Portada de antigua versión de Revista Libre Pensamiento

lunes, 22 de enero de 2018

Al Capone y la actual mafia transnacional


Al Capone y la actual mafia transnacional

Revista Libre pensamiento

Presentación

El capitalismo “bueno”, capaz de hacer así sea algo verdadero por aquellos cuya fuerza de trabajo explota sin ápice de compasión, no promete sino peores tormentos que los de siempre. No hay en él, ni puede haber, vocación para servir a la humanidad. 

Si se lee o escucha los titulares de las noticias en internet, televisión, radio, periódicos impresos; se analizan los escritos de los defensores del sistema y se palpa la realidad de las mayorías, se concluye que lo único que el capital ha multiplicado es lo protervo; expresado en guerras sin principio ni fin, transmutadas en fin en sí; mentiras que se trastocan en posmentira y posverdad; narcotráfico que absorbe a cada vez más territorios; trata de blancas y, sobre todo, megamonopolios que quieren apropiarse de todo lo que les genere más y más riqueza y poder. 

Insistir en la destrucción del capitalismo no conlleva inmediatismo, pero sí determinación y convicción para actuar en consonancia. En cambio, la propuesta de domarlo “mediante políticas estatales bien elaboradas” y otras expectativas, encierra una salida aparente.[1] Para combatir el sistema se proponen metas desde estrictamente reformistas y socialdemócratas, hasta las de quienes saben que dentro de sus marcos no es posible ningún cambio de calidad en favor de los pueblos. 

Las mismas empresas capitalistas se plantean profundizar su aportación social en función de sobrevivir, esgrimiendo ese embuste llamado Responsabilidad Empresarial Corporativa. Y hasta la pregunta sobre si es posible un capitalismo responsable encierra de por sí la afirmación que no lo es.[2]



Al Capone vería con envidia a la imperante mafia empresarial de hoy

Al Capone y los integrantes de la mafia siciliana de antaño, seguro, verían con envidia y admiración a las grandes corporaciones financieras y semejantes por hacer incomparablemente mucho más de lo que ellos hicieron, sin que los persigan del todo porque de ellas es el poder global. 

Joan Queralt, periodista y escritor acusa que las “mafias han ido perdiendo su etiqueta criminal, limitando al máximo sus expresiones de violencia y los episodios de sangre”.[3] Pero esta afirmación, quizá sin que su autor lo pretenda, oculta mucho más de que lo que muestra. 

Entre otras cosas, Capone eliminaba a sus competidores y recaudaba más de 100 millones de dólares al año, lo que provenía de negocios diversos como el contrabando de licor y la prostitución. Y aunque las corporaciones quizá no eliminen a sus competidores como él lo hacía, cometen crímenes mucho peores: bombardean naciones, las destruyen, provocan genocidios y se quedan con sus riquezas; organizan abundantes acciones de falsa bandera; crean pandemias; artificializan la naturaleza; patentan la vida; destruyen el medio ambiente; son dueñas del FMI, el Banco Mundial, el BID, la OEA; diseñan los curriculum universitarios; tienen bajo su manga casi a todos los organismos de la ONU y a muchos pastores de ovejas de los más diversos credos; han convertido gran parte de la cultura creada por las naciones en bazofia, etc., etc. 


Los paraísos fiscales, escondrijos de mafiosos estimados ejemplares

Disimulando su adhesión a las mafias, el FMI y el Banco Mundial señalan que los numerosos paraísos fiscales son “escondrijos de una cuarta parte de la riqueza privada mundial”. Y la británica “Red de Justicia Tributaria” mantiene “que el producto de la evasión escondido en tales “santuarios” supera los 250 billones de dólares.” 

Las dos entidades mundiales señaladas agregan que, en conjunto, en los paraísos existentes por el planeta, se registran “más de tres millones de sociedades, a través de las cuales grandes empresas, multinacionales, bancos y personas ocultan su contabilidad, sus balances, no pagan impuestos en los lugares de origen de los capitales que van a parar a ese circuito marginal. Además, blanquean dinero negro procedente del narcotráfico, en gran medida, y de la trata de blancas, del mercado ilegal de armas, de la corrupción en las administraciones gubernamentales.” 

