Portada de antigua versión de Revista Libre Pensamiento

lunes, 30 de octubre de 2017

EL MARXISMO SIEMPRE VIVO


"From the Dictatorship of Porfirio Diaz to the Revolution - The Revolutionaries." 1957-65. Acrylic on plywood. Hall of the Revolution, National History Museum, Chapultepec Castle, Mexico City, Mexico.


EL MARXISMO SIEMPRE VIVO
Revista Libre Pensamiento

Puntualizaciones de los clásicos respecto al tránsito del capitalismo al comunismo

El comunismo encierra sobre todo la defensa de la esperanza tan pisoteada y descalificada; las libertades populares hoy tan golpeadas; un mundo en el que se realicen los más caros anhelos de la humanidad en términos de auténtica igualdad social en los planos más profundos, posibles y probables. Es la lucha contra los prejuicios del llamado sentido común; contra todo sectarismo, toda explotación y manipulación; contra toda enajenación y alienación; contra toda guerra de agresión y todas las formas de encubrirlas.

Muchas cuestiones que se endilgan al Comunismo de los clásicos no se corresponden para nada con lo que ellos postularon. Y esto constituye una de las razones de fondo para exponerlo a través de ellos de modo preferente, quienes nunca vieron en su concepción ninguna suerte de Catecismo. Hablamos en lo esencial de Marx, Engels y Lenin. 


No concibieron el tránsito del capitalismo al comunismo de modo brusco, repentino o inesperado, sino a manera de proceso que marca un salto cualitativo. Prolongado dada la lucha frontal entre el capitalismo (aferrado con todas sus fuerzas a su preservación) y el socialismo que se abre paso en medio de muchas dificultades y complejidades -tales son la fuerza de la costumbre y el sentido común, anidados, por siglos, en las masas populares, y la inevitable influencia que en éstas ejerce la ideología burguesa.

Vislumbraban la lucha de clases, incluso, dentro de los mismos procesos revolucionarios. Y aun concibiendo el triunfo proletario, no creían posible transformar de una sola vez la propiedad privada en propiedad social. Tras formularse la interrogante sobre la rapidez con que podía suprimirse la propiedad privada, Engels aporta una idea cardinal: 

“No, no será posible, del mismo modo que no se puede aumentar de golpe las fuerzas productivas existentes en la medida necesaria para crear una economía colectiva”. Y continúa: “la revolución proletaria sólo podrá transformar paulatinamente la sociedad actual, y acabará paulatinamente con la propiedad privada únicamente cuando haya creado la necesaria cantidad de medios de producción.”[1]

Marx puntualiza: “De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede.”[2]

Aunque no pocos refunfuñan al oír hablar del asunto, Marx y Engels señalan que sin un alto grado de desarrollo de las fuerzas productivas, en un plano histórico-universal, que genere una masa de hombres por completo desposeída y dispuesta a rebelarse contra un mundo de riqueza y cultura, es imposible construir el comunismo, ya que, sin eso, “sólo se generalizaría la escasez, y por tanto, con la pobreza comenzaría de nuevo, a la par, la lucha por lo indispensable y se recaería necesariamente en toda la miseria anterior…”[3]


Siguiendo las pautas anteriores, Lenin apunta: “En su primera fase, en su primer grado, el comunismo no puede aún ser completamente libre de las tradiciones o de las huellas del capitalismo.”[4] Y muestra que su construcción no es un proceso rectilíneo, ni puro, que, por tanto, amerita acciones que se correspondan por entero con las circunstancias prevalecientes. Y al considerar las razones que motivaron al Estado Soviético a la adopción de una serie de medidas extremas contra el capital, el líder bolchevique precisa: 

1) El capital oponía a la sazón una resistencia militar que sólo podía enfrentarse con las armas; 2) por lo mismo, no se podía sino colocar en primer plano la represión por encima de los métodos de gobierno; 3) tampoco se disponía de especialistas de las distintas ramas de la ciencia y de la técnica; eran parte de la contrarrevolución armada u oponían “una resistencia pasiva, regular y tenaz”, acudiendo al sabotaje. Habiendo vencido en lo militar, el poder soviético vio la necesidad de interrumpir la ofensiva militar contra el capital para colocar “en primer plano la organización de la contabilidad y del control en las empresas ya expropiadas a los capitalistas y en todas las demás.”[5]

