Viernes,
17 de enero de 2014
¿Cuáles son las coincidencias con la actual
situación política y económica europea?
¿QUIÉNES LLEVARON REALMENTE A HITLER AL PODER?
Por M.R. / Canarias Semanal
Dentro de algunas semanas se cumplirá el 81 aniversario de la subida de Hitler al poder. En no pocas ocasiones escuchamos cómo se utiliza el supuesto acceso de los nazis al gobierno a través de las urnas como argumento político. Pero ¿accedió realmente Hitler al poder a través de la vía democrática? ¿No se produjo ningún golpe de Estado que le franqueara el camino a los nazis para hacerse con el poder? ¿Fue el pueblo alemán el que colocó a Hitler en la jefatura del Estado?
Herwig
Lerouge, un escritor y activista belga, mantiene que el acceso al poder de Hitler se
produjo claramente a través de un golpe de Estado, organizado con la
complacencia de los partidos que en aquel momento se encontraban en el poder en
Alemania, así como con el apoyo resuelto de los grandes industriales alemanes.
"El
30 de enero de 1933, -
escribe Herwig Lerouge - el presidente alemán
Paul von Hindenburg nombra a Adolf Hitler, el líder del Partido Nacional
Socialista (NSDAP abreviado en nazi), como Primer Ministro. El primer gobierno
de Hitler sólo cuenta con tres nazis, entre ellos el propio Hitler. Ni siquiera
se atreve a presentarse ante el Parlamento, porque está en minoría. En su
lugar, le pidió a Hindenburg que disolviera el Parlamento y
convocara nuevas elecciones, para el 5 de marzo. Ese plazo le da la
oportunidad de gobernar cinco semanas sin control parlamentario. Se trata de un
golpe legal, ya que la Constitución alemana de la época permite al
presidente disolver el Parlamento o suspenderlo
temporalmente".
"El
4 de febrero, Hindenburg - prosigue Lerouge -toma una ordenanza
de emergencia que prohíbe cualquier crítica al gobierno, suprime la libertad de
reunión y de prensa para el Partido Comunista de Alemania, durante la campaña
electoral, y de otras organizaciones de izquierda".
El
27 de febrero, el Reichstag, el Parlamento alemán, fue incendiado.
Oficialmente, por un anarquista holandés desequilibrado. Sin embargo, muchos
historiadores dan como un hecho cierto que el incendio del Reichstag fue
causado por las secciones de asalto (SA) nazis. Los acontecimientos que
siguen confirman esta tesis. Antes de que se inicie cualquier
investigación, la radio afirma que los comunistas son los culpables.
Esa misma noche, sobre la base de listas elaboradas por adelantado, más
de 10.000 comunistas, socialistas y progresistas son detenidos. Toda la
prensa comunista y varios periódicos socialistas quedan prohibidos. Las
libertades de prensa y de reunión fueron suspendidas.
Sin
embargo, a pesar de la fulminante represión que se produce, las elecciones no
dan una mayoría a los nazis, ni una mayoría de dos tercios al gobierno de
coalición encabezado por Hitler. Para lograr la mayoría, el gobierno acude al
artilugio de excluir 81 mandatos del Partido Comunista Alemán,
sin que ningún partido se atreva a protestar. Una vez resuelto el
"escollo", el Parlamento da, por fin, su confianza al gobierno de
Hitler autorizándole a decretar leyes sin que tenga que contar con la
ratificación de esa institución. En realidad lo que hizo el Parlamento alemán
fue autodisolverse. Los socialistas votaron en contra de la declaración del
gobierno, pero sin embargo –¡oh la complacencia histórica de la
socialdemocracia! - consideran democráticas las elecciones pese a la brutal
represión, a la persecución, a las prohibiciones…
En apenas dos años, los nazis prohibirán todos los partidos
políticos menos el suyo, asesinarán a más de 4.200 personas y detendrán a la
friolera de 317.800 opositores, de los que 218.600 serían heridos y torturados. El 20 de marzo de
1933, el comisario nazi de la Policía de Munich, Heinrich Himmler creó
en Dachau el primer campo de concentración para los presos
políticos. En el mismo año se crearían otros 40.
