Octubre de
1962: la mayor crisis de la era nuclear (XXIV)
¿Por qué, después de todo, no atacamos a Cuba mañana lunes?
RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)
La dirección cubana, y después todo el pueblo, recibió
con enorme entusiasmo la noticia de que había sido derribado uno de los aviones
que violaban descaradamente el espacio aéreo del país. Por primera vez en un
largo periodo de tiempo, la aviación norteamericana, que se "paseaba"
impunemente por el cielo de Cuba, había recibido una respuesta digna y una
lección.
FUERZAS NORTEAMERICANAS
INTERCEPTAN PARA LA INSPECCIÓN A UN BUQUE SOVIÉTICO.
A las 4 de la tarde de aquel sábado 27 de octubre de
1962, se efectuó en Washington una nueva reunión del Comité Ejecutivo del
Consejo Nacional de Seguridad. Aunque hacía más de cinco horas que los restos
del U-2 yacían en tierra cubana, todavía en la capital de los Estados Unidos no
sabían nada. Cualquiera diría que tenían algunas deficiencias en el flujo de la
información.
Al inicio de la reunión se comunicó que uno de los
aviones U-2, con base en Alaska, había sobrevolado una pequeña parte del
territorio soviético de la región del Pacífico accidentalmente, por un error de
navegación, cuando tomaba muestras del aire para juzgar sobre las pruebas
nucleares realizadas por los rusos; los cazas soviéticos habían despegado, pero
el U-2 se retiró rápidamente. Se analizó que los soviéticos armarían un
escándalo, pero no podrían interpretar aquello como la preparación para un
ataque de los norteamericanos. Estuvieron debatiendo qué hacer con la
proposición soviética sobre los cohetes de Turquía y si resultaba conveniente
convocar a una reunión del Consejo de la OTAN. Cuando estaban en medio de la
reunión, cayó la bomba de que un U-2 había sido derribado en Cuba con cohetes
antiaéreos y el piloto estaba muerto.
Los integrantes de la Junta de Jefes de Estados Mayores,
que se encontraban presentes, argumentaron ardientemente a favor de que el
lunes 29, dos días más tarde, fuera asestado el golpe aéreo masivo sorpresivo
contra Cuba y que se iniciara la invasión siete días después, otros planteaban
que debían ejecutar la respuesta que habían previsto para este caso, es decir,
el ataque al grupo coheteril que hubiera derribado la nave. McNamara dijo que
en esa situación debían estar listos para asestar el golpe aéreo y que la
invasión se había hecho casi inevitable. Que si los soviéticos atacaban
Turquía, la respuesta debía ser en el área de la OTAN, y lo mínimo sería atacar
por mar y aire a la Flota soviética del Mar Negro.
El Presidente preguntó: "¿Cómo podemos enviar mañana
los U-2 a esa zona, si no eliminamos previamente todas las bases de cohetes
antiaéreos?" Y agregó: "Ahora estamos en un juego de pelota
completamente nuevo".
Al principio hubo casi unanimidad en la opinión de que
debían atacar por la mañana y destruir las bases de los cohetes antiaéreos. El
Presidente estaba informado de que esas armas en Cuba eran operadas y
controladas por soviéticos y consideraba el ataque al U-2 como una escalada por
su parte, pero, en definitiva, tuvo la serenidad y sangre fría necesarias para
postergar la represalia inmediata, y planteó: "No es el primer paso el que
me preocupa, sino que ambos bandos escalemos el cuarto y el quinto peldaños...,
y no digo el sexto, porque probablemente no quedará nadie vivo para hacerlo.
Debemos tener presente que estamos emprendiendo un camino muy peligroso".(1)
Finalmente, decidieron enviar a Jruschov una carta
respondiendo a la recibida el día 26, obviando la transmitida por Radio Moscú
aquella mañana con la proposición relacionada con los cohetes de Turquía.
Actuar como si ese mensaje no hubiera existido y esperar la respuesta del líder
soviético, antes de emprender algo drástico e irreparable. Robert Kennedy y
Theodore Sorensen confeccionaron la carta y la sometieron a todo el grupo,
después el Presidente la estudió, la retocó, la hizo pasar a máquina y la
firmó. Fue transmitida al atardecer.
