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sábado, 24 de mayo de 2014

Torrijos admiraba a Fidel

Torrijos admiraba a Fidel
Por Luis Báez*/PL

Ciudad Panamá. Por Luis Báez*/PL | 3 mayo de 2014


Rómulo Escobar Bethancourt, padre de tres hijos, nació en la ciudad de Panamá el 5 de septiembre de 1929, abogado, uno de los fundadores del Partido Revolucionario Democrático (PRD).

Ministro de Estado y rector de la Universidad de Panamá, presidió el grupo de negociadores de los Tratados Torrijos-Carter sobre el Canal de Panamá, suscritos en 1977 entre Panamá y Estados Unidos.

Escobar, político panameño, tuvo un papel relevante en las negociaciones que el general Omar Torrijos, fallecido en 1981 en un accidente de aviación, abrió con Estados Unidos para recuperar la soberanía nacional sobre el Canal, la cual terminó en 1977, después de 13 años de conversaciones intermitentes, con la firma de los Tratados por los que EE. UU. entregaría el canal y las bases militares el 31 de diciembre de 1999.

Rómulo Escobar fue asesor de las extintas Fuerzas de Defensa, como se conocía al antiguo ejército panameño. Era considerado uno de los ideólogos del PRD, partido que contribuyó a fundar en 1979 y que fue el brazo político de los militares hasta la invasión del país por el Ejército de Estados Unidos, el 20 de diciembre de 1989, para derrocar al general Manuel Antonio Noriega.

Actualmente pertenecía al Comité Ejecutivo Nacional del PRD, que accedió al poder tras ganar las elecciones en mayo de 1994.

Doctorado en la Universidad Central de Madrid. Realizó estudios de especialización en la Escuela de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid y otros sobre Derecho Español en la misma institución. La universidad de Buenos Aires le concede el título de Profesor Honoris Causa.

Autor de numerosos libros, entre los que sobresalen: Torrijos, Âícolonia americana no! (1981); Torrijos espada y pensamiento (1982); Los halcones de Torrijos (1985); Los vínculos entre el P.R.D. y las F.F.D.D.

Rómulo Escobar Bethancourt fue uno de los colaboradores más estrechos del desaparecido general Omar Torrijos en los 10 años que estuvo de jefe de gobierno. Participó en las grandes decisiones que se tomaron durante esos años.

Torrijos lo utilizó en misiones de gran importancia, entre las que resalta la jefatura de los negociadores que hicieron posible la vigencia los tratados Torrijos-Carter sobre el Canal de Panamá.

Mantuve con Rómulo una excelente amistad. Conversamos en diferentes ocasiones. La mayoría de las veces "off the record". Fueron charlas muy amenas. Reveladoras de sus inquietudes y del pensamiento de su amigo y jefe Omar Torrijos. Estaba convencido de que algún día se sabrá la verdad de cómo murió el líder panameño.

-¿Lo sorprendió el golpe militar de octubre de 1968?

-Sí.

-¿Qué hizo cuando se enteró?

-Esconderme.

-¿Por qué?

-No sabía lo que estaba ocurriendo.

-¿Cómo recibió la noticia del golpe?

-Por una parte me alegré de que derribaran a Arnulfo Arias, pues era un hombre fatal para el país. También con preocupación ya que desconocía a los autores de la asonada militar.

-¿A que se dedicaba en esos momentos?

-Ejercía mi profesión de abogado en el municipio y también en un bufete particular.

-¿Cuándo comenzó a tener información sobre el contenido del golpe?

-Al día siguiente me enteré que estaban implicados en el golpe una serie de amigos míos, entre ellos, Juan Materno Vázquez, hombre de ideas avanzadas. Eso me sirvió para orientarme.

-¿Conocía a Omar Torrijos?

-No.

-¿Cuándo hizo contacto con Torrijos?

-Torrijos es el que hace contacto conmigo.

-¿De qué manera?

-El 13 de octubre me llamó por teléfono y me planteó conversar privadamente.

-¿Dónde?

-Me citó a las seis de la mañana en un pequeño restaurante que había en la plaza de la Catedral donde servían desayunos típicos panameños: chicharrón, bollo, etc. Cuando él llegó su escolta rodeó la zona y la gente que estaba en el restaurante lo desocupó.

-¿De qué hablaron?

-Me explicó pormenores del golpe y el papel desempeñado por él y solicitó mi colaboración.

-¿Qué le respondió?

