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viernes, 5 de octubre de 2012

Glosas y Razones filosóficas en torno a la Propuesta del Candidato de la Patria Comandante Hugo Chávez Para la gestión Bolivariana Socialista 2013 - 2019



Glosas y Razones filosóficas en torno a la Propuesta del Candidato de la Patria Comandante Hugo Chávez
Para la gestión Bolivariana Socialista 2013 - 2019
Justo Soto Castellanos


1.     Sobre el nombre y el sentido

El documento objeto de las reflexiones es una propuesta del Candidato de la Patria, Comandante, Hugo Rafael Chávez Frías. Pero, antes de comenzar la andadura a través del documento, vale la pena pensar ¿Qué es una propuesta? ¿Qué es un candidato? ¿Qué es la patria?

En ese sentido, tendríamos que decir que, una “propuesta” es una serie de acciones que, a su manera, recogen un pasado, lo hacen presente y lo arrojan al futuro, lo proyectan; el término mismo está conformado por el prefijo “pro”, que hace referencia a aquello que mira al futuro; y el sufijo “puesta”, que hace referencia a la acción de poner algo.

Al analizar el sentido de la palabra y la acción a que se refiere, al tratar comprender el contenido significativo del término, tenemos que, “una propuesta” es un poner hacia adelante con la intención de construir futuro y, por ello, desde una perspectiva, es una “tesis”, un “poner” del ser de quien o quienes lo pro-ponen, ya que en esa propuesta, en ese “poner hacia adelante”, se refleja, como en un holograma, en unidad diversa, toda la cosmovisión del autor o autores de la propuesta; pero, a la vez, es de igual forma una “síntesis”, es decir, un “poner junto a”, un “componer”, el cual se torna en un elemento fundamental para la hermenéutica, la interpretación, en la que se proyecta la cultura y la historia de quien o quienes proponen y su visión del mundo. 

Pero, también se habla de un candidato, es decir, una opción que “se da” para que quien decide lo asuma o no, es decir, ejerza su libertad, mediante la cual el futuro se abre, se construye y, en ese sentido, se hace más humano; ya que al elegir se ejerce la autonomía y al ejercerse ésta, el humano se hace, se realiza, se auto realiza, se auto determina, se construye y co-construye. Con esa acción de elección libre, destinada tanto al individuo como al colectivo, se humaniza más la humanidad, se es más sí misma, ya que el ser que se es, es fruto, cada vez, en mayor medida, de sí mismo.

Este proceso, se refiere a todos los involucrados en la acción, no sólo a quien de candidato pasa a ser elegido sino a quienes eligen, los cuales se hacen más humanos y encuentran que su elección construye el camino, la vida y por esa elección, la historia pasa de “la historia” a la “propia historia”, pudiendo cada uno asumir y decir: “mi elección”, “mi historia”, “mi vida”.
El tercer elemento, que acude a nuestra reflexión es el concepto-realidad “Patria”. Este concepto encierra gran riqueza, ya que en él se sintetiza la diversidad de experiencias humanas que conforman la vida de los sujetos sociales humanos.

El término, desde la perspectiva lingüística, es una extraña mezcla, que procede del latín, en donde, de un lado, se integra la expresión “Pater”, Padre, con toda su carga semántica, asumida en la rica historia de los últimos XXVII siglos, que integra, desde el derecho a la vida o a la muerte que tenía el “Pater familias” sobre sus descendientes, en el antiguo derecho romano, hasta el concepto asociado a la vida social de hoy en día, en donde el Padre se convierte en un verdadero y sincero amigo, compañero de camino de los hijos, co-constructor y co-orientador de la vida familiar.

Pero, de otra parte, en este término se integra la terminación “a”, femenina, que hace que el artículo con el cual se designe esa realidad pertenezca al género femenino y se hable de “La Patria”. Allí, se recoge la experiencia irreemplazable de “la maternidad” y la profunda marca que en cada ser humano deja ese ser insustituible, precioso, polifacético e importante, dador de vida, que es la “Madre”.

“La Patria”, es el concepto de Padre-Madre, que analógicamente, expresa la unidad diversa de lo más humano del humano, de aquello que le da la vida, que hace su vida y que, por consiguiente, lo marca para toda la vida, dejándole, en términos de la etología de K. Lorenz, el “imprinting”, la impronta, la huella imborrable que hace ser lo que es a cada individuo social humano. En ese aspecto, la Patria en cierra todo y es producto productora de la cultura, con su cosmovisión y su sentido vital.

Por eso, reflexionar sobre la “propuesta del candidato de la patria”, es reflexionar sobre una propuesta de vida “integral” e “integradora”, “compleja”, es decir, donde se teje en conjunto la existencia humana a nivel individual, social y de la especie, de una forma total, omniabarcante, que toca, desde la perspectiva física, biológica, psicológica, ecológica, económica, antropológica, social, política, cultural y  en ella se juega el pasado, la historia que se hace presente y hace el presente, construyendo el futuro, para hacer “más humana a la humanidad”, llevándola a mayores niveles de libertad y  de justicia. 



<2.   Sobre la presentación

Desde el inicio del texto, el Comandante asume el programa como radialmente suyo, es decir, este no es un programa elaborado por tecnócratas que asumen apáticamente una tarea sino que es la expresión del compromiso y el deseo de servir a un pueblo, por parte de uno de sus hijos.

