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Peláez
La mano negra de EE.UU. en Ucrania
Vicky
Peláez
Tema de actualidad: Arreglo de la crisis en Ucrania
11:47 28/08/2014
Nuestro objetivo es prevenir la reaparición de un
rival sea en el territorio de la ex Unión Soviética o en cualquier otro lugar
del mundo (The US Defense Planning Guidance, 7 de marzo 1992)
El golpe de Estado que tuvo lugar en la capital de
Ucrania el pasado 22 de febrero, no fue el resultado de una acción espontánea
que reflejaba la voluntad del pueblo sino un acto concebido, programado y
dirigido por los estrategas de Washington obsesionados con su autoproclamado
rol divino de ser el Gran Patrón del mundo entero.
Desde la fundación de los Estados Unidos su consigna
ha sido, como lo remarcó irónicamente el escritor norteamericano Johnson
Chalmers: “lo que es bueno para [Norte] América es bueno para todo el mundo”.
Por supuesto, la opinión del resto del planeta jamás ha existido para los
iluminados globalizadores norteamericanos, como lo demostraron devastando
Vietnam, Cambodia, Grenada, Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, Siria y
seguramente lo tratarán de hacer con muchos otros países que están en su lista
de espera.
Todo depende de los recursos naturales que tengan
estas naciones o de su valor estratégico para los planes norteamericanos
orientados principalmente, según el estudioso norteamericano Noam Chomsky, al
control de los recursos energéticos del mundo utilizándolo como “instrumento de
la dominación del planeta”.
En el documento del Pentágono: “La Dominación del
Espectro Completo” (Full Spectrum Dominance) que significa establecer el
completo dominio de los EE.UU. en el aire, tierra, mar y el ámbito informativo,
la mayor atención está concentrada en neutralizar la capacidad estratégica de
una Rusia resurgente y una China en crecimiento, percibidos por los estrategas
del departamento de Defensa como adversarios potenciales.
Dejando aparte China, el principal objetivo de
Washington desde la desintegración de la Unión Soviética ha sido rodear Rusia
militarmente utilizando ex miembros del campo socialista. Actualmente ya tiene
12 de estos países a disposición de la OTAN. Para probar la capacidad bélica de
Rusia, Estados Unidos y sus aliados promovieron una mini guerra entre Georgia y
Rusia en el 2008.
Ahora le tocó el turno a Ucrania para convertirse en
otro satélite de los Estados Unidos y de sus incondicionales aliados de la
Unión Europea. Las consecuencias del golpe de Estado de tendencia neo nazi en
este país no se toman en cuenta. Lo que interesa a Norteamérica es estrechar el
anillo militar de la OTAN alrededor de Rusia y arrinconarla para iniciar
después la segunda fase del proyecto de la “Dominación” elaborado por uno de
los más belicosos “think-tanks” norteamericanos The Rand Corporation. En esta
fase se planificaba promover la desintegración de Rusia en varios estados para
facilitar el acceso a sus abundantes y únicas en el mundo riquezas naturales.
Lo que no esperaron los “iluminados” de Washington en
Ucrania era primero, la decisión del 98 por ciento de la población de Crimea de
reintegrarse a Rusia y segundo, la determinación de la población del sureste de
Ucrania, que es el motor industrial y minero del país mayormente poblado por
ruso hablantes, de separarse del país y formar su propio estado independiente.
Así empezó el conflicto ucraniano en el este del país que abarca la región de
Donetsk con una población de un millón de personas y Lugansk de 440 mil
habitantes. Ahora muchos de sus pueblos se han convertido en cementerios.
Según las cifras de las Naciones Unidas, desde 8 de
junio de este año hasta hoy día se han registrado en esta región más de 2.000
muertos civiles. También se calcula que hay unos 4.000 heridos entre niños,
mujeres y hombres civiles. En general a diario mueren o resultan heridos en el
este de Ucrania aproximadamente 70 personas debido a los ataques
indiscriminados de las unidades regulares del ejército de Ucrania y de la
recién formada guardia nacional de ideología neo nazi. En total hay más de
500.000 ucranianos del este refugiados en Rusia y otros 100.000 desplazados
dentro de Ucrania.
Hasta ahora las fuerzas armadas de Ucrania no han sido
capaces de doblegar a los llamados separatistas a pesar de la numerosa
presencia de los asesores militares y los de la CIA de los Estados Unidos. Los
separatistas mantienen en jaque a los militares del actual régimen ucraniano
encabezado por el presidente oligarca Petro Poroshenko conocido popularmente en
Ucrania como el “Rey de Chocolate” quien es un simple títere de Washington.