¿No es esto un golpe de Estado, aunque haya sido ejecutado con la complicidad de aquellos que lo dirigen? El golpe de Estado protagonizado por los grandes industriales alemanes que ponen a Hitler a la cabeza del mismo, no es una conjetura, es una evidencia histórica.
Como
resulta, pues, evidente por los datos que se proporcionan, el acceso al poder
por parte de Hitler y de su movimiento fascista no fue realizado a través de la
vía democrática.
¿COMO SE URDIÓ EL GOLPE?
Pero
¿cuáles fueron los factores que provocaron la decisión de las clases
sociales poderosas germanas de acabar con la democracia burguesa
implantada después de la Primera Guerra Mundial, y colocar a
Hitler a la cabeza del gobierno de ese país?
Hoy no cabe duda de que fue el impetuoso desarrollo del movimiento obrero y de las organizaciones de la izquierda el factor que originó el pánico en la clase dominante alemana. Necesitaban urdir con toda urgencia un plan que interceptara el crecimiento de los movimientos revolucionarios de ese país.
Herwig
Lerouge cuenta
cómo realmente la decisión de nombrar a Hitler canciller había
sido tomada unas semanas antes de que éste fuera nominado para tal cargo. La
fecha fue el 3 de enero de 1933,
en la mansión del banquero Kurt von Schröder.
"En
varias ocasiones, -sigue
relatando Herwig Lerouge - entre 1918 y 1923, los círculos más a la
derecha de la clase dirigente habían de hecho tratado, en particular con
intentos de golpes de Estado, de deshacerse del sistema parlamentario y de
eliminar los derechos importantes adquiridos por un movimiento obrero fuerte y
unido". Esos círculos empresariales contaban con el apoyo de una
parte del ejército y de las organizaciones reaccionarias. No pocos industriales
veían en aquellos días en las tropas de asalto del Partido Nacional
Socialista una organización a la que era preciso prestarle todo el apoyo
posible.
Ya
en 1923, el patrón siderúrgico Hugo Stinnes había dicho al
embajador de EE.UU: «Hay que encontrar un dictador que tuviera el poder de
hacer todo lo que sea necesario. Tal hombre debe hablar el lenguaje del pueblo
y ser el mismo un civil. Tenemos a ese hombre.»
Cuando
Alemania entró en barrena por el crack financiero de 1929, las clases
hegemónicas de ese país tuvieron claro que era necesario apoyar de manera
decidida a los nazis. Hitler no era un hombre que proviniera
de las clases altas y aristocráticas de su país. Era un austriaco, hijo de un
modesto funcionario, que como había dicho premonitoriamente hacia diez años el
industrial Stinnes "hablaba el lenguaje del pueblo".
Se llenaba la boca, asimismo, con promesas sociales demagógicas que podían
entusiasmar a las masas como la nacionalización de la gran industria. Escogió,
por otra parte, como objetivo de sus campañas antisemitas a los banqueros y
comerciantes judíos. De esa forma, contribuía a enturbiar con una cortina de humo
la explotación protagonizada por los industriales y banqueros arios. Había
bautizado, igualmente, a su organización con una denominación confusa y, a la
vez, sugerente: "Partido Nacional Socialista Obrero Alemán"
Pero
lo que realmente catapultó a las organizaciones hitlerianas fue el ingente
apoyo económico prestado por los banqueros e industriales. Gracias a él pudo
ganar con facilidad influencia en las capas populares alemanas, aquejadas en
aquel momento por el impacto terrible de una crisis que los había dejado sin
trabajo y sin pan. Miles de parados encontraron en las filas de las SA
nazis un lugar donde garantizar un techo y un plato de sopa. Durante
los primeros años de la década de los treinta, apoyados por los capitales
industriales, los nazis inundan Alemania de propaganda. Los fascistas difunden
su prensa con tiradas multimillonarias. Sólo en una campaña electoral llegaron
a celebrar 3.000 mítines. Cuentan con miles de militantes liberados a
tiempo completo… ¿Quién pagaba todo eso?
