Poder de los soviets, poder del pueblo
28-8-2014
Discurso
en el Premio Libertador, Caracas, 15 de agosto de 2014
"Para
construir una sociedad socialista se requiere de una nueva cultura de
izquierda"
1. Este
libro que se premia hoy (Premio Libertador Simón Bolívar al pensamiento
crítico (2013 - Venezuela) por el libro Un mundo a construir (nuevos
caminos)) termina de escribirse un mes después de la desaparición
física del presidente Hugo Chávez Frías y no podría haberse escrito sin su
intervención en la historia de América Latina. Muchas de las ideas que aquí se
exponen están relacionadas de una u otra manera al dirigente bolivariano, sea a
su pensamiento, sea a sus acciones a nivel interno, o a nivel regional y
mundial. Nadie puede dudar que entre la América latina que recibió y la América
latina que dejó hay un abismo.
2. Por
eso lo se lo dedico con las siguientes palabras:
Al
comandante Chávez cuyas palabras, orientaciones y entrega ejemplar a la causa
de los pobres, servirán de brújula para su pueblo y todos los pueblos del
mundo, y serán nuestro mejor escudo para defendernos de los que pretendan
destruir esa maravillosa obra que él empezó a construir.
3.
Cuando triunfa en soledad, en las elecciones presidenciales de 1998, ya el
modelo capitalista neoliberal comenzaba a hacer aguas. El dilema no era
entonces otro que refundar ese modelo, evidentemente que con cambios, entre
ellos una mayor preocupación por lo social, pero movido por la misma lógica: la
lógica de la ganancia, de la búsqueda del lucro; o avanzar en la construcción
de otro modelo. Chávez tuvo la audacia de incursionar por este último camino y
para denominarlo decidió utilizar la palabra socialismo a pesar de la carga
negativa que ella tenía. Especificó que se trataba del socialismo del siglo XXI
diferenciándolo así del socialismo soviético implementado durante el siglo XX.
No se trataba de “caer en los errores del pasado”: en esa “desviación
estalinista” que burocratizó al partido y terminó por eliminar el protagonismo
popular.
4. La
necesidad del protagonismo popular era una de sus obsesiones y es el elemento
que lo distancia de otras propuestas de socialismo donde es el Estado el que
resuelve los problemas y el pueblo recibe los beneficios como una dádiva.
5.
Chávez estaba convencido de que el socialismo no se puede decretar desde
arriba, que hay que construirlo con la gente. Y entendía, además, que es a
través de la participación protagónica como las personas crecen, ganan en
autoconfianza, es decir, se desarrollan humanamente.
6.
Siempre recuerdo el primer programa Aló Presidente de carácter más teórico, del
11 de junio de 2009, cuando Chávez citó extensamente la carta que Pedro
Kropotkin —el anarquista ruso— escribió a Lenin el 4 de marzo de 1920:
Sin
la participación de fuerzas locales, sin una organización de las fuerzas desde
abajo, de los campesinos y de los trabajadores, por ellos mismos, es imposible
el construir una nueva vida. Pareció que los soviets iban a servir precisamente
para cumplir esta función de crear una organización desde abajo. Pero Rusia se
ha convertido en una república soviética sólo de nombre. [...] la influencia
del partido sobre la gente [...] ha destruido ya la influencia de energía
constructiva que tenían los soviets, esa promisoria institución.” [1]
7. Por
eso muy tempranamente yo creí necesario distinguir entre proyecto y modelo
socialista. Entendía por proyecto las ideas originales de Marx y Engels, y por
modelo la forma en que este proyecto se había materializado en la historia. Si
analizamos el socialismo soviético vemos que en los países que implantaron ese
modelo de socialismo —que recientemente ha sido denominado por Michael
Lebowitz: el socialismo de los conductores y los conducidos basado en el modo de
producción vanguardista—, el pueblo dejó de ser el protagonista, los organismos
de participación popular fueron transformándose en entidades puramente
formales, el partido se transformó en la autoridad absoluta, el único
depositario de la verdad, que controlaba todas las actividades:
económicas, políticas, culturales, es decir, lo que debió haber sido una
democracia popular se transformó en una dictadura del partido. Ese modelo de
socialismo que ha sido denominado por muchos “socialismo real” es un modelo
fundamentalmente estatista, centralista, burocrático, donde el gran ausente fue
el protagonismo popular.
