a las que en
muchos casos los EE UU no les han declarado la guerra. Esto, no obstante,
reafirma una verdad: el Pentágono realiza las investigaciones de guerra
biológica y ejecuta algunas, mientras la CIA se dedica a la ejecución de planes
bioterroristas específicamente. Este criminal accionar de la CIA fue puesto al
descubierto por la Asociación para el Disenso Responsable, la que estimó que,
ya en 1987, seis millones de personas habían sido asesinadas como resultado de
las operaciones encubiertas de la CIA. Hoy, a mediados de 2013, esa cifra ha
crecido enormemente.
Varios
laboratorios de la CIA y del Departamento de Defensa de los Estados Unidos
dedican desde hace décadas cuantiosos recursos al bioterrorismo y,
particularmente, en la búsqueda de inoculación de enfermedades como el cáncer,
así como otros tipos de virus o bacterias, capaces de infligir daño masivo
sobre personas específicas, fuerzas militares y ciudadanos comunes, violando
las prohibiciones establecidas por las Naciones Unidas. La guerra biológica o
bacteriológica, concebida como un arma de alta efectividad, se implementa
mediante el diseño de bombas y otros tipos de agentes de esparcimiento de las
enfermedades. De esos laboratorios han salido el napalm, el agente naranja, la
cepa del ántrax, la gripe AH1N1, la gripe porcina, así como otros virus letales
como el VIH y el ébola.
En el
caso particular del cáncer se conoce que, desde 1975, se ha empleado el Fuerte
Detrick como instalación donde radica una sección especial dentro del
Departamento Virus del Centro para la Investigación de Guerra Biológica,
conocida como "Instalaciones Fredrick para la Investigación del
Cáncer", bajo supervisión del Departamento de Defensa, de la CIA y del
Instituto Nacional del Cáncer. Las investigaciones ultra secretas están
encaminadas a desarrollar un programa especial de virus del cáncer, sumamente
agresivo y letal, para el que existe inmunidad y fue identificado como Virus
Humano de la célula T de Leucemia (HTLV).
La
insistencia de estos laboratorios de lograr los mecanismos para elaborar
artificialmente células malignas o cancerígenas, sumamente invasivas y capaces
de propagarse en el organismo desarrollando una metástasis incontenible, se ha
mantenido a lo largo de más de cuatro décadas.
De
acuerdo con estos proyectos, las enfermedades cancerígenas serían capaces de
inhibir cualquier defensa ante su ataque al organismo humano, diseminándose a
través de la sangre o de la linfa, luego de ser inoculadas en el mismo mediante
diversas vías.
La
alteración del material genético de las células humanas que provoca el cáncer
por vía artificial en estos laboratorios, son la premisa básica de esta arma
desarrollada con la venía del gobierno norteamericano. Para ello se elaboran
células madres o stem cells, mediante mutaciones monitoreadas y preconcebidas,
convirtiéndolas en un fenotipo maligno más heterogéneo de rápido desarrollo.
Otro
elemento sobre el desarrollo de la guerra biológica por parte del gobierno
norteamericano, particularmente relacionado con el cáncer, lo es el testimonio
grabado del Dr. Maurice Hilleman, prestigioso investigador en vacunas de los
Laboratorios Merck, donde admite que sus laboratorios produjeron vacunas
contaminadas con leucemia y virus de cáncer en la década de los setenta, las
que fueron administradas deliberadamente a ciudadanos soviéticos. Este hecho
macabro salió a la luz gracias al Dr. Len Horowitz, investigador de la guerra
biológica de la CIA, quien lo plasmó en su documental In Lies We Trust: The
CIA, Hollywood, and Bioterrorism, estrenado el año 2007.
La CIA
ha perfeccionado sus métodos para asesinar, particularmente induciendo el
cáncer en determinadas personas. Ha dejado atrás, por citar un ejemplo, el
método empleado contra Jack Leon Ruby, mafioso que asesinó al presunto homicida
del presidente John F. Kennedy, y quien muriera en prisión, supuestamente por
un cáncer, el 3 de enero de 1967. En realidad, Ruby murió a causa de una intoxicación
con Talio, la que le produjo un deterioro acelerado de su salud y su muerte en
poco tiempo.
Las
administraciones norteamericanas han cuidado celosamente sus programas súper
secretos de guerra biológica, al extremo de que, según un informe elaborado por
el escritor Steve Quayle para Free Press International, en marzo del 2006,
sugirió que cerca de 40 microbiólogos murieron sospechosamente entre el 2002 y
ese año. En todos los casos, no se han encontrado culpables de las muertes,
sospechosos suicidios o accidentes llenos de interrogantes.
Usted
dice que EEUU realiza investigaciones para desarrollar leucemia. ¿Por qué
leucemia? ¿Por qué sería inoculado ese cáncer mediante un virus? ¿Y cómo se
inocula o se "siembra" el cáncer?
Evidentemente,
lo reafirmo. Empero hay que aclarar que tanto el cáncer como, particularmente
la leucemia, no pueden ser inoculados ni ser contagiados, según se ha
confirmado científicamente. Eso no descarta que existan realmente posibilidades
de inducirlo en personas específicas mediante radiaciones o en aquellas que
sufran, como paso previo, un ataque a su sistema inmunológico. Son, en
realidad, dos momentos de un mismo ataque: una fase destinada a socavar su
sistema inmune que permita asimilar a células madres cancerígenas altamente
invasivas y capaces de generar una rápida metástasis.
