Portada de antigua versión de Revista Libre Pensamiento

domingo, 14 de mayo de 2017

VISIÓN ESTRUCTURAL DE LA COYUNTURA


DISCURSO EN ACTO DE IMPOSICIÓN DE LA MEDALLA DE HONOR EN ORO POR LA ASAMBLEA NACIONAL DE NICARAGUA
VISIÓN ESTRUCTURAL DE LA COYUNTURA
Por Aldo Díaz Lacayo

Managua jueves 11 de mayo de 2017

Compañero Presidente

Diputadas y diputados

Amigos invitados

No se preocupen, no voy a improvisar. Tampoco voy a hablar de la coyuntura al margen de la historia —que es como suele enfocarse. Nosotros tenemos una visión estructural de la coyuntura. La enfocamos conforme la estructura de la historia, con visión estratégica. Esto nos distingue de quienes creen que la tierra solo gira alrededor de sí misma, olvidando la traslación de trescientos sesenta y cinco días —o sesenta y seis, cada cuatro años.

La vida humana no se agota en veinticuatro horas. Ni en un millón de horas, o de días, o de años, o de milenios. No. La tierra gira y se traslada desde siempre y para siempre —salvo un nuevo big bang.

Seguiremos trabajando con independencia de lo que pase en la coyuntura, dijo Daniel. Y así es. No porque él lo haya dicho, sino porque Daniel lo dice conforme a la estructura de la historia, que indica la proximidad de un cambio de estadio histórico. Sus palabras tienen fuerza porque para los otros la vida se agota en veinticuatro horas. Peor todavía, porque creen que el sol no saldrá mañana si hoy lo oculta una borrascosa nube diluviana.

Porque si bien es cierto que la historia no es lineal, sí es cualitativamente ascendente. Permanentemente ascendente. Incluso a grandes saltos después de superada una contradicción antagónica universal —como la que hoy día está superando la humanidad. Los reflujos históricos son recurrentes —y más visibles y celebrados por el imperio— pero siempre son superados. Siempre hay y habrá un nuevo flujo, siempre. (El pasado solo fue mejor para los desplazados por cada salto histórico. Para quienes los logran y para las generaciones siguientes, hasta el nuevo salto, el presente siempre es mejor que el pasado. Infinitamente mejor).

Porque cada contradicción antagónica universal tiene que ver con el dominio geopolítico global, y con la correspondiente lucha de los pueblos del Mundo por liberarse de la dominación, por superar la contradicción. Desde siempre se llama imperio al hegemón, y revolución a la lucha popular antihegemónica.

Siempre habrá lucha antihegómonica. Por eso la estabilidad geopolítica global es permanentemente inestable, con independencia del grado de inestabilidad con que se exprese o se perciba —el imperio vive de promover el miedo. Hoy día la inestabilidad global es peligrosamente mayor. La geopolítica global está en crisis. El imperio responde agresivamente, como siempre, empezando por el miedo y terminado por la agresión —abierta o encubierta.

Geopolítica global

Porque, contrariamente a lo que proyecta mediáticamente el hegemón sobre el imaginario popular universal (proyectando en realidad su desesperado objetivo de recuperar la hegemonía absoluta), la globalización favorece el flujo de la historia. Es parte ascendente de su estructura. Más aún, es un axioma que a medida que avanza la globalización se acortan los intervalos de reflujo. La globalización de hoy día, que es total, anuncia un nuevo salto revolucionario, quizás gigantesco. Un nuevo estadio histórico

Desde inicio de este siglo veintiuno en efecto la humanidad vive un nuevo flujo histórico, superando un cortísimo reflujo de apenas diez años, entre 1990 y 2000. La implosión del socialismo real dislocó el equilibrio geopolítico estratégico global en 1990. La elipse global perdió uno de sus polos. La revolución bolivariana inició su restablecimiento.

El polo reaccionario se asumió entonces hegemón único y se lanzó a la conquista global del Mundo por la vía financiera —siempre la vía financiera ha sido medio de dominación, pero ahora es absoluto. El imperio abandonó la producción conservando la propiedad intelectual, garantizada por sus propias bolsas, y por la capacidad de financiamiento. La economía se volvió especulativa y la riqueza fácil inundó la humanidad. La cadena de producción se fraccionó, dispersándose literalmente alrededor del mundo en función de la mano de obra barata. Surgieron los llamados tratados de libre comercio, que todo lo regulan.