8.
¿Recuerdan ustedes que cuando ese socialismo se derrumbó y se hablaba de la
muerte del socialismo y de la muerte del marxismo? Entonces Eduardo Galeano, el
escritor uruguayo que todos ustedes conocen, decía que nos habían
invitado a un funeral que no era el nuestro. El socialismo que había muerto
no era el proyecto socialista por el que nosotros luchábamos. Lo que había
ocurrido en la práctica tenía muy poco que ver con lo que Marx y Engels
concibieron como la sociedad que reemplazaría al capitalismo. Para ellos el
socialismo era impensable sin un gran protagonismo popular.
9. Pero
esas ideas originales de Marx y Engels no sólo fueron desvirtuadas por la
práctica soviética y la literatura marxista difundida por ese país en los
ámbitos de la izquierda, sino que, además, fueron opacadas o simplemente
ignoradas en los países fuera de la órbita soviética, debido al rechazo que
produjo ese modelo que se asociaba al nombre de socialismo.
10.
Poco se conoce que según Marx y Engels, la futura sociedad que ellos llamaban
comunista permitiría el pleno desarrollo de todas las potencialidades del ser
humano, desarrollo que se lograría a través de la práctica revolucionaria. La
persona no se desarrolla por arte de magia, se desarrolla porque lucha, porque
transforma (transformando las circunstancias, la persona se transforma a sí
misma).
11. Por
eso que Marx aceptaba como algo natural que los trabajadores con los que se
iniciaría la construcción de la nueva sociedad no eran seres puros, sino que
pesaba en ellos el “estiércol del pasado”, y por eso es que no los condenaba,
sino que confiaba en que ellos se irían liberando de esa negativa herencia a
través de la lucha revolucionaria. El creía en la transformación de las
personas a través de la lucha, de la práctica.
12. Y
Chávez —probablemente sin haber leído esas palabras de Marx— también lo
entendió. En su Primer Aló Teórico del 11 de junio del 2009 alertó a las
comunidades de que había que tener cuidado con el sectarismo. Y orientó:
[...]
si hay gente, por ejemplo, habitantes que no participan en política, que no
pertenecen a partido alguno, bueno, no importa, bienvenido. Digo más, si vive
por ahí alguien de la oposición, llámenlo. Que venga a trabajar, que venga a
demostrar, a ser útil, que la patria, bueno, es de todos, hay que abrirles
espacios y ustedes verán que con la praxis mucha gente se va transformando. Es
la praxis la que lo transforma a uno, la teoría es la teoría, pero la teoría no
prende en el alma, en los huesos, en los nervios, en el espíritu del ser humano
y en la realidad nada se transformaría. No vamos a transformarnos leyendo
libros. Los libros son fundamentales, la teoría es fundamental, pero hay que
llevarla a la práctica porque la praxis es la que transforma verdaderamente al
ser humano.
13. Por
otra parte, nada tiene que ver con el marxismo la práctica “colectivista” del
socialismo real que suprimía las diferencias individuales en nombre del
colectivo. Basta recordar que Marx criticaba el derecho burgués por pretender
igualar artificialmente a las personas en lugar de reconocer sus diferencias.
Al pretender ser igual para todos termina siendo un derecho desigual.
¿Si dos trabajadores recogen sacos de papa y uno recoge el doble que el otro,
debe pagarse al primero el doble que el segundo? El derecho burgués te dice que
sí, sin tener en cuenta que el trabajador que recoge la mitad ese día estaba
enfermo, o nunca fue un trabajador fuerte porque en su infancia fue mal
alimentado, y que por lo tanto, quizá con el mismo esfuerzo que el primero sólo
pudo rendir la mitad.
14.
Marx, por el contrario sostenía que una distribución verdaderamente justa
debería tener en cuenta las necesidades diferenciadas de cada persona y de ahí
su máxima: “De cada cual según su trabajo a cada cual según sus necesidades.”
15.
