Egolatría
“Las personas egocéntricas se sienten infalibles. Aunque se presentan como individuos seguros y sobrados de autoestima, estas armas las utilizan como mecanismo de defensa porque en el fondo son personas solitarias y llenas de inseguridades. Por eso necesitan sentirse adulados y admirados constantemente por los demás.” Egocentrismo, el culto al yo
Aquéllos que ven con desprecio hacia abajo, en el fondo, no se quieren ni a sí mismos. Los que pretenden desmasificarse, de fondo, se atomizan a un nivel en el que, prácticamente, se vuelven o pueden volverse irreales. Quizá, hay en ellos más sufrimiento que en nadie, justo porque no creen ni en sí mismos. Se avientan a instruirse a lo ecléctico, tomando lo que les sale al paso, sin concierto a la vista. No parecen percibir que ello les impide eslabonar su pensamiento en un todo lógico, porque su forma de cultivarse no permite nada semejante.
No son capaces de tener una perspectiva de conjunto de los fenómenos existentes, en la lejanía, ni en lo próximo. Basados en otros, expresan pensamientos, a veces, favorables a percepciones abiertamente contrarias al ser humano, al humanismo, toda vez que lo etiquetan en dos categorías, los que pertenecen al orden descendente (las muchedumbres) y los que están en la categoría de los ascendentes (en verdad los menos); en pocas palabras, los “viles” y lo “nobles”, los “positivos” y los “negativos”. Dentro de la visión reaccionaria acusada, Napoleón es ejemplo de los “positivos”.
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