El contenido fundamental del mensaje era: "Si he
leído bien su carta, los elementos básicos de sus proposiciones —que en general
me parecen aceptables—son los siguientes:
"1. Se avendrán ustedes a retirar estos sistemas de
armamento de Cuba, bajo la adecuada observación e inspección por la ONU, y se
comprometerán, con las debidas garantías, a no introducir, en lo sucesivo,
armamento de esta clase en Cuba.
"2. Por nuestra parte nos comprometemos(...): a) a
levantar rápidamente el bloqueo actualmente establecido; b) a dar garantías de
que Cuba no será invadida. Confío en que las otras naciones del Hemisferio
Occidental estarán dispuestas a hacer lo mismo.
"Si da Usted instrucciones parecidas a su representante,
no veo ninguna razón que nos impida completar este arreglo y anunciarlo al
mundo dentro de un par de días".(2)
Al anochecer, el Presidente encargó a su hermano Robert
que se encontrara con el Embajador de la URSS, Dobrinin, y le entregara una copia
del último mensaje enviado al Gobierno soviético; además, debía comunicarle un
ultimátum verbal para su transmisión inmediata a Jruschov. La esencia del
ultimátum consistía en que si los cohetes no eran retirados inmediatamente de
Cuba, los Estados Unidos se verían obligados a iniciar las acciones combativas
no más tarde de los primeros días de la semana siguiente, es decir, el 29 o 30
de octubre próximo. En pocas palabras, si los rusos no liquidaban sus bases
coheteriles en Cuba, entonces los propios norteamericanos lo harían. Robert
Kennedy pidió que transmitieran que el Presidente estaba sometido a una presión
cada vez más fuerte por los militares. El presidente hacía todo lo posible por
evitar la guerra, pero con cada hora aumentaba el peligro de una catástrofe
militar. Era muy necesaria una respuesta positiva, lo más rápido posible, a la
proposición presentada.
Durante la conversación, el Embajador insistió
reiteradamente en la retirada de los cohetes estadounidenses de Turquía si los
equivalentes soviéticos eran sacados de Cuba. Sus argumentos estaban basados en
el principio de igual seguridad y eran convincentes. Después de consultar por
teléfono con la Casa Blanca, Robert Kennedy declaró que el Presidente lo
aceptaba con las condiciones siguientes: en primer lugar, los Júpiter se
desmantelarían de tres a cinco meses después de la retirada de los cohetes
soviéticos de Cuba; en segundo lugar, ese acuerdo se mantendría en estricto
secreto y no se incluiría en el texto oficial sobre el cese de la Crisis. (3)
A las 9:00 p.m. se efectuó la tercera reunión del Comité
Ejecutivo en el día. Durante su realización, McNamara planteó la movilización
de 24 escuadrillas de aviones de transporte de la reserva, lo que incluía 14
000 efectivos y 300 aviones adicionales para el transporte de tropas; eso era
necesario para la invasión. Dijo también que la movilización de 100 barcos de
transporte debía comenzar al día siguiente, con el objetivo de tener
suficientes buques disponibles para la invasión. El Presidente aprobó las
propuestas y dijo que si los aviones de reconocimiento eran atacados mañana,
los emplazamientos de cohetes antiaéreos existentes en Cuba serían eliminados
mediante un golpe aéreo. Todavía había esperanza, pero dependía de que Jruschov
cambiara su línea de acción en pocas horas. Lo más probable era un próximo
choque militar.
UNA "SOLUCIÓN" NO SATISFACTORIA
Domingo 28 de octubre.
Como se ha sabido posteriormente, en la noche del 27 al
28 de octubre de 1962, en Moscú no durmieron muchos de los integrantes del
Presidium del Comité Central, ni de los dirigentes principales de los
Ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores. En la casa de campo
gubernamental, en Ogariovo, era examinada la proposición del Presidente de los
Estados Unidos sobre la retirada de los cohetes soviéticos de Cuba a cambio de
la garantía de no invadir el país; también se tenían en cuenta las
informaciones transmitidas desde Cuba por Fidel Castro y por los militares
soviéticos acerca de la inminencia del ataque norteamericano.
Una y otra vez fueron escuchados los mariscales y
generales invitados, así como los colaboradores del Ministerio de Relaciones
Exteriores... Hasta que se tomó la decisión. Teniendo en cuenta la urgencia del
momento se decidió no esperar por la lentitud del cifrado y los métodos
normales para enviar los mensajes, sino transmitir la carta de Jruschov a
Kennedy en texto claro por Radio Moscú. El Secretario del Comité Central del
Partido, Ilichov, cumplió las funciones de "mensajero"; en cuanto
llegó a las instalaciones de la radio moscovita, el locutor interrumpió la
transmisión normal y comenzó la lectura de la carta.
