La
entonces representante permanente de Estados Unidos en la ONU, Susan E. Rice. ©
UN Photo/Paulo Filgueiras
CON
LAS MANOS EN LA MASA
Washington trató de robarse 1 500 millones de dólares para
pagar a sus asalariados del CNT
por Thierry Meyssan
El
lunes 15 de agosto de 2011, Estados Unidos trató de apoderarse de 1 500
millones de dólares pertenecientes a la Yamahiria libia, robo que Sudáfrica
logró impedir en el último momento. Los documentos presentados en aquel
entonces, y revelados de inmediato por la Red Voltaire, demuestran que los
miembros del CNT y sus funcionarios recibían salarios pagados directamente por
un órgano estadounidense. Hoy les ofrecemos el artículo de Thierry Meyssan,
publicado desde Trípoli el 16 de agosto de 2011, o sea al día siguiente de
aquel intento de robo.
RED
VOLTAIRE | TRÍPOLI (LIBIA) | 10 DE OCTUBRE DE 2013
El
martes 9 de agosto de 2011, Sana Khan, secretario del Comité de Sanciones
creado por la resolución 1970 del Consejo de Seguridad de la ONU, hizo llegar a
los miembros del Comité un aviso emitido por la embajadora Susan Rice,
representante permanente de Estados Unidos en la ONU.
En
esa misiva, que la Red Voltaire ha logrado obtener [El lector puede descargarla
a través del vínculo que aparece al final de este trabajo], Washington informa
al Comité su intención de descongelar 1 500 millones de dólares pertenecientes
al Banco Central de Libia, a la Autoridad Libia de Inversiones, al Banco
Exterior de Libia, a la Cartera Libia de Inversiones en África y a la Compañía
Nacional Libia del Petróleo.
Afirmando
que el descongelamiento de fondos es legal cuando estos se destinan a fines
humanitarios o civiles (artículo 19 de la resolución 1970 [1]), Washington
anuncia en su documento su decisión unilateral de distribuir esa suma de la
siguiente manera:
500
millones de dólares para organizaciones humanitarias seleccionadas por Washington
«para responder a necesidades humanitarias actuales y a las que puedan
preverse, conforme al llamado de las Naciones Unidas y sus actualizaciones
previsibles»;
500
millones de dólares para «firmas de aprovisionamiento en combustible y en
bienes humanitarios necesarios»;
500
millones de dólares para el Temporary Financial Mechanism (TFM) para «pagar los
salarios y gastos de funcionamiento de los funcionarios libios, gastos en
alimentación, electricidad y otras compras humanitarias». De esta última cantidad,
se reservarían 100 millones para destinarlos posteriormente a las necesidades
humanitarias de los libios en las zonas no controladas por el Consejo Nacional
de Transición (CNT), cuando este último haya establecido «un mecanismo creíble,
transparente y efectivo» para su entrega.
En
otras palabras, Estados Unidos informó al Comité de Sanciones su intención de
apropiarse de 1 500 millones de dólares pertenecientes a la Yamahiria libia
para entregar un tercio de esa suma a sus propios servicios humanitarios (la
USAID y otros), otro tercio a sus propias transnacionales (Exxon, Halliburton,
etc.) y el resto al TFM, que es una oficina del Libyan Information Exchange
Mechanism (LIEM), que a su vez no es más que un órgano extraoficial creado por
Washington y avalado por el Grupo de Contacto para administrar Libia [2].
Washington
anunció además que consideraría que contaba con el consentimiento tácito del
Comité de Sanciones a los 5 días de la recepción de su notificación.
Desgraciadamente,
al no estar representada en ese Comité, la Yamahiria no podía oponerse a ese
robo. En efecto, su anterior embajador desertó y el Departamento de Estado
sigue sin conceder la visa al que debe reemplazarlo, lo cual constituye por
demás una violación de las obligaciones de Estados Unidos como país que alberga
la sede de la ONU.
Washington esperaba aprovechar esa coyuntura de ausencia
forzosa del representante de la Yamahiria ante la ONU para apoderarse del
botín. Por cierto, ya Francia abrió una brecha en ese sentido al robarse 128
millones de dólares en condiciones similares.
Fue
en definitiva el representante permanente de Sudáfrica, el embajador Baso
Sangqu, quien se opuso a la maniobra.
Además
de la rapacidad de Estados Unidos, este increíble incidente confirma que quien
gobierna la autoproclamada «Libia libre» de Benghazi y Misurata no es el
Consejo Nacional de Transición (CNT). Este no pasa de ser una fachada, bastante
resquebrajada por cierto. El este de Libia, bajo control de la OTAN, está
siendo administrado por el Libyan Information Exchange Mechanism (LIEM), un
órgano informal y sin personalidad jurídica establecido en Nápoles únicamente
por Estados Unidos, a pesar de que algunos de sus empleados son italianos.
Los
fondos presentados como atribuidos al CNT se entregan en realidad al LIEM, que
los utiliza para pagar salarios a los miembros del CNT y sus funcionarios. Este
detalle es de extrema importancia: el Consejo Nacional de Transición o CNT no
tiene en realidad una política propia sino que se limita a ejecutar la política
de Estados Unidos. Y esto no tiene absolutamente nada de sorprendente
cuando se sabe que el CNT no surgió a raíz de los incidentes de Benghazi sino
que se creó hace varios años, en Londres, como un gobierno provisional en el
exilio.
Por
consiguiente, el verdadero objetivo de la acción militar de Estados Unidos y
sus aliados de la OTAN y del Consejo de Cooperación del Golfo no es garantizar
la protección de los civiles prevista en la resolución 1973, y menos aún la
«liberación de los libios», sino más bien la colonización del país.
Thierry
Meyssan
Documentos
adjuntos
Copia
exacta del documento original del Comité de Sanciones de la ONU
[1]
«Resolución 1970 sobre Libia aprobada por el Consejo de Seguridad»,Red Voltaire,
26 de febrero de 2011.
[2]
«Libia: Washington prepara su revancha», por Thierry Meyssan,Red Voltaire, 25
de julio de 2011.
Thierry Meyssan
Intelectual
francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for
Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe,
latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: La gran impostura II.
Manipulación y desinformación en los medios de comunicación (Monte Ávila
Editores, 2008).
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