El fraccionamiento de la cadena de producción, sin embargo, es absolutamente insuficiente para colmar el índice de desocupación laboral del Sur, y tampoco puede evitar la desocupación en el Norte, que empieza a pauperizarse. El imperio la quiso revertir, o al menos reducir (para sí, no para el Sur), recurriendo al crédito fácil y abundante. Vinieron entonces las burbujas y la banca quebró. El Norte no sabe aún cómo restablecer la economía real. El hegemón no sabe qué hacer, y empieza a plantear el proteccionismo como solución. Demasiado tarde. ¿Cómo revertir la cadena de producción globalizada?

Desde entonces el capitalismo enfrenta la vieja crisis de sobreproducción de bienes de consumo frente aun demanda disminuida, cada vez más agravada. Piensa en la solución tradicional y redescubre la guerra. Demasiado tarde para una guerra convencional, y quizás atómica.

El nuevo emperador ciudadano —a quien su propio establecimiento político le niega capacidades—, percibe claramente la decadencia del capitalismo. Del imperio y de su panacea de la globalización financiera, del neoliberalismo. Ha presentado múltiples propuestas, todas inaceptables para los dos pilares del capitalismo globalizado, para el “estado profundo”, como ellos mismos lo están calificando. El complejo financiero refuerza y potencia su alianza con el complejo militar industrial, se atrincheran y se rearman. La opción militar resurge con mayor virulencia, se recrudecen las guerras en curso. La amenaza de la fuerza se hace presente en todos los mares. Lanzan misiles y la madre de todas las bombas contra el Medio Oriente destinadas a intimidar terceros distantes. Con plena conciencia de poder estos terceros asumen la amenaza replanteando el diálogo. La guerra es evitable, es evitable

Porque el equilibrio global ha cambiado de naturaleza. El eje Este/Sur surgió y se está consolidando como nuevo punto de equilibrio global. La elipse global ha recuperado el foco que parecía diluido. La parte Este del eje, además de bien armada, y de controlar buena parte del comercio internacional, es dueña de vastísimos recursos financieros. Con visión estructural de la coyuntura está dedicado ampliar la infraestructura física de comunicación internacional para cerrar el circuito global que, sin saberlo, inició Colón —nunca lo supo Colón. Jamás el eje Este/Sur va a aceptar la desglobalización, sería atentar contra el nuevo salto de la humanidad.

El Norte occidental, incluida la parte asiática de occidente (la paradoja de países asiáticos miembros de occidente es parte de la lucha global), se divide sin vislumbrar su nuevo rumbo. Entre esperanzada y temerosa al mismo tiempo, una parte vuelve la vista hacia el Este. Otra se envalentona junto al hegemón y cree que el Norte puede resurgir. Mientras una tercera parte, que expresa la síntesis, busca cómo humanizar la globalización. Pegunta ¿será tarde? La crisis global está planteada en términos de una nueva contradicción antagónica.

El Mundo camina como siempre en el filo de la navaja, ahora mucho más filosa. Resurge la lucha de las ideas como solución, en vez de la militar. El eje Este/Sur replantea la reinvención del Sistema de Naciones Unidas, no ve otra opción, como foro de discusión global. El Sistema ha dado de sí como medio de control capitalista, pero no como foro global. Sobre todo han dado de sí las instituciones financieras del sistema —todas ellas comprometidas en la búsqueda de una nueva opción que les permita reinventar y relanzar el sistema para continuar la dominación capitalista global. Mientras tanto experimentan empíricamente, incluso observando y ponderando opciones alternativas planteadas fuera del ámbito capitalista.

La lucha ha pasado al sector monetario. El dólar como divisa global empieza a flaquear y resurge la lucha mundial contra una moneda sin respaldo, planteada desde agosto de 1971. El eje Este/Sur desarrolla su propia divisa. Las monedas del Este cobran vida y se expanden cada vez con mayor éxito, más allá de su propio ámbito. Y las de la parte Sur del Eje aprueban al menos una unidad de cuenta común, y lo están logrando no importa con cuánta dificultad.

De todas maneras, en medio del repudio popular universal, el neoliberalismo continúa asentado. Tembeleque pero asentado, conservando aún el ímpetu de su inercia. Ningún país de la tierra se escapa de su influencia. Hasta las calles del centro de Pyongyang están repletas de vitrinas capitalistas, del escaparate neoliberal.

La única opción de los gobiernos revolucionarios y progresistas del Sur, y de algunos del Norte, es contener el neoliberalismo mediante la negociación estructural. Conforme al enfoque estructural de la coyuntura, con visión histórica global. Nada sucede al margen de la historia.

