Día de la resistencia indígena versus día de
la raza
Juan Ramón Falcón
En
1913, el español Faustino Rodríguez, propuso hacer una celebración que
conmemorara, el 12 de octubre de 1492, fecha de la llegada de Cristóbal Colón a
las tierras de América. La idea era establecer un día que representara la unión
de España e Iberoamérica: El Día de la Raza. La propuesta fue aceptada por los
políticos de la época que se extendió por todos los países latinoamericanos, y
nuevamente entregaron la dignidad de casi todo el continente.
El
nombre invitaba a sentir orgullo de que fuéramos descendientes de españoles y a
la vez, vergüenza de que lleváramos sangre indígena en nuestras venas.
Tácitamente proponía ignorar las violaciones cometidas por los invasores a las
mujeres indígenas, que luego concebían y criaban a sus hijos “mestizos”, que
serían la nueva raza menospreciada. Y la celebración legalizó lo peyorativo de
indio, como sinónimo de: indigente, salvaje, inculto, e idiota.
Nadie
se detuvo a pensar en el irrespetuoso contenido de la propuesta y los nuestros
fueron engañados de nuevo o se dejaron engañar. Era una época de menosprecio y
odio por los indígenas, y eso se puede apreciar en las palabras de Domingo
Faustino Sarmiento, quien escribía: “Quisiéramos apartar de toda cuestión social
americana a los salvajes (indígenas) por quienes sentimos, sin poderlo
remediar, una invencible repugnancia”.
Y
por casi cien años aplaudimos aquella ofrenda indigna. Día de la Raza, una
celebración vergonzosa que se oponía a la inteligencia y a la dignidad. Una
venda para ocultar la triste historia de saqueo y de crímenes que los
colonizadores cometieron contra una población indefensa, hospitalaria y
trabajadora. Llegaron sedientos de riquezas y a cambio del oro ofrecían la
salvación de Dios a través del bautismo o si no, la espada o la esclavitud.
La
colonización fue, sin ninguna duda, el peor desastre demográfico conocido en la
historia de la humanidad. El 95% de la población indígena murió en los primeros
130 años de la colonización, afirma el investigador estadounidense Henry Farmer
Dobyns. Un genocidio que se extendió también a los pueblos de África
subsahariana, donde los europeos, sometieron a la esclavitud, alrededor de 60
millones de personas de raza negra que luego fueron traídos forzadamente a
América. De ese número sólo pudieron llegar vivos a estas tierras, 12 millones
de ellos.
En
Nicaragua, según Alejandro Dávila Bolaños “…las encomiendas, y el trabajo
forzado y gratuito diezmaron tan aterradoramente a la población aborigen, que
en menos de cincuenta años habían descendido de dos millones, a escasos 300
mil…”
En
1992, a 500 años de la fatídica llegada, se propuso en la Organización de las
Naciones Unidas, la proclamación de dicho año como el Año Internacional de los
Pueblos indígenas, contraponiéndose a la propuesta hecha por España y otros
países, de nombrarlo como el Año Internacional del Descubrimiento de América.
Lo confrontado de las dos propuestas no permitió llegar a ningún acuerdo, pero
esta discusión sirvió para llamar la atención de organizaciones de todo el
mundo que comenzaron a promover una nueva forma de ver a los colonizadores en
nuestras tierras. En el 2002, por decreto presidencial, en Venezuela, por
primera vez, se cambia el nombre Día de la Raza, por Día de la Resistencia Indígena.
Desde entonces, la celebración ha cambiado de nombre y de significado, a todo
lo largo del continente: “Día de la Hispanidad”, “Día del Descubrimiento de
América”, “Día de la Resistencia Indígena”, “Día del Respeto a la Diversidad
Cultural”, “Día de la Interculturalidad y la Plurinacionalidad”, “Día de las
Culturas”, etc.
En
la actualidad, América ya no se avergüenza de tener raíces indígenas. Le
regresamos su Día al español Don Faustino Rodríguez, y asumimos el compromiso
de volver la mirada a nuestras raíces, con orgullo, respeto y agradecimiento a
quienes, con dignidad, se enfrentaron con sus pequeñas armas a los poderosos
criminales, saqueadores y aventureros españoles.
*
Escritor
Cortesía
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