20/5/2014
Angela
Davis: qué significa ser radical en el siglo XXI
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Patt Morrison
Nixon,
el hombre fuerte del régimen de EEUU, la llamó "peligrosa terrorista"
cuando fue acusada de asesinato y conspiración en 1970
Feminismo
y supresión de las cárceles
Angela Davis (1944), legendaria activista
afroamericana de los años 60 vinculada al movimiento de derechos civiles, los
Panteras Negras y el Partido Comunista norteamericano, por el que fue candidata
a la vicepresidencia en los años 80, fue discípula de Herbert Marcuse. Su trabajo teórico se ha centrado, entre otros
temas, en el análisis de lo que denomina el “complejo penitenciario industrial”
en los Estados Unidos.
45
años después de que sus primeros bolos académicos atrajesen la ira del
gobernador [de California] Ronald Reagan, Angela Y. Davis vuelve al campus este
semestre como profesora del departamento
de estudios de género de la Universidad de California en Los Ángeles. Su
discurso del jueves pasado en el Royce Hall sobre feminismo y supresión de las
cárceles resume parte de su trabajo, pero no todo, una larga carrera académica
con su activismo radical en paralelo. El presidente Nixon la llamó "peligrosa
terrorista" cuando fue acusada de asesinato y conspiración tras un
tiroteo mortal en un juzgado en 1970. Fue absuelta y, desde entonces, esta
mujer nacida en el campo de minas de la segregación racial de Birmingham, en el
estado de Alabama, ha escrito, enseñado y dado clase por todo el mundo. Su
emblemático pelo “afro” se ha transformado desde su silueta de 1970; su
intensidad, no.
El
Congreso está trabajando en la reforma de las penas de cárcel. Muchos estados
han prohibido la pena capital. ¿No resulta esto alentador?
Me
he vinculado al movimiento de supresión de las prisiones; eso no significa que
me niegue a respaldar reformas. Hay una campaña muy importante contra las
celdas de aislamiento, una reforma que es absolutamente necesaria. La diferencia
reside en si las reformas contribuyen a hacer la vida más habitable para la
gente que está en la cárcel o si apuntalan el complejo
penitenciario-industrial. De modo que no es una situación de blanco o negro.
¿Qué
sería un sistema penal justo para usted?
Es
complicado. La mayoría de quienes estamos en el movimiento abolicionista del
siglo XXI nos fijamos en la crítica que hizo W.E.B. Du Bois respecto a la
supresión de la esclavitud: que no se trataba simplemente de arrojar las
cadenas. La verdadera meta consistía en volver a crear una sociedad democrática
que permitiera la incorporación de los antiguos esclavos. La supresión de las
cárceles tendría que ver con la construcción de una nueva democracia: derechos
substanciales, a la subsistencia económica, a la salud; un énfasis mayor en la
educación que en el encarcelamiento; crear nuevas instituciones que tenderían a
hacer obsoletas las cárceles.
¿Cree
que llegará un día en que las cárceles ya no sean necesarias?
Es
posible, pero aunque no suceda esto, podemos pasar a un tipo muy diferente de
justicia que no requiera un impulso retributivo cuando alguien hace algo
terrible.
¿Ha
visto la tragicomedia 'Orange Is the New Black' [serie televisiva], de tema
carcelario?
No
sólo he visto la serie sino que he leído las memorias [de Piper Kerman], que es
un análisis mucho más profundo que el que se ve en la serie, pero como persona
que ha analizado el papel de las cárceles de mujeres en la cultura visual,
sobre todo en el cine, creo que [la serie] no está mal. Hay tantos aspectos que
con frecuencia no aparecen en las representaciones de la gente en estas
circunstancias opresivas. Por ejemplo, en Doce años de esclavitud, uno de las
cosas que eché de menos era cierto sentido de alegría, cierto sentido de
placer, cierto sentido de humanidad.
Este
semestre vuelve usted a la UCLA [Universidad de California en Los Ángeles], el
campus del que el gobernador Ronald Reagan hizo que le expulsaran.
Era
una oferta que no podía rechazar. Los estudiantes son muy diferentes de los estudiantes
de 1969, 1970. Son mucho más sofisticados en el sentido de que tienen preguntas
más complicadas.