En él, se interretrorrelacionan, desde el mismo inicio, la “independencia” y la “patria socialista”. Contrario a lo que sostienen los dominadores, con claros intereses políticos, el texto asume la independencia como una tarea permanente, en la que todos los días se construye la patria y su independencia, de ahí surge la necesidad de una “patria socialista”, para que esa independencia sea realmente tal.

Además, es de resaltar, que en este texto, para decirlo con Pascal, convergen, se integran, no se yuxtaponen, las “razones de la razón” y “razones del corazón”, de ahí que se habla “razones amorosas”, que en última instancia se convierten en fuerza, “dimamis”, en “fe combativa”, que moviliza, que se convierte en motor y hace posible la transformación de la realidad.

Desde el comienzo, se plantea “la resolución” definitiva de “la independencia”, frente a la cual, desde los días de nuestro Libertador, se presenta la disyuntiva de la “nada”. Ahora bien, con esta afirmación se describe acertadamente la disyuntiva a la cual los imperios y el capitalismo, con sus valores supremos y absolutos, “explotación”, “ganancia”, “lucro”, egoísmo, ha condenado al mundo, a la humanidad y, mediante su lógica implacable, lo ha llevado a la nada, al sin sentido, a la vacuidad, al “nihilismo”.

El proyecto del candidato de la patria, es una respuesta que llena de sentido la vida humana, presentándole como alternativa al nihilismo y superador de éste, el amor a la patria; concepto que representa la riqueza de la vida humana que se expresa a través de la historia, que hace parte de la cultura, es producto-productora de ésta, llenando de sentido la existencia a nivel, individual, social y de la especie, que encuentra su secreto en el amor, la solidaridad, la fraternidad, el servicio a los demás y al planeta, como servicio, “diakonía”, a la vida íntegra, integral, e integradora, es decir, digna, en plenitud.  

II

El candidato caracteriza el programa como un programa de transición y radicalización de la democracia participativa y protagónica, en ese sentido, considera que es necesario restituirle el poder al pueblo como condición de posibilidad del  socialismo bolivariano.

Ahora, reflexionando sobre las connotaciones que tiene este hecho, se podría afirmar que el problema de la “radicalización de la democracia participativa y protagónica”, no sólo es un hecho político epifenoménico sino que tiene profundas consecuencias antropológicas a nivel de los individuos sociales humanos, ya que afirma la “ipseidad”, de cada uno de ellos, es decir, la propia percepción de sí y con ello, su sentido más profundo de ser sí mismos, su auto percepción como seres humanos, que son lo que son a través de la participación de la vida de la sociedad y la búsqueda del bien común, que no es ajeno al propio bien.

Ya, en la historia del pensamiento político, Platón veía en La República, cómo hay una estrecha relación entre el individuo y el sistema de gobierno. Cada determinado tipo de individuo coadyuva a un determinado tipo de gobierno; pero, nosotros vemos que cada tipo de gobierno, y más allá, el sistema antropo-socio-económico-cultural, coadyuva a producir, mediante la vivencia, a determinados tipos de individuos sociales.

Se reconoce que Venezuela, a pesar de los 13 años que lleva el proceso, continúa con un sistema “capitalista rentístico” y, por eso, es necesario romper con la lógica de ese sistema, que se manifiesta en las formas económicas como expresión de una cultura omniabarcante.

En ese sentido, para caminar con rumbo al socialismo, se acude a valores como la fraternidad y la solidaridad, expresión del amor humano, humanizante -producto y productor de la nueva humanidad-, manifiestos en el Poder Popular y encarnados en la cotidianidad, los cuales engendran nuevas formas de vida material así como nuevas maneras de planificar que, a la postre, producirán, entre otras, nuevas formas de gestión pública dando al traste con el Estado burgués existente, una de las formas de estado opresor manifiesto en la historia humana.

“Todo texto tiene su contexto”, ese es un principio básico de la hermenéutica, ya que él ayuda a producir y, por consiguiente, ayuda a comprender el texto, es decir, a enriquecer su intelección. En nuestro caso concreto, el contexto ayuda a enriquecer el contenido liberador del presente texto, llevándolo a una verdadera hermenéutica existencial, praxis que llena de sentido y enriquece la vida personal y social, concreta, de quienes asumen la comprensión del texto.

El contexto, en el cual se propone el presente programa, es el alba de una nuevo tiempo; aparece en el horizonte una nueva constelación, que anuncia “un cambio de época”, iniciada con la misma revolución, que a la vez es producto y productora de esa nueva época y se manifiesta a través de los signos y síntomas que presenta el capitalismo en una gran crisis estructural que tiene “la potencialidad de ser terminal”.

Desde luego, no podemos pecar de optimistas y apostar a que este sí es el fin del capitalismo, ya que este sistema ha mostrado gran astucia, utilizando todos los medios imaginables e inimaginables para sobrevivir; gracias a esto, ha desarrollado gran resistencia encontrando formas inusitadas de subsistir durante los precedentes quinientos años, destruyendo la naturaleza y arrasando pueblos poseedores de grandes culturas.

Sin embargo, pareciera que la vida, tanto del sociosistema como del ecosistema, ya no resiste más esa forma de metabolismo social llamada capitalismo y plantea a la humanidad la disyuntiva radical entre “capitalismo o muerte”, radicalizando la que viera Rosa Luxemburgo, cuando hablaba, a principios del siglo XX, de “socialismo o barbarie”.  En ese sentido, vimos cómo a la humanidad, durante ese siglo, se le impuso mediante la fuerza y la cultura, el capitalismo, es decir, “la barbarie”, la explotación, que ha llevado al ecosistema y a la humanidad al borde de la desaparición.