Se refiere también al prolongado proceso que conduce a la supresión de las clases. “Este tránsito es, por necesidad, extraordinariamente largo y las medidas administrativas y legislativas, precipitadas e imprudentes sólo conducirían a hacerlo más lento y difícil.”[6]

Sostiene que el mercado y el capitalismo debían ponerse al servicio del socialismo, servirle de auxiliares; advirtiendo que no se debía “impedir por completo todo desarrollo de intercambio privado, […] el comercio […], inevitable con la existencia de millones de productores”; ello habría sido una política “absurda y suicida” para el partido que quisiera llevarla a efecto porque, de hacerlo, sufriría “un fracaso indefectible”. 

Lo procedente era meter al capitalismo “en el cauce del capitalismo de Estado”, estableciendo con la burguesía el régimen de concesiones o acuerdo con el Poder Soviético, de lo cual el Estado proletario, obtuviera “ventajas en forma de desarrollo de las fuerzas productivas y de aumento inmediato o en breve plazo de la cantidad de productos”, advirtiendo que un acuerdo semejante no equivale a paz entre las clases.[7]

Estimamos que, en función de afianciar la necesaria lucha de clases, se deben reafirmar los postulados esenciales del marxismo, poniendo de nuevo sobre el tapete el sentido real de la democracia burguesa, en los términos que Lenin la plantea, en parte con este pasaje:

“La Comuna de París […] mostró, [….] el carácter explotador de la democracia burguesa y del parlamentarismo burgués bajo los cuales las clases oprimidas tienen el derecho de decidir una vez cada determinado número de años qué miembros de las clases poseedoras han de “representar y aplastar” al pueblo en el Parlamento. Precisamente ahora, cuando el movimiento soviético, extendiéndose a todo el mundo, continúa a la vista de todos la causa de la Comuna, los traidores al socialismo olvidan la experiencia concreta y las enseñanzas concretas de la Comuna de París, repitiendo la vieja cantinela burguesa de la “democracia en general”. La Comuna no fue una institución parlamentaria”.”[8]

Marxismo no puede superponerse a la sociedad

Siendo reflejo de la realidad y no asunto impuesto a ésta, no se debe esperar que el marxismo vaya más allá de lo que las circunstancias concretas permitan. Traemos esto a colación porque, a menudo, se desea lo imposible del mismo, tal si de él se derivaran soluciones inmediatas o mágicas a los grandes problemas que aquejan al ser humano. Empero, ni en él, ni fuera de él, se tienen repuestas inmediatas, mecánicas, espontáneas o instantáneas. Esto puede motivar la frustración de las personas que, no viendo cumplidas sus expectativas al respecto, probablemente se vean arrastradas a derroteros por entero desvinculados de la transformación social, o a la apatía hacia ésta.  

No existe nada que supere la complejidad del movimiento social. De cierto, la realidad no es, ni puede ser, corolario de un recetario. Por lo mismo, el marxismo, no es aplicable en sí mismo, no es fertilizante, inyección, conocimiento instrumental, ni nada similar. En este sentido, amen de brindarnos un método de comprensión de la realidad, su papel consiste en mover, sacudir, guiar, orientar, e inspirar la acción humana y la lucha de clases. Es el alma de quienes deseamos en verdad cambios sociales radicales. Pero no actúa al modo de un conjuro mágico. Define eso sí, una actitud de clase: de qué lado está una fuerza política en la contienda contra el capital. 

Con todos sus errores (reales, abultados o fabricados por Occidente), el socialismo funcionó en la URSS y en los países de democracia popular. Hoy funciona en Cuba y en Corea del Norte. Por su establecimiento se lucha en diversos países, por ejemplo, en Venezuela. Y algo más, el marxismo, al tiempo que teoriza, advierte de modo perenne que no se lo reduzca a simples citas divorciadas del contexto y, sobre todo, de la lucha irrenunciable contra el capital. 