América Latina y El Caribe

Igual que el resto del Mundo, Nuestra América también se divide. Ahora en dos alianzas. Ambas igualmente armadas. Una real, la Alianza Bolivariana de los pueblos de Nuestra América, que dirige la segunda independencia y todas sus instituciones regionales, y la otra falsa, la Alianza Pacífica —prefabricada por, y agregada al, imperio para traicionar la segunda independencia, igual que hace doscientos años.

La Alianza Bolivariana es parte indivisible del nuevo eje de equilibrio global, del eje Este/Sur. No como elección política a posteriori, sino como causa importante —¿la más importante?, recordemos el incansable periplo universal de Chávez. Una participación indivisible que por lo demás no es nueva, es histórica, es bolivariana, connatural a la independencia. Nació hace doscientos años. Desde entonces Bolívar/América reivindica para sí su verdadero peso específico global.

Resurge el pensamiento de Simón Bolívar, creador de la unidad geopolítica de América, y de su inserción en el mundo con el peso específico que le corresponde. Resurge igualmente el pensamiento de sus continuadores: José Martí, y en particular Augusto C. Sandino —no por nicaragüense, que es nuestro orgullo, sino por latinoamericano de la misma estirpe libertaria de Bolívar y Martí (subrayo a Sandino porque conociéndolo lo ignoramos).

Resurgen, con el mismo ímpetu revolucionario de hace doscientos años, los principios político-ideológicos independendistas de América, definidos mejor que nadie por Sandino cien años después: el nacionalismo, el antimperialismo, el latinoamericanismo, el internacionalismo, y el constitucionalismo. Valores propios. Resurgen conforme a la identidad de cada parcela y de la región en su conjunto, no por imitación o imposición consentida.

Se agiganta Fidel, y Raúl recoge la estafeta. Surge Hugo Chávez, otro gigante universal que, conscientemente como Bolívar, aporta al equilibrio estratégico global —lo releva Nicolás después de su asesinato, como creemos muchos. Surge Evo Morales, el primer líder indígena regional con poder real. Se consolida Daniel. Y gracias a Hugo Chávez surgen líderes progresistas extraordinarios, sumándose a la reivindicación de los valores de la primera independencia: Lula, Kirchner, Correa, Cristina. Sin importar potenciales reflujos, se consolida la revolución por la segunda independencia.

Cobran fuerza los principios revolucionarios de Nicaragua: la economía mixta, el pluralismo político, el no alineamiento, la democracia participativa —la autonomía plena de la nación, como calificó Sandino a estos valores. Daniel los reasume plenamente, insertándolos desde 2007 en la coyuntura global con visión estructural, histórica. Tiene éxito. Tanto que el gobierno revolucionario de Nicaragua adquiere categoría modélica para enfrentar la crisis.

Igual que hace doscientos años el imperio no acepta la segunda independencia de América. Igual que entonces está empeñado en liquidarla. Y también igual que entonces, quiere liquidarla a partir de Venezuela: eje de la segunda independencia y de todas las instituciones regionales que la impulsan y sostienen. Factor clave, quizás determinante, del nuevo equilibrio estratégico global, como ya dije.

Más que petróleo y abundantes riquezas minerales y naturales, Venezuela es la Alianza Bolivariana. Es el eje del peso específico global de América Latina y El Caribe, y de la Comunidad de Estados latinoamericanos y caribeños. Venezuela es parte importante del Equilibrio estratégico global. Es el espectro de Bolívar, del Congreso Anfictiónico, de la identidad unitaria de la región. ¿Cómo no va estar Venezuela en la mira del imperio, y de sus socios, en particular de la Alianza Pacífico?

Olvidan sin embargo que ninguna revolución es derrotada desde afuera. No importa la modalidad que adquiera la intervención extranjera. Las revoluciones se diluyen por falta de ideología propia, o implosionan cuando convierten los mecanismos políticos en principios ideológicos, o simplemente son traicionadas por dirigentes de falsa identidad nacional. La revolución solo es derrotada desde adentro, sentenció Fidel.

De todas maneras el imperio insistirá contra Venezuela, por todos los medios. Insistirá contra ella por todo lo que representa, como ya dije: Líder de la segunda independencia de América, eje del peso específico global de América Latina y El Caribe, creadora del ALBA, de Petrocaribe, y de UNASUR. Alma de la CELAC. Parte consustancial del Eje Este/Sur. Venezuela es la ciudadanía latinoamericana, la autonomía plena de la América Continental y Antillana expresada por Sandino en su Plan de realización del supremo sueño de Bolívar.

En otras palabras, como toda revolución, la bolivariana es atacada por razones geopolíticas. Todo lo demás es valor agregado para el imperio. El petróleo, el oro, el diamante, el agua.