Otra idea de Marx muy tergiversada tanto por la burguesía como por la práctica
soviética ha sido su defensa de la propiedad común o colectiva.
16.
¿Qué suelen decir los ideólogos de la burguesía? Los comunistas (o socialistas)
te van a expropiar todo, tu refrigerador, tu carro, tu casa, etcétera.
17.
¡Cuánta ignorancia! Marx ni ningún socialista o comunista ha pensado jamás en expropiar los
bienes de uso de las personas. Lo que Marx ha planteado es la idea de devolver
a la sociedad lo que le pertenece y que ha sido apropiado injustamente por una
élite, es decir, los medios de producción.
18. Lo
que la burguesía no entiende o no quiere entender es que sólo hay dos fuentes
de la riqueza: la naturaleza y el trabajo humano, y que sin el trabajo humano
la potencial riqueza contenida en la naturaleza nunca lograría transformarse en
riqueza real.
19.
Marx señalaba que no solo existe el trabajo humano actual sino que también
existe el trabajo pasado, es decir el trabajo incorporado en los instrumentos
de trabajo.
20. Las
herramientas, las máquinas, las mejoras hechas a la tierra y, por supuesto, los
descubrimientos intelectuales y científicos que aumentan sustancialmente la
productividad social, frutos todos del trabajo humano, son una herencia que se
transmite de generación en generación, son una herencia social, son una riqueza
del pueblo.
21.
Pero, la burguesía, gracias a todo un proceso de mistificación del capital —que
aquí no podemos explicar por razones de tiempo—, nos ha convencido de que los
dueños de esa riqueza son los capitalistas que por su esfuerzo, su creatividad,
su capacidad para los negocios, y por ser los dueños de las empresas tienen
derecho a apropiarse de lo que ellas producen.
22.
Sólo la sociedad socialista reconoce esa herencia como social y por eso
considera que debe ser devuelta a la sociedad y que debe ser usada por la
sociedad y en interés de la sociedad en su conjunto y no para servir a
intereses privados.
23.
Esos bienes, en los que está incorporado el trabajo de generaciones, no pueden
pertenecer a personas específicas, ni a países específicos, sino a la humanidad
como un todo.
24. La
cuestión es ¿cómo asegurar que esto ocurra? La única forma de hacerlo es
desprivatizando estos medios y transformándolos en propiedad social. Pero como
la humanidad de comienzos del siglo XXI no es todavía una humanidad sin
fronteras, esta acción debe empezar en cada país y el primer paso es que los
medios de producción estratégicos pasen a propiedad de un Estado que exprese
los intereses de las y los trabajadores.
25. Pero
el simple traspaso a manos del Estado de los principales medios de producción
es sólo un mero cambio jurídico de propietario, ya que si en las empresas ahora
en manos del Estado el cambio sólo se limita a eso continúa la supeditación de
los trabajadores a una fuerza externa. La gerencia capitalista es reemplazada por
una nueva gerencia, ahora socialista, pero no varía la situación alienada de
trabajadores en el proceso de producción. Se trata de una propiedad
formalmente colectiva, porque el Estado representa a la sociedad, pero la
apropiación real todavía no es colectiva.
26. Es
por eso que Engels sostiene que “la propiedad del Estado no es la solución [aunque]
alberga ya en su seno el medio formal, el resorte, para llegar a la solución”
27. Por
otra parte, Marx sostenía que era necesario acabar con la separación entre el
trabajo intelectual y el trabajo manual que transforman al trabajador en un
tornillo más de la maquinaria; que las empresas deben ser gestionadas por sus
trabajadores y trabajadoras. Y por eso, Chávez, siguiendo sus ideas, sostuvo
con tanto énfasis que el socialismo del siglo XXI no podía limitarse a ser un
capitalismo de Estado que mantuviese intocables procesos laborales que alienan
al trabajador o trabajadora. La persona que trabaja tiene que estar informada
del proceso de producción en su conjunto, tiene que ser capaz de controlarlo,
de poder opinar y decidir sobre los planes de producción, sobre el presupuesto
anual, sobre la distribución de los excedentes, incluida su contribución al
presupuesto nacional. ¿No era acaso eso el plan socialista de Guayana?
