PERONISMO Y BIPOLARIDAD
Por Raúl Isman
Octubre de 2013.
El título del presente
editorial no alude a cuestiones psiquiátricas, sino más bien a bruscas
oscilaciones de la mentada fuerza política, que la hacen pendular entre
posiciones extremas y muy a menudo inconciliables. Desde sus comienzos el
movimiento creado por el General Perón se orientó nítidamente hacia la
liberación nacional; dicha tal expresión no sólo en su significación política.
No hay dudas que permitió liberar la energía creadora (afectiva, económica,
social, cultural, política) del pueblo, sin que tamaño despliegue fuere en
beneficio del imperio en retirada (La pérfida Albión) o el entonces ascendente
de las barras y estrellas. Pero la enorme amplitud social, política e
ideológica del peronismo hizo que anidase en su seno un importante ala mucho más
cercano a la dependencia y la subordinación colonial que al norte señalado por
su fundador y estratega. En aquel aciago septiembre del ’55 no se privaron de
negociar y amoldarse al orden conservador que se pretendió imponer a sangre y
fuego y su defección es parte de la explicación de la derrota.
No se trata de historiar
las casi siete décadas del peronismo, sino de contextualizar la urgencia de la
situación que se viven con relación a las elecciones parlamentarias del 27 de
octubre (tercer aniversario del fallecimiento del insigne patriota Néstor
Kirchner). En realidad y oculta a la percepción del gran público se plebiscita
si la Argentina continúa inscripta en el bloque independentista latinoamericano
o se ubica en el miserable seguidismo al tambaleante imperio usamericano. Y una
vez más el desafío al proyecto nacional conducido por Kristina provino no del
alicaído y deplorable universo antiperonista, sino de una franja desprendida
del Frente para la Victoria, denominado Frente Renovador. Tal espacio nació en
el marco de la estrategia imperialista consistente en armar espacios similares
al que se desea derrotar. En la terminología peronista, los recién “llegados”
fueron rápidamente motejados como “traidores”; cuando en rigor “traicionaban”
al poder económico reaccionario y globalizado al integrar el actual
oficialismo. Leales y traidores son conceptos insuficientes por demás para
comprender la realidad; ya que el desfavorable resultado obtenido en las
primarias no puede comprenderse sin observar la despiadada artillería
desplegada por los grandes medios de comunicación, la condición sado-masoquista
de muy vastos sectores de las clases medias y el cartilaginoso comportamiento
del peronismo. Que la derecha neoliberal peronista se imponga en distritos con
fuerte predominio de los sectores populares (muy beneficiados por los gobiernos
del 2003 hasta hoy) da cuenta que la fuerza creada por Perón constituye una
base política caracterizada por la consistencia del moco. Y el sadismo de
amplias capas medias (hacia los gobiernos que los han favorecido) no es más que
el preludio hacia su masoquismo, consistente en optar por fuerzas que, de
llegar al ejecutivo nacional, reeditarán la hecatombe nacional del año 2001. Y
con ello una consecuencia insoslayable sería que masas de jóvenes de sectores
medios volverían a caer en la desesperación por irse del país, como ocurría hace
más de una década. No es casual que el Frente Renovador rehúse mencionar al
pasado. Se verían en ese caso las coincidencias entre las políticas que vergonzosamente impulsan hoy y las que hundieron a nuestra nación en el marasmo; del cual la
rescató el Kirchnerismo. Nunca está demás recordar que en la década del 90 la
fuerza que destruyó la ciclópea obra del General Perón fue el propio Peronismo,
por entonces hegemonizado por Menem.
El proyecto nacional ha
demostrado en otras circunstancias adversas una multiplicidad de recursos para
enfrentar a la reacción. Ojalá sean utilizados adecuadamente hacia la próxima
elección y en los complejos meses por venir. Una vez más el destino de la
Argentina se dirime en la bipolaridad del peronismo.
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