¿Qué hacer?, me preguntan muchos. Lo mismo de siempre es mi respuesta: confiar en el pueblo bolivariano, que hoy día es también latinoamericano y caribeño.

Retos de la región

A pesar de este inmenso avance, en menos de veinte años (desde la implosión del socialismo real hasta el surgimiento de la revolución bolivariana), la región no está libre de retos. Todos estratégicos. Todos importantes en consecuencia. Menciono solo dos.

ALBA, PETROCARIBE, UNASUR, y CELAC son atacadas por el imperio en cada uno de sus Estados miembros, debilitándolos-negándoles carácter de organizaciones unitarias regionales. Mantenerlos a todos ocupados en su propia defensa individual para romper la solidaridad, es la política del imperio. El hegemón sabe que sin solidaridad no hay unidad.

Tanto o más importante que la lucha del imperio contra la solidaridad es la agresión contra la identidad nacional/regional. Contra la historia y la cultura, los dos pilares de la identidad popular. Una agresión cotidiana, silenciosa, subliminal, atractiva, sobre todo para la juventud. “Aideológica” según la envoltura imperial. Nuestros pueblos viven su pobreza en medio del escaparate de la abundancia. Tentación y sensación de riqueza al alcance de la mano. Facilismo imaginario. Derecho natural. Consignado además en todas las constituciones de nuestros Estado.

El antídoto contra el ataque a la identidad es la participación activa y sostenida de los jóvenes en el proceso de cambio de estadio histórico, nacional, regional universal. Sin embargo, la participación es solo la condición necesaria del antídoto, la condición suficiente es la ideología, que no están reñidas entre sí.

Asumiendo inconscientemente la tesis neoliberal del fin de las ideologías, algunos me preguntan: ¿Cuál ideología? Mi respuesta es invariable, la de la primera independencia —América nació a la historia con su propia ideología, el pensamiento de Bolívar es auténtico por propio. El imperio ha querido destruirlo, pero siempre resurge.

La ideología son los valores políticoideológicos que admirablemente definió Sandino en cinco principios: el nacionalismo, el antimperialismo, el latinoamericanismo, el internacionalismo, y el constitucionalismo. Y la revolución sandinista en cuatro: la economía mixta, el pluralismo político, el no alineamiento, la democracia participativa —menciono estos principios como nicaragüense. Cada Estado nuestramericano tiene sin duda su propia forma de expresarlos. Somos hijos de la misma historia.

¿Son principios inmutables? No. Son principios que permanecen para manejar la coyuntura con visión estructural. Porque la de América ha sido prolongada. El nuevo estadio histórico marcará otros valores, mucho más humanos. Así será, sin importar potenciales reflujos —a menos que se desborde la locura contenida de los locos con poder, y decidan hacer desaparecer buena parte de la humanidad

Compañero Presidente, diputadas y diputados

Agradezco sentidamente este reconocimiento y lo recibo como pueblo. Como pueblo, porque todo lo que he hecho en mi vida y seguiré haciendo ha sido y será producto de mi identidad nicaragüense. Y producto de la oportunidad de conservarla y desarrollarla al máximo, según mis propias capacidades. Lo agradezco doblemente porque yo no tengo nada que ver con la cultura de los muertos —Tamagastad y Cipaltonal decían que los muertos van a la tierra. Que solo los héroes van hacia arriba. Paro arriba era hacia donde sale el sol

Parafraseando a Ortega y Gasset, a estas alturas de mi vida puedo afirmar con propiedad, o casi, que toda vocación encuentra su circunstancia. No importa la variada forma que va adquiriendo la circunstancia a lo largo de la vida, siempre es la circunstancia. Empecé como visitador médico, luego vendiendo reencauche para llantas viejas, después productos infames, casa por casa, en una macrociudad. Y ahora escribo permanentemente.

Siempre escribí, sin embargo, siempre. Desde informes de distinta naturaleza, hasta análisis socioeconómicos coyunturales a lo largo de Centroamérica, por más de diez años. Siempre con sentido histórico, cada vez con mayor precisión.

También recopilé buena parte de lo que hice durante mis Misiones Diplomáticas. Las edité en el 2005, para mi propia biblioteca. Con sano orgullo, compañero Presidente, le hago entrega de esta recopilación.

Muchas gracias.

*Aldo Díaz Lacayo es un diplomático, historiador, escritor, editor y librero nicaragüense. Director de la Academia Diplomática, Vicepresidente de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua y Vicepresidente de la Sociedad Bolivariana de Nicaragua.

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