QUIEN PROMOVIÓ EL GOLPE
En
las elecciones federales de septiembre de 1930, el “Partido Nacional
Socialista Obrero Alemán" se convirtió en el segundo partido de Alemania,
con más de 6 millones de votos. Los más conspicuos representantes de la
clase dirigente se pronunciaron rápidamente a favor de la formación de un
gobierno con él. Hitler fue invitado a presentar sus ideas ante los círculos de
los grandes capitalistas. Muchos de ellos, incluso, se adhirieron al Partido.
Pero hará falta todavía un año más para que esos patrones confíen la
cancillería del Reich a Hitler. Y es que el conjunto de la patronal
alemana tenía todavía miedo de la reacción que se pudiera producir en las filas
del movimiento obrero. Además, ocurría que entre las diferentes facciones que
componían las clases hegemónicas alemanas se libraban luchas violentas de
poder.
Sin
embargo, ocurrió que durante las elecciones federales del 6 de noviembre de
1932, el Partido Comunista Alemán aumentó en gran medida su influencia
entre los trabajadores a costa de los votos decepcionados que huían del Partido
Socialista. Fue entonces cuando los empresarios alemanes comenzaron a
temer la posibilidad de que se produjera un levantamiento revolucionario. Los
nazis, en cambio, habían perdido dos millones de votos en las
elecciones. El descalabro electoral fascista puso en riesgo todas las
esperanzas de la gran patronal. Como corresponde a aquellas clases
sociales unidas por fuertes intereses económicos, rápidamente
proceden a olvidar sus peleas internas y deciden confiar el poder a
Hitler.
Son
los Thyssen, Krupp, Siemens y otros, los que van a trazar las líneas
maestras de la política económica de Hitler. Para corroborarlo basta con
echarle un vistazo a la composición del Alto Comité económico del gobierno
nazi. Incluye a Krupp von Bohlen, el rey de la industria de las
armas, Fritz Thyssen, barón del acero, Carl Friedrich
von Siemens, el rey de la electricidad, y Karl Bosch, de
la industria de los colorantes. Gracias al mandato de Hitler, la clase
dirigente alemana fue capaz de trasladar a la práctica el programa de liquidación
de los derechos laborales y sociales de la clase obrera alemana.
El
gobierno de Hitler bloquea los salarios al nivel más bajo del año 1932. Los trabajadores
se ven privados de todos sus derechos y amenazados de encarcelamiento a un
campo de concentración en caso de huelga. La libertad de cambiar de empleo es
limitada, y se introduce una «libreta de trabajo». Sin este
documento, ningún trabajador puede ser contratado. Al igual que en Bélgica en
el siglo 19, un obrero que quiera trabajar en otro lugar puede ser impedido por
su patrón si le bloquea su libreta de trabajo.
El
fascismo llevó la lógica insaciable del capitalismo hasta los extremos
propios del paroxismo político. La lucha por la competitividad arrastró
a Alemania a una espiral descendente de los salarios y de las
conquistas sociales. Con los campos de trabajo, los costes salariales y las
cargas sociales se redujeron prácticamente a casi cero. Atendiendo a la
finalidad de ahorrar los costes de transportes, algunas empresas
construyen sus plantas en las cercanías de los campos de trabajo.
El
fascismo -la tabla de salvación del capitalismo en las épocas
en las que la sobrevivencia de éste peligra- se puso en marcha en Alemania hace
ochenta y un años. Pero las lecciones de entonces, tanto aquellas que se
relacionan con los procedimientos que utilizó para acceder al poder, como
aquellas otras que se refieren a las motivaciones que lo provocaron, no
debían de ser olvidadas en la actualidad. Mientras el sistema capitalista
exista, la eventualidad de que concurran situaciones similares va a estar
siempre presente.
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