En ese contexto mundial, hoy se presentan verdaderas amenazas que podrían afectar muy negativamente a nuestra patria y a nuestro continente, pero frente a él, es un hecho que la solidaridad, la fraternidad, la complementariedad y la ayuda entre los humanos, ha sido el antídoto para las amenazas y ha permitido la supervivencia de la especie; eso lo ha enseñado la evolución, al convertir en dominante a una especie, que por sus características anatomofisiológicas, inicialmente, no tenía muchas perspectivas de sobrevivir.

Lo anterior, ratifica la validez de la opción socialista, que se fundamenta y promueve valores y prácticas, que son expresión y afirmación del amor a la vida humana en plenitud, superación de la guerra permanente de “todos contra todos”, como sucede en el capitalismo, para recordar los términos de Thomas Hobbes.

III

Se convoca a la potencia creadora y liberadora del pueblo para perfeccionar el presente programa, ya que se es consciente de que la revolución es un hecho político, colectivo, que se quiere convertir en una verdadera “revolución social”, es decir, en un verdadero cambio radical, de raíz, de la humanidad, que busca un ser humano nuevo, más humano, en una sociedad nueva, más humana, en proceso permanente de humanización.

Con esto, se aplica la visión social y a la vez, socialista de la revolución, al plantear que la misma no es fruto de un individuo social sino que es consecuencia del conjunto de la sociedad en proceso permanente, dialéctico, que integra en ocasiones, en otras, sobrelleva y complejiza sus contradicciones.

La revolución, mediante, lo que podríamos llamar, el proceso de “participación protagónica”, se hace colectiva y así llega “al punto de no retorno”, ya que se internaliza y simultáneamente se objetiviza, se convierte en un proceso de ascensión de la consciencia que se hace social y se expresa en el espíritu del pueblo, en la cultura, que soluciona las necesidades de los seres humanos y al hacerlo los capacita y los conduce permanentemente a nuevos niveles de humanidad.

Al llegar a estos niveles, se podría decir con Gramsci, que “lo viejo”, es decir, el ser humano egoísta, individualista, capitalista, explotador y su hegemonía, acaba de morir y “lo nuevo”, el nuevo ser humano, la nueva humanidad, solidaria, fraterna, amorosa, ha nacido en plenitud, para la plenitud.
 
En este contexto, el concepto de “refundación” es de suma  importancia, ya que tiene una profunda significación cosmovisiva, cultural, política y hasta jurídica, de orden constitucional, -es “el fundamento del fundamento”, es decir, es el fundamento de la Constitución Bolivariana de 1999-.

Es necesario pensar, que esta palabra hace alusión al fenómeno de “volver a fundir”, “re - fundar” es decir, analógicamente, así como el herrero toma un metal impuro u obsoleto y “lo funde”, le imprime nueva forma y, con esto, le da nueva existencia, le da nueva vida, le da un nuevo ser; de igual manera, mediante este proceso, a través del “fuego amoroso de la revolución”, la sociedad se “vuelve a fundir” y en un acto de “alquimia humana”, a nivel individual, social, de la especie, convierte el ser social capitalista, integrado por un seres humanos egoístas, individualistas, creación de esa sociedad movilizada por la explotación y el deseo de lucro; en seres humanos nuevos, solidarios, fraternos, justos, libres y liberadores, amantes y promotores de la vida en todas sus manifestaciones, quienes son a la vez profundamente humanos y humanizantes.

Éste, se convierte en el fundamento del proyecto político, social, antropológico, ético, que “informa”, es decir, “forma desde dentro”, la nueva República Bolivariana de Venezuela, la V República, la cual quiere ser, ahora sí y para siempre, verdadera “República”, del latín, “res”, cosa, “pública”, de todos, del pueblo, es decir, “cosa de todos”, “cosa del pueblo”, para todos y por todos. Una verdadera República Democrática, concreción de la lucha con la adversidad de todo el pueblo, en donde el pueblo es el soberano.

En ese sentido, la V República será una verdadera “Patria Socialista”, en donde el individuo social humano sea verdaderamente libre y liberador, justo, fraterno, participativo, “protagonista”, -del griego, “primero en la lucha”-, que construye permanentemente la patria; que con sus acciones vive creando y re-creando la patria, es decir, construyendo “la patria perpetua”.

“Patria perpetua”, es un concepto muy pertinente en el presente contexto, recuerda el texto de Kant, “La paz perpetua”, en donde fundamenta, la idea de una sociedad mundial en paz, no en la paz de la muerte sino en la paz de la vida, que es  dinámica, creativa y creadora, fruto del respeto a la dignidad del ser humano, de la ética que asume como axioma, en términos del propio Enmanuel Kant: el “obra sólo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal”, o dicho de otra forma, por él mismo: “obra como si la máxima de tu acción debiera convertirse, por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza”. Y que, en otra formulación, esta vez mucho más oportuna para nuestro texto, ya que asume una perspectiva más social, sostiene: “obra de tal modo que te relaciones con la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo como un medio”.

“La patria perpetua”, en nuestro caso, para que sea tal, debe ser una patria que es a la vez padre-madre de los seres humanos y la cual es producto-productora del individuo social que encarna la justicia, la solidaridad, la paz, la libertad, la dignidad, el amor, en una cultura embebida de una antropo-ético-política que satisface las necesidades humanas, capacitando permanentemente al ser humano, a nivel individual, social y de la especie, llevándolo a nuevos niveles de humanidad.

