Amenazas persistentes
Justificación de lo injustificable: la
reapertura de la IV Flota
Por: Manuel Moncada Fonseca
Aporrea, Viernes, 05/09/2008 12:09 PM
Los medios de comunicación masiva en manos de la derecha
global, como portavoces de la ideología imperial, deliberadamente mienten en
torno a lo que pasa en el mundo y a las causas reales de la situación
prevaleciente local e internacionalmente.
Informan lo que quieren, como quieren, en las dosis que conviene a sus
intereses; invisibilizan, minimizan o abultan los hechos según sus
conveniencias del momento; justifican, condenan, adornan o deforman los
acontecimientos en dependencia de su procedencia y, sobre todo, de lo que
representan o no para las grandes transnacionales y los intereses locales. A
partir de ello mismo, establecen lo bueno y lo malo, lo moral y lo inmoral, lo
correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto, lo democrático y lo
antidemocrático.
La
reapertura de la Cuarta Flota estadounidense es uno de los temas que ahora aparecen en las páginas de
esos medios que pretenden mostrarla, por un lado, como necesidad continental y, por el otro, como dictado imperial; ello porque amén de adornar
las cosas, con este tema se quiere sobre todo
intimidar a los pueblos. Este tipo de contradicción en el mensaje
que a éstos se transmite tiene como antecedente más remoto el requerimiento,
instrumento jurídico del colonialismo español que rezaba al final lo
siguiente: “…para les hacer saber estas
cosas enviaba a los cristianos, para que entendiesen que todos los que
quisiesen obedecer serían amparados en sus personas y bienes, sin hacer
agravios, y que los que no quisiesen obedecer y dejar sus ritos serían
castigados como gentes que no querían el conocimiento de Dios y eran rebeldes a
su Rey natural y como tales se les haría la guerra”.
Origen histórico de los sueños hegemonistas de EEUU
"John L. O'Sullivan,
dibujado en 1874", Hoy "día es
generalmente recordado por su uso de la frase «El Destino manifiesto» para
defender la anexión deTexas y Oregón. Imagen de Wikipedia. http://es.wikipedia.org/wiki/Doctrina_del_destino_manifiesto
Las políticas hegemonistas de Estados Unidos
sobre el continente americano se fijaron en dos doctrinas del siglo XIX: la
Monroe proclamada oficialmente en 1823, que consistió básicamente en rechazar la presencia europea en el
hemisferio occidental porque la potencia americana se reservaba el derecho de
sujetarlo a su dominio, y la doctrina del
Destino Manifiesto que definía ese dominio pretendido como algo
destinado por la divina providencia. Pero mientras la primera encubría los
propósitos de dominio con el lema de “América
para los americanos”, la segunda lo declaraba abiertamente:
“Los anglosajones se convertirán en la raza
que engendrará rasgos particularmente agresivos con el propósito de imponer
sus instituciones a toda la humanidad, de extender su dominio a todo el
globo terrestre. Si predico con acierto, esta poderosa raza se extenderá
a México, a Centroamérica y Suramérica, a las islas de Océano, a África y
a otros lugares... El destino de dicha raza es expulsar a las razas débiles,
asimilar a otras y transformar el resto hasta que toda la humanidad sea
anglosajonizada”.
No hay, así, novedad
alguna en los planes de hegemonía que Estados Unidos tiene sobre nuestro
continente, como tampoco la hay en la idea de una flota naval para alcanzar
semejante objetivo.
¿Qué representa la Cuarta flota y qué se persigue
con ella?
La Cuarta Flota fue creada en 1943 para enfrentar a los
submarinos alemanes que atacaban los convoyes en América del Sur, pero fue disuelta en 1950 tras haber concluido la
Segunda Guerra Mundial que había legitimado su aparición.
