HERMANAMIENTO REAL DE LOS SERES HUMANOS: IDEAL POR COMPLETO IRREALIZABLE EN LOS MARCOS DEL CAPITALISMO
Manuel Moncada Fonseca
Las cosas de este mundo jamás se arreglarán con simples llamados a hermanarnos y amarnos los unos a los otros, soslayando que en él existen contradicciones reales que nacen de injustas relaciones de producción o propiedad, expresadas en la concentración, cada vez mayor, de las riquezas y el poder de adoptar decisiones en pocas manos.
Desde luego, a los que detentan el poder del estado, convienen los llamados de ese tipo, toda vez que, así, ven reducidas las amenazas a su condición de pudientes. Al oprimido, claro está, ese camino no lo lleva a redimirse. Y encerrarse en una urna de cristal, aún menos. La realidad no es soslayable en sentido alguno porque su existencia es objetiva.
La lucha por su futuro se le impone, pues, como imperativo de vida más temprano que tarde. Hablamos de lucha de clases, no de algo inocuo.
Los discursos bonitos que nivelan todo y a todos, son harto engañosos. Y la descripción positivista, es decir, sin explicaciones, ni interpretaciones, equivale a farsa; en el mejor de los casos, a ingenuidad o ignorancia crasa. Nada se explica por sí mismo. Nada ocurre simplemente porque sí. Nada escapa a la ley de la causalidad; es decir a la relación causa-efecto. Realidad y fantasía difieren así de modo abrupto.
Igualar al rico (enriquecido) y al pobre (empobrecido); al opresor y al oprimido, no es camino de solución ni salvación alguna. Sin una justa redistribución de la riqueza y el poder, todo lo que se diga y haga, será siempre nada o muy poco, demasiado poco; será, si acaso, algo así como confites en el averno.
Omitir las explicaciones de las cosas que aquejan a la humanidad tiene el propósito insano de ocultar las causas de tantas injusticias, guerras, intervenciones, genocidios y destrucción de naciones; de la riqueza de pocos y la pobreza de muchos millones de personas.
Hay que decirlo, no es la inventiva, ni el emprendimiento, tan pregonados hoy en día, la razón de que los menos vivan con holgura, y los más en la estrechez o carencia extrema.
De por medio está la explotación del hombre por el hombre, el saqueo y la rapiña, cuyo fundamento real es la propiedad privada sobre los grandes medios de producción.
La pretensión de cambiar las cosas dentro del actual orden existente, es mera quimera. Los estrechos marcos impuestos por el capitalismo, no se prestan a hermanar a los seres humanos puesto que incluso los más avanzados sistemas democráticos que se puedan desarrollar en estos límites, no cuestionan de raíz la razón de los conflictos sociales existentes a escala global y local: la concentración de la riqueza natural y social, así como la del estado, en pocas manos.
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