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CAZANDO MITOS II: Las revueltas pacíficas en Siria
Por Juanlu González
12/03/2017
En la anterior entrega de Cazando Mitos, demostramos fehacientemente que las revueltas en Siria fueron meticulosamente organizadas durante años desde el exterior y que la oposición política y militar al gobierno del país fue subvencionada, entrenada y organizada por Estados Unidos y sus aliados. Cuando llegó el momento, los “rebeldes” fueron activados por control remoto, como si de células durmientes terroristas se trataran, y así dio comienzo una nueva y falsa “primavera árabe”, una guerra de agresión internacional que dura ya alrededor de seis años.
Como vimos, la épica propagandística de los artífices de las guerras modernas se apoya en un discurso que contiene, reiterativamente, varios elementos comunes: un levantamiento popular espontáneo contra un dictador, la represión policial y militar contra manifestantes pacíficos y, finalmente, un conjunto de atrocidades que deslegitiman al gobernante en cuestión y lo inhabilitan para seguir en el cargo e incluso en este mundo.
En esta ocasión, nos centraremos en conocer qué hay de cierto en esas revueltas pacíficas que derivaron en violentas porque, supuestamente, el régimen sirio no dio ninguna otra opción, al usar la represión como única respuesta a las justas reivindicaciones populares (sic).
Primero, comencemos por analizar casos similares que se desarrollaron siguiendo el mismo guión prefabricado en las cloacas del imperio. Tomemos el ejemplo de Libia. Hoy, cualquier persona bien informada sabe, sin lugar a dudas, de que Muamar el Gadafi jamás bombardeó a su pueblo, a pesar del bombardeo mediático que sí que cayó sobre nuestras cabezas insistentemente durante meses. Afortunadamente, aunque demasiado tarde, se ha producido alguna confesión televisada de uno de los máximos dirigentes rebeldes que exculpan totalmente al gobierno libio, e incluso un parlamento como el británico lo ha subrayado como fruto del trabajo de una comisión de investigación oficial que, además, destaca que los rebeldes no eran demócratas demandando libertad, sino que eran yihadistas radicales demandando un califato islámico y la sharía como única fuente de la ley. ¿Curioso, verdad? Sobre todo que ahora se reconozcan esos crímenes, cuando ya es imposible volver al pasado y resarcir todo el daño causado. Pero es justo lo mismo que decíamos entonces sin ningún tipo de eco ni repercusión en el mainstream media, que seguía, erre que erre, con su campaña de mentiras y manipulación.
Ya se sabía que las delegaciones que fueron a Libia antes de la intervención de la OTAN no encontraron ni una sola prueba de la represión de la Jamahiriya contra su propio pueblo. No obstante, nuestros responsables políticos lo admitieron como típico dogma de la época de la postverdad y así fue transmitida por la opinión publicada para que se convirtiera en opinión pública, en una pura operación propagandística bastante clásica. Sí que se reportaron disparos sobre manifestantes, pero a la vez que también se disparaba contra la policía. Red Voltaire tuvo ocasión de entrevistar en Malta a varios francotiradores que se encargaron de esa misión, donde reconocieron que eran agentes al servicio del gobierno italiano.
Podríamos seguir analizando el golpe de estado neonazi ejecutado en Kiev revestido de revolución de color, exactamente con los mismos ingredientes que los de Siria o Libia, pero alargaría irremisiblemente este artículo y ya hemos ahondado en el tema en otros escritos anteriores.
Volvamos pues a Siria. Al margen de que las manifestaciones de marzo de 2011 eran absolutamente ridículas si se comparaban con las multitudinarias concentraciones en apoyo a Bashar el Assad —muchas de cuyas imágenes se colaron en medios occidentales para hacerlas pasar por manifestaciones contrarias al gobierno ante la escasa afluencia de las manifestaciones opositoras—, tampoco tuvieron carácter pacífico. Las revueltas, habitualmente se iniciaban tras la oraciones en las mezquitas, los que nos da una idea de su naturaleza puramente islamista. Quien piense que en las mezquitas suníes se demandaban reformas democráticas, es que le quedan pocos filtros críticos en el cerebro. Los takfiríes habían tomado el control tiempo atrás de muchas de las mezquitas de ciudades como Deraa, Homs, Banias y Latakia, y desde allí llamaban directamente a la guerra después de cada rezo.