Lo que se persigue con su reaparición no llama a dudas de
ningún tipo, salvo por la manera de entender los conceptos: “combatir el terrorismo” (¿?) y “las actividades ilícitas
como el narcotráfico” (¿?); enviar un “mensaje” a Venezuela y a toda la región;
“demostrar el compromiso de Estados Unidos con sus socios regionales, sobre
todo con Colombia”, país cuyo gobierno combate al narcotráfico (¿?) y las FARC;
interactuar con las armadas de naciones aliadas en entrenamiento bilateral y
multilateral y ejecución de operaciones contra el tráfico ilícito de armas o
drogas en la región; supervisar las tareas de sus unidades militares en América
Latina y, no faltaba más, velar por la seguridad
de los intereses yanquis, como declara entre otros el Comandante de
las fuerzas navales del Comando Sur, James Stevenson.
Para justificar la reapertura de la flota se dice que es una medida con “un significado simbólico”; que responde a la aparición de regímenes antiestadounidenses
en la región; que se trata de “una decisión política, más que militar” y de
“una medida de corte más administrativo”. Con ella, se afirma, se dará
continuidad a operaciones realizadas en los dos últimos años… En esta
dirección, se busca “ajustar el nombre a la realidad”, para tener “una sede
trabajando en conjunto con otros componentes del Comando Sur”, sin que implique
el aumento de presencia militar estadounidense en la región. Se pinta, pues, no como “una amenaza militar”, sino como
“un esquema disuasivo"; por lo demás, se reconoce que aunque el sistema de
relaciones interamericanas hace difícil el estallido de aventuras militares
unilaterales como las que ha realizado EEUU en otras partes del mundo;
"hay un mensaje de contenido geopolítico en el marco de un reordenamiento
en el hemisferio americano"; reordenamiento que, desde
luego, no le es favorable a los intereses yanquis.
Cuando se anota que la
apertura de la flota es más una decisión política que militar no se está con
ello descubriendo el agua helada. ¿Acaso no siempre ocurre así, esto es que
previo a una guerra hay antes una decisión
política? Justamente de allí deriva la posibilidad o la inminencia
de una guerra en cualquier rincón del mundo.
Los pretextos para intimidar a la
región
El restablecimiento de la
flota señala la enorme “importancia” que para Estados Unidos tiene América
Latina y el Caribe, así como la “seguridad marítima en el Sur”, expresa el
almirante Roughead. Y como si se dijera cualquier otra cosa, algo sin
importancia alguna, se anota que EEUU, después
de estar en Iraq -en el que han muerto ya más de un millón de
personas- y Afganistán, ahora regresa a América
Latina. Mas queda claro que no es del todo así cuando se señala que entre
los retos operativos que enfrentan las fuerzas militares estadounidenses en la
región se encuentra la dificultad para adquirir
autorización para operar bases en la región, bases que, claro está, no tienen
como propósito ninguna asistencia humanitaria, ni atender desastres … a menos
que sea para aprovecharse de éstos en función de controlar más territorios como
ocurrió con el desastre de diciembre de 2004, provocado en el sudeste
asiático por un maremoto de grandes dimensiones.
Pero ¿cuáles son los
pretextos para intimidar a la región? Conozcamos lo que al respecto se esgrime
como argumentos:
Se sabe que el mensaje
“disuasivo” a la región comenzó a difundirse después que Venezuela, Ecuador y Colombia protagonizaron
un incidente diplomático que tensionó a toda la región, tras el bombardeo contra un campamento de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia en territorio ecuatoriano; se da
asimismo, afirman los medios de derecha, en momentos en que varios países de la región (entre otros, Brasil, Venezuela, Colombia y Ecuador) se embarcaron
en una incipiente carrera armamentista. Todo porque Chávez
expresara, respondiendo a la reapertura de la Cuarta Flota, que ello no asusta
a su país en lo más mínimo, añadiendo, sin embargo, que junto con Brasil se
está “estudiando la creación de un Mecanismo de Defensa Sudamericano”.