Cuando
considera hoy el feminismo, ¿cree que las mujeres han retrocedido, salvo, si
acaso, cuando se trata de la sala de juntas?
Se
puede hablar de múltiples feminismos; no se trata de un fenómeno unitario. Hay
quienes asumen que el feminismo significa ascender dentro de la jerarquía en
puestos de poder, y eso está bien, pero no es lo que mejor sabe hacer el
feminismo. Si las mujeres que están en la base se mueven hacia arriba, el
conjunto de la estructura se mueve hacia arriba.
La
clase de feminismo con el que me identifico es un método de investigación, pero
también de activismo.
Stokely Carmichael solía
bromear diciendo que la posición de las mujeres en el Student Nonviolent
Coordinating Committee del movimiento de derechos civiles era "boca
abajo".
¿Son las mujeres participantes plenas de la política de hoy?
Tal
vez no del todo, pero hemos hecho muchos progresos. Respecto a cómo pensamos
sobre los movimientos del pasado, animo a la gente a mirar más allá de las
heroicas figuras masculinas. Si bien Martin Luther King es alguien a quien
reverencio, no me gusta dejar que lo que representa borre las aportaciones de
la gente corriente. El boicot de los autobuses de Montgomery en 1955 tuvo éxito
porque hubo mujeres negras, trabajadoras domésticas, que se negaron a tomar el
autobús. ¿Dónde estaríamos hoy si no hubieran actuado así?
¿Apoya
usted el libre control de la natalidad y el aborto, que se denuncia entre
ciertos sectores como genocidio?
A
veces en lo que podrían parecer afirmaciones estrafalarias, descubrimos que
puede haber un grano de verdad. Aunque nunca sostendría que el control de la
natalidad o el derecho al aborto constituyen genocidio, he de tomar en
consideración de qué modo se ha impuesto la esterilización a la gente pobre,
sobre todo a la gente de color, y que alguien como Margaret Sanger [precursora
de la planificación familiar en los años 20] sostenía que [el control de
natalidad] era un privilegio para las mujeres acomodadas, pero un deber en el
caso de las mujeres más pobres.
¿Qué
piensa del primer presidente negro del país?
Hay
momentos de enormes posibilidades, y su elección fue uno de esos momentos. En
todo el mundo la gente tenía la impresión de que nos movíamos hacia un mundo
nuevo. Por breve que fuera esa sensación de euforia, se trata de algo que no
olvidaremos. Eso nos permite comprender qué posibilidades podría reservarnos el
futuro. [Pero] mucha gente ha tendido a depositar tantas aspiraciones en
individuos singulares que no han conseguido — no hemos conseguido — realizar
esa labor de sacarle más partido a ese momento. La gente fue a las urnas y dijo
"Ya hemos hecho nuestro parte" y le dejó el resto a Obama.
¿Es
la democracia un buen chasis sobre el que erigir un sistema político?
Creo
profundamente en las posibilidades de la democracia, pero la democracia
necesita emanciparse del capitalismo. Mientras vivamos en una democracia
capitalista, se nos seguirá escapando un futuro de igualdad racial, de igualdad
de género, de igualdad económica.
En
1980 y 1984 se presentó como candidata del Partido Comunista a la
vicepresidencia; ¿significaba eso que tenía fe en el proceso democrático?
Se
trataba de sugerir que hay alternativas. Nadie creía que fuera posible ganar,
pero en los años 80 se produjo el ascenso de la globalización del capital, del
complejo penitenciario-industrial, y era importante proporcionar algunos
análisis políticos alternativos.
¿Qué
piensa ahora del comunismo?
Todavía
mantengo un vínculo, [pero] ya no soy militante. Abandoné el partido porque
tenía la impresión de que no estaba abierto al tipo de democratización que nos
hacía falta. Creo que el capitalismo sigue siendo el género de futuro más
peligroso que podamos imaginar.
¿Por
qué falló el comunismo en lo que falló?
