Carta desde Kobane
Mohammad Syed
12/10/14
Kobane, una ciudad kurda al norte de Siria, se ha convertido en el
símbolo del fracaso de la reordenación imperialista de Oriente Medio y de la
tragedia de las poblaciones de la región. En una resistencia heroica y
desesperada, las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas luchan solas
frente al yihadismo fascista del Estado Islámico (IS), mientras miles de
refugiados huyen a Turquía para escapar de una masacre segura. El régimen turco
de Tayyip Erdogan filtra lentamente este aflujo de refugiados, pero prohíbe a
cientos de jóvenes voluntarios kurdos cruzar la frontera para unirse en la
lucha a las YPG. Los carros de combate turcos contemplan desde las colinas que
dominan Kobane, al otro lado de la frontera, como la ciudad es bombardeada por
IS con el armamento pesado que ha capturado en Siria e Iraq, en su mayoría
pagado por EEUU, Qatar y Arabia Saudí y transportado a través de la frontera
turca, ahora cerrada a cal y canto, a pesar de las manifestaciones,
sangrientamente reprimidas, de la población kurda en Turquía.
Como en el caso de Bagdad o Irbil, tras la caída de Mosul en manos del
IS, la aviación de EEUU sólo ha intervenido para mantener unos frentes
sostenidos por las milicias kurdas o chiitas. Su objetivo no es otro que ganar
el tiempo suficiente para que la diplomacia de EEUU construya una nueva
coalición que imponga sus intereses en la zona, con una contraofensiva contra
IS en la que su hegemonía se sostenga exclusivamente en su dominio aéreo. Un
equilibrio militar alcanzado a costa de miles de vidas humanas de las gentes de
la región, a las que se exige además que subordinen sus propios intereses al
nuevo reparto regional y equilibrio de poderes que negocian con su sangre EEUU, Turquía, Qatar, Arabia Saudí e Irán.
En esta encrucijada de intereses de las grandes potencias regionales, la
zona kurda liberada del norte de Siria, dirigida por el Partido de la Unión
Democrática, aliado en Siria del Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) de
Turquía, ha sido uno de los pocos refugios para otras minorías sirias. Lo que
sigue es el testimonio de uno de los combatientes de las YPG. SP
Mi nombre es Mohammad Syed y soy un ex combatiente de las Unidades de
Protección Popular (YPG) kurdas de la norteña ciudad siria de Kobane.
Me vi obligado a dejar Kobane y llegué al cruce fronterizo Yumurtalik el
4 de octubre. Llegué sin dinero en los bolsillos y sin pertenencias personales,
ni ropa, ni zapatos. Sólo un gran paquete de cigarrillos. No necesito mucho.
Nunca llevo nada conmigo estos días de todos modos. No lo necesito. No
desde que me uní a la lucha contra esos terroristas. De la misma manera que no
tengo que llevar nada conmigo a la batalla. Mis compañeros de lucha y yo nos
cuidamos los uno a los otros y compartimos toda la comida que tenemos.
Era uno de los pocos hombres mayores que participaban en los combates,
pero tengo un corazón fuerte y fuerte el cuerpo. Los muchachos más jóvenes y
los ancianos, todos somos iguales. Pero, de nuevo, tengo 65 años de edad. Ellos
pensaban que ya soy un hombre viejo y me enviaron aquí. No me importa volver,
pero no voy a ser capaz de contribuir mucho en la lucha. Es un poco más difícil
ahora, más difícil que antes. Hay demasiada presión y no puedo ya tomar
decisiones rápidamente. Los muchachos trabajan rápido. Ellos son muy fuertes.
Aunque yo quiero estar allí con los otros, tampoco quiero ser un
obstáculo. No quiero que se meten en problemas por mi culpa. Quizás a veces soy
lento y puedo quedarme atrás. Los muchachos son mucho más fuertes.
Soy originario de Alepo, pero tuve que dejar la ciudad cuando llegó
ISIL. Fue horrible. Vimos cosas horribles. ISIL es tan brutal, que incluso el
mismo Satanás se habría acobardado. Matan a la gente en sus hogares. En
algunos lugares, vimos la sangre que salía de los hogares. La sangre roja de
los seres humanos, nuestros hermanos, personas inocentes.
Fue entonces cuando decidí unirme a las YPG, para ayudar a luchar contra
ISIL en cualquier forma que pudiera. Quiero librar al mundo de este mal.
Fui a Kobane, a casa de unos parientes que dieron cobijo a mí familia.
Durante los combates, hemos escuchado muchas veces que Turquía
finalmente intervendrá y ayudará. Escuchamos que los EE.UU. intervendrían.
Algunos dijeron que Europa probablemente se uniría también. Pero pasaron los días,
y nada. Todavía estamos esperando. Y fue incluso antes de que ISIL avanzase
hacia Kobane. Teníamos la esperanza de que si luchábamos duro en Kobane,
vendrían y ayudarían. No teníamos suficientes armas. Pero los kurdos son
valientes.
Los muchachos y las chicas están peleando. ¿Alguna vez has oído hablar
de que las chicas luchen en cualquier otro sitio? Pero nuestras chicas pelean.
Y muchas de nuestras jóvenes han muerto luchando. Una joven fue capturada por
ISIL. ¿Sabes lo que le hicieron? La decapitaron. Una mujer. Sí, decapitaron a
una mujer. Luego tiraron su cuerpo al agua. Era una chica fuerte.
Muchas familias tuvieron que abandonar sus hogares sólo para salvar a
sus hijas. En Alepo, ISIL secuestraba a nuestras niñas. Las violaron, las
mataron. La hija de mi querida vecina, no quería luchar contra ellos, pero la
mataron también.
En Kobane, han matado a muchas mujeres combatientes también. Son
bárbaros. No les importa si se trata de una mujer o de un hombre. No son
musulmanes. No es así como se comportan los musulmanes. Soy musulmán. Ni
siquiera podía imaginar que se pudiesen cometer tales actos de barbarie.
Dejé Kobane antes que las cosas se pusieran aún peor. Mis familiares
optaron por quedarse, pero ahora están en un lío. No quieren venir a Turquía. No
escuchamos cosas buenas de nuestra gente en Turquía, ya sabes. Pero yo estaba
dispuesto a correr el riesgo, por eso he venido hasta aquí. Envié a mi familia
a Turquía unos días antes, por lo que ahora voy de camino para unirme a ellos.
Mohammad Syed es un ex combatiente kurdo de las Unidades de Protección
Popular (YPG) de Kobane. Este testimonio fue transcrito por Kiran Nazish en el
cruce fronterizo de Yumurtalik.
Traducción para www.sinpermiso.info: Enrique García
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