A pesar de lo que pueda
parecer a primera vista, la referencia al grave
incidente diplomático referido arriba no está dirigida contra la Colombia que
invade un territorio (dada su condición de principal aliado de EEUU en el
continente), sino contra las FARC a la que se acusa de
narcoterroristas (a la altura de Al-Qaeda, Hezbollah o Hamas) y contra Ecuador por darles cabida en su territorio;
por algo, el segundo asunto relativo al momento escogido para difundir el
mensaje a la región tiene que ver directamente con el intento de constituir un
Consejo de Defensa del Sur. En este sentido, no sorprende la afirmación
de que la reactivación de Cuarta Flota servirá para demostrar que el Imperio
sigue incólume, así como para proteger a sus aliados, entre los que,
indiscutiblemente, se destaca Colombia.
Ahora bien, que la crisis desatada entre Colombia, Venezuela y Ecuador se
estime aún no resuelta, sólo significa que no lo está para Colombia
(urgida de perseguir a las FARC dentro y fuera de su territorio hasta darles
“cristiana sepultura”) ni mucho menos para el Imperio...
Tras acusarse a los carteles colombianos de la droga de haberse valido hasta
de submarinos de fabricación clandestina para hacer lo suyo,
inmediatamente viene esto otro; a saber, que dichos
carteles “no son los únicos que utilizan submarinos”. Y como es de
suponerse, la teja le cae de inmediato a Chávez,
al que se le señala el haber buscado un
acuerdo con Moscú en junio de 2007 para adquirir un total de nueve submarinos
rusos valorados entre 1000 y 2000 millones de dólares. “Eso alteraría el
equilibrio de fuerzas en el Caribe, se apresuran a concluir los analistas del
imperio, con el amarillismo perverso que los caracteriza. Pero James Stevenson, jefe del Comando Sur mismo, reconoce
que, de antemano, la armada yanqui evaluaba aumentar su presencia en la región.
¿Esperan con todo que Venezuela se cruce de brazos?
Otra dimensión de las
cosas relativas a los pretextos para intimidar a la región, la representan los
cipayos del imperio en el continente. Para muestra obsérvese: "El que no la debe no la teme", declara a BBC
Mundo el Vicealmirante Rafael Huizi Clavier, presidente del Frente
Institucional Militar, organización integrada por oficiales retirados opuestos
a la Revolución Bolivariana. Hace referencia igualmente al tema
de la guerrilla, al de los vínculos (siempre
presentados por la derecha perversamente) del
gobierno venezolano y de otros gobiernos con las FARC y al de las relaciones
con Irán. Con todo, Huizi admite que la urgencia de la Cuarta Flota se ve determinada por una
razón operativa fundamental: la pérdida de presencia militar estadounidense en
el sur del continente, dado que, en los últimos años, cada vez menos países
acceden a participar en maniobras militares conjuntas con EEUU o enviar
oficiales a capacitarse en academias del norte, lo que, para
Huizi, resta capacidad operativa e influencia a los militares estadounidenses
en la región. ¿No empuja ello a que Venezuela y otros países con gobiernos progresistas
en la región busquen defender sus territorios de forma conjunta?
Contradicciones en los argumentos aducidos
Es bueno al menos que, a
la par de los “argumentos” que se aducen para justificar la intimidación
imperial contra la región y particularmente contra Venezuela, se detecten
contradicciones insalvables en los mismos:
Aunque Huizi –por
ejemplo- señala que él no tendría por qué preocuparse, salvo que atacara a
Estados Unidos, lo confrontara y lo declarara enemigo; reconoce que “en el fondo hay un mensaje a Chávez”; lo
que, de una u otra forma, acusa que el origen del problema no es Venezuela ni
su presidente.
Sostener que la capacidad “de
intervención estadounidense no requiere de la presencia de la IV Flota para
materializarse en una hipótesis de conflicto”, aunque suene y sea en
verdad expresión de prepotencia, equivale a reconocer que las acusaciones
contra Venezuela son meras patrañas sobre todo porque se acepta que ello tiene
todo un sustento histórico: “No hizo falta
para las intervenciones producidas antes de la Segunda Guerra Mundial, y no
hizo falta después: en 1968, con la invasión de República Dominicana; en 1983,
para la invasión de Granada; o en 1989 cuando fue invadido Panamá”.