Una “patria perpetua”, que se renueva permanentemente, como la vida misma, obedeciendo a la voluntad de vida del pueblo, lo que es igual a decir que su sabia vital está en el “poder obediencial”, poder que se ejerce obedeciendo la voluntad de vida del colectivo, es decir, se ejerce “humanizando la humanidad”.
 
Termina el Comandante la presentación de la propuesta, asumiendo el presente proyecto como “su proyecto”, desde esta perspectiva, se puede afirmar que el proyecto no es un proyecto anónimo sino que es la expresión humana y humanizante de un ser humano que encuentra el sentido de su existencia en el compromiso amoroso con sus hermanos, y en esa dirección, encuentra que ese sentido, ese para qué vivir, está dado por el lograr para su pueblo el “vivir bien, con justicia y libertad”, co-contruyendo un mundo cada día más humano, es decir, un mundo en el que el bien sea mucho más que un deseo, en donde el amor y la vida entre los seres humanos sea realidad perenne.

>3. Glosas a los cinco objetivos históricos

Iniciamos la reflexión de este apartado, tratando de aclarar que es un “objetivo” y luego, se presentarán unas pequeñas consideraciones sobre la “historia”, con el fin de que la mismas nos ayuden a entender desde dónde y para dónde del presente programa.

El “objetivo” es lo que se busca cuando se realiza una acción, es aquello a lo que tiende una acción, esa es una primera aproximación, pero, al tratar de penetrar más en el sentido del concepto-praxis del “objetivo”, tenemos que el “objetivo” es lo que se da a los ojos y, en esa medida, podríamos afirmar que eso que se da es fruto de la visión, que sintetiza y hace presente la forma de ver el mundo y a su manera, es resumen del pasado, lo hace presente y lo proyecta al futuro.

De otra parte, “la historia” se ha entendido, en principio, como ciencia del pasado, ya que el objeto de estudio son hechos pasados, pero aun cuando esto es cierto, en determinada manera, la aproximación es muy reducida e incompleta, ya que la ciencia del pasado no se hace por el pasado mismo, debido a que él ya pasó, ya no es, sino que se hace para entender el presente, de una forma más plena, y a partir de él, construir el futuro, la vida nueva.

Desde esta perspectiva, es verdad, la “historia trata del pasado”, pero no es pasado, es, por el contrario, “la más actual de las ciencias”, con base en ella, en sus aportes y sus objetivos, se podría afirmar que la historia es la verdadera “ciencia del futuro”, ya que hacia allí tiende el ejercicio de sus acciones, la construcción del futuro, para lo cual aprende del pasado y así busca superarlo.

Asumiendo lo anterior y desde esta perspectiva, en el presente texto, los “objetivos históricos” retoman la tarea que nos viene del pasado y que hoy se hace presente, con todas sus dificultades, con todas sus derrotas, con todos sus triunfos, con sus limitaciones, con sus posibilidades y fundamentalmente, con sus conocimientos y con sus esperanzas que se abre al futuro, a la vida, en busca de plenitud.

De ahí que, es necesario resaltar que el presente plan no surge de la nada, no es una improvisación, no es “generación espontánea” sino que él es una nueva síntesis, una nueva concreción de un largo trabajo que recoge los anhelos del pueblo venezolano y, se podría decir, de la humanidad toda, que ha venido dando pasos en ese proceso de superación permanente que es la construcción de una vida humana digna, tanto para los pueblos, como para los individuos sociales humanos individualmente considerados.

En ese camino, este proyecto es la actualización creativa de los ideales de Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora y muchos otros, particularmente de los condenados de la historia, de las víctimas, que a pesar de no estar físicamente con nosotros, hoy están más presentes que nunca y continúan luchando junto al pueblo, continúan orientando al colectivo hacia nuevos niveles de humanidad. Desde esta óptica, este proyecto es a la vez ejercicio de la “razón anamnética”, la “razón de la memoria”, que hace presente el pasado y le da sentido a ese presente creando futuro.

Una de las últimas concreciones del camino recorrido por este proyecto, además de la Constitución de 1999, es el Plan Nacional Simón Bolívar 2007 -2013, que asume como fundamento la ética, la moral como basamento primero, piedra fundante de toda una política encaminada a transformar las relaciones de opresión por relaciones de liberación humanas y humanizantes; poniendo todos los recursos del Estado al servicio de la humanidad. En ese sentido, transformando el Estado, de instrumento de opresión, que ha sido históricamente, en instrumento de liberación, de justicia y, por consiguiente, de humanización; cambiando la naturaleza misma del Estado conduciéndolo hacia un Estado Comunal.

En ese contexto, es necesario comprender los cinco objetivos históricos que propone nuestro Comandante y, en torno a ellos, realizar una hermenéutica existencial individual y social, que es praxis revolucionaria consciente y conscientizadora, encaminada a realizar dialécticamente, es decir, a través de las contradicciones creativas, la vida nueva, la vida buena, la verdadera historia, la historia de la libertad y la justicia.

<4.   Los objetivos históricos

“I.- Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: la Independencia Nacional”.

Desde el inicio de la reflexión ha estado latente la pregunta: ¿Por qué la independencia sería el “arjé”, el principio, aquello que es la materia prima de lo cual todo surge y a lo cual retorna todo en el proyecto? Es decir ¿por qué la independencia es el fundamento de toda acción, permeando todo el proyecto?

