¿Es la Federación Rusia un Buen Aliado Internacional?
Manuel Espinoza
La visita de
Vladimir Putin a Nicaragua pone al descubierto nuestra incapacidad de poder
dimensionarla en el marco de nuestras relaciones bilaterales con la Federación
Rusa. Leyendo lo que se ha expresado en los medios, se observa, además de
desconocimiento, la simple mala intención política de siempre.
Alguien afirmó, que su parada fue técnica, porque su avión necesitaba
recargarse de combustible. Otro, que vino porque Fidel Castro se lo sugirió;
también que no es nada más que un
espaldarazo político a Daniel, pues Nicaragua no estaba en la agenda que
se dio a conocer a través de los medios
y que lo hizo por mera cortesía, pero
que, en realidad, no hay ningún tema de
importancia para ambos países como para
desviarse y visitarnos. Que como
los EE.UU están accionando en Ucrania, Rusia responde haciendo presencia en su
zona de influencia más cercana. La verdad es que los medios, junto a estos tipos
de generadores de opinión, bien se armonizan en función del ataque mediático, aunque
lo disparado sean puros disparates.
Tras la alharaca
política, otros se tratan de encausar por temas como los de carácter militar
con acento de pánico, sobre temas que
van desde el programa satelital GLONASS hasta la instalación de bases
militares.
He insistido,
muchas veces, que a países como Rusia no se les puede tratar con conocimiento
mediocre. Los países que realmente tienen la capacidad de adversarle invierten enorme
cantidad de recursos en centros de diversos tipos, así como en expertos con el fin de encontrar flancos
débiles en Rusia y obtener réditos
tangibles en el marco de la competitividad internacional. Aquí, en nuestro
inframundo del análisis, parece, que el que abre la boca primero logra ganar
cierto espacio de reconocimiento. Tal
vez, buscan el clásico intercambio de te dejo de criticar y me ubicas en un
buen trabajo.
Las barbaridades
expresadas nos dicen que aquí nadie quiere leer mucho, documentarse a
profundidad, ni investigar. Se dice además que cada quien tiene obsesión por
las noticias cortas y los resúmenes ejecutivos. Con eso basta y sobra para que
esos todólogos salgan en los medios, pero cuando comienza los mismos abordan un
tema, por específico que sea, sus pertrechos no duran ni para media hora de
intercambio de opinión. Es caótico el cuadro de capacidad analítica que poseen
esos todólogos en nuestro país.
Y no es que la
información sobre los temas con Rusia sea un secreto. Esos temas han sido
abordados públicamente por las instancias de comunicación gubernamental, que
han informado alrededor de los avances de los temas y proyectos diversos con la Federación
Rusa, desde que se instaló la comisión mixta Nicaragüense–Rusa, misma que, por
cierto, se reúne cada año intercalando las sedes de los encuentros.
No hay “rusologos”
en el país, que puedan explicar en
términos de ruptura, revisión,
modificación, traslape y
continuación de los objetivos de política exterior desde la URSS de Leonid Brezhnev
hasta la Rusia de hoy; tan sólo por mencionar un ejercicio de caso. Mucho menos
un traslape que inicie desde la geopolítica de la Rusia zarista hasta la
actual, por hacerlo aún más complejo el asunto.
La presencia
actual de Rusia en América Latina responde, en primer lugar, al grado de
desarrollo de sus objetivos de política exterior en una nueva región del orbe
como la nuestra. Desde Brezhnev a Gorbachov,
los soviéticos se dedicaron a construir canales de comunicación con países claves de
Europa a fin de disipar el ruido sobre la amenaza comunista instigado por los
EE.UU. Desde la “Conferencia de Helsinki” hasta
la “Casa Común Europea”, tarde o
temprano, ese ruido tenía que dar resultado.
