Siria:
injerencia deliberada, pretexto dudoso
por Général Dominique Delawarde
En
momentos en que algunos periodistas, al igual que el gobierno francés, ponen en
duda la lealtad de los franceses que cuestionan las acusaciones de los
servicios de inteligencia de Francia contra Siria, el general Dominique
Delawarde viene a poner el dedo sobre la llaga. Este general francés estima que
las pruebas incuestionables que ha presentado el poder político carecen de toda
credibilidad desde el punto de vista militar.
RED
VOLTAIRE | PARÍS (FRANCIA) | 18 DE SEPTIEMBRE DE 2013
Por
haber sido jefe del buró de Situación-Inteligencia-Guerra Electrónica del
estado mayor interarmas de Planificación Operativa de la región de París, por
haber servido por casi 2 años en el Medio Oriente –donde pasé 14 meses
como jefe de la oficina de inteligencia de la Fuerza Interina de Naciones
Unidas en Líbano (FINUL), por haber cumplido al menos una docena de estancias
en la región (Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait), por haber servido durante
3 años en Estados Unidos como oficial de enlace ante la Enseñanza Militar
Superior estadounidense, me parece que puede decir que conozco mejor que el
ciudadano medio y también mejor que algunos autoproclamados expertos lo
que allí sucedía y los problemas del Cercano y del Medio Oriente. Siempre me he mantenido
informado sobre lo que sucede en esa parte del mundo y, por ende, del tema
que hoy nos preocupa: una eventual intervención militar en Siria.
Este
artículo tiene como objetivo exponer, respondiendo varias preguntas simples.
las razones precisas que motivan mis dudas en cuanto a la pertinencia de
una intervención. Se trata también de aportar elementos de reflexión a
quienes realmente desean estudiar el problema sin conformarse con la verborrea
del pensamiento predigerido ni con las afirmaciones perentorias de los
políticos de todos los bandos.
¿Son
convincentes y creíbles las pruebas incuestionables que el primer ministro
presentó a los diputados?
Cualesquiera
que sean esas pruebas, mi respuesta es que no.
Es evidente que las pruebas pueden ser incuestionables
en la medida en que nadie dispone de elementos concretos
para cuestionarlas. Pero pueden ser falsas. Yo no tengo mala memoria
y recuerdo muy bien al general estadounidense Colin Powell presentando en
Naciones Unidas, con toda la tranquilidad del mundo, sus «falsas pruebas incuestionables»
fabricadas por la CIA sobre la existencia de armas de destrucción masiva
en Irak para justificar la intervención militar que vino después.
Yo sé que en Francia, país faro de la humanidad, nadie dice mentiras,
pero nunca se sabe…
Personalmente,
yo tengo la íntima convicción de que, con la masacre química de Damasco,
estamos ante una nueva manipulación y trataré de convencer de ello al lector.
¿Quién se beneficia con esta «masacre» del gas?
Podemos estar seguros de que no es Bachar al-Assad,
quien nunca se habría arriesgado a violar esa línea roja establecida desde hace
tiempo por los estadounidenses y los franco-británicos. Él sabía que todo uso
de gas tendría como consecuencia una intervención occidental y significaría su
propia caída a corto plazo. Él sabía que las Naciones Unidas tenían
un mandato para estudiar el uso de gases en Siria. Él cuenta con arsenal
suficiente como para golpear a sus adversarios sin tener que recurrir a
los gases.
¿Habría él asumido ese riesgo, precisamente en aquel momento, sólo para matar a
unos cientos de adversarios en la periferia de Damasco, la capital del país,
relativamente cerca de las delegaciones diplomáticas extranjeras? Esa
afirmación absurda cae por su propio peso.
Esa «masacre»,
cuya verdadera magnitud nadie conoce, beneficia por lo tanto a los otros dos
bandos implicados en el asunto.
En primer lugar, beneficia a los opositores que, de
producirse una intervención, tienen las mayores posibilidades de ganar
rápidamente en su lucha y de tomar el poder en Siria.
Y beneficia también a los estadounidenses y los
franco-británicos, que desde hace tiempo quieren debilitar al Hezbollah libanés
y sobre todo a Irán (que es de hecho el blanco principal debido a la
cuestión nuclear), ya que privaría a ambos [al Hezbollah y a Irán] de su aliado
de siempre: la Siria de Bachar al-Assad.
¿Existen
precedentes de ese tipo de manipulación?
La
respuesta es que sí existen.