En el intento de respuesta vamos a acudir a la ontología, pasando por la ética, la política, la sociología, la psicológica, la antropología, todo eso transido, atravesado por la historia, en un entorno ecológico. Veamos:

En las primeras reflexiones de la filosofía occidental tenemos a Parménides de Elea, quien encontró y planteó en un poema “Acerca de la Naturaleza”, que sólo se puede hablar del “ser”, del “no ser” nada se puede decir ya que el “no ser”, “no es”. En ese sentido, y extrapolándolo a nuestra circunstancia, si no somos, si no se es, si no hay Patria, no se puede decir, no se puede afirmar nada, sencillamente, de raíz, no se puede ser, no se es, no hay existencia; de ahí, que la condición sin equa non de todo proyecto es el ser. En este caso, para poder existir, decir algo y actuar en el mundo, es necesario que nuestra Patria sea.

Nuestros Padres Libertadores, a su manera, tomaron consciencia de ello y hace doscientos años se jugaron la vida por esto y al hacerlo, cambiaron la historia, no sólo de nuestro pueblo sino la historia de la humanidad toda, al dar al traste con un imperio colonial, paradigma del mundo de entonces, que negaba con sus acciones el ser de los otros y parte de esos otros éramos nosotros.

Ellos, nuestros Padres, fueron conscientes, entonces, que en los trescientos años que los había precedido, se había perdido el ser y que durante ese tiempo, más que sujetos de la historia nos habíamos vuelto objetos de la misma, situación que nos llevó a aparecer frente a los demás humanos como “sub humanos”, o sencillamente, como “no humanos” y en ese sentido, fuimos tratados como cosas, “herramientas vivas”, para decirlo en palabras de Aristóteles.

Entonces, nuestros Padres Libertadores se dieron cuenta que esta condición de dependencia llevaba al “no ser” y por eso plantearon la necesidad de la “independencia”, es decir, de ser “sin depender de otro”, de ser “sin depender” del imperio colonial; en ese sentido, se planteó la necesidad de ser, de construir identidad, es decir, “de ser sí mismo” y al darse este fenómeno, simultáneamente se produjo, en sentido estricto, “el pueblo”, nuestro pueblo, que a la vez produjo su “soberanía”, transformando automáticamente este concepto-praxis, que se predicaba, por ejemplo en Jean Bodin, en el siglo XVI, del rey, y que ahora, en la nueva circunstancia, mediante ese ser de la Patria, cambiaba y se reconocía al “pueblo”, sujeto, sustancia activa, esencia de la Patria, como el verdadero “soberano”, ya que sobre él nada ni nadie.

Por derivación de lo anterior, y como consecuencia de esto, el pueblo se convierte a la vez en un ser colectivo verdaderamente “autónomo”, dicho en otros términos, el pueblo, su voluntad, se convierte en “su propia ley”, la cual al ejercerse, le da la propia identidad al pueblo, en un bucle recursivo, creativo y dialéctico, de auto-hetero producción.

De otra parte, y desde la perspectiva externa, el concepto-realidad de “soberanía”, fruto de la independencia, se convirtió en un verdadero obstáculo para los poderosos del mundo y por esto se transformó en acérrimo enemigo de éstos, ya que limitó y obstaculizó su voluntad de opresión e hizo que la voluntad de vida del pueblo se erigiera como el verdadero soberano. De esa manera, hizo que se respetara, se hiciera ley la decisión de los pueblos.

Eso lo construyeron nuestros Padres Libertadores y Lenin, desde otra realidad, a inicios del siglo XX, lo comprendió así y lo aplicó al análisis y a la lucha contra el imperialismo, la entonces nueva fase del capitalismo mundial y principal enemigo de la autodeterminación de los pueblos, de su soberanía y su independencia.

Pero este esfuerzo, por un tiempo, se perdió, se enajenó, se alienó, como fruto de los egoísmos e individualismos que hicieron posible la traición a nuestro Padre Bolívar, y en últimas a todos los descendientes de esa heroica lucha. Por esa razón, una vez desaparecido el Padre Bolívar, la unión se destrozó y los traidores se hicieron ricos, terratenientes, explotadores, mientras el pueblo se hizo cada día más pobre; simultáneamente, nuevos imperios se hicieron poderosos con las riquezas de los pueblos del mundo y nuestras patrias perdieron su independencia, su soberanía, su autonomía, su auto determinación, perdieron su ser. Esa es la historia del fin del siglo XIX y del XX.

Ahora, a comienzos del siglo XXI, retomando esa tradición de lucha por la libertad, por la independencia, por la autonomía, somos conscientes que esa es la condición primera para poder ser, es decir, es la condición para existir y hacer verdadera “la Patria”.

Pero, esta condición primera “ontológica”, es a la vez una condición primera “ética”, ya que sin libertad no hay ética, debido a que lo que se haga no es propio, no es decisión libre, no es autoafirmación del actuante, por consiguiente, no se es sujeto de acción, sino objeto de la misma y por derivación, en términos estrictos, no se es.

Esta condición, también es condición primera “política”, para poder ser “pueblo” y a la vez, para buscar en conjunto, en unidad diversa, objetivos comunes y construir la justicia, según Aristóteles, “virtud fundamental en la política”; en palabras de nuestro Libertador, “la reina de las virtudes republicanas”, y a nuestro juicio, virtud creadora y cohesionadora del pueblo, ya que pueblo, según San Agustín no es una simple agregación de sujetos humanos sino que es "la masa de seres racionales que se reúnen a impulsos de una unidad concorde en la voluntaria prosecución de sus fines" y ese fin es la justicia.