-Que no tendría inconveniente en colaborar y que además me alegraba conocer la información que me había brindado pues había una gran confusión si la figura máxima era él o el mayor Boris Martínez.

Al mes nuevamente me llamó y comenzamos a trabajar más unidos. No consideraba el golpe como un proceso revolucionario pero pensaba que era una expectativa. Veía que se arrestaba a gente de izquierda, del Partido Comunista, a muchos dirigentes populares y eso me preocupaba. Lo que ocurría era que en la cúpula de la guardia no había una definición y aún Torrijos no tenía el poder completo.

Me puse a trabajar con Torrijos de forma clandestina. Al año entrante fue cuando se conoció mis relaciones con el alto jefe militar.

-¿A qué se debió el golpe que dieron a Torrijos en 1969?

-Él no tenía la menor idea que le iban a dar el golpe, tanto es así que se va para México a ver una carrera de caballos.

Como es conocido, su reacción fue volver y derrocar a los golpistas. Él tenía mucha confianza en sus compañeros de armas. Él no tenía mucha experiencia en el manejo de este tipo de situación, no estaba consciente de la capacidad de manejo por parte de Estados Unidos. El enfrentamiento con los norteamericanos comienza tres meses antes que le den el golpe.

-¿A qué se debió el enfrentamiento con los norteamericanos?

-Ellos le quisieron imponer al gobierno los acuerdos del Tratado de 1966 que se habían aprobados bajo la presidencia de Marcos Robles. Estados Unidos planteó que su apoyo a la Junta Militar dependía de que los nuevos gobernantes apoyaran esos tratados canaleros.

Es un momento muy difícil pues el gobierno, producto del golpe de 1968, no tenía ninguna popularidad. Y se produce una división entre los coroneles Torrijos, Sanjur y Silvera. Estos dos últimos quieren que aprueben los tratados y Omar se opone.

Él dice que esos tratados fueron rechazados por el pueblo y no contemplan las aspiraciones del pueblo panameño.

Esa profunda división se reflejó un mes después con el golpe de 1969, encabezado por los coroneles Silvera y Sanjur que contaban con el apoyo de los norteamericanos e incluso uno de ellos, Sanjur, era una agente de la CIA.

Posteriormente la CIA sacó a Sanjur de la cárcel Modelo sobornando algunos guardias y se lo llevó para la zona del Canal.

Los trabajadores de las bananeras, los más combativos del país, se comenzaron a organizar y los sindicatos a fortalecerse. Torrijos adoptó una posición de acercamiento al movimiento obrero. Además, ya entendía que la principal lucha del país era asumir la soberanía plena sobre el territorio y él hace de eso su objetivo fundamental.

El movimiento militar comenzaba a transformarse en un proceso. Ese es el motivo real del golpe que le dan a Torrijos en 1969.

-¿Mantenía buenas relaciones con diferentes gobernantes?

-Efectivamente. Le tenía un gran cariño a Carlos Andrés Pérez, Alfonso López Michelsen, Michael Manley. Se entendió muy bien con Hugo Bánzer. Consideraba que en América Latina muchos gobernantes no entendían ni la sicología ni la actitud de los norteamericanos.

Consideraba que numerosos políticos tenían la creencia de que los norteamericanos los respetaban porque eran sus aliados incondicionales y no se percataban que era completamente al contrario: "solo respetan a los que se le enfrentan".

Sentía admiración por el pueblo norteamericano. Respetaba la gente que luchaba. No cesaba de repetir que el error de muchos gobernantes y militares latinoamericanos era tratar de obtener el apoyo de Estados Unidos a base del incondicionalismo y eso provocaba humillación y un gran retroceso para la formación de nuestros pueblos.

En la práctica trataba de llevarse bien con todos los gobernantes. No se inmiscuía en su línea política. Me ponía el ejemplo de Chile. Tenía buenas relaciones con el gobierno de Pinochet a pesar de que no le gustaba.

-¿Tuvo relaciones con Salvador Allende?

-Omar nunca llegó a tratar a Allende. Decía que lo admiraba mucho pero que no lo entendía. Que debía ser porque era otro país. Él no tenía la impresión de que en Chile estuviera ocurriendo una revolución.

Se refería a que había recibido numerosas delegaciones chilenas y que la mayoría no le hablaba del proceso revolucionario, sino que se interesaban en cómo podían llegar a la zona libre de Colón para hacer compras. En su opinión, una persona que está pensando en refrigeradores, televisores a color, no esta haciendo revolución.