John Kay, fundador de la escuela de negocios de Oxford, asegura que esos paraísos “existen porque las grandes potencias lo permiten, y si quisieran, estas podrían ponerle presión eficaz en cualquier momento.” La misma fuente cita que “… el lazo entre las plazas off shore, la evasión, el lavado de dinero y, más tarde, la financiación del terrorismo, encubre o disimula la compleja lógica del capitalismo transnacional y, en particular, su núcleo operativo: la maximización de los beneficios financieros […].” [4]

Existe más de un tipo de mafiosos, los de hoy no visten con rifle y pistola a mano y pueden, perfectamente, ser banqueros, empresarios, políticos profesionales, granjeros, etc., etc. Por lo demás, les “encantan las películas sobre la Mafia, el cine que habla de ellos.” No pocos de ellos, se dedican al narcotráfico sólo que disimulado con pequeñas negocios que gestionan residuos, falsifican marcas de lujo, venden drogas, practican la extorsión y se cubren bajo la mampara de los contratos gubernamentales.[5]

La industria farmacéutica y otras pestilencias 

La mafia farmacéutica es de las menos inocentes del mundo, si es que cabe hablar de alguna pizca de inocencia entre las transnacionales. Su mercado movía en 2007 unos 200.000 millones de dólares al año, lo que supera las ganancias que proporcionan la venta de armas o los negocios de las telecomunicaciones. Lo cierto es que por cada dólar invertido en la fabricación de un medicamento, el mercado obtiene mil. 

Esta industria posee uno de los mercados más monopolizados del mundo: apenas 25 corporaciones acaparan el 50 % de las ventas, entre ellas Bayer, Novartis, Merck, Pfizer, Roche y Glaxo, las cuales suman miles de millones de dólares de ganancias al año, a lo que se debe añadir que los grandes grupos farmacéuticos son, al mismo tiempo, potencias de las industrias química, biotecnológica y agroquímica. Estas empresas hacen gala de una total impunidad, y se desentienden de la salud, su presunto cometido. 

Como otras transnacionales, aplastan sin piedad a sus competidores menores y la emprenden contra los gobiernos que tratan de enfrentarlas. Sin embargo, lo más nefasto de estos negocios, amén de mantener precios inalcanzables para las poblaciones empobrecidas, consiste en ofrecer “productos que en muchísimos casos terminan envenenando a los eventuales pacientes.”[6]

En EEUU anualmente mueren unas 100.000 personas a causa de los efectos adversos de los medicamentos, lo que se vincula con la inadecuada información que brindan las farmacéuticas sobre éstos, así como con su engañosa promoción.[7]

“La Camorra* –escribe Pascual Serrano-, el crimen organizado, no es una excrecencia aberrante del neoliberalismo y la globalización, es su epicentro, su núcleo duro, su principio más puro de funcionamiento. Gomorra** no es simplemente un libro sobre el crimen, es un libro que muestra cómo el capitalismo es el crimen. Se ha escrito mucho para explicar el funcionamiento criminal del capitalismo, pero Saviano*** logra explicar el funcionamiento puramente capitalista del crimen.”[8]

Los megacapitales carecen de patria, “responden sólo a la lógica del dinero fácil y rápido, se mueven en un espacio de extraterritorialidad ajeno a leyes nacionales, a superintendencias bancarias, a convenios internacionales.” Se manejan en un espacio no controlado, el de los paraísos fiscales, sin que nada los diferencie del negocio de las armas o de las drogas ilegales y, en medida considerable, imponen el rumbo del mundo.[9]

Leonardo Sciascia, un profesor, escritor y periodista siciliano, escribió: “La mafia no es más que capitalismo de lo ilegal, mientras que el capitalismo es la mafia de lo legal”, lo cual hoy parece una regla casi universal en lo que concierne a la gestión de las grandes corporaciones sean financieras, lácteas, constructoras y eléctricas, mismas que imponen los precios con el fin de suprimir la libertad de negociación de proveedores y clientes.[10]

