La política de la era
Truman de Emergencia Nacional acecha a Cuba
Por William M. LeoGrande*
Profesor
de la American University (Washington, DC)
Publicado
en: Bloqueo contra Cuba
6
diciembre 2014
En
septiembre, el presidente Obama firmó un memorando presidencial para extender el
embargo de Estados Unidos contra Cuba por un año más, como hicieron
rutinariamente todos los presidentes desde Jimmy Carter. Al respecto John
Oliver hizo una pregunta un tanto divertida en su programa de HBO, y me puso a
pensar. ¿Por qué es necesario renovar el embargo cada año y qué pasaría si un
presidente decide no renovarlo?
La
respuesta necesitaría recorrer todo el camino de regreso a los orígenes del
embargo. El presidente John F. Kennedy anunció el embargo en febrero de 1962, pero la plena
aplicación de esta decisión no se produjo hasta la promulgación de las primeras normas que definieron estas sanciones para los
cubanos, en julio de 1963.
La
Ley de Comercio con el Enemigo de 1917 (TWEA) fue uno de los instrumentos fundamentales para
imponer el embargo, y lo sigue siendo hoy. El TWEA, la Ley Patriota de su
tiempo, le dio al presidente amplias facultades ejecutivas en tiempo de guerra
o emergencia nacional.
Pero
cuando Kennedy impuso el embargo, él no declaró una emergencia nacional con
respecto a Cuba con el fin de acceder a las prerrogativas del TWEA. En lugar de
ello, se basó en una particular situación
de emergencia nacional declarada por el presidente Harry Truman en 1950, al
comienzo de la Guerra contra Corea, una emergencia destinada a enfrentar la
amenaza de “la conquista del mundo por el imperialismo comunista” y “la
creciente amenaza de las fuerzas de la agresión comunista “.
¡Así
que la justificación legal principal para el embargo contra Cuba dependió de
una emergencia nacional declarada nueve años antes de que Fidel Castro llegara
al poder!
A
mediados de la década de 1970, el Congreso decidió que la existencia de
situaciones de emergencia nacional perpetuas, como la declaración de Truman de
1950, era un peligro para la democracia y que la autoridad ejecutiva que estaba
disponible para el presidente bajo TWEA era excesiva. Enmendaron el TWEA para
limitar los poderes extraordinarios del presidente a sólo tiempos de guerra y
aprobaron una nueva ley, la Ley de Poderes Económicos de Emergencia
Internacional (IEEPA), para cubrir las nuevas emergencias nacionales,
aunque con una más estricta supervisión del Congreso.
Aunque
el Congreso no llegó a borrar del panorama la posibilidad de la antiguas
situaciones de emergencia, la Ley de Emergencia Nacional de 1976 rebanaba los
poderes al despojar al presidente de su poder de invocar la antigua autoridad
para imponer nuevas sanciones a la manera que Kennedy había hecho con Cuba.
Sin
embargo, el Congreso protegió las sanciones económicas ya establecidas,
incluyendo las sanciones para Cuba, y también la autoridad del presidente bajo
TWEA para mantenerlas o modificarlas. El único requisito: que el presidente
renovara su decisión año tras año. Así que cada año desde 1978, los sucesivos
presidentes han firmado las sanciones, manteniendo vivas las competencias bajo
el TWEA para imponer sanciones económicas a Cuba.
La Emergencia Nacional de la Guerra coreana, moribunda ya en
la era de Harry Truman, todavía persigue a las relaciones entre EEUU y Cuba,
como un zombie, 64 años después de que se firmó aquella Ley y 24 años después
del fin de la Guerra Fría.
¿Qué
pasaría si el presidente reconoce lo obvio, es decir, que las condiciones que
provocó la emergencia nacional de Truman desaparecieron hace mucho tiempo? ¿Y
si el presidente simplemente no renueva la decisión de TWEA que se deriva de
aquella particular emergencia?
No,
el embargo contra Cuba no se iría. Aunque TWEA fue su fundamento legal
original, la Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática de 1996 -la Helms-Burton-convirtió el embargo en ley, al
establecer que las sanciones económicas vigentes permanecerían en su lugar
hasta que Cuba se sometiera a un cambio de régimen. Y otras leyes blindan
diversas partes y piezas del embargo: por ejemplo, la Ley de
Asistencia al Extranjero, de 1961, da al presidente la autoridad para
imponer un embargo comercial a Cuba; la Ley para la Democracia Cubana de 1992 (Ley
Torricelli) prohíbe el comercio con Cuba a filiales extranjeras de
empresas estadounidenses; y la Ley de Reforma de Sanciones Comerciales y Fomento de la
Exportación, de 2000, prohíbe los viajes turísticos. Así que el
embargo continuaría incluso sin TWEA.
Pero
la autoridad legal del presidente para cambiar las sanciones contra Cuba puede
convertir estas sanciones en algo más tenue. El TWEA otorga al presidente
autoridad prácticamente ilimitada para apretar o aflojar las sanciones. Cuando
Helms-Burton codificó las normas para las sanciones cubanas, también codificó
la autoridad del presidente para autorizar excepciones al embargo, aflojando
con ello las sanciones, ya que las normas se refieren específicamente a la
autoridad. En ausencia de una fuerza legal como TWEA, no está claro que el
presidente podría endurecer las sanciones.
Sin
TWEA, un presidente que intente restablecer la sanción, sería vulnerable al
desafío legal de cualquier persona por sufrir daños como resultado. En Regan v. Wald, el Tribunal Supremo consideró que la
decisión del presidente Ronald Reagan estaba legalmente justificada cuando
endureció las restricciones a los viajes a Cuba, debido a las amplias
facultades que mantenía bajo TWEA. Sin este respaldo, no habría podido imponer
nuevas restricciones a menos que él declarara una nueva emergencia nacional con
respecto a Cuba bajo IEEPA.
Ahí
está la verdadera razón de por qué todos los presidentes desde Jimmy Carter
hasta hoy han renovado la prerrogativas legales proporcionadas por TWEA: ningún
presidente, demócrata o republicano, quiere renunciar a su discreción ejecutiva
o a ser forzados a declarar -aún justificándolo- una nueva emergencia nacional.
Si
los republicanos del Congreso están realmente tan molestos con el uso que da el
presidente Obama a sus poderes ejecutivos, pueden asestar un golpe a la
Presidencia Imperial instándole a no renovar la autoridad TWEA que sustenta el
embargo contra Cuba. Pero antes tendrían que
dejar de respirar.
William M. LeoGrande es
coautor con Peter Kornbluh de Back Channel to Cuba; The Hidden
History of Negotiations between Washington and Havana (University de North Carolina Press, 2014).
(Publicado en The Huffington Post. Versión Cubadebate)
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