Poroshenko siguiendo instrucciones de sus curadores
del Norte está a cargo de una histérica campaña contra Rusia como instigadora y
promotora de todas las desgracias que actualmente vive su país. Por supuesto,
en este contexto los medios de comunicación globalizados están presentando a
Norteamérica y la Unión Europea como los salvadores de Ucrania y sus guardianes
contra el “agresor” ruso.
Inclusive el Congreso norteamericano introdujo “La Ley
de la Prevención de la Agresión Rusa” (RAPA – Russian Prevention Aggression Act
of 2014) que autoriza al presidente incrementar el apoyo de EEUU y de la OTAN a
las fuerzas armadas de Polonia, Estonia, Lituania y Letonia, además de crear
permanentes bases militares de la OTAN en estos países.
Todo esto supuestamente está orientado para “proteger
la independencia, soberanía e integridad territorial y económica de Ucrania y
otras naciones soberanas en Europa y Eurasia contra la agresión rusa”. A la vez
esta ley dio origen a las sanciones económicas y financieras contra Rusia
aplicadas por Washington. Lo que sorprendió a todo el mundo es la adhesión
silenciosa de la Unión Europea (UE) a la iniciativa norteamericana sabiendo de
antemano sobre la repercusión negativa de estas medidas sobre sus propias
economías.
Fue una incógnita el hecho de que la canciller de
Alemania, Angela Merkel, aceptara sumisamente estas sanciones contra la
voluntad de sus corporaciones con vastos intereses en Rusia que los obligaría a
despedir unos 300.000 empleados en el primer año de aplicación de estas
medidas. Recién la lectura del libro del ex jefe del Servicio de
Contrainteligencia Militar de Alemania (MAD – Militarischer Abschirmdienst), el
general en retiro Gerd-Helmut Komossa, “Die Deutsche Karte” publicado en 2007
ayudó a aclarar la sumisión de Alemania a los EEUU.
En su libro, Komossa describe cómo en 1949 Washington
y Bonn habían firmado un acuerdo “top secret” vigente hasta el año 2099, según
el cual Estados Unidos tendría un control sobre los medios de comunicación
alemanes; el canciller de turno debe firmar una Ley De Canciller; y el oro
alemán (unos 670 toneladas) se mantendrá en Norteamérica.
Seguro los mismos acuerdos existen con España,
Portugal, Italia y Japón, solamente no hay acceso a aquellos tratados. Lo que
sí está claro es que la vieja Europa perdió su soberanía y se convirtió en otro
títere de Estados Unidos. Repite lo que dice, miente o desinforma el Gran
Patrón incapaz de proteger sus propios intereses.
La hábil jugada del presidente ruso Vladimir Putin de
contestar a las medidas restrictivas de los EE.UU. y de la UE con las contra
sanciones hará perder a Europa 50 mil millones de dólares en el primer año de
su aplicación. Y lo curioso de todas estas jugadas es que la UE se pone de
rodillas ante un país cuyo sistema, de acuerdo al filósofo político
norteamericano, Cornel West, “es disfuncional. Nuestros líderes son cada vez
más comprados con soborno legalizado y corrupción normalizada… la secuela de
Obama será un estado en depresión pos-traumática”. Los 50 millones de pobres
norteamericanos pueden confirmar esta conclusión.
A pesar de todo esto EE.UU. sigue en su ambición,
definida en los años 1600 por el poeta inglés, Ben Jonson, “como un torrente
que no mira nunca hacia atrás”. En otras palabras no toma en cuenta la historia
de muchos imperios destruidos por sus propias ambiciones. Mientras tanto otros
países, como Rusia siguen su propio camino hacia adelante analizando cada vez
más su herencia histórica y aprendiendo de sus errores. También están tomando
precauciones contra las sanciones del Gran Patrón y sus títeres europeos, sus
constantes provocaciones y su lucha desenfrenada por la hegemonía mundial.
Las sanciones no tendrían gran duración debido a las
más simples leyes de la economía, también se resolvería el conflicto en Donetsk
y Lugansk de acuerdo a la voluntad de sus habitantes. La única perdedora será
Ucrania a cuya valiosa “canasta de granos” ya echó el ojo la terrible Monsanto.
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