Deutsche Bank, muestra de la podredumbre bancaria 

Deutsche Bank es una muestra palmaria de lo mafiosa que es una institución crediticia. Su historial en la última década podría conformar parte de los anales del crimen organizado: contribuyó a generar la crisis inmobiliaria de 2008-2009 vía la promoción de hipotecas “basura” en EE.UU; manipuló tasas de interés LIBOR y EURIBOR que le permitieron ganancias ilícitas por cientos de millones de euros; transfirió beneficios a oasis financieros a fin de evadir impuestos; vendió papeles valores de pronósticos falsos a municipalidades de cuatro ciudades alemanas y una italiana, lo que ocasionó su ruina. Su pasado lo señala por financiar campos de exterminio como Auschwitz. 

Hoy financia a AngloGold Ashanti, mina responsable de violaciones de derechos humanos en el Congo, así como a varias empresas petrolíferas a las que se responsabiliza de las atrocidades de Darfur en Sudán. Lo paradójico de Alemania consiste en que la delincuencia común tiene en ella una tendencia a la baja, mientras el crimen corporativo va avanzando.[11]

¿Acaso ya no hay esperanzas para erradicar el infierno?

El dominio mafioso en el orbe es tal que da lugar a un planteo por completo pesimista de su evolución concibiendo que “el crimen organizado está destinado a convertirse poco a poco en la forma criminal estable y dominante del tercer milenio en todos los países del mundo.”[12]

No obstante, las últimas palabras de Fidel de noviembre de 2016, basadas en su indiscutible capacidad intelectual y en su portentoso liderazgo, expresando su convicción en el resurgimiento del socialismo, constituyen un soplo de optimismo respaldado por una revolución triunfante a la que ni las tempestades más fuertes del imperio en su contra han doblegado; las mismas rezan: 

“Se puede afirmar que no deberán transcurrir otros 70 años para que ocurra otro acontecimiento como la Revolución Rusa, para que la humanidad tenga otro ejemplo de una grandiosa Revolución Social que significó un enorme paso en la lucha contra el colonialismo y su inseparable compañero, el imperialismo.”[13]

Desde luego, la esperanza que él expresa debe refrendarse fortaleciendo y multiplicando sin desmayo la lucha radical contra el sistema capitalista.
_________________
* Organización criminal mafiosa de la región de Campania, Italia. 
** Gomorra novela de Roberto Saviano, inspirada en hechos reales.
*** Roberto Saviano, periodista, escritor y ensayista italiano.
[1] Erik Olin Wright. Cómo ser un anticapitalista hoy. http://vientosur.info/spip.php?article10888
[2] María Fernández. ¿Es posible un capitalismo responsable? https://elpais.com/economia/2015/06/05/actualidad/1433503670_485248.html
[4] Vicente R. Ceballos. Contra los paraísos fiscales, con el método de Al Capone. https://www.attac.es/2009/10/10/contra-los-paraisos-fiscales-con-el-metodo-de-al-capone/
[5] Cosas sobre la Mafia que no habías leído hasta ahora. https://www.vice.com/es/article/xd9wxa/cosa-sobre-la-mafia-498
[7] Ralph Nader. Capitalismo mafioso fuera de control. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=192443
[8] Pascual Serrano. La mafia nos explica el capitalismo. http://www.elsalmon.co/2017/05/la-mafia-nos-explica-el-capitalismo.html
[9] Marcelo Colussi. El capitalismo “mafioso”. https://www.plazapublica.com.gt/content/el-capitalismo-mafioso
[12] Roberto Scarpinato. Las nuevas caras del capitalismo mafioso. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=126697
[13] El último discurso de Fidel: “El pueblo cubano vencerá”. http://noticias.perfil.com/2016/11/26/el-ultimo-discurso-de-fidel-el-pueblo-cubano-vencera/

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Vistas de página en total