Los
cuadros de stress permanente que sufren ciertas personas con altas
responsabilidades, las particularidades del sistema inmunológico de cada cual,
así como los padecimientos de ciertas enfermedades provenientes de distintos
virus, pueden crear las condiciones para que las células madres o stem cells
cancerígenas sean aceptadas por el organismo y no combatidas por dicho sistema.
Es cierto que la mayoría de los científicos descartan la inducción del cáncer,
pero me pregunto: ¿conocen ellos realmente la actividad secreta de los
laboratorios del Instalaciones Fredrick para la Investigación del Cáncer? ¿Ha
llegado la comunidad científica a conocer al detalle las alteraciones del
material genético que se realizan en el más absoluto secreto en Fort Detrick?
Creo que muchos se sorprenderían del alcance logrado en esos laboratorios con
la investigación relacionada con ciertos virus oncogénicos o químicos
cancerígenos.
Las
formas de inducción más efectivas y menos detectables, podrían ser, siguiendo
esta hipótesis, mediante la ingesta de alimentos o por vía aérea, logrando un
mayor resultado mediante la repetición planificada de dicho proceso. El efecto
deseado, repito, depende del nivel previo de debilitamiento del sistema
inmunológico, de las peculiaridades de cada organismo y de la repetividad de la
acción agresiva.
¿Cree
que el cáncer del Comandante está relacionado con los casos de cáncer de otros
dirigentes revolucionarios latinoamericanos?
El
presidente Hugo Chávez destapó, en diciembre de 2011, la Caja de Pandora al
exponer su sospecha sobre el inusual padecimiento de cáncer por parte de varios
mandatarios y personalidades progresistas latinoamericanos en los últimos
tiempos, entre los que se destacan su propia persona, la presidenta argentina
Cristina Fernández, el mandatario paraguayo Fernando Lugo, la presidenta
brasileña Dilma Rousseff, el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva,
Fernando Lugo, entre otros. En esa ocasión dijo: "Es muy difícil explicar
a estas alturas ya con la ley de las probabilidades, por ejemplo, lo que nos ha
estado aconteciendo a algunos de nosotros (líderes) en América Latina".
Ciertamente
estos dirigentes padecieron diferentes tipos de cáncer, unos menos agresivos
que otros y con diferentes respuestas inmunológicas. Sin embargo, este hecho no
fue casual.
La
obsesión mostrada por la CIA por eliminar físicamente a dos de los más notables
líderes latinoamericanos, Fidel y Chávez, levanta suspicacias sobre las causas
reales que originaron el deceso físico del Comandante Supremo Hugo Rafael
Chávez Frías.
Fidel,
conocedor hasta la médula de la actividad de la CIA al ser sobreviviente de más
de 638 planes diversos de atentado, alertó a Chávez en su momento, al decirle:
“Chávez, ten cuidado... mira, cuidado esta gente ha desarrollado tecnologías...
cuidado con lo que te dan de comer. Cuidado con una pequeña aguja y te inyectan
no sé qué”.
No he
sido solo yo quien mantiene un fuerte recelo sobre el cáncer. Otros también han
cuestionado a la CIA como victimario. También e l periódico inglés The Guardian
se ha hecho eco de esta hipótesis y desenterró otras muertes provocadas por
cánceres repentinos, como la del músico Bob Marley. Otros medios de Irán y
otras naciones han aumentado sus cuestionamientos tras la aciaga muerte física
del líder bolivariano.
En
estos últimos días de pleno dolor, el presidente ejecutivo Nicolás maduro
declaró: “Nosotros no tenemos ninguna duda y llegará el momento indicado de que
se pueda conformar una junta médica que confirme que él (Chávez) fue atacado.
Buscaron el punto para dañar la salud de nuestro comandante. Tendrá que ser
investigado por una comisión especial. Ya tenemos pistas y llegará el momento
de realizar estas investigaciones.”
Si el
Presidente fue asesinado al generarle cáncer, ¿será posible demostrarlo? Es
decir, con base en la información que usted maneja, ¿es posible determinar si
el cáncer fue provocado?
No me cabe la menor de las dudas que la mano que asesinó
al Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías apunta a la CIA y a Fort
Detrick, donde radica el Comando Médico del Ejército de los Estados Unidos,
particularmente a los científicos del Centro nacional del Cáncer, del Comando
de material e investigación médica del ejército (USAMRMC), del Instituto de
investigaciones médicas en enfermedades infecciosas del Ejército (USAMRIID),
del Instituto Nacional del Cáncer-Frederick1 y del Campus de Biodefensa
Nacional Interagencias.
Para
demostrar esta aseveración se requiere un serio estudio de las muestras
guardadas por los más eminentes científicos no comprometidos con estos
programas o esperar, al menos, que alguno de los involucrados, si no es
asesinado previamente, saque a la luz la verdad. Es realmente una cuestión de
tiempo.
Sin
embargo, la verdad está por encima de todo y quienes conocemos de cerca a la
CIA, siempre mantendremos una duda razonable, una sospecha permanente.
Tras
este doloroso episodio solo podemos sacar una lección: es deber de los
revolucionarios cuidar permanentemente a sus dirigentes, al mismo tiempo que
estos deben saber que siempre hay que estar atentos y vigilantes, pues su vida
no les pertenece solo a ellos sino es parte del valioso tesoro político de sus
pueblos.
Esbozo
de una entrevista concedida a Vanessa Antonieta, para El Correo del Orinoco
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