Saber escuchar
Por
Álvaro Cuadra*
La Carta Pastoral del
Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, de septiembre
del año en curso y titulada “Humanizar y compartir con equidad el
desarrollo de Chile”,
constituye un valioso aporte al debate nacional que debiera ser ponderado en
toda su profundidad. En un lenguaje sencillo que no pierde, en absoluto, todo
su peso y solemnidad, los Obispos de Chile nos ofrecen una mirada ética y
espiritual de la Iglesia misma y de nuestra sociedad presente. Se trata, por
cierto, de un documento amplio que invita al dialogo a creyentes y no
creyentes, recogiendo la generosa tradición del Cardenal Raúl Silva Henríquez.
Si hay algo que ha
marcado a la Iglesia durante los últimos años es el cúmulo de escándalos en que
se han visto envueltos muchos de sus representantes. La prensa nos informa,
cada tanto, de diversos casos en que sacerdotes se ven involucrados en actos
reñidos con la más mínima moral cristiana. En este sentido, el llamado de los
Obispos a los sacerdotes de su Iglesia puede sintetizarse en un solo
imperativo: “Para hacer creíble nuestro testimonio debemos vivir hoy conforme
al espíritu de Dios. La humildad, la sencilla alegría y la esperanza deberán
ser el signo de la presencia del Espíritu”
La mirada de la
Conferencia Episcopal al Chile actual resulta ser un diagnóstico crítico con un
horizonte ético, político y económico. En efecto, se nos hace notar cómo en la
sociedad chilena de hoy la libertad económica está por sobre cualquier
consideración en torno a la equidad y la igualdad, del mismo modo, la
competitividad individualista debilita toda forma de solidaridad social, con un
Estado desprovisto de sus facultades: “El Estado ha quedado con las manos atadas para la
prosecución del bien común y sobre todo para la defensa de los más débiles”
Los Obispos advierten como la noción de “lucro”
está desnaturalizando los derechos sociales básicos como son la educación, la
salud y la previsión social: " En este contexto social, el “lucro”
desregulado, que adquiere connotaciones de usura, aparece como la raíz misma de
la iniquidad, de la voracidad, del abuso, de la corrupción y en cierto modo del
desgobierno” Es interesante hacer notar cómo la sensibilidad católica se
aproxima a las demandas planteadas por diversos movimientos sociales en los
últimos meses. Este gesto de la Jerarquía Eclesiástica va más allá de una
lectura política contingente para instalarse en un plano ético de más largo
plazo.
Por último, el documento de los Obispos plantea un
cierto malestar de la cultura que se relaciona con el vacío existencial del
hombre contemporáneo, incluso entre los más privilegiados. Habría que recordar
que éste es el tópico de todo el arte y la filosofía occidental desde hace ya
casi un siglo. No obstante, es importante destacar el énfasis de la Iglesia en
torno a la dignidad de la persona humana: “Aunque la defensa de los derechos
humanos ha hecho grandes progresos en nuestro tiempo, la cultura centrada en lo
económico tiende a devaluar a la persona. Esta se convierte en "capital
humano", en "recurso", en parte de un engranaje productivo
educado para producir, competir y tener. Si bien se habla de la dignidad del
ser humano, la cultura actual desatiende el fundamento mismo de tal dignidad y
es incapaz de señalar aquello que en su raíz nos diferencia de otras especies y
que nos hace sagrados”. El mensaje de los Obispos no debiera ser desatendido,
pues es un llamado a dialogar con altura de miras en torno al destino de Chile
durante los próximos años. La palabra de la Conferencia Episcopal de Chile se
dirige a todos los ciudadanos del país y es de sabios saber escuchar.
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