Él quedó muy impresionado con el derrocamiento de Allende. Y mucho más con su muerte. Sacó importantes lecciones del golpe militar.

-La personalidad del mozambicano Samora Machel le impactaba.

-Decía que ojalá algunos dirigentes latinoamericanos actuaran con la misma dignidad que lo hacía el político africano. Lo consideraba un hombre extraordinario. Cuando hablaba de un dirigente de un país pobre pero con dignidad, ponía de ejemplo a Samora Machel.

Una semana antes de la muerte de Omar me pasé un día entero con él en Farallón preparando su viaje a Francia, Arabia Saudita y Mozambique. Manifestaba que no estaría tranquilo hasta que conociera a Samora.

-Torrijos y Anastasio Somoza, ¿sostuvieron algunas entrevistas?

-Somoza hizo una visita a Panamá y le hizo entrega a Torrijos de una lista de los comunistas panameños. Por cierto, la relación era encabezada con mi nombre. Torrijos le respondió que pensaba que iba a traerle algo nuevo pues esa era la misma lista que le había dado la CIA. Somoza se disgustó mucho con esa reacción del líder panameño.

Somoza le sugirió a Torrijos que sacara dinero de Panamá para el caso que le ocurriera algo. Este le contestó que no iba a sacar ningún dinero pues él moriría en su país.

Omar y Somoza mantenían una relación muy fría, sin embargo, Torrijos no tenía una actitud hostil ni de intervención en los asuntos de Nicaragua.

La visita de Somoza a Panamá fue catastrófica. Cuando se fue, quedó prácticamente desvinculado de Torrijos. No había simpatías entre ellos. Siempre comentaba que el caso de Somoza era increíble. Consideraba su gobierno como una aberración. El nicaragüense y el panameño iban por dos caminos distintos.

-A los sandinistas les dio un buen apoyo.

-Sus primeros contactos con los dirigentes sandinistas se producen cuando estos eran unos muchachos desconocidos en América Latina y además eran rechazados. Les da cariño y comprensión. Sólo Fidel Castro los apoyaba.

Guardo la grabación de uno de los comandantes en que dice que la gran contribución de Omar a la revolución sandinista no es la cantidad de armamento que les dio, sino el apoyo político.

Cuando surgen los sandinistas como fuerza Omar se entusiasmó. Le dio todo tipo de ayuda. Torrijos no insta ni crea, ni empuja a los sandinistas a su lucha, esa es una lucha de ellos.

Ayudó a la unificación del Frente Sandinista con el resto de los sectores en la lucha contra Somoza. Siempre les advirtió que no podían derrocar a Somoza como grupo sino que tenían que luchar como nación, pues ésta contaba con el apoyo norteamericano.

Omar les decía a los sandinistas que no tenían que agradecerle nada y que además nadie tenía que decirle como hacer su revolución pues ellos habían puesto muchos muertos.

-¿En qué momento se percató que los días de Somoza estaban contados?

-Una semana antes del 19 de julio, a través de diferentes gestiones que él realizó con el presidente James Carter, logró que se suspendiera el envío de un gran armamento de armas y municiones que Estados Unidos iba a mandarle al gobierno de Somoza. Ese fue, golpe fuerte a la sobrevivencia del régimen.

Cuatro días antes de la caída de Somoza, los norteamericanos trataron de empujar a los sandinistas a que ampliaran la Junta de Gobierno y que incluyeran a dos figuras más que venían de la empresa privada. Ellos se negaron. Ya en estos momentos Torrijos sabía que a Somoza no le quedaban muchos días en el poder.

-¿Qué pensaba de Ronald Reagan?

-Lo consideraba un hombre completamente reaccionario que le iba a hacer mucho daño a América Latina, que iba a hacer retroceder muchas cosas, que se iba a rodear de gente muy dura y que por otro lado iba a radicalizar a los movimientos revolucionarios, que no iban a encontrar otra salida que la lucha armada.

Estaba convencido de que Reagan iba a desconocer los tratados canaleros firmados con Carter. Omar trataba de atenuar las cosas pero estaba consciente de que con Reagan no había posibilidad del menor entendimiento.

-¿Cómo eran sus relaciones con la Social Democracia?

-Eran buenas. Consideraba que juegan un papel en nuestros países porque cuentan con personalidades muy prestigiosas y practican una política que no es radical pero tampoco reaccionaria.

Él siempre ponía de ejemplo los casos de El Salvador y Guatemala. Decía que el problema en esos países no era político sino de seguridad, de la vida del individuo independientemente del bando al que perteneciera.