De nuevo el Gobierno soviético cometía un error durante
la Crisis, el texto ya se estaba haciendo público y no había sido concertado
con el Gobierno cubano, cuyos integrantes lo conocieron mediante aquella
transmisión radial.
El contenido fundamental de la carta era que: "Veo con
respeto y confianza la declaración, expuesta en su mensaje del 27 de octubre de
1962, de que no se cometerá un ataque contra Cuba, de que no habrá invasión
(...) Entonces los motivos que nos impulsaron a prestar ayuda de ese carácter a
Cuba desaparecen. Por eso hemos dado instrucciones a nuestros oficiales (...)
de adoptar las medidas correspondientes para que cese la construcción de los
mencionados objetivos, para su desmontaje y devolución a la Unión
Soviética". (4)
Esta noticia fue recibida con júbilo en Washington,
especialmente después de la tensión experimentada durante las últimas horas y
días. Mas no todos compartían aquellos sentimientos. Algunos de los integrantes
de la Junta de Jefes de Estado Mayor continuaron insistiendo en la necesidad de
la acción militar, afirmando que no se podía creer en los rusos ni en Castro y
había que llevar el asunto hasta el final, liquidando el incómodo régimen de la
Isla. Opinaban que, en cierto modo, habían sido traicionados, perdiendo la
oportunidad que ya veían al alcance de la mano. Cuando se supo la noticia,
durante la reunión del Comité Ejecutivo el almirante George Anderson, jefe de
operaciones navales, exclamó en voz alta que ellos, los norteamericanos,
"habían perdido la partida", y con visible indignación preguntó a los
presentes: "¿Por qué, después de todo, no atacamos a Cuba mañana
lunes?"(5), opinión que fue secundada por el general
Curtis LeMay, jefe de la Fuerza Aérea.
Mientras tanto, cuando la dirección cubana supo del
acuerdo manifestó su inconformidad, pues la garantía de la palabra del
Presidente norteamericano tenía muy poco valor para ellos, como había
demostrado la historia de los últimos años. Por eso, en la tarde de aquel
domingo el comandante Fidel Castro planteó sus conocidos "Cinco Puntos",
manifestando que: "No existirían las garantías de que hablaba Kennedy, si,
además de la eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las
medidas siguientes:
"1. Cese del bloqueo económico y de todas las
medidas de presión comercial y económicas que ejercen los Estados Unidos en
todas las partes del mundo contra Cuba.
"2. Cese de todas las actividades subversivas,
lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización
de invasiones mercenarias, infiltración de espías y sabotajes, acciones todas
que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos
países cómplices.
"3. Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo
desde bases existentes en Estados Unidos y en Puerto Rico.
"4. Cese de todas las violaciones del espacio aéreo
y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.
"5. Retirada de la Base Naval de Guantánamo y
devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos".(6)
¿Qué solicitaba el dirigente cubano con esos
planteamientos? ¿Acaso pedía un pedazo de la luna o algo inconcebible,
imposible de otorgar a nadie? ¡No! Eran cuestiones sencillas y sobre bases
decorosas, que podían constituir las justas aspiraciones de cualquiera de los
ciento y tantos países del mundo, incluidos los propios Estados Unidos, eran
derechos elementales. ¡Qué mal estaban la justicia y la equidad en el mundo,
cuando alguien tenía que hacer aquellas demandas! Los gobernantes
norteamericanos no quisieron ni oír hablar de los Cinco Puntos, considerándolos
como un programa inalcanzable en aquel momento. Y cabría preguntarse: ¿por
qué?, ¿por qué el pueblo cubano no podía aspirar por el momento al cese del
bloqueo económico, a que terminaran las actividades subversivas, el sabotaje y
los ataques piratas, entre otras cosas? ¿Es que acaso eran privilegios de los
que no gozaba ningún otro pueblo del mundo? Pero es más, ¿por qué se mantienen
esas condiciones anormales para Cuba todavía, 50 años después? El bloqueo sigue
en pie y considerablemente robustecido, Guantánamo sigue ocupado por los
yankis, continúan las actividades subversivas, etc.
