Estigma glorioso
Marina Moncada
Hoy regreso de la guerra. Estoy intacto por fuera y fragmentado en charneles por dentro. Saludo a los míos con una sonrisa propiciatoria. Ellos, ajenos a mi irrevocable decisión, felices me reciben. Con la venia del cansancio por la lucha y el jet lag, paso directo a mi cuarto y me quito la vida. Forcejean la puerta. Es el médico forense con los corpulentos paramédicos que diagnostican homicidio. He dejado a mi madre y hermanos sin carta explicativa, con culpa ajena y un estigma innecesario.
En mi funeral disparan 21 cañonazos, pero no los escucho. Quedé sordo del balazo.
27 de abril del 2011
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