Y que cuando un país llegaba a esa situación, lo que realmente había era una anarquía política y que entonces la lucha por preservar la vida del individuo, garantizarle las condiciones mínimas como es el derecho a vivir, a caminar, ya eso se consideraba revolucionario.

En su opinión, en esos países lo fundamental no era si los gobiernos eran de izquierda, ya que lo revolucionario era que dejaran vivir a la gente.

Decía que, en ese sentido, la social democracia podía jugar un papel, el saber predicar y de luchar por actividades elementales que se habían perdido en ciertos países de América Latina.

Consideraba que era difícil planear situaciones revolucionarias más profundas en pueblos que estaban aterrorizados como en los casos de El Salvador y Guatemala.

-Torrijos seguía muy de cerca la lucha en El Salvador y Guatemala.

-Le tenía simpatía a la lucha de los salvadoreños y guatemaltecos, pero consideraba que había mucho sectarismo en los grupos que luchaban.

Él muere con la convicción que tanto lo de Guatemala como lo del Salvador está completamente empantanado producto del sectarismo. Muere convencido que la lucha en ambos países va a hacer muy cruenta.

-¿Quiénes fueron los políticos con que Torrijos llegó a tener mejores relaciones?

-Fidel Castro y James Carter. En mi opinión son los dos líderes con los que Torrijos mantiene mejores y profundas relaciones a lo largo de toda su carrera política. Con los dos llegó a identificarse de verdad. Yo, que fui su emisario con ambos, lo puedo afirmar sin miedo a equivocarme.

-Antes de conocer a Fidel personalmente, ¿qué pensaba de él?

-Le tenía simpatías a la Revolución cubana aun cuando no conocía a Fidel. Por la trayectoria pública lo veía como un hombre dedicado a la violencia revolucionaria. Ese es el concepto original que él tenía de Fidel.

Cuando las autoridades cubanas detuvieron a los barcos "Layla" y "Johnny Expres", él quedó muy preocupado y atrapado en dos situaciones: la de protestar por el ataque a unos buques que tenían la bandera panameña, aunque a bordo no había ningún panameño, y por otro lado la preocupación de que enfrentarse a Cuba por ese hecho era situarse en una posición en contra de la Revolución. Él no quería eso.

Recuerdo que él estaba muy atento a los pronunciamientos que pudiera hacer Fidel en relación con estos acontecimientos. La noche que nos enteramos que Fidel iba a hablar, nos encontrábamos los dos sólitos en Farallón y escuchamos el discurso por onda corta.

Torrijos se quedó muy impresionado en el momento que oye a Fidel plantear que está en disposición de darle explicación al gobierno panameño por estos hechos, pero nunca al de Estados Unidos. No se me olvidará que saltó y me dijo: "este es el momento para enviar una delegación a Cuba".

La delegación original estaba encabezada por Manuel Antonio Noriega. Le aconsejé que no lo hiciera pues este era uno de sus hombres de confianza y el viaje a La Habana podría resultar un fracaso y quemarle a uno de los militares más ligados a él. Entonces cambió de idea y fue cuando me comunicó que irían civiles y que al frente del grupo estaría yo.

Voy a Cuba. Converso con Fidel. Él me explicó todo. Me dijo que él no conocía a Omar, pero que lo ha visto en películas y tenía la impresión de que es un hombre que cree profundamente en lo que está haciendo y que está dispuesto a morir en la lucha por la liberación de su país.

Fidel me pidió que le dijera que estaba arriesgando a quedarse atrapado en una esquina sin salida y que los gringos van a masacrar al pueblo panameño como están haciendo con Vietnam. Y que él como dirigente tiene una responsabilidad: manejarse en tal forma que si puede evitar la violencia, que la evite.

Cuando le transmito el mensaje a Torrijos queda azorado. Me comenta: "Eso fue lo que te dijo". Me hace que se lo repita. Yo estaba convencido de que ese hombre me iba a mandar una ametralladora. Le respondí que a mí también me había asombrado que él me diera ese mensaje, pues tampoco lo conocía.

Se quedó sorprendido de que Fidel no le mandara un mensaje violento, sino de preocupación. Ese mensaje influye mucho en Omar. En ese momento es realmente importante. Ahí nace la estimación, admiración y gran cariño que le toma a Fidel.

