Raúl Castro en la inauguración de CELAC. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Discurso
de Raúl: CELAC es una visión común de la Patria Grande
28
ENERO 2014
PALABRAS
DE APERTURA DEL GENERAL DE EJÉRCITO RAÚL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS
DE ESTADO Y DE MINISTROS DE LA REPÚBLICA DE CUBA EN LA II CUMBRE DE LA
COMUNIDAD DE ESTADOS LATINOAMERICANOS Y CARIBEÑOS (CELAC), LA HABANA, 28 DE
ENERO DE 2014.
Estimadas
y estimados Jefas y Jefes de Estado o de Gobierno de América Latina y el
Caribe;
Distinguidos
Cancilleres e invitados.
En
nombre del pueblo y el gobierno de Cuba les doy la más cordial bienvenida y les
deseo una grata estancia. Para nosotros es un gran honor y motivo de sincero
agradecimiento contar con la presencia de todos ustedes en esta Cumbre de
“Nuestra América”, convocada en el 161 aniversario del natalicio de José Martí.
Lamentamos
profundamente la ausencia física de uno de los grandes líderes de nuestra
América, el inolvidable Presidente venezolano, Hugo Rafael Chávez Frías, un
ferviente e incansable promotor y luchador por la independencia, la
cooperación, la solidaridad, la integración y la unidad latinoamericana y
caribeña, y por la propia creación de esta Comunidad.
Pido un minuto de silencio en su memoria.
Distinguidas
y distinguidos colegas:
El
período transcurrido desde la pasada Cumbre de la CELAC ha sido complejo, pero
fructífero.
Los
países de América Latina y el Caribe hemos tenido que hacer frente a numerosos
desafíos. La crisis ha continuado afectando la economía mundial, los peligros
para la paz siguen presentes en varias partes del mundo y naciones hermanas han
sido objeto de amenazas, medidas coercitivas unilaterales y demandas legales
internacionales por las legítimas acciones que han adoptado en defensa de su
soberanía.
Sin
embargo, hemos sido capaces de seguir avanzando en la construcción de la CELAC
y en darle continuidad a las decisiones que acordamos en Caracas y Santiago de
Chile.
Poco a poco, vamos creando una Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños que hoy se reconoce internacionalmente como representante legítima de
los intereses de la América Latina y el Caribe.
Igualmente,
hemos ido acercando nuestras posiciones y, a pesar de inevitables diferencias,
se fomenta un espíritu de mayor unidad en la diversidad, que debe ser el fin
último.
Como
dije en Santiago de Chile, “sabemos que entre nosotros hay pensamientos
distintos e, incluso, diferencias, pero la CELAC ha surgido sobre el acervo de
doscientos años de lucha por la independencia y se basa en una profunda
comunidad de objetivos. No es la CELAC, por tanto, una sucesión de meras
reuniones ni coincidencias pragmáticas, sino una visión común de la Patria
Grande latinoamericana y caribeña que sólo se debe a sus pueblos.”
Debe
ser prioridad la creación de un espacio político común, en el que avancemos
hacia el logro de la paz y el respeto entre nuestras naciones, en que seamos
capaces de superar los obstáculos objetivos y aquellos que intencionadamente se
nos impongan, en que podamos utilizar los recursos de manera soberana y para el
bienestar común, y poner las capacidades científicas y técnicas en función del
progreso de nuestros pueblos, en que hagamos valer principios irrenunciables
como la autodeterminación, soberanía e igualdad soberana de los Estados.
Sólo
así lograremos que deje de ser realidad el aserto de que la América Latina y el
Caribe es la región más desigual del planeta.
La
Presidencia Pro Témpore cubana de la CELAC se ha dirigido precisamente al
cumplimiento de ese objetivo, y de ahí que el tema central de esta cumbre sea
“la lucha contra la pobreza, el hambre y la desigualdad”.
Es
cierto que durante los últimos años se han producido avances, pero han sido
lentos, fragmentados e inestables. Según la CEPAL, a la que agradecemos su
permanente cooperación con la Presidencia cubana y los cinco estudios que ha
elaborado en el marco de dicha colaboración, en la América Latina y el Caribe
la tasa de pobreza alcanzó en 2012, como mínimo, un 28,2% de la población, o
sea, 164 millones de personas, y la de indigencia o pobreza extrema, el 11,3%,
lo que equivale a 66 millones de habitantes de la región. Pero lo más
preocupante es la pobreza infantil, que afecta a 70,5 millones de niños, niñas
y adolescentes, de ellos 23,3 millones en pobreza extrema.
El
10% más rico de la población latinoamericana recibe el 32% de los ingresos
totales, mientras que el 40% más pobre recibe solo el 15%.