Sin embargo, en la opinión de Jruschov, expresada en sus
Memorias: "La importancia principal de la Crisis del Caribe radica en que
esta prácticamente bendijo la existencia de la Cuba socialista. Aseguramos la
existencia de Cuba socialista durante dos años más, mientras Kennedy estuviera
en la Casa Blanca, y teníamos la impresión de que sería elegido para un segundo
mandato. O sea, cuatro años más. Seis años en total (...)" "Instalamos
los cohetes para prevenir la amenaza de invadir a Cuba y luego los retiramos,
después de obtener la promesa de no invasión por el Presidente de los Estados
Unidos (...) Retiramos los cohetes únicamente después de haber logrado ese
acuerdo, y considero que la decisión fue muy buena, el precio que pagamos fue
bajo. Los gobernantes de los países capitalistas todo lo valoran en dólares, y
si analizamos el asunto sobre esas bases, resulta que la operación fue
provechosa. Nuestros gastos fueron solamente por concepto de transportación de
los medios técnicos militares y de varios miles de soldados. Eso fue lo que
costó garantizar la independencia de Cuba (...) Estoy orgulloso de ello. Fue
una decisión correcta".(7)
Años después, el Comandante en Jefe Fidel Castro planteó
en una entrevista: "En la forma en que la Crisis se solucionó nos dejaron
aquí todo: nos dejaron el bloqueo, nos dejaron la guerra sucia, nos dejaron la
Base de Guantánamo, nos dejaron los ataques piratas (...) Nosotros fuimos los
que menos ganamos con el tipo de solución que se dio a la Crisis.
"La fórmula correcta hubiera sido: estamos
dispuestos a retirar los proyectiles si Estados Unidos da garantías
satisfactorias a Cuba.
"Nadie hubiera estado dispuesto a ir a una guerra
nuclear por cosas intrascendentes para Estados Unidos y para el mundo, y que,
en cambio, sí tenían mucha importancia para Cuba".(8)
En definitiva, se había evitado la guerra, pero no se
había obtenido la paz..., por lo menos en lo que a Cuba y su pueblo respecta.
Terminaba así la etapa más candente de la Crisis.
EPÍLOGO
La fase abierta de la Crisis tenía en aquellos momentos
siete días de vida. La "cuarentena" estaba implantada desde hacía
cinco días... Cualquiera podía pensar que la partida estaba en punto de mate.
Mas si lo pensaba se equivocaba de medio a medio: la Crisis, es verdad que con
menores intensidad y peligro, subsistió aún durante 23 días. Aunque casi no se
pueda creer.
El propio 28 de octubre, a las tres de la tarde, el jefe
de la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba, general de ejército Pliev,
comunicó al jefe de la división coheteril estratégica, mayor general Statsenko,
la Directiva No. 7665 del Ministro de Defensa de la URSS, en la que se exigía
desmontar las posiciones de lanzamiento y trasladar la división a la URSS con
sus medios y efectivos.
El 29 de octubre comenzaron el desmantelamiento de los
emplazamientos y el 31 los trabajos habían finalizado. El día 30 partió de
regreso a la URSS la motonave "Alexandrovsk", llevando de vuelta las
cabezas de combate nucleares de los cohetes de alcance intermedio R-14.
Comenzaba entonces un prolongado litigio motivado por la exigencia de los
norteamericanos de que fueran retirados también los bombarderos ligeros IL-28;
vendrían nuevas amenazas y tensiones que se prolongarían durante otras tres
semanas. Durante este periodo, exigieron también la verificación in situ del desmantelamiento y salida de los
cohetes, con pretensiones de rebuscar en cuevas y otros lugares para
convencerse de que no quedaban escondidos algunos de los proyectiles. Esas
ilusiones se estrellaron contra la actitud firme y digna de los dirigentes
cubanos, que no permitieron ninguna inspección del territorio nacional. En
definitiva, por otra concesión más de los soviéticos la salida de los cohetes fue
verificada en el mar, fuera de las aguas jurisdiccionales de Cuba, y Jruschov
afirmó varias veces por escrito que todas las cargas nucleares ya habían sido
retiradas: no estaba bien informado o era una mentira más, pues estas
permanecieron en Cuba hasta el 1º de diciembre de 1962, casi dos semanas
después de ser suspendida la "cuarentena" y liquidada la Crisis,
fecha en que partieron de regreso en la motonave "Arjanguelsk"(9), después de permanecer durante 59 días
en condiciones tropicales.
