Ucrania: El juego de la espera
x Pepe Escobar
15/5/2014
Los
terroristas son el pueblo, y los buenos son los neonazis. La misma prensa que
denuesta la "injerencia" rusa en Ucrania, lamenta la falta de
injerencia occidental en Siria
Todo
lo que uno necesita saber sobre élites políticas mediocres que supuestamente
representan los “valores” de la civilización occidental ha sido puesto al
desnudo por su reacción a los referendos en Donetsk y Lugansk.
Los
referendos podrán haber sido un asunto de último minuto; organizados
apresuradamente; en medio de una guerra civil de facto; y para colmo, bajo la
amenaza de fusiles – suministrados por la junta neofascista neoliberal de la
OTAN en Kiev, que incluso llegó a matar a algunos votantes en Mariupol. ¿Un proceso
imperfecto? Sí. Pero absolutamente perfecto en términos de mostrar gráficamente
un movimiento de masas a favor de la autodeterminación y la independencia
política de Kiev.
Fue
democracia directa en acción; no es sorprendente que el Departamento de Estado
la haya odiado desaforadamente. [1]
La participación fue inmensa. La aplastante victoria por la
autodeterminación fue indiscutible. Lo mismo vale para la transparencia: una
votación pública, en urnas de vidrio, con monitoreo por periodistas occidentales
– sobre todo de importantes medios alemanes [y suecos], pero también de la
'Agencia de Noticias Kyodo' y el 'Washington Post'.
Lo
que debiera tener lugar después que la República Popular Donetsk se proclamó
Estado soberano, y pidió a Moscú que considere su acceso a Rusia, no es una
secesión, ni una guerra civil inmediata, sino una negociación.
Ese
hecho es obvio por la reacción oficial ponderada del Kremlin: “Moscú
respeta la voluntad del pueblo en Donetsk y Lugansk y espera que la realización
práctica del resultado de los referendos tenga lugar de manera civilizada”.
El
tono cauteloso también se refleja cuando el Kremlin insta que la Organización
para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) ayude a mediar en la
negociación.
Una
vez más, sin embargo, hay pruebas concretas de que la junta neofascista
neoliberal de la OTAN no quiere negociar nada. El ridículo Presidente “interino”
Oleksandr Turchynov calificó el ejercicio de democracia directa de “farsa, que
los terroristas llaman referéndum”; y Washington y Bruselas lo llamaron
“ilegal”.
Y todo esto después de la masacre de Odesa; después del
despliegue de paramilitares neonazis disfrazados de “Guardia Nacional” (los
pistoleros que los medios corporativos de EEUU llaman “nacionalistas
ucranianos”); docenas de agentes de la CIA y del FBI en el terreno; más 300 de
los inevitables mercenarios de Academi –ex Blackwater. Qué otra cosa se podía
esperar cuando el actual Secretario de Seguridad Nacional ucraniano es el
neonazi Andriy Parubiy, ex comandante de las “fuerzas de autodefensa de Maidan”
y animador del colaboracionista nazi de la Segunda Guerra Mundial, Stepan
Bandera.
Banderastán
–con su remix de escuadrones de la muerte al estilo centroamericano de los años
ochenta– no realiza referendos; prefiere quemar hasta la muerte a “insectos”
civiles étnicos rusos que se atreven a ocupar edificios.
Por
lo tanto este es el mensaje clave de los referendos: Rechazamos la junta
neoliberal neofascista de la OTAN en Kiev. Es un “gobierno” ilegal de
golpistas. No somos separatistas “prorrusos”. No queremos independizarnos. Lo
que queremos es una Ucrania unida, federal y civilizada, con fuertes provincias
autónomas.
¿Alguien
quiere R2P?
El
Imperio del Caos quiere –¿qué otra cosa?– caos. Crucialmente, el Imperio del
Caos ahora apoya abiertamente el despliegue de un “ejército contra su propia
población”; esto estaba estrictamente prohibido –castigado por bombas de la
OTAN o una yihad posibilitada por la OTAN– en Libia y Siria, pero ahora es la
nueva situación normal en Ucrania. [La misma prensa que denuesta la
"injerencia" rusa en Ucrania, lamenta la falta de injerencia
occidental en Siria]
En
Libia y en Siria –trataron tres veces en la ONU– esto era el máximo pretexto
para R2P ("responsibility to protect"). Pero en Ucrania los
“terroristas” –incluyendo la terminología de Bush hijo– son la población, y los
buenos son las milicias neonazis de Kiev. La embajadora en la ONU y máxima
animadora de R2P, Samantha Power, excedió todos sus niveles anteriores de
verborrea demencial cuando presentó el ataque de la junta de la OTAN contra
civiles como “razonable” y “proporcional”, agregando que “cualquiera de
nuestros países” hubiera hecho lo mismo ante semejante amenaza.
Berlín,
por su parte, quiere, manifiestamente, seguir el camino diplomático, aunque
existe una clara división entre duros atlantistas y capitanes alemanes de la
industria – quienes han identificado claramente cómo Washington quiere destruir
sin ningún tipo de restricciones la sinergia económica ruso-alemana. El juego
del Imperio del Caos es erigir un muro entre ellos, manifestado en la práctica
por una “invasión” rusa. Es verdad que Moscú podría intentar una jugarreta al
estilo de Samantha e invocar R2P para proteger a rusos y rusoparlantes en
Ucrania. Pero el campeón de ajedrez Putin tiene ideas mejores que inventar un
nuevo Afganistán en sus tierras fronterizas occidentales.
Para
Berlín todo lo que importa es la economía. Alemania crecerá 1,9% en el mejor de
los casos en 2014. Con 6.200 empresas alemanas en Rusia y más de 300.000
puestos de trabajo alemanes que dependen del flujo comercial bilateral, las
sanciones al estilo estadounidense son peores que contraproducentes, aunque la
rusofobia y la histeria de la Guerra Fría 2.0 se mantienen algo rampantes.
París,
por ejemplo, ve lo que se avecina. El contrato por 1.660 millones de dólares
para la venta de 2 porta-helicópteros de la clase Mistral a Rusia seguirá
adelante, ya que diplomáticos en París admitieron que la cancelación –en
términos de penalidades y puestos de trabajo perdidos– afectaría a Francia
mucho más que a Rusia.
Hace
más de un mes, el 10 de abril, Putin envió una carta crucial a los 18 jefes de
Estado (cinco de ellos fuera de la UE) cuyos países importan gas ruso a través
de Ucrania. Fue más que explícito; Moscú no puede seguir financiando solo la
economía ucraniana a punto de entrar en default. Entre un descuento detrás del
otro y la no imposición de una penalidad tras la otra, desde 2009 Moscú ha
subvencionado a Kiev con sorprendentes 35.400 millones de dólares. Los
europeos, escribió Putin, también tendrán que hacerse cargo de la situación.
Esa
espectacular nulidad, el presidente saliente de la Comisión Europea (CE), José
Manuel Barroso, aunque está de acuerdo con que un diálogo es necesario,
respondió que la nueva regla de Gazprom que permite que gas fluya a Ucrania
solo si es pagado por adelantado era “preocupante”. Como si algún gigante
europeo de la energía aceptara de buenas ganas cuentas impagadas.
Una
Ucrania neutral, finlandizada, terminaría de una vez el actual lío. Solo hay
que esperar hasta que la junta neoliberal neofascista de la OTAN vaya a la
bancarrota, y sea congelada hasta morir.
Nota:
1. Vea
Asia
Times Online. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens. Revisado
por La Haine
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