28. Pero,
ahí surgirá el argumento de la burocracia gerencial socialista: ¡cómo vamos a
entregar la gestión de las empresas a los trabajadores! ¡ellos no están
preparados para participar activamente en el manejo de las empresas! Y tienen
razón, salvo excepciones no lo están, justamente porque al capitalismo nunca le
ha interesado compartir con los trabajadores los conocimientos más técnicos
acerca del manejo de la empresa, y aquí me refiero no sólo a los aspectos
relacionados con la producción, sino también a los relacionados con la
comercialización y el financiamiento de las empresas. Concentrar esos
conocimientos en manos de la gerencia ha sido uno de los mecanismos que ha
permitido al capital explotar a los trabajadores y trabajadoras. Pero eso, para
un cuadro revolucionario, no puede significar no avanzar hacia la plena
participación de las y los trabajadores. Por el contrario, se deben instalar
procesos de cogestión que permitan que éstos se apropien de esos conocimientos
y para poder hacerlo, deben comenzar a ejercer la gestión en la práctica y, al
mismo tiempo, deben poder formarse en técnicas de gestión y administración de
empresas para llegar luego a una total autogestión.
29. Y a
nivel de las comunidades y las comunas, tema que no puedo abordar aquí, entre
tantos otros que quisiera abordar, recuerdo siempre lo que decía Aristóbulo
Istúriz: “tenemos que gobernar con la gente para que la gente aprenda a
gobernarse a sí misma.” Y entiendo que el presidente Maduro está buscando este
objetivo al impulsar la participación del pueblo organizado en su gestión de
gobierno en lo que el ha llamado: Consejos de Gobierno Popular.
30. He
mencionado varias veces al socialismo del siglo XXI, para mí esa es la meta a
alcanzar, y llamo transición socialista al largo período histórico de avance
hacia esa meta.
31.
Pero, ¿de qué tipo de transición estamos hablando? No se trata de la transición
en países capitalistas avanzados que nunca se ha dado en la historia, ni de la
transición en países atrasados que han conquistado el poder del Estado por la
vía armada como sucede con las revoluciones en el siglo XX (Rusia, China,
Cuba), sino de una transición muy particular donde sólo se ha logrado llegar
por la vía institucional al gobierno.
32. Y
en relación con esto creo que la situación de América latina en la década de
los 80 y 90 puede compararse en ciertos aspectos a la vivida por la Rusia
prerrevolucionaria de comienzos del siglo XX. Lo que fue para ella la guerra
imperialista y sus horrores ha sido para nosotros el neoliberalismo y sus
horrores: la extensión del hambre y la miseria, un reparto cada vez más
desigual de la riqueza, la destrucción de la naturaleza, la pérdida creciente
de nuestra soberanía. En estas circunstancias, varios de nuestros pueblos
dijeron “basta” y echaron “a andar”, resistiendo primero y, luego, pasando a la
ofensiva, fruto de lo cual empiezan a triunfar candidatos presidenciales de
izquierda o centro izquierda que levantan programas antineoliberales.
33. Fue
así como frente al evidente fracaso del modelo neoliberal tal como se estaba
aplicando surgió la siguiente disyuntiva: o se refundaba el modelo capitalista
neoliberal, o se avanzaba en la construcción de un proyecto alternativo movido
por una lógica humanista y solidaria. Y ya decíamos que fue Chávez quien tuvo
la audacia de incursionar por este último camino y creemos que el presidente Maduro
está tratando de ser consecuente con su legado. Luego lo siguieron otros
gobernantes como Evo Morales y Rafael Correa. Todos ellos conscientes de que las
condiciones objetivas económicas y culturales, y la correlación de fuerzas
existentes en el mundo y en sus países, los obligarían a convivir durante no
poco tiempo con formas de producción capitalista.
34. Y
decimos audacia porque estos gobiernos enfrentan a una situación muy compleja y
difícil. No sólo deben enfrentarse al atraso de sus países, sino que deben
hacerlo sin contar con todo el poder del Estado. Y hacerlo a partir de un
aparato de Estado heredado cuyas características son funcionales al sistema
capitalista, pero no lo son para avanzar hacia el socialismo.
