Nicaragua ante la segunda
independencia: Celebrando 35 veces 19
de julio
José Carlos Bonino Jasaui
Si queremos colocar a Nicaragua en el contexto
histórico latinoamericano, es necesario tomar en cuenta las luchas por la
liberación de los pueblos del último siglo. Nicaragua, por su particular
historia, es diferente a todas las demás naciones y pueblos.
Todas las naciones y pueblos latinoamericanos, en
los últimos cien años, han vivido tiempos de fermento social, de luchas
populares en las que han llegado a madurar las condiciones que las colocaban en
el preámbulo de una revolución social. La mayoría de ellas han sido bloqueadas
por fuerzas contrarrevolucionarias internas y foráneas incurriendo en un aborto
histórico, frustrando este paso gigante hacia la liberación. Solamente Cuba en
el 1959, Nicaragua en el 1979 y Venezuela en 1999 han coronado este parto
histórico, donde las mayorías empobrecidas han llegado al gobierno, cambiando
así los equilibrios de poder y los paradigmas de dominación. En estas tres
revoluciones y en el caso especifico de Nicaragua, este paso ha inyectado una
dosis imponente de dignidad en nuestro pueblo, una dignidad a veces no
explicita, pero si sentida y presente en el inconsciente colectivo de cada
generación desde aquel 1979.
Nicaragua
en el contexto global
Tomando como punto de partida lo anterior, podemos
colocar entonces a Nicaragua en la actualidad en un periodo de transición entre
el Neoliberalismo en una crisis sistémica, ética y moral sin precedentes y una
etapa histórica de transición Posneoliberal. Etapa en la que se están fraguando
en nuestro país, nuevas formas de organización social y comunitaria, de
gobierno plural y participativo, con un fuerte liderazgo al frente del proceso
y con una masiva participación popular en sus bases.
Esta transición histórica entre Neoliberalismo
y Posneoliberalismo, a nivel centroamericano en primer lugar, y continental,
luego, se puede colocar en un más amplio escenario mundial, en una transición
geopolítica de nuevos equilibrios y ecuaciones económicas, entre el
unipolarismo monolítico de los últimos 25 años y un multipolarismo incipiente, [devenido]
por la pérdida de poder y legitimidad de Estados Unidos y Europa y [por] un
creciente protagonismo político y económico de Rusia y China, además de nuevos
actores y grupos en el escenario global como el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica) y el G77+China y otros.
A su vez y, más en detalle, Nicaragua se encuentra
al centro de dos triángulos de poder con fuerzas contrapuestas. Por un lado, la
que empuja hacia la segunda independencia, triangulo formado por el Alba,
Petrocaribe y la Celac con todos sus aliados y mecanismos de integración.
Y de signo contrario, un triangulo formado por la
Alianza del Pacifico (Chile, Colombia, México, Perú), el Acuerdo Transpacífico
de Libre Comercio (TPP) que incluye países de Asia y la Asociación de Inversión
y Comercio (TTIP) conformada por las naciones europeas, estas últimas, junto a Estados Unidos,
intentan hasta el momento sin éxito, empujar el Sistema Mundo hacia el gobierno
mundial, en donde el complejo militar industrial de la mano del sistema
financiero, se conviertan en los dueños del mundo, apoyados por su brazo armado
la OTAN y por el control y la legitimidad que les pueda
proporcionar la industria mediática a sus servicios.
¿Qué
pasa en Nicaragua?
Nicaragua se encuentra entre los 7 primeros países a
nivel global con una participación real de las mujeres en la política, con
grandes proyectos como el Gran Canal Interoceánico y en el camino hacia la
autosuficiencia energética y la soberanía alimentaria, a la vez, posee índices
incomprensibles para algunos analistas y expertos que, desde afuera, no logran
comprender las transformaciones que se están gestando en nuestro país.
Para comenzar, cómo hallar la respuesta justa para
explicar porqué siendo uno de los países más pobres de Nuestra América, tiene
los índices más bajos de criminalidad, trafico de drogas, de infiltración del
crimen organizado en la policía, en el ejercito, el gobierno y en el tejido
comunitario. En una región en la que existe una fractura entre estado de
derecho y política, que tiene su retaguardia histórica en la impunidad, sobre
todo en los países del triangulo del norte (Guatemala, El Salvador y Honduras).
La respuesta se puede encontrar en el hecho
histórico que el Ejército de Nicaragua y la Policía Nacional son de cuna
Sandinista, de cuna revolucionaria, engendradas en ese despertar histórico que
fue la Revolución y que tuvo su inicio hace 80 años con el antiimperialismo,
internacionalismo y nacionalismo de Augusto C. Sandino y encuentra su
continuidad en el Frente Sandinista con una orientación socialista y con un
modelo de democracia representativa, participativa y comunitaria, promoviendo y
protegiendo los derechos humanos.
Saber dar nuevo significado a la dignidad de un
pueblo inspirado en el legado de Sandino, a casi un siglo de distancia, es un
arte y un mérito de nuestro gobierno y de nuestro pueblo. Que a su vez, se
encuentra en oposición al sistema, que alimenta la competitividad, el
individualismo y el éxito personal, acompañado por la desmovilización de la
conciencia y la memoria histórica.
La batalla de ideas es en todos los campos,
promoviendo los valores de la familia y la comunidad, el protagonismo de los
jóvenes y el empoderamiento de las mujeres, los ancianos y los niños. Así como
el respeto a la Madre Naturaleza y sobre todo, cimentando nuevas formas de
construcción de lo común. Construyendo nuevas formas de comunicar en familia y
con la comunidad, nuevas formas de sentir alegría, y nuevas formas de libertad.
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