Desde ese instante le entraron unos deseos enormes de ir a Cuba y conocer personalmente a Fidel. En 1975 logra viajar a La Habana. Fue un viaje inolvidable. Al regresar a Panamá me manifestó: "yo conozco cuando un pueblo quiere de verdad a una persona, el pueblo cubano quiere a Fidel".

Le impresionó el trabajo con los jóvenes desde el punto de vista material y espiritual. Recuerdo que me expresó: "todo el sacrificio que está haciendo esa gente es para levantar una juventud bien nutrida, preparada. Están sacrificando el presente para asegurar el futuro".

Omar recibió muchísimas proposiciones y presiones de parte de los norteamericanos para que rompiera las relaciones con Cuba o las enfriara. Distintas alternativas de forma constante. Nunca se prestó a eso. Siempre consideró algo muy vergonzoso la posición de muchos gobernantes de América Latina frente a Cuba.

Consideraba que eso era una vergüenza y planteaba que era preferible discutir con Cuba cualquier desavenencia o discrepancia pero nunca prestarse a ser un peón del imperialismo.

No se ocultaba para decir que a él se le caería la cara de vergüenza si se prestara a eso. Siempre sacaba como ejemplo la posición de México, que nunca se alejó de Cuba. Ahí nacieron sus simpatías hacia el pueblo mexicano.

Omar y Fidel discreparon en diversos temas. En numerosas ocasiones fui el intermediario entre ambos líderes. La franqueza de esas discrepancias demostraba el gran vínculo de cariño entre los dos. Nunca se trataron con hipocresía ni con actitud de protocolo. Se hablaban, se comunicaban con mucha sinceridad.

A lo largo del proceso panameño, a uno de los hombres a quien Torrijos realmente le cogió un gran cariño a es a Fidel.

-¿Cuál es su análisis sobre la figura de Torrijos?

-La figura de Torrijos ahora es muy discutible. Tener una actitud correcta en un gobierno de distintas tendencias, hace que algunas personas lo quieran interpretar como una actitud reaccionaria o oportunista de él. Y no es así.

Realmente él tenía siempre un norte, un guía para su actuación que era el desarrollo del proceso revolucionario panameño, y ese proceso lo manejaba de una forma muy práctica, dentro de cierta audacia para llevarlo adelante.

Todo eso dentro de las posibilidades reales del proceso. Esto lo ayudó en los primeros años en el que él aprendió que no podía avanzar.

Siempre me recordaba cómo en los primeros meses después del golpe de 1968, una serie de directivas sindicales se alinearon con la empresa privada para combatir el fortalecimiento del sindicalismo, él decía bueno aquí hemos aprendido una lección. Muchas veces me puso el ejemplo de uno de sus oficiales. Es un hombre fantástico, lo mandas a cruzar el Istmo de Panamá a Colón por la selva en 25 horas y lo hace. El problema de ese hombre es que llega solo. La gente que tú les has dado no llega. Entonces él no es un buen jefe pues, en todo caso, él debió llegar hasta la mitad del camino pero con su gente. Así es como hay que manejar las cosas.

Torrijos no era un hombre que previamente tenía grandes elaboraciones ideológicas, sino que realmente era un hombre de una gran honestidad revolucionaria. Es un antiimperialista de verdad, no de discurso. Es un hombre que simpatiza con la Revolución cubana y con Fidel sinceramente, porque considera que Cuba y Fidel están escribiendo una página brillantísima en la historia de liberación de América Latina.

Sobre la base que los Estados Unidos jamás llegaran a un arreglo con Panamá, y él se prepara para ese enfrentamiento. Una serie de circunstancias van dilatando ese enfrentamiento violento. Por ejemplo, la experiencia política que él adquiere a medida que se desarrolla como dirigente del proceso. Él va compenetrándose mucho más de un sentimiento de responsabilidad con un pueblo que paulatinamente le toma cariño y lo apoya.

Consideraba que la Revolución Sandinista es ejemplar en América Latina. Él se guiaba por ese tipo de patrones. El apoyo a los revolucionarios de Guinea Bissau. Él sentía una gran simpatía por Che Guevara.

La muerte violenta de Torrijos es una demostración de lo mucho que le temían especialmente los norteamericanos. No puedo asegurar que ellos lo hayan matado pero la advertencia está hecha en el primer documento de Santa Fe. Algún día sabremos la verdad.

*Prestigioso periodista cubano. Esta entrevista fue hecha en Panamá, en 1982.
Rómulo Escobar Bethancourt falleció el 28 de septiembre de 1995 en Ciudad Panamá, a los 66 años de edad.


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