Ampliando lo dicho, tendremos que afirmar que el ser de la Patria, su independencia, su autonomía no sólo es un asunto ontológico-ético-político sino que, a la vez, es un asunto sociológico y psicológico, al dar, de una parte, identidad, ser a la sociedad, a la comunidad, a sus ideales, su imaginario colectivo; al hacer posible, como lo afirmamos en el párrafo anterior, lo que en política se denomina “el pueblo”, concepto que aglutina a los individuos sociales humanos y les proporciona cierto grado de  coherencia, cohesión, “unidad diversa” en torno a unos proyectos, ideales, objetivos, imaginarios.

Pero, de otra parte, esta situación se expresa, es producto y productora, en cada uno de los sujetos humanos, individualmente considerados y se convierte en la base de la “personalidad”, de la identidad; orienta el proyecto de vida, le da sentido a su psicología, permitiéndole a cada sujeto humano, una existencia humana más plena, haciendo que la vida humana valga la pena en la tarea permanente de la construcción del individuo social así como en la construcción de la sociedad y de la especie, en interretrorrelación dinámica con el entorno ecológico, con el ecosistema. 

“II.- Continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI, en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo y con ello asegurar la “mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad” para nuestro pueblo”.

“La sociedad está enferma”, ese ha sido el diagnóstico que a través de la historia se ha presentado al ver la situación de lucha y guerra permanente en que se debate la humanidad.

En la antigüedad, el mismo Platón, en una de las primeras y más importantes reflexiones en torno a la sociedad y a su organización política, que se recoge en “La República”, “La Politeia”, afirma que esta situación patológica, de guerra se produce cuando unos se quieren apoderar de lo de los otros y plantea como solución, como terapéutica, para decirlo, en términos griegos y a la vez en términos médicos, el llamado “socialismo”, en donde los guardianes de la polis, de la ciudad-estado tendrían todo en común, vivirían de lo que la polis les da y su único interés sería la salud, el bien de “La República”; de ellos saldrían los gobernantes, quienes a su vez serían “amantes de la verdad”, filósofos y con referencia a la verdad gobernarían permanentemente “La República”.

Este ideal también fue concebido, a su manera, dentro de la tradición de los pueblos semitas y en el siglo I d. C. Jesús de Nazaret, encarnó esos ideales de justicia y por eso fue llamado “Hijo de Dios”, haciendo que la causa de Dios fuera el ser humano concreto, “el prójimo”, a quien se debía amar, como Dios nos ama a nosotros.  Él, deja como legado a la humanidad, el “eu angelium”, “la buena nueva”, el evangelio de la salvación, de la liberación de todo tipo de opresión.

Más adelante, en el siglo XVI, con base en la tradición que viene de Jesús y pasa por san Agustín, quien integra a Platón, Tomás Moro, plantea su “Utopía”, en donde se critica al capitalismo naciente, la propiedad privada y se plantea una sociedad socialista, fraterna.

En el siglo XVIII, con la Revolución Francesa, se predica “la libertad, la igualdad, y la fraternidad”, pero algunos se dan cuenta de que estos ideales son inalcanzables en una sociedad individualista y plantean como desarrollo y concreción de dicha revolución, “la sociedad socialista”.

Ahora, doscientos años después del inicio la gesta independentista, y después de ver cómo el capitalismo radicaliza la patología, la enfermedad, llevándola al extremo, exponiendo al ser humano al borde de la desaparición, del suicidio colectivo, condenando a miles de millones de seres humanos al hambre, a la muerte, además de depredar al planeta, de formas nunca antes vistas, se puede afirmar, sin temor a equivocar la formulación, que aquellos que vieron el camino del socialismo estaban en lo cierto, ya que la única alternativa para superar las patologías sociales es la fraternidad o solidaridad basada en el amor, así como la igualdad, es decir, la justicia, hecha realidad en la sociedad humana.
 
Esos valores, hechos praxis y urdidos en conjunto, conducirán a la verdadera libertad, que se desarrolla en el seno de la sociedad y para enriquecimiento colectivo, y eso es Socialismo.

El Socialismo, es un sistema de transición que lleva a desarrollar todas las potencialidades de la humanidad, en donde el sistema de necesidades humanas, una vez superado, se convierte en un sistema de capacidades que lleva a la humanidad a nuevos niveles de humanización; que asume la crítica como herramienta fundamental para crear una nueva sociedad, en formación permanente, en donde “la ciencia con consciencia”, el saber consciente, orientado por el amor a la vida digna de la humanidad, es una verdadera herramienta de la supervivencia humana y de superación del individuo social humano.

Este sistema social, sistema de transición, de la humanidad que se humaniza cada vez más, tiene como resultado, al solucionar las necesidades de los seres humanos, la “mayor suma de seguridad social”, que a la vez produce como consecuencia de lo anterior, “la mayor suma de estabilidad política”; ya que dinamiza a la sociedad y convierte a todos sus miembros en sujetos políticos, ciudadanos, interesados en el bienestar de cada uno y de todos los miembros de la comunidad política, conduciendo al colectivo, como todo, y a sus individuos sociales, como individuos, a “la mayor suma de felicidad” posible, la cual, simultáneamente, es un producto individual, social y de la especie, en un entorno ecológico posibilitante.

En el socialismo, se asume en la acción, en la praxis, el principio que planteara nuestro gran maestro Simón Rodríguez: “Pensar cada uno en todos para que todos piensen en uno” contrario a “cada uno para sí y Dios para todos”.

“III.- Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político dentro de la Gran Potencia Naciente de América Latina y el Caribe, que garanticen la conformación de una zona de paz en Nuestra América.”