Está el caso de Timisoara (diciembre de 1989) [en Rumania],
cuando los medios de difusión del mundo entero estuvieron repitiendo durante
casi 6 semanas la falsa información sobre una «masacre» de 4 600 muertos, contribuyendo así al
derrocamiento de Nicolae Ceausescu. En realidad, los opositores habían desenterrado
cadáveres de los cementerios de la ciudad, los habían atado con alambre de púas
y habían grabado imágenes horribles cuyo objetivo era poner a llorar a los
telespectadores occidentales. Luego, usando como pruebas aquellas imágenes
manipuladas, divulgaron la enorme cifra de 4 632 víctimas, que ni siquiera
existían pero que nadie se atrevió a poner en duda. Aquel truco funcionó y
provocó la caída de Ceaucescu.
Cuando ya todo había terminado los medios de difusión y
los políticos occidentales tuvieron la elegancia de disculparse por el
error cometido y confesaron que habían sido manipulados… pero ya habían logrado
su objetivo.
Hubo
otras dos manipulaciones de ese tipo en Bosnia y en Kosovo cuando yo estaba
en funciones. También tuvieron éxito y la opinión [pública] y los medios nunca
supieron los detalles.
¿Cómo puede haberse organizado una manipulación con uso de
gases por parte de la oposición?
Eso es bastante fácil de organizar…
La oposición toma un grupo de familias, hombres, mujeres,
niños y viejos sospechosos de estar a favor de Bachar y capturados en combates.
Utiliza gases sacados de los arsenales del Ejército Árabe Sirio por algún
personal desertor. Usa los gases contra esa gente y graba sus últimos y
horribles instantes. Luego recurre a la ONU y a Estados Unidos y ya está. Para rematar utilizan
algunos testigos de su propio bando para que se encarguen de contar algo bien
horrible y lanzan la cifra de 1 700 muertos, cifra imposible de verificar
(como en Timisoara) y empiezan a enviar a todo el mundo las imágenes más
horribles.
Así
se monta la manipulación…
Los
servicios de inteligencia franceses afirman que los rebeldes carecen de los
conocimientos necesarios para utilizar esos gases. Pero eso es olvidar
demasiado rápido que los rebeldes tienen respaldo y asesoramiento de los
servicios especiales extranjeros, que a su vez sí disponen de todos los
conocimientos necesarios.
¿Por
qué los alemanes, los canadienses e incluso los diputados británicos dudan que
esté justificada la intervención militar?
Esos
tres países se imaginan que muy probablemente se trata de una manipulación.
Ellos también tienen sus propios servicios de inteligencia y un mínimo de
sentido común. Y no quieren arriesgar la vida de sus soldados basándose en
pruebas que finalmente pueden resultar falsas. Y también analizan las
consecuencias de ese tipo de intervención. Así que prefieren ocuparse de su
economía en crisis y de su seguridad interna en vez de prestarse –y a
crédito, como lo ha hecho Francia– para ir por el mundo haciendo el papel
de justicieros.
Por
otro lado, todo el mundo sabe que los gases son volátiles y que el uso de gases
en una zona urbanizada como Damasco –densamente poblada– y cuyos habitantes son
en su gran mayoría partidarios de Bachar al-Assad podría volverse contra los
autores de esa acción al menor golpe de viento…
Ese
uso de gases en la ciudad de Damasco simplemente no resulta creíble. Es
verdad lo que suele decirse de que «mientras más increíble
más creíble», pero en este caso es realmente demasiado…
¿Qué
consecuencias regionales e internacionales tendría una intervención
militar contra Siria?
Para
la propia Siria, sólo una cosa estaría segura. La caída de Bachar al-Assad,
jefe de Estado laico, significará la debacle y el exilio para la
población cristiana y la población alauita que en su mayoría lo apoyaron
durante muchos años, e incluso para muchos sunnitas… así que habría nuevas
masacres y nuevas multitudes de refugiados… ¿Eso es lo que estamos buscando?
Para
los israelíes, un Egipto y una Siria debilitados, divididos y con economías
afectadas por retroceso de 50 años, dejan de representar una amenaza seria
por mucho tiempo. Una intervención estadounidense y franco-británica no es
mal negocio para ellos, a tal punto que tenemos que preguntarnos si estamos «trabajando»
para ellos…
Al
ser Irán el próximo blanco, cosa que además todo el mundo sabe, es
probable que muy rápidamente después de la intervención haya una explosión
del precio del petróleo, lo cual se traducirá en nuevas dificultades para
nuestras ya frágiles economías.
La
intervención tendrá un costo para un país ya exageradamente endeudado como el
nuestro [Francia]. Y, por supuesto, ese costo tendrá que asumirlo,
directa o indirectamente, el contribuyente. A menos que el gobierno realice la
operación manteniéndose dentro del actual presupuesto de Defensa, lo cual
llevará a escalonar los gastos de equipamiento y a retrasar –de nuevo– la
modernización de nuestras fuerzas.