35. Sin
embargo, la práctica ha demostrado —contra el dogmatismo teórico de algunos
sectores de la izquierda radical—, que si ese aparato está gestionado por
cuadros revolucionarios, éstos pueden utilizarlo como un instrumento para dar
pasos firmes hacia la construcción de la nueva sociedad.
36. Pero,
para ello estos cuadros no pueden limitarse a usar el aparato heredado, es
necesario que—usando el poder que tienen en sus manos— vayan construyendo los
cimientos de la nueva institucionalidad y del nuevo sistema político, creando
espacios de protagonismo popular que vayan preparando a los sectores populares
para ejercer el poder desde el nivel más simple hasta el más complejo.
37.
Este proceso de transformación a partir del gobierno no sólo es un proceso
largo, sino también es un proceso lleno de desafíos y dificultades. Nada
asegura un avance lineal, puede haber retrocesos y fracasos.
38.
Debemos recordar siempre que la derecha respeta las reglas del juego sólo hasta
donde le conviene. Pueden perfectamente tolerar y hasta propiciar la presencia
de un gobierno de izquierda, si este pone en práctica su política y se limita a
administrar la crisis. Lo que tratarán de impedir siempre valiéndose de medios
legales o ilegales es —y en eso no hay que ser ilusos— que se lleve adelante un
programa de transformaciones democráticas y populares profundas que ponga en
cuestión sus intereses económicos.
39. De
esto se deduce que estos gobiernos y su militancia de izquierda deben estar
preparados para hacer frente a una fuerte resistencia; deben ser capaces de
defender las conquistas alcanzadas democráticamente contra fuerzas que se
llenan la boca de la palabra democracia siempre que no se toque sus intereses
materiales ni sus privilegios. ¿Acaso aquí en Venezuela no fueron las leyes
habilitantes que tocaban muy levemente dichos privilegios las que
desencadenaron el golpe militar apoyados por los partidos opositores de derecha
contra un presidente democráticamente electo y apoyado por su pueblo?
40.
Pero también es importante entender que estas élites dominantes no representan a
toda la oposición, que es fundamental que se haga una diferenciación entre una
oposición destructiva, conspiradora, antidemocrática, y una oposición
constructiva, dispuesta a respetar las reglas del juego democrático y a
colaborar en muchas tareas de interés común, evitando meter en un mismo saco a
todas las fuerzas y personalidades opositoras. Si somos capaces de reconocer
las iniciativas positivas que puede haber impulsado la oposición y no condenar
como malo de antemano todo lo que venga de ella, pienso que esto ayudaría a
acercar a muchos sectores que hoy están alejados, quizá no las élites
dirigentes, pero sí de los cuadros medios y amplios sectores del pueblo
influidos por ellos, que es lo más importante.
41. Por
otra parte, pienso que se ganaría mucho más si al combatir sus ideas erradas,
sus propuestas equivocadas, se utilizara argumentos y no agresiones verbales.
Quizá éstas son muy bien recibidas por los sectores populares más
radicalizados, pero producen rechazo en amplios sectores medios y también en
muchos sectores populares.
42.
Otro reto importante que tienen estos gobiernos es la necesidad de superar la
cultura heredada en el seno del pueblo, pero no sólo allí, también en los
cuadros de gobierno, los funcionarios, los militantes y dirigentes del partido,
los trabajadores y sus direcciones sindicales (individualismo, personalismo,
carrerismo político, consumismo).
43. Por
otra parte, como los avances suelen ser muy lentos y frente a esta situación,
no poca gente de izquierda se desanima, porque muchos pensaron que la conquista
del gobierno sería la varita mágica para resolver prontamente los problemas más
sentidos por la gente, cuando estas soluciones no llegan con la rapidez
esperada tienden a desilusionarse.
44. Por
eso es que pienso que, de la misma manera en que nuestros dirigentes
revolucionarios deben usar el Estado para cambiar la correlación de fuerzas
heredada, deben también realizar una labor pedagógica frente a los límites o
frenos que encuentran en su camino —lo que llamamos una pedagogía de los
límites—. Muchas veces se cree que hablarle de dificultades al pueblo es
desalentarlo, desanimarlo, cuando, por el contrario, si a los sectores
populares se les informa, se les explica por qué no se pueden alcanzar de
inmediato las metas deseadas, eso los ayuda a entender mejor el proceso en que
viven y a moderar sus demandas. Y también los intelectuales deben ser
alimentados con información para que sean capaces de defender el proceso y para
que puedan realizar una crítica seria y constructiva si es necesario.