El problema fundamental del capitalismo y de todos los sistemas socioeconómicos precedentes que, a la vez, son culturales, es que no permiten el desarrollo pleno de la humanidad y, en ese sentido, se convierten en obstáculos que amenazan permanente a la vida de la humanidad, tanto a nivel de la especie, de la sociedad, así como de los individuos y hasta del mismo ecosistema de la Tierra Madre.

Desde esta perspectiva, al profundizar en el propio ser, es decir, al profundizar en la independencia, la autonomía y la soberanía de la patria, al radicalizar la tarea de ser cada vez más nosotros mismos, en coherencia con los postulados de la humanidad que busca su humanización, encontramos que no hay otra forma de ser, para ser auténticos, que ser socialistas; ya que sólo por este camino habrá Patria y ésta será “Padre-Madre” de la humanidad, será verdadera República, será verdaderamente de todo el pueblo.

El socialismo es la única manera de que la patria sea de todos; ahora sí y para siempre, tendremos la verdadera “res” cosa,  “publica”, de todos, del pueblo, una República en sentido estricto. Como consecuencia de lo anterior, la sociedad venezolana se convertirá en una verdadera potencia, surgida de la satisfacción y por consiguiente, superación de las necesidades humanas. Tendrá poder, es decir, podrá realizar las tareas que, en respuesta a las necesidades humanas, sea necesario emprender.

En ese sentido, el poder que nace del pueblo será su principal herramienta, el cual, será ejemplo, como ahora mismo lo es, para los pueblos hermanos, que bajo el ideario de nuestros Padres Fundadores y en respuesta a su voluntad de vida, continuarán la tarea permanente de la independencia dentro de la unidad múltiple.
 
La concepción nuestra del “poder”, “la potencia” y “el poderío”, conceptos-realidades interdependientes, no nace de la capacidad de “obligar” a hacer a otro u otros lo que nosotros queramos sino de la capacidad para solucionar las necesidades humanas, que al satisfacerse, llevan a la humanidad a nuevos niveles de humanización.

En ese sentido, nuestro fundamento, que es profundamente ético-moral-político-social-cultural, fue expresado en Angostura, en 1819, cuando nuestro Padre Bolívar hablaba de la Patria naciente, como una potencia, más por su virtud, sus luces, su humanidad, su libertad, su justicia que por su riqueza. De esta forma, tendremos la mayor potencia, “el poder del pueblo”, ejercido como “poder obediencial”, es decir, el poder que obedece al pueblo y a su voluntad de vida en plenitud; y la mayor virtud, el ejercicio de la justicia, que hacen posible la verdadera paz, fruto de la equidad en libertad.

“IV.- Contribuir al desarrollo de una nueva Geopolítica Internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del Universo y garantizar la Paz planetaria.”

“La paz perpetua”, fue escrita por Kant para responder a un letrero que se dice que había en una posada de un holandés, que afirmaba que “la paz perpetua es la paz de los sepulcros” y este es un hecho relevante, ya que en esas afirmaciones se podrían ver dos tesis contrapuestas con respecto a la paz:

La del tabernero, que expresa la facticidad histórica, en donde los poderosos de la tierra “imponen su paz” a los pueblos, arrasando y masacrando a todo aquel que se le atraviese; esa es la “pax romana”, ejercida durante todo el tiempo del imperio, pero también, ha sido la paz de la España colonizadora, la paz de Cortés, de Pizarro con los pueblos indoamericanos y ahora, es la paz del imperio norteamericano y sus aliados, que destruyeron a Libia e intentan arrasar a otros pueblos de la tierra.

Pero hay otra paz, otra idea y praxis de paz, que atraviesa la historia de la humanidad y se ha expresado de distintas formas en el cristianismo, así como en otras religiones y movimientos sociales y políticos, en el transcurso del tiempo; es la paz fruto de la justicia, es la paz de los no explotadores, la paz del pueblo, esa es la paz verdadera que promueve la vida en plenitud para todos, la paz que fundamenta la felicidad en colectivo.
 
Esta paz, se cimenta en un imperativo ético que plantea la necesidad de crear relaciones entre las naciones fundamentadas en la ética solidaria, fraterna, complementaria y no sólo en los “intereses egoístas”; es la paz de la “Internacional de los Trabajadores”, la paz del socialismo que planteara Marx en los estatutos de la llamada “Primera Internacional”.

Esa paz, exige el respeto a la autodeterminación de los pueblos, a la autonomía, a la independencia y a la soberanía, además, una sociedad mundial en donde uno o unos pocos no decidan por todos hasta la forma de morir; esa paz, demanda un mundo pluripolar y multicéntrico, en donde haya un verdadero “equilibrio” de las naciones, fundamentado en la ética que busca el bien de la humanidad toda y la preservación del ecosistema de la Tierra Madre.

Esa nueva realidad geopolítica exige la refundación de la ONU, para que ésta sea una verdadera tribuna en donde se discuta y se busque en colectivo, como “hacer más humana a la humanidad”, y no cómo se legitiman las agresiones a los diversos pueblos de la tierra, que por causa de sus recursos sea objeto de un ataque de quienes tienen asiento permanente en el Consejo de Seguridad, es decir, de aquellos que vencieron en la última conflagración mundial y hoy ejercen la hegemonía planetaria.

“V.- Preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana.”

“¿Por qué motivo tendría que ocuparme en buscar los secretos de las estrellas si tengo continuamente, ante mis ojos a la muerte y a la esclavitud?” Pregunta planteada a Pitágoras por Anaxímenes (hacia 600 a. de C.), según MONTAIGNE.
 