Eso
exigiría una larga conversación. Puede que haya habido democracia económica,
que es lo que nos falta en Occidente, pero sin democracia política y social, lo
cierto es que no funciona. No creo que tengamos que tirar el bebé con el agua
del niño, sería importante ver qué es lo que verdaderamente funcionaba y lo que
no.
¿Como
que no hubiera libertad de expresión?
Sí.
En
2016 se cumplirá el 50 aniversario del partido de las Panteras Negras; fue
usted miembro del mismo durante algún tiempo.
El
movimiento de derechos civiles tendía a centrarse en la integración, pero había
quienes decían: "No queremos asimilarnos en un barco que se hunde, de modo
que cambiemos totalmente el barco". El surgimiento del Partido de las
Panteras Negras marcó un momento de ruptura y todavía estamos en ese momento.
El
partido tenía dos tipos distintos de activismo: el activismo de base que
contribuyó a crear instituciones que todavía hoy funcionan, por ejemplo, el
Departamento de Agricultura dispone ahora de programas de desayunos gratuitos.
Por otro lado, está la posición de defensa propia y de control de la policía.
Si
se le echa un vistazo al programa de 10 puntos del partido, cada uno de sus
puntos resulta tanto o más pertinente 50 años más tarde. El punto décimo incluye
el control comunitario de la tecnología. Eso fue muy profético. Se
trata de usar la tecnología en vez de que permitir que nos use a nosotros.
Alguna
gente todavía debe ver en usted a la joven que apoyaba la violencia contra la
policía, la violencia de los movimientos políticos.
Es
importante comprender las diferencias entre esa época y ésta. Nuestra relación
con las armas era muy diferente y se centraba en buena medida en la defensa
propia. Hoy en día, cuando hay del orden de 300 millones de armas en el país y
hemos experimentado estos horrendos tiroteos, no podemos adoptar la misma
postura. Estoy completamente a favor del control de armas, de eliminar las
armas no sólo de los civiles sino también de la policía.
Se
utilizaron pistolas de su propiedad en el secuestro y el tiroteo del Marin
County Civic Center en 1970. Fue absuelta de todas las acusaciones. He leído
que había comprador las pistolas para su propia defensa.
Sí,
y comenté la circunstancia de que mi padre tenía armas cuando yo era pequeña; nuestras
familias tenían que protegerse del Ku Klux Klan. [Hoy en día] tenemos leyes contra
el odio, hacia las que tengo una actitud ambivalente, porque a veces acaban
usándose contra la gente que era inicialmente víctima. La legislación contra
linchamientos se dirige más hacia los niños negros y las llamadas pandillas. A
veces las herramientas contra el racismo se ponen al servicio de una especie de
racismo estructural.
El
documental Free Angela and All Political Prisoners destaca mucho su relación
con George Jackson, el activista de las cárceles muerto en la prisión de
Soledad. ¿Demasiado?
Yo
habría puesto el énfasis en otra parte. Si hablas con la directora, Shola
Lynch, comprobarás que estaba trabajando dentro de géneros convencionales; ve
la película como un drama político, un thriller criminal y una historia de
amor. Aun así, la investigación que llevó a cabo fue realmente asombrosa.
Entrevistó a uno de los agentes del FBI que me detuvieron y gracias a esa
entrevista descubrí cómo me atraparon. Me impresiona cómo ha afectado la
película a la gente joven. Puede ayudar a conversaciones entre generaciones de
las que aprenda yo algo y aprenda algo la gente más joven.
¿Qué
pasó con la forma de escribir radical, personal, de enfrentamiento de la década
de los 60 y 70?
Es
una pregunta interesante. En muchas cosas dependíamos de nosotros mismos. Esos
experimentos son importantes, porque sin movernos a terrenos de los que uno no
sabe nada, nunca habrá ningún cambio.
Supongo
que hay gente que le dice: "Si no le gusta Norteamérica, ¿por qué se
queda?"
He
vivido en otros países, pero este es mi hogar, y me siento comprometida con la
transformación de este país. Así lo he sentido desde que era niña. Mi madre era
una activista que creía en las posibilidades de transformar el mundo. Y eso es
algo a lo que todavía no he renunciado.
Los
Angeles Times. Traducción para sinpermiso.info: Lucas Antón
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