Para comprender todo esto, nuestra visión de las cosas debe abrirse a lo real, no a lo perfecto; a lo inevitablemente contradictorio. No debemos, en consecuencia, frustrarnos por las cuitas de lo humano; comprendamos la realidad humana por contraste y de modo promedial, nunca de modo absoluto. Lo que esbozamos es apenas un intento de comprensión de la realidad siempre cambiante. No pretende más que eso.


La lucha contra la enajenación y la alienación y la educación 

En las actuales circunstancias históricas en que se diseminan globalmente la alienación y la enajenación, obligado es encontrar una suerte de antídoto capaz de combatir de forma eficaz estos vicios tan perniciosos que el sistema opresor ha sembrado, por cierto, arando de forma profusa. Pensamos que la educación puede servir mucho a este propósito. 

A nuestro parecer, todo el conocimiento del mundo es insuficiente para ser educado, porque el centro de toda educación verdadera es la sensibilidad social, la solidaridad con las personas y los pueblos todos. Por ello, no podemos hacer eco de la llamada responsabilidad social empresarial, un anzuelo nocivo que, no a pocos, emboba o que, de forma consciente, se tragan otros; ni tampoco de la más que imprecisa educación en valores que la reacción, por doquier, abraza sin asomo de duda, ni rechazo. Por lo mismo, esa educación tampoco guarda relación con la promoción de la competitividad que alimenta a ultranza un individualismo cimero; ni con ningún otro valor de mercado; en fin, con nada que encierre daño innecesario e irreparable al ser humano.


El feminismo a ultranza y la lucha en su contra

Insistimos en la necesidad de rescatar el sentido clasista tanto de las interpretaciones relativas a la sociedad en general, como de la lucha librada contra el capital. Considérese que, a escala global, se observa una tendencia muy fuerte a abandonar el clasismo; o a mezclarlo con todo tipo de posiciones reaccionarias que, en definitiva, distorsionan la realidad de la lucha de clases y los fondos teóricos del marxismo. En este sentido, debe dejarse por sentado, por ejemplo, el rechazo tajante a la existencia de un feminismo a ultranza. 

El feminismo proletario rechaza “que haya un elemento común a todas las mujeres independientemente de su clase, nacionalidad, raza, etc. […] mantiene la centralidad de la lucha de clases para la destrucción del patriarcado.” Por eso, cualquier “intento de separar el patriarcado de la sociedad de clases en su conjunto, conduce […] a callejones sin salida estratégicos para el feminismo.” 

Los auténticos enemigos no son, así, los hombres en su totalidad, sino “el patriarcado como parte consustancial de la sociedad de clases y el capitalismo imperialista.” Y viceversa, las mujeres no constituyen ningún “sujeto revolucionario”. Muchas de ellas, por el contrario, defienden la sociedad de clases y, pertenecen, por eso, al “campo reaccionario”, por más que digan buscar “la liberación de las mujeres.”[9]

En el mismo sentido, las mujeres combatientes de las FARC declaran: “A todo nuestro pueblo y a los pueblos del mundo, (incluyendo las “feministas” burguesas) les podemos asegurar que en las FARC-EP, más que en cualquier otro lugar de la patria, están plenamente reconocidos nuestros derechos.”[10]

Y ni aquellas mujeres que luchan bajo la bandera del feminismo dejan de reconocer que ellas no plantean “abrazar, por igual y sin posición crítica, todas las tendencias del feminismo.” Lejos de esa postura, existe una corriente concreta a la que llaman a “tratar con hostilidad abierta: el feminismo burgués o de clase media. Las mujeres de la clase dominante y de la clase media se enfrentan a la opresión, pero eso no significa que podamos confiar en que puedan seguir una estrategia que las lleve a abordar el sufrimiento de la vasta mayoría de las mujeres que están en la clase obrera.” 