Ya desde la antigüedad se ha hecho oír ese tipo de cuestionamiento en aras de lo inmediato, pero quienes han hecho estas preguntas ignoran que al abrirnos al cosmos nos estamos abriendo a nosotros mismos. “El viaje de descubrimiento del cosmos es un viaje de auto descubrimiento”, afirmaba el astro físico norteamericano, Carl Edwart Sagan y en ese mismo sentido, Erwin Shrödinger, sostenía que el objeto de todas las ciencias es saber quiénes somos nosotros. Al buscar lo otro nos estamos buscando a nosotros mismos, al final estamos nosotros, nuestra vida, nuestro mundo.

A pesar de lo anterior, hemos oído decir: ¿Por qué ocuparnos de los problemas mundiales si en Venezuela hay suficientes? Esta pregunta refleja o una profunda ignorancia o una terrible mala fe o, seguramente, las dos a la vez, ya que la salvación siempre se produce a través del otro, con el otro, por el otro y de lo otro, eso lo enseña la vida y entre otras, la tradición cristiana y el socialismo, sólo lo desconoce el capitalismo individualista, homicida, ecocida, es decir, suicida.

Existir es co-existir, es decir, existir con los otros, afirmaban los filósofos existencialistas, con esto se estaba explicitando una característica fundamental de la especie humana, negada por el capitalismo individualista y es que el ser humano es un ser social, fruto y concreción de la sociedad, producto y productor de ésta. En ese sentido, todo lo de cada individuo social humano es, es producto social.
 
Los venezolanos, somos parte de la humanidad, somos parte del tejido de la vida, hija de esta Tierra Madre, la “Pacha Mama” y nuestra Patria es parte de la Tierra Patria, de ahí que no es posible salvar a los venezolanos sin mirar la salvación de la especie humana, es más, al salvar a los venezolanos salvamos humanidad.

De otra parte, nuestra Patria, nuestra tierra, podrá albergarnos, hacer posible la vida, si mantenemos la vida en el planeta, con un ecosistema viable, sostenible. Ninguna lugar del planeta es, por sí mismo, sustentable alejado del todo, del ecosistema posibilitante.
  
La mirada que se manifiesta en ese cuestionamiento es la mirada simplificante que trató de aislar, de compartimentar, de escindir, de dividir, de separar todo en la vida; es la mirada del capitalismo que actúa en aras de la optimización de la ganancia y esa óptica, con su lógica, con sus 500 años de historia, ya ha extinguido diversas especies y ha puesto a una especie más en peligro, a la especie humana que está al borde de la desaparición.

Por eso, ahora se impone, “un cambio de época”, con un nuevo paradigma, con un nuevo modelo, con una nueva visión, que concibe el todo y las partes y las partes y el todo, como lo pensara Pascal y ahora, la dialéctica compleja, en interretrorrelación profunda, formando un tejido, una urdimbre que hace posible la vida de todos los seres humanos en el planeta.

Esa visión que puede recibir distintos nombres en distintos contextos, es la visión que nosotros llamamos socialista, en este caso concreto “ecosocialista”, la cual es fruto de la vida que busca preservar y fomentar la vida en el planeta y dentro de éste, la vida digna de la humanidad, que vive buscando el vivir viviendo a plenitud en un ecosistema posibilitante. 

<5. Conclusión

Hasta aquí hemos repasado algunos conceptos que nos dan una idea del de dónde y del para adónde, de la Propuesta del Candidato de la Patria. Pero, es de resaltar, que este es un proyecto político en donde se entiende la política como la máxima expresión de la vida, fruto de la comunicación vivificante, que en un bucle recursivo, un “círculo virtuoso”, se recrea superando las necesidades, buscando nuevas formas de ser que sean mejores que las precedentes, en una evolución sin fin para que viva la vida.

En ese sentido, el presente proyecto es expresión de un compromiso ineludible y permanente con la vida, consciente que el futuro, creación de un ser humano socialista, es más prometedor que el pasado y, por ello, hace suya la expresión del poeta Antonio Machado: “caminante no hay camino se hace camino al andar”, describiendo, de esta forma, la vida con su riqueza y el porvenir preñado de grandeza, producto del esfuerzo humano y de los poderes creadores del pueblo independiente, autónomo, soberano, socialista.
 
Hoy y siempre, tenemos que recordar que “La batalla de Carabobo”, la batalla por la liberación de los pueblos, es permanente, ya que el sinsentido, la vacuidad, el capitalismo, la nada, el nihilismo, amenaza y frente a él está el compromiso socialista, con el ser, la independencia, la soberanía, la auto determinación que, a la vez, es un compromiso irrenunciable con la fraternidad, con la solidaridad, con la justicia, con la verdadera libertad, con la paz, con la vida digna de la humanidad; en síntesis, con la creación toda, gracias a ese regalo maravilloso que es el amor a la vida que se regocija y se recrea en el ser del otro que al permitirle ser, hace que el propio ser crezca. 

Uniéndonos a nuestros Padres Libertadores, le diríamos a cada uno de nuestros hermanos, conciudadanos, aquello que Sucre le dijera a las tropas de nuestro ancestros, antes de la gran batalla de Ayacucho: “Soldados, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del sur. Que un nuevo día de gloria corone vuestra admirable constancia”

¡Hoy Nuestra lucha es por la humanidad toda!

Independencia,  Patria Socialista… Juntos, con nuestro Comandante ¡Viviremos y venceremos!

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