Los
pueblos de América Latina y el Caribe demandan y requieren una mejor
distribución de las riquezas y los ingresos, el acceso universal y gratuito a
una educación de calidad, el pleno empleo, mejores salarios, la erradicación
del analfabetismo, el establecimiento de una verdadera seguridad alimentaria,
sistemas de salud para la totalidad de la población, derecho a una vivienda
digna, al agua potable y al saneamiento.
Todos
son objetivos alcanzables, cuya consecución medirá el progreso de nuestra
región.
Tenemos
todas las condiciones para revertir la situación actual. Con algo más del 15%
de la superficie terrestre y el 8.5% de la población global, la región cuenta
con un porcentaje apreciable de las reservas minerales no renovables más
importantes, con un tercio de las reservas de agua dulce, un 12% del área
cultivable, el mayor potencial mundial en la producción de alimentos y el 21%
de los bosques naturales.
Y, precisamente, esa riqueza debe convertirse en el motor para la eliminación
de las desigualdades. Nuestro imperativo y desafío es ser capaces de
transformar ese capital natural en capital humano, infraestructura económica y
diversificación de la base productiva y exportadora, de tal forma que
contribuya de manera decisiva a un verdadero proceso de desarrollo.
Uno
de los problemas que padecemos en América Latina y el Caribe es que no hemos
traducido los períodos de altos precios de los recursos naturales que
exportamos en procesos de desarrollo económico de largo plazo, de forma tal que
permitan reducir realmente la pobreza y elevar el ingreso per cápita de
nuestras poblaciones.
Para
ello debemos ejercer plenamente la soberanía sobre nuestros recursos naturales
y plantearnos políticas adecuadas en las relaciones con la inversión extranjera
y con las empresas transnacionales que operan en los países que componen la
CELAC.
Son
innegables los beneficios de la inversión extranjera directa para las economías
de la región y de las inyecciones de capital de las empresas transnacionales
que operan en ella, pero olvidamos que el crecimiento desmedido de las
utilidades que obtienen, 5,5 veces en los últimos 9 años, afecta su impacto
positivo sobre la balanza de pagos de nuestros países.
En
materia de educación, la región enfrenta brechas significativas, tanto en términos
del acceso como en la calidad, a la par que pervive la existencia del
analfabetismo funcional, aunque con diferencias marcadas entre países.
Si
bien se han evidenciado progresos en la región en el acceso a la educación
primaria, las informaciones de la CEPAL y la UNESCO dejan claro que este y la
calidad de la formación que reciben los educandos está muy vinculada con su
nivel de ingresos.
La
situación es más seria en la educación secundaria, no sólo porque el 50% de los
jóvenes entre 20 y 24 años no la concluyeron, sino porque solamente el 21,7% de
los jóvenes del sector más pobre en ese grupo de edades la había terminado. En
contraste, el 78,3% de sus pares del segmento más rico completaron este nivel
de educación. Es decir, una brecha de 56,6 puntos porcentuales separaba en 2010
a ambos grupos.
En
el caso de la educación universitaria es aún más compleja, pues de acuerdo con
estimaciones de la CEPAL, la matrícula para este tipo de enseñanza era, en
2010, de un tercio de los jóvenes entre 18 y 24 años.
Contamos
con todas las posibilidades, los recursos y las metodologías para desterrar el
analfabetismo de la faz de América Latina y el Caribe. Debemos tener la
voluntad política de hacerlo y de proporcionar a nuestras poblaciones la
posibilidad de acceder, sin excepciones ni desigualdades, a todos los niveles
de educación. Nada de lo que nos proponemos hacer será posible sin pueblos
educados y cultos.
La
diversidad en el nivel de desarrollo de distintos sectores sociales y
productivos entre nuestros países es, además, una oportunidad para la
complementariedad y la integración de sus economías y la cooperación.
Debemos
establecer un nuevo paradigma de cooperación regional e internacional. En el
marco de la CELAC tenemos la posibilidad de construir un modelo propio adaptado
a nuestras realidades, basado en los principios del beneficio común y la
solidaridad, que tome en cuenta las mejores experiencias desarrolladas en los
últimos años por los países de la región y por las organizaciones
latinoamericanas y caribeñas de integración, como MERCOSUR, ALBA, PETROCARIBE,
UNASUR, CARICOM, SICA y otras, que a lo largo de los años ya han trazado un
camino.
Por otra parte, no podemos olvidar que los Pequeños Estados Insulares en
Desarrollo del Caribe requieren una especial atención a sus problemas
particulares, que se han agravado por los efectos de las crisis globales y el
cambio climático, que si bien nos afecta a todos, tiene un impacto aún mayor
sobre los países caribeños cuyas economías decrecieron o crecieron por debajo
del promedio regional en 2012.
El
impacto de la crisis económica de 2008-2009 fue especialmente severo en esa
subregión, y costó a las pequeñas islas, como promedio, el 13.2% de su Producto
Interno Bruto. El efecto de devastadores desastres naturales también incidió en
esa realidad.