Los cohetes se retiraron del trópico entre el 5 y el 9 de
noviembre. Durante aquel periodo tuve que pasar dos tragos amargos. El primero
fue cuando conocimos en las trincheras la noticia de que los soviéticos se
llevaban los cohetes. No fui de los que lloraron en aquellos momentos, aunque
algunos lo hicieron. Mas no lloraron por miedo, sino por el profundo disgusto
que todos teníamos por lo que considerábamos una traición y una cobardía de los
soviéticos en esos difíciles momentos. Los amigos se iban con sus armas y los enemigos
se quedaban, aunque juraran por Dios y todos los santos que no nos invadirían,
es decir, a cambio de la retirada de los cohetes solo afirmaban que no
cometerían un terrible delito internacional, no violarían la Carta de la ONU ni
a las once mil vírgenes.
Después del 28 de octubre el Batallón Universitario fue
trasladado para la costa, a defender un sector entre Quiebra Hacha y Mariel,
donde apuré el segundo trago amargo de aquellos días, cuando observamos la
partida de algunos de los barcos en cuyas cubiertas se apreciaban a simple
vista los cohetes, para que fueran contados por los estadounidenses desde
barcos de guerra, aviones y helicópteros.
El 5 de noviembre fue confeccionado por la CIA un
documento titulado: "Problemas que afrontaremos en Cuba en el
futuro", el cual reflejaba el sentir de una parte de los integrantes de la
Administración norteamericana. Entre otros "problemas" señalaba los
siguientes:
—Castro se mantendrá en el poder (...) Mantendrá su
organización política cohesionada. Será más violento que en el pasado.
—Militarmente será más fuerte. Recientemente ha recibido
vastas cantidades de armamento (...) Por lo tanto, tiene más para su propia
defensa y para entregar a los grupos insurgentes por todo el Hemisferio.
—Tendrá capacidad naval y aérea contra América Central y
la franja norte de América Latina.
—Al mantener los cohetes antiaéreos, tendrá un escudo
contra la inspección aérea, por lo que podrá acordar con los soviéticos la
reintroducción de los cohetes de alcance medio e intermedio con una seguridad
razonable.
En los primeros días de noviembre, los restos del mayor
Rudolf Anderson fueron devueltos a los Estados Unidos y entregados a sus
familiares. Tengo entendido que el presidente Kennedy escribió personalmente
una carta de condolencia a su viuda; ese fue un gesto noble y encomiable. No
obstante, las esposas, madres e hijos de los más de 150 cubanos muertos cuando
la invasión de Bahía de Cochinos aún esperaban por un gesto similar. Además,
los familiares de las víctimas que perecieron como consecuencia de sabotajes,
diversas actividades terroristas, ataques piratas o asesinados por las bandas
contrarrevolucionarias organizadas y amamantadas por distintos gobiernos
norteamericanos durante los últimos 53 años, aún esperan por gestos similares
de cualquiera de los presidentes norteamericanos posteriores a 1959.
En definitiva, la "cuarentena" fue levantada y
la situación se normalizó el 20 de noviembre de 1962, cuando Jruschov comunicó
que los bombarderos ligeros IL-28 serían retirados también. Ese día regresamos
al edificio de becados para continuar nuestros estudios en la Universidad de La
Habana. Mas, aunque parezca increíble, los norteamericanos no llegaron a
formalizar su compromiso de no invadir a Cuba en ningún documento oficial de la
ONU ni de nadie, la cosa quedó a nivel verbal, de palabra, vaya, de las que se
lleva el viento. La no ejecución de la tantas veces pronosticada invasión, se
ha debido a la unidad de la gran mayoría del pueblo cubano, a su cohesión en
torno a sus líderes, a su preparación combativa y decisión de luchar hasta las
últimas consecuencias, al prestigio internacional y la popularidad y respeto de
que goza la Revolución Cubana, así como al hecho de que sus dirigentes nunca
han facilitado el pretexto para la realización de una agresión.
(Fin de la serie de este
autor publicada por Granma)
Todos los envíos fueron cortesía de Adolfo Castillo.
Vínculo de la penúltima entrega:
http://librepenicmoncjose.blogspot.com/2012/10/octubre-de-1962moscu-ofrece-formulas.html
http://librepenicmoncjose.blogspot.com/2012/10/octubre-de-1962moscu-ofrece-formulas.html
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