Pero el peso aplastante
de todo este engorroso y peligroso asunto de la Cuarta Flota tiene que ver con
temas como el de la seguridad del Canal de
Panamá –lo que se considera vital para el tráfico comercial de EEUU-
y el de dar seguridad al abastecimiento petrolífero de esta nación; ello dado
que aproximadamente un tercio del petróleo que
la economía estadounidense importa proviene de América Latina (México,
Venezuela y Ecuador) y una cuarta parte del África (Nigeria, Angola y Guinea
Ecuatorial). Así lo corrobora inequívocamente el documento de Santa
Fe IV, al señalar lo que llama “los principales elementos geoestratégicos que
siguen siendo importantes para la seguridad nacional de Estados Unidos:
“1. Control de los
estrechos Atlánticos.
“2. Uso del Canal de
Panamá.
“3. Una ruta sureña
segura alrededor del Cabo de Hornos. Todos estos están dentro del escenario
estratégico naval.
“4. Seguridad de que los
países del hemisferio no son hostiles a nuestras preocupaciones de seguridad
nacional. Además, que los recursos naturales del
hemisferio estén disponibles para responder a nuestras prioridades nacionales.
Una «doctrina Monroe», si quieren”.
Como dice el dicho, más
claro no canta un gallo.
A manera de epílogo:
Hablando de la visión
mediática de la derecha en torno al tema que nos ha ocupado en este escrito,
referiremos brevemente lo que expresa al respecto un reportaje publicado en un
periódico local bajo el título “Surcando el
caribe en el USS Kearsarge”. Cualquiera que lo lea quedará,
seguramente, con la impresión de que se hace referencia a un simple buque ligero de la Cuarta Flota,
como si se tratara de algo por completo inofensivo, al grado que, según refiere
el periodista que lo escribe, “sería nuestra
vehículo y hogar por cuatro días en la misión humanitaria (¿?) en
cuatro países de América Latina”.
No por casualidad,
refiere el ambiente humano del buque:
“Hay muchos militares en variados trajes de
gala de distintos colores: blancos, azules, kakis y un azul claro con negro y
kepis. Todos muy formales, muy corteses y algunos, pasados algunos minutos de
timidez, ya más en confianza, se muestran más amenos y comunicativos”.
“¿De dónde son ustedes. ¿Ah, de Nicaragua?
Vamos para allá, a ayudar, señor; ¿y cómo es Colombia, señor periodista?, ¿y
qué tal las cosas?, ¿qué les parece el barco?, y por favor pregunten lo que
quieran, que les va gustar la estadía y pronto vamos a hacer un recorrido por
el buque”.
En la misma tónica, habla igualmente de un
breve encuentro que tuvo a bordo del buque con Don Francisco, el de “Sábado
Gigante”, quien le preguntó cómo estaba la situación de Nicaragua y si en ella
aún se miraba su programa; anota haber tenido la suerte de sentarse “a la par
de una profesora universitaria de San Diego que hablaba español, que conocía la
historia de Nicaragua y ese mismo día había impartido una charla a los
oficiales sobre la situación de Colombia con la presencia de las FARC”.
Obsérvese el detalle, nada inocente, de mentar
la situación de Colombia no con la presencia de Uribe y su narco estado sino
con la de las FARC. Estamos, pues, ante una apología soterrada de la
prepotencia imperial ante los pueblos de Nuestra América, expresada en este
caso a través de la nada inofensiva Cuarta Flota.
En contraposición a toda
idea apologista en torno a La Cuarta Flota, Fidel declara:
“Los portaaviones y las bombas nucleares con
que se amenaza a nuestros países sirven para sembrar el terror y la muerte,
pero no para combatir el terrorismo y las actividades ilícitas.
“Debieran servir también
para avergonzar a los cómplices del imperio y multiplicar la solidaridad entre
los pueblos”.
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