Asimismo,
es una obligación moral de la comunidad internacional y de nuestros países
continuar contribuyendo al desarrollo integral de la República de Haití
mediante acciones concretas de cooperación solidaria sobre la base de sus
necesidades específicas y prioridades nacionales.
Tarea importante que tenemos por delante los países de la CELAC durante este
año es trabajar de forma mancomunada en la preparación de la Agenda de
Desarrollo Post-2015 y cuidar que no se cometan los errores que presidieron la
concepción de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Estimados
Jefes de Estado y Gobierno:
Independientemente
de nuestros progresos, seguimos viviendo en un mundo regido por un orden
internacional injusto y excluyente, en el que las amenazas a la paz y la
injerencia externa en la región continúan.
No
podemos olvidar la larga historia de intervención en los asuntos internos,
invasiones militares y sangrientos golpes de Estado. Los llamados “centros de
poder” no se resignan a haber perdido el control de esta rica región, ni
renunciarán a los intentos de cambiar el curso de la historia en nuestros
países para recuperar la influencia perdida y beneficiarse de sus recursos.
En 1999, cuando ya no existía el campo socialista, la OTAN modificó su
concepción estratégica para actuar ante supuestas amenazas globales, de manera
ofensiva, fuera del territorio de los Estados miembros de la Alianza, en lo que
llamó la “periferia euro-atlántica”. En la Cumbre Unión Europea-América Latina
y Caribe, celebrada poco después, en junio, en Río de Janeiro, el líder
histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, preguntó si nuestra región
estaba comprendida en esa “periferia” y sujeta a esa doctrina cada vez más
agresiva y peligrosa. Dicha pregunta permanece sin respuesta hasta hoy, 15 años
después.
El
año pasado, fue develada la existencia de un sistema global de espionaje de las
comunicaciones por parte del gobierno de los Estados Unidos, del que fueron
blanco indiscriminado Jefas y Jefes de Estado y Gobierno, organismos
internacionales, partidos políticos, empresas y ciudadanos de la región, en
flagrante violación del Derecho Internacional y la soberanía de los Estados.
Otro
asunto que genera gran preocupación por sus potencialidades para provocar
conflictos internacionales, es el empleo encubierto e ilegal, por individuos,
organizaciones y Estados, de los sistemas informáticos de otras naciones para
agredir a terceros países. Algunos gobiernos han expresado, incluso, la
posibilidad de responder a esos ataques con armas convencionales. El único
camino para prevenir y enfrentar estas novedosas amenazas es la cooperación
mancomunada entre todos los Estados, al igual que para evitar que el
ciberespacio se convierta en un teatro de operaciones militares.
Saludamos,
por tanto, la iniciativa del gobierno de Brasil de efectuar en Sao Paulo, en
abril de 2014, la Reunión Multisectorial Global sobre Gobernanza de Internet.
Como
muestra de su firme compromiso con el desarme nuclear y la paz, América Latina
fue la primera en el mundo en establecer, mediante el Tratado de Tlatelolco,
una Zona Libre de Armas Nucleares. Pero debemos llegar más lejos. La paz y el
desarrollo son interdependientes e indisolubles. No puede haber paz sin
desarrollo, ni desarrollo sin paz. Por eso nos hemos propuesto proclamar a
nuestra región como una Zona de Paz que destierre para siempre la guerra, la
amenaza y el uso de la fuerza, en la que los diferendos entre nuestros países
se resuelvan por nosotros mismos, por vías pacíficas y de negociación, conforme
a los principios del Derecho Internacional.
Reiteramos
la más plena solidaridad con la República Argentina en su reclamo de las Islas
Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y sus mares adyacentes. A la par
que rechazamos todo intento de explotar, antes de que se haya logrado una
avenencia, los recursos naturales de dichos territorios, incluidos los del
subsuelo, hacemos un llamado al Reino Unido a que acepte el diálogo y la
negociación, tal como ha solicitado el gobierno argentino.
Como
escribió la poetisa puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió, “Cuba y Puerto Rico
son de un pájaro las dos alas”, por lo que reitero que “nuestra Comunidad
estará incompleta mientras falte en ella el escaño de Puerto Rico, nación
hermana genuinamente latinoamericana y caribeña, que padece una situación
colonial”.
Trasmitimos
nuestra solidaridad al pueblo y gobierno del Ecuador, amenazados por demandas
de empresas transnacionales en tribunales sesgados por la codicia y una visión
política neocolonial.
Agradezco
a todos las muestras de solidaridad ante el criminal bloqueo impuesto a mi país
durante más de medio siglo y la injusta inclusión de Cuba en la lista de
patrocinadores del terrorismo del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Estimadas
y estimados colegas:
Con
mis mejores deseos de éxito en las deliberaciones que efectuaremos, y teniendo
presente la enorme responsabilidad que compartimos hacia la unidad de nuestra
región, declaro inaugurada formalmente la II Cumbre de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños.
Muchas
gracias.
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