Kennedy y la modernización latinoamericana
Juan J. Paz y Miño Cepeda
EL TELÉGRAFO - Primer Diario Público
Ecuador, lunes 25 de noviembre de 2013
El pasado 22 de noviembre se conmemoraron 50 años del asesinato de John F. Kennedy, Presidente de los EE.UU. entre 1961-1963. Como en todo asesinato político, quedaron vacíos para las determinaciones contundentes, pero también mucho de certezas de que se trató de un complot que involucró a sectores de la mafia con instancias oscuras de la CIA.
En su primer discurso (20/enero/1961), Kennedy anunció “una nueva alianza en aras del progreso”; y en otro discurso (13/marzo/1961), concretó la propuesta: “he hecho un llamamiento a todos los pueblos del hemisferio para que nos unamos en una nueva Alianza para el Progreso”, y añadió: “propongo que las repúblicas americanas inicien un vasto nuevo plan de diez años para las Américas, un plan destinado a transformar la década del 1960 en una década de progreso democrático”.
Kennedy habló de recursos norteamericanos, formulación de planes de desarrollo, cambio social, estímulo a la industria, aumento de la productividad, combatir el analfabetismo, extirpar enfermedades, modificar los sistemas “arcaicos” tributarios y de tenencia de las tierras, apoyo a la integración económica, almuerzos escolares, alimentos para la paz, “cuerpos de paz”, proyectos para el desarrollo científico, capacitación y adiestramiento a profesores, etc.
La Alpro extendió la “guerra fría” sobre América Latina, como respuesta a la Revolución Cubana (1959). Pero lo paradójico de aquel tiempo histórico es que la Alpro coincidía, aunque solo en ciertos conceptos, con el pensamiento que impulsaba la Cepal, para lograr industrialización (sustitutiva de importaciones); reformas agraria, tributaria y administrativa; infraestructuras, reformas sociales, redistribución de la riqueza, etc., aunque con activa participación del Estado en la economía.
De modo que la Alpro pudo coincidir con ciertos objetivos de la Cepal y la aplicación de ese “estructuralismo económico” sirvió, en efecto, para que durante el primer lustro de la década de 1960 se iniciaran, en varios países latinoamericanos, programas de desarrollo que, como ocurrió en Ecuador (incluso bajo una Junta Militar anticomunista y fabricada por la CIA, que gobernó entre 1963-1966), dejaron definitivamente atrás el viejo sistema oligárquico-terrateniente e impulsaron un despegue capitalista inédito, que indudablemente modernizó a la sociedad, por sobre las resistencias que pusieron los hacendados tradicionales y los “empresarios” vinculados con ellos.
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