© AFP 2016/ Don Emmert
Donald Trump: un terremoto geopolítico con nombre propio
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AMÉRICA DEL NORTE 19:34 15.11.2016 (actualizada a las 20:23 15.11.2016)
Los resultados de las elecciones en EEUU pueden ser
considerados como un terremoto geopolítico que derrumbó al 'establishment' del
partido de la guerra, del neoconservadurismo, del neoliberalismo, de Wall
Street y de los medios de comunicación, opina Pepe Escobar, corresponsal de
Asia Times (Hong Kong) y columnista de Sputnik.
La victoria de Trump, geopolíticamente, significa que la
Casa Blanca no estará dirigida por un belicista, y eso podría traer consigo
cambios significativos en Norteamérica y en el mundo.
Donald Trump "logró
destruir el autoimpulsado mito de la estabilidad, la credibilidad y la
previsibilidad institucional de EEUU, en parte porque se trataba ya de
principios huecos, repetidos sin cesar por un puñado de presumidos funcionarios
del imperio", explica Escobar.
Este sistema, ahora derrumbado, "ofrecía un
imperialismo humanitario neoconservador y neoliberal, que priorizaba las
soluciones militares ante los problemas que esos mismos funcionarios
excepcionales habían creado o habían ayudado a crecer", añade.
Aunque toda predicción es difícil, "lo que es seguro es
que las prioridades [de EEUU] se alejarán de querer cambiar el régimen en Rusia
o de contener a China", cree Escobar. En ese sentido, Trump tiró por los
suelos las convicciones y la autoridad de las élites políticas tradicionales,
con Clinton a la cabeza, siendo además una persona con la que Pekín puede
negociar.
Trump acabará con la locura de "una guerra
asegurada" contra Rusia o China, de la que tanto han hablado responsables
al frente del Ejército de EEUU, explica el columnista. No en vano, durante los
debates prometió no ser la persona que empezara una III Guerra Mundial.
Trump no es partidario de la política intervencionista de EEUU, que
busca mostrar su poder e influencia "desde las fronteras de Rusia hasta el
mar de la China Meridional", pasando por Siria. Lo único que Trump ha
garantizado es bombardear a Daesh hasta "dejarlos hechos polvo",
resalta Escobar.
Pero en general, la idea de que "EEUU es el policía del
mundo" no será apoyada por el nuevo presidente.
No sería una sorpresa que EEUU ofreciera a China un control
compartido del mundo basado en las respectivas esferas de influencia de los dos
países, explica el experto. Lo mismo podría suceder con las esferas de
influencia de Rusia: Trump podría aceptar la adhesión de Crimea a la Federación
Rusa y un Minsk II en Ucrania. "En un instante, la Guerra Fría 2.0 se
acabaría", sostiene Escobar.
Económicamente hablando, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación
Económica (TTP) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión
(TTIP), dos obsesiones geoeconómicas y geopolíticas de la Administración Obama,
difícilmente vayan a prosperar.
Trump no es partidario de una OTAN económica, así como no
demuestra demasiado entusiasmo por la OTAN a nivel militar, explica el
columnista.
Escobar añade que, a largo plazo, todo lo anterior podría
significar "una disolución progresiva del bloque militar, económico y
político entre EEUU y la UE, junto a un crecimiento implacable de la
integración euroasiática.
"EEUU no está más en posición de ser promotor,
garante y conciliador de lo que sea, empezando por sí mismo. Si Donald Trump se
revela a sí mismo, indirectamente, como un euroasiático de corazón, podríamos
ser testigos del terremoto definitivo", concluye el analista.
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