Más aun, señalan que la “corriente feminista a la que se le ha prestado menor atención es la de las feministas socialistas y las feministas marxistas, que, […] son las que han hecho la mayor contribución para avanzar en la teoría sobre la opresión de la mujer a lo largo de las últimas décadas.”[11]

La lección que encierra el caso ecuatoriano

Siguiendo la misma tónica arriba expuesta, debe pensarse en el futuro de las revoluciones. Marx y Engels, plantean que los comunistas, en todo lo que hacen por los intereses de los proletarios, piensan en el porvenir de su movimiento. Lo dicen con estas palabras: 

“Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero, al mismo tiempo, defienden también, dentro del movimiento actual, el porvenir de ese movimiento.”[12]

Y enlazamos esto con el caso de Lenin Moreno, presidente actual de Ecuador. Este caso ilustra el peligro de grandes dimensiones que encierra la concentración de más poder que el necesario en una sola persona. Porque, con no poca frecuencia, se pierde de perspectiva que las revoluciones las hacen los pueblos, no personas determinadas. Mientras no se sepa guardar un adecuado equilibrio entre el líder de un proceso y los sectores mayoritarios que empujan los cambios, la posibilidad indeseable de retorno al pasado amenazará a las revoluciones. 

Cuba es quizá el ejemplo más claro de una relación apropiada entre liderazgo y masas populares. No hay, ni hubo en Cuba, culto a la personalidad. Eso debe ser imitado por doquier. Lo acusado no niega el papel que juegan en la historia los grandes hombres.[13]




[1] F. Engels. Principios del Comunismo. En: C. Marx; F. Engels. Obras Escogidas entre tres tomos, tomo I. Editorial Progreso, Moscú, 1974. p. 91.
[2] Carlos Marx. GLOSAS MARGINALES AL PROGRAMA DEL PARTIDO OBRERO ALEMAN.  En: C. Marx; F. Engels. Obras Escogidas entre tres tomos, tomo III. Editorial Progreso, Moscú, 1974. p. 14.
[3] Carlos Marx; Federico Engels. La Ideología Alemana.  Editorial Pueblo y Educación. La Habana. p. 35.
[4] V. I. Lenin. El Estado y la Revolución. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo 2. Editorial Progreso, Moscú, 1981. p. 368. 
[5] V. I. Lenin. Las Tareas Inmediatas  del Poder Soviético. Editorial Progreso, Moscú, 1981. Tomo 2. pp. 681-683.
[6] V. I. Lenin. “Economía y Política en la Época de la Dictadura del Proletariado”. Editorial Progreso, Moscú, 1981.  Tomo 3. p. 293.
[7] V.I. Lenin. Sobre el impuesto en especie. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo 3. Editorial Progreso, Moscú. p. 619. 
[8] V.I. Lenin. TESIS E INFORME SOBRE LA DEMOCRACIA BURGUESA Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO. Presentado al I Congreso de la III Internacional
[9] Anuradha Gandhi. Feminismo proletario. http://www.lahaine.org/feminismo-proletario
[10] Diana Grajales. Feminismo marxista y revolucionario: “Nosotras las guerrilleras ¿Trofeos de guerra?” https://www.mujerfariana.org/vision/144-feminismo-marxista-y-revolucionario-nosotras-las-guerrilleras-trofeos-de-guerra.html
[11]  Sharon Smith. Marxismo, feminismo y liberación de la mujer. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5761
[12] C. Marx; F. Engels. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I. Manifiesto del Partido Comunista. Editorial Progreso, Moscú. 1974. p. 139.
[13] Como bien lo expresara George Plejánov: “El gran hombre es, precisamente, un iniciador, porque ve más lejos que otros y desea las cosas más enérgicamente que otros. Resuelve los problemas científicos planteados por el proceso precedente del desarrollo intelectual de la sociedad, señala las nuevas necesidades sociales, creadas por el desarrollo anterior de las relaciones sociales, toma la iniciativa de satisfacer estas necesidades. Es un héroe. No en el sentido de que pueda detener o modificar el curso natural de las cosas, sino en el sentido de que su actividad constituye una expresión consciente y libre de este rumbo necesario e inconsciente. Ahí es donde reside toda su importancia y toda su fuerza.” Jorge Plejánov. El Papel del Individuo en la Historia. pp. 55-56.  http://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/plejanov_papel_individuo.pdf

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