GLADYS
BASAGOITIA DAZZA: UN OCÉANO DE POESÍA LUMINOSA
Por
Winston Orrillo
Poesía/ mi más
auténtica/ vocación// letra más letra/
sílaba más sílaba/ gotas que se
vuelven/ un río resplandeciente//
de la intuición a la perseverancia/ oír
el reclamo la emoción/
las palabras que agujerean/ las
duras paredes de la realidad
G.B.D.
El epígrafe que hemos usado para encabezar
nuestro comentario a Océano de luz,
reciente poemario –edición bilingüe italiano, español -de Gladys Basagoitia
Dazza nos conduce, precisamente, a uno de los ángulos en los que su libro es
feraz: el de la búsqueda o prosecución apremiante de una poética, del camino
que nos conduce hacia la esencia del poetizar.
Porque, en fin, de lo que se trata es que la
poeta busca aprehender ese misterio –ciertamente insoluble- del origen, de la
gestación de la palabra lírica.
Veamos cómo esto se repite, verbi gratia, en el siguiente texto:
“Con tus ojos poesía”: con tus ojos lo invisible/ se vuelve indubitable/ un aliento/ de
grandísima esperanza// ilimitadas extensiones interiores/ vencen/ al
limitadísimo cotidiano/ y es urgente/ ineluctable/ iniciar el arriesgado
viaje// humildemente/ me sumerjo en el misterio/ para tratar de captar/ los
sutiles mensajes/ del grande juego de la vida.
Es ella, pues, la Poesía –e intencionalmente la
ponemos con mayúscula- la que, como una Beatriz de Dante, la conduce -lo dice
explícitamente- a través del “arriesgado
viaje” que pretende llegar allende nuestras naturales limitaciones, a
develar, en definitiva, “el misterio… del
grande juego de la vida”.
Pero esto no es un mero decir, porque la
autenticidad de esta poética la hallamos cuando la autora lo dice,
explícitamente, en “Vivir el poema”:
“me pierdo en
el dolor y/ no sé cómo me reencuentro/
consciente de mi atroz fragilidad// recorro el enigma sin descifrarlo/ vivo el
poema antes de escribirlo// ciega/ me entrego a
la luz/ subo/ pero no sé si llegaré a la cima.”
Nos encontramos, pues, en lo que sería el non plus ultra de la autenticidad,
cuando la autora sabe –y lo dice, lo escribe- que es la Poesía su precisa,
perentoria guía, pero, a la vez, nos expresa sus dudas –existenciales- acerca
que si ella será, en efecto, por su “atroz
fragilidad” capaz de llegar “a la
cima”. Pero, en el fondo, esto no importa: lo que sí valoramos, en demasía,
es que la autora nos comunica, explícitamente, que vive “el poema antes de escribirlo”, lo que nos lleva, sin duda
ninguna, a que, en este libro, la autora nos ha permitido –nos permite-
aprehender la esencia de su trabajo creativo; de su persecución de la obra de
arte de la palabra.
Otro elemento que no podemos preterir, es el que
reconocemos en el primer verso de este poema, cuando la poeta escribe: “me pierdo en el dolor”, lo que nos
conduce a las palabras prologales del gran crítico Antonio Melis quien
subraya la presencia de la palabra “luz y de otros términos que pertenecen al
mismo campo semántico (sol, reluce, aurora, auroral, radiosa, resplandeciente,
luminoso, etc.)”
Sin embargo, y aquí está la clave:
“Pero se
trata de una luz que nace, paradójicamente, de la sombra, a través de una
continua dialéctica de los opuestos.”
Pues “Solo
la experiencia profunda del dolor, en efecto, permite gozar con plenitud la
realidad recuperada después del eclipse. `Merecer la aurora´ es el título
significativo de un poema, que subraya el papel activo del sujeto y nos lleva a
evocar también la presencia insistente del alba en la cultura peruana del siglo
XX: desde el conocido ensayo sobre El
alma matinal de José Carlos Mariátegui, hasta el libro `surrealista´ Descubrimiento del alba, de Xavier
Abril.”
Lo enunciado por el gran ensayista Melis, nos
lleva a transcribir, precisamente, “Merecer la aurora”, poema donde se halla un
leitmotiv presente en muchos de los
más relevantes textos de este libro singular, publicado por Fara Editore.
Dice aquél: obligada
por mi cuerpo/ vivo al día/ sin añoranzas ni lamentos/ tratando que lo torcido/
se vuelva derecho/ espero la luz segura prosigo/ lo sé bien que debo resistir/
y entregarme al sueño/ para merecer la aurora.
El volumen, por momentos, deviene en una suerte
de texto que, simple pero por eso mismo grandemente, nos ayuda a vivir. Y su
autora “carpa dorada” y, por
momentos, “loba desgarrada”, nos ha
donado, en verdad, como su propio nombre lo indica, un Océano de luz que nos permite subsistir en medio de las vicisitudes
de un mundo que no hemos escogido pero que tenemos que soportar, y trascender.
Lirida paradigmática, con versos como silente infinitesimal la voz del corazón
o en
lo profundo del océano te encuentro/ en el precioso índigo… Gladys
Basagoitia Dazza ha logrado una madurez espléndida en este libro que, como
otros de los suyos, se ha hecho acreedor a numerosos premios internacionales.
Ella es peruana, de profesión bióloga y reside
en Perugia, Italia, desde hace varios años. Ha traducido poesía del italiano al
español y viceversa. Y viene publicando poemarios desde 1969, así como también
narrativa. En el 2005, en Perugia, editó
y tradujo Carta de Música (Centro
Documentazione “Donne del mondo”) con
poemas de Rosina Valcárcel, Gloria Mendoza Borda y Ana Berta Vizcarra.
Me agrada esta aproximación a la poesía de la peruano-italiana Gladys Basagoitia, quien vive fuera de Perú hace cuatro décadas, aproximadamente. Es una reseña fina, y aguda. Gracias Winston Orrillo. El aprecio a la Revista Libre Pensamiento. Abrazos. Rosina Valcárcel
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