Esa fue la razón por la que no se desactivaran las protestas al prometer —y poner en marcha— sucesivas reformas políticas, cambios constitucionales y elecciones. El objetivo único de la mal llamada primavera siria era acabar con un gobierno laico, abierto y progresista y sustituirlo por otro de carácter islamista regido por los Hermanos Musulmanes. Cualquier otra consideración acerca de la naturaleza democrática de las revueltas es esencialmente errónea o intencionalmente falsa. Y no se trata —como dicen algunos voceros de la OTAN que se hacen pasar por izquierdistas— de negársele a los pueblos de Oriente la capacidad para iniciar revueltas de motu propio, ya hemos dicho que el mismo patrón de revoluciones teledirigidas se produce casi simultáneamente en la vieja Europa. Sólo se trata de reconocer un hecho patente: las revueltas siempre fueron integristas y buscaron instaurar por la fuerza un estado confesional de corte feudal, en absoluto democrático.
No quiero ser muy exhaustivo, pero sí que conviene dejar unas pinceladas sobre el tema para demostrar lo que estamos diciendo. Hay algunas magníficas publicaciones que ahondan en este asunto de manera más profunda, algunas coetáneas de las incipientes revueltas. Sin embargo, no quiero dejar de evidenciar algunos hechos cruciales que servirán para enfrentar la basura mediática con la que nos bombardearán, sí o sí, durante la efeméride del sexto aniversario del comienzo de la guerra contra Siria, que se conmemora justo en este mes de marzo.
El 20 de marzo de 2011, manifestantes pacíficos queman sin querer los vehículos aparcados junto a los juzgados de Deraa, la localidad que se cita como origen de las revueltas. Pero eso no es todo, la propia prensa israelí informó de que en las primeras manifestaciones de la primavera siria ya murieron 7 policías en un asalto a la sede del partido Baath. Es evidente que lo que nos han contado no tiene nada que ver con la realidad.
Poco después, el 26 de marzo, arde por combustión espontánea una comisaría en Latakia y varias empresas de telecomunicaciones y muchos vehículos. Mientras, unos enfervorizados demócratas con cócteles molotov bien cargados, lo celebran en sus inmediaciones.
El 10 de abril, otros demócratas de toda la vida asesinan y mutilan al joven Nidal Jalloud durante una revuelta pacífica y festiva. Es la primera ejecución de los rebeldes de la que se dispone de una grabación completa. aunque, obviamente, no la vimos por TV.
Siete días después, un grupo de manifestantes laicos asesina a tiros en Homs al Brigadier General Abdo Tellavi, a sus dos hijos pequeños y a un sobrino sólo por ser de confesión alawita. Las imágenes son absolutamente brutales.
El 27 del mismo mes se celebra en Damasco un funeral por 15 policías asesinados mientras, desarmados, se enfrentaban a manifestantes pacíficos. A primeros de mayo, el número de oficiales asesinados se acercaba ya al centenar. Sólo en junio los rebeldes pacíficos ejecutaron en Homs a 120 policías. Extraños números para una revolución pacífica ¿verdad?
No cabe ninguna duda de que la épica en la que se basa todo el conflicto sirio es absolutamente falsa, sólo es un producto de mercadotecnia para consumo de la opinión pública, una campaña de desinformación masiva para justificar todo lo que vino después. Ya lo hemos visto en otras ocasiones. Lo que no tiene ningún tipo de excusa es no aprender de ejemplos tan recientes del pasado y volver a caer en las mismas trampas propagandísticas del imperio una y otra vez.
http://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=13949
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