¿La participación francesa en una intervención tiene que ver
con el derecho de injerencia humanitaria y/o con el respeto de las convenciones
de Ginebra?
Si así fuese, ¿por qué no propuso Francia una intervención
militar en el momento de la masacre de Gaza, en enero de 2009, con 1 300
muertos muy reales y bien comprobados, entre ellos 900 civiles y
300 niños? El ejército israelí utilizó allí bombas de fósforo
vivo prohibidas por la Convención de Ginebra…
¿Será
que hay un doble rasero? ¿Hay masacres autorizadas o toleradas y masacres
prohibidas?
Otros
aspectos nebulosos que deben hacernos reflexionar
El
pasado 6 de mayo, Carla del Ponte, ex fiscal de la Corte Penal
Internacional, miembro de la comisión independiente con mandato de la ONU para
investigar sobre la utilización de gases en Siria, declaraba que los rebeldes
–no las fuerzas del régimen– utilizaron gas sarín.
Como
no todas las verdades son bienvenidas en el marco de una ONU ampliamente
financiada por Estados Unidos, la comisión independiente (que quizás
lo es menos de lo que pensamos) declaró al día siguiente que las pruebas
no son suficientes para acusar formalmente a la rebelión de haber usado
gases…
Por
otro lado, la misión de observadores de la Liga Árabe enviada al principio del
conflicto publicó un informe muy equilibrado sobre la violencia en Siria,
en enero de 2012. En ese informe yo noté lo siguiente:
«28
– La misión observó la emisión de informes falsos provenientes de varias partes
en los que se hablaba de varios atentados con bombas y de violencia en varias
regiones. Cuando los observadores se dirigieron a esas zonas para investigar,
los datos recogidos mostraron que aquellos informes no eran creíbles.
29 – La misión también observó, basándose en los documentos y los informes provenientes de equipos en el terreno, que hay exageraciones mediáticas sobre la naturaleza y envergadura de los incidentes y de las personas muertas o heridas como resultado de los incidentes y de las manifestaciones que han tenido lugar en algunas ciudades.» [1]
Aquel
excelente informe elaborado por una comisión mayoritariamente sunnita –y
por ende más bien anti-Bachar– no era al parecer lo bastante
anti-Bachar como para que se mencionara en los medios de prensa occidentales.
Pero merece ser leído con la mayor atención. Para quienes tengan intenciones de
informarse más allá del predigerido pensamiento político francés, basta con que
lean ese informe.
En
conclusión, a estas alturas ustedes ya deben haber entendido que no creo
ni por un instante que las «pruebas irrefutables» francesas,
cualesquiera que sean, puedan justificar, hasta este momento, una intervención
militar, sea cual sea la envergadura de esa intervención. Evidentemente,
yo sé también que gran parte de las fuerzas rebeldes se componen de mercenarios
financiados por Qatar y Arabia Saudita (sunnitas wahabitas) en el marco de su
cruzada contra los alauitas y los chiitas. Esa fuerza rebelde, respaldada
por los estadounidenses y los franco-británicos, no tiene por lo tanto nada que
ver con un «Ejército Sirio Libre».
La ONU presentará su informe a más tardar en unas semanas.
¿Será imparcial? Así lo espero. Pero yo sé también que el financiamiento
proveniente de Estados Unidos es vital para la ONU y que a esta última a
veces le resulta difícil ser verdaderamente independiente.
Quisiera
terminar diciendo que no soy un partidario de Bachar al-Assad, lejos de
ello. Pero Assad es muy probablemente menos peor que el que pudiera tomar su
lugar. La justificación y las consecuencias de nuestros actos deben
ser examinadas mucho más seriamente de lo que lo han sido hasta hoy.
No puedo menos que resaltar al final de este trabajo que la
«comunidad internacional»,
término que nuestros políticos usan indebidamente y que nuestros periodistas
repiten sin descanso durante todo el día, no parece contar en este
momento más que 3 países: Estados Unidos, Gran Bretaña y
Francia, 3 países que representan menos del 8% de la población
mundial.
Las posiciones de China, de la India, Rusia, Brasil, Japón y
Alemania prácticamente no se mencionan en los debates internacionales,
incluyendo el debate sobre Siria, a pesar de que esos países constituyen más
del 60% de la población mundial. ¿Son o no esos países parte de la comunidad
internacional? También habría que reflexionar sobre eso…
[1]
«Rapport du chef de la
Mission des observateurs de la Ligue Arabe en Syrie pour la période du
24/12/2011 au 18/01/2012», Réseau Voltaire, 2 de febrero
de 2012.
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