Con el derrumbe
de la URSS, la política exterior de Boris Yelsin estaba dirigida a la mejoría de relaciones
con EEUU, más conocida como la política “Atlantista” de su canciller Kozyrev. Con la llegada de Evgueni Primakov
como jefe de la diplomacia, se abrió una
nueva línea de relaciones rusas con “Eurasia” y no solo porque Primakov fuera
especialista en Egipto y el Medio Oriente. Bajo la administración de Putin,
luego Medvedev y ahora de nuevo Putin, su política exterior se ha alimentado de
objetivos de orden y desarrollo económico interno y de lucha férrea por
reagrupar geopolíticamente los espacios desintegrados tras la caída de la URSS.
Con esto, la línea Euroasiática se torna mucho más sólida en términos de sus
relaciones con China y la India.
Un análisis mejor elaborado nos indica que Rusia misma ha abierto una nueva línea en su política exterior que incluye relaciones de mayor profundidad con Latino América.
Igual sucede con
China, que se ha afianzado en su propia región, luego en África y hora en la
nuestra. Por eso EEUU ve a “La Tenaza Euro-Asiática” en América Latina con gran
preocupación. Pues los Estados que tratan
con Rusia tienen posibilidades de grandes beneficios y para los que se vuelven sus aliados estratégicos
estas las ventajas son mayores.
Así es como
inicia la vista del mandatario ruso a la región. A su arribo a Cuba, Rusia
condonó 32 mil millones de dólares de unos 35 mil millones que adeudaba la
isla. Imagínense el análisis que los argentinos puedan sacar de esta acción,
cuando su país se puede ir a la total bancarrota producto del cobro de una
deuda por parte de los capitales
buitres. Pero, además, Putin anunció que le ayudará a Cuba a Romper el bloque
que le ha impuesto EEUU; convirtiéndose, así, en el hegemón que responde a la
defensa de sus aliados menores.
En su momento,
los rusos condonaron la deuda militar de nuestro país, de más de 12 mil
millones de dólares. Mientras que EEUU nos debe 17 mil millones de dólares por
la guerra de los 80s. El otro día vi a unos comandantes de la Contra
criticar en un video de You Tube la
escasa ayuda militar que EE.UU les
proporcionaba en comparación con la recibida por los sandinistas en esa década
y se cuestionaban sobre qué aliado era entonces mejor.
Si bien es cierto
los volúmenes de transacciones de Rusia con Méjico, Brasil o Venezuela no se
comparan con las nuestras, a nuestro nivel, el incremento de los mismos año con
año, proyectan horizontes positivos. El solo hecho de ver al presidente ruso en
nuestro suelo patrio es una buena señal de que la historia está cambiando para
todos.
Las
majaderías expresadas por la oposición
política alrededor de la visita no nos permiten recordar que nuestro país por
su posición geográfica ha sido, siempre, objeto de intereses de potencias. Pero,
además, con proyectos como la construcción del gran canal interoceánico, nos
hemos puesto en entre los focos mundiales de interés inversionista. No casualmente,
Rusia ha afirmado su intención de
participar en él.
Nicaragua no es
un país desconocido para Rusia. Aún con algunos momentos de cuellos de botellas
en nuestras relaciones de los 80s y 90s, éstas no tienen afectación alguna hoy
día, al desarrollar con mayor profundidad las relaciones comerciales entre
nuestros países. Esto solo se alcanzará
en la medida en que, de alguna manera, nuestro accionar y la dimensión de nuestras
relaciones mutuas se puedan orientar a la consecución de mayores y mejores beneficios.
Los cubanos dan cátedra en este campo.
En relación con
la continuación de su viaje a Argentina y Brasil, donde participó en la cumbre
de los BRICS, entre muchos otros temas con la región, Putin también logró
encontrase con el presidente Nicolás Maduro y Mujica de Uruguay. Se puede
entender que si bien el camino es largo
en la consolidación de un mundo multipolar, definitivamente, el imperio
tradicional y único de EEUU en nuestra región está sufriendo enormes
fracturas. La doctrina Monroe, al igual
que otras doctrinas que integran el corolario
de política exterior estadounidense hacia América Latina. La política
del Gran garrote, la de las Cañoneras surgen de nuevo en el consciente
imaginario de nuestros pueblos solo para ser repudiadas.
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