45.
Pero esta
pedagogía de los límites debe ir acompañada simultáneamente de un fomento de la
movilización y la creatividad populares, evitando domesticar las iniciativas de
la gente y preparándose para aceptar posibles críticas a fallas de la gestión
gubernamental. No sólo se debe tolerar la presión popular sino que se debe
entender que es necesaria para ayudar a los gobernantes a combatir las
desviaciones y errores que pueden ir surgiendo en el camino.
46. Me
siento muy frustrada de no poder hablar de tantos otros temas, pero debo poner
fin a estas palabras y para hacerlo quiero leerles algunas de las varias
preguntas —que planteo en el libro— que creo pueden ayudarnos a evaluar si los
gobiernos más avanzados ya mencionados están dando pasos en el esfuerzo por
construir una nueva sociedad socialista:
47. ▪
¿Movilizan a los trabajadores y pueblo en general para llevar adelante
determinadas medidas e incrementan sus capacidades y poder?
48. ▪
¿Entienden que necesitan un pueblo organizado, politizado, capaz de presionar
para debilitar el aparato estatal heredado y poder así avanzar en el proceso de
transformaciones propuesto?
49. ▪
¿Entienden que nuestros pueblos y especialmente las y los trabajadores tienen
que ser actores de primera línea y no sólo de segunda?
50. ▪
¿Oyen y otorgan la palabra a sus pueblos?
51. ▪
¿Entienden que pueden apoyarse en ellos para combatir los errores y
desviaciones que vayan surgiendo en el camino?
52. ▪
¿Les entregan recursos y los llaman a ejercer el control social del proceso?
53. ▪
En síntesis, ¿contribuyen a crear un sujeto popular cada vez más protagónico,
capaz de ir asumiendo cada vez más responsabilidades de gobierno?
54. En
este sentido creo de trascendental importancia la propuesta de discusión
nacional abierta a todos los sectores sociales del país sobre el tema del
precio del petróleo. Me parece trascendental porque se convoca al pueblo, no al
partido, a discutir. Pienso que el papel del partido debe ser el de
involucrarse plenamente en él siendo el instrumento facilitador de dicho
debate.
55.
Quiero terminar este texto insistiendo en algo que no me canso de repetir:
56. Para
que podamos avanzar exitosamente en este desafío se requiere de una nueva
cultura de izquierda: una cultura pluralista y tolerante, que ponga por encima
lo que une y deje en segundo plano lo que divide; que promueva la unidad en
torno a valores como: la solidaridad, el humanismo, el respeto a las
diferencias, la defensa de la naturaleza, rechazando el afán de lucro y las
leyes del mercado como principios rectores de la actividad humana.
57. Una
izquierda que se dé cuenta que la radicalidad no está en levantar las consignas
más radicales ni en realizar las acciones más radicales —que sólo unos pocos
siguen porque asustan a la mayoría—, sino que sea capaz de crear espacios de
encuentro y de lucha para amplios sectores; porque constatar que somos muchos
los que estamos en la misma lucha es lo que nos hace fuertes, es lo que nos
radicaliza.
58. Una
izquierda que entiende que hay que ganar hegemonía, es decir, que hay que
convencer en lugar de imponer.
59. Una
izquierda que entiende que más importante que lo que hayamos hecho en el
pasado, es lo hagamos juntos en el porvenir.
Intervención
completa filmada de Marta Harnecker en:
[1] . La cita sigue: “En el momento actual, son los comités del “Partido”, y no lo soviets, quienes llevan la dirección en Rusia, y su organización sufre los efectos de toda organización burocrática. Para poder salir de este desorden mantenido, Rusia debe retomar todo el genio creativo de las fuerzas locales de cada comunidad.” [sigue la cita, pero yo me detengo aquí MH]
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia
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