NÍTIDO, INMENSO
Por Marcela Pérez Silva
Una nube de ternura nos envolvió como un abrazo al cumplirse el quinto aniversario de tu partida. Hay quienes le dan nombres bonitos como “tránsito a la inmortalidad”. Para mí es partida: porque estabas y ya no estás, aunque yo te siga hablando como si estuvieras y hasta discuta contigo, como hacíamos antes de ese día en el que nos dejaste sin avisar.
Cinco años pesan, no fregués. Con decirte que los mellizos ya se afeitan… Y tú sigues estando sin estar, en todas las cosas que en tu nombre hacemos para seguir sintiéndote: nítido, inmenso.
Dice Gigi Varese que dejaste en el poder a Daniel y partiste, sereno, a seguir combatiendo al imperio. Para mí que te hubieras podido quedar un rato más a ver los logros de tu gobierno (en materia de seguridad ciudadana, reducción de la pobreza, participación de las mujeres…) ¡qué para combatir al imperio nos tenías a tu lado junto al pueblo!
Estuve con los chicos, hace poco, en la bella ciudad donde naciste. El alcalde nos acompañó a dejar un corazón de flores amarillas bajo una escultura que te retrata de cuerpo entero junto a Carlos Fonseca. Tu hijo Juan, que parecía una segunda escultura tuya por lo idéntico, leyó tus versos:
El heroísmo,
las brasas,
los rayos del sol te pertenecen
(...)
Te acordás cuando te dije
Carlos, hermano.
Camila contó que no permitías ni por el diablo que te dieran la mano para ayudarte a bajar de la tribuna. ¡Primero se cae el imperialismo! -rugías encachimbado-, pero jamás te caíste. Víctor Prada, Yamile Caparó y Lucero Páucar escenificaron tus poemas y yo canté las canciones que compositores de distintos países han escrito inspirándose en tu obra poética y tu ejemplo vital. Matagalpa, tu patria primera, recibió con el corazón abierto y la sensibilidad a flor de piel al ejército de músicos y locos creadores que te rindieron homenaje.
En estos días hemos recibido retratos y poemas dedicados a tu memoria por artistas ilustres y autores anónimos. Ever Arrascue te pintó congregando al arco iris, Luis Morales Alonso te labró en hojalata, con tu bandera rojinegra y tus ríos de leche y miel. Chayo, nuestra vicepresidenta, escribió una hermosa semblanza de ti: te llama caleidoscopio: sorprendente guerrero, singular conspirador, raro filósofo, amante empedernido, anárquico, exuberante, indómito e ingobernable... Ya el poeta Coronel Urtecho había dicho que eras el más multifacético de los hombres que había encontrado en su vida.
Y eso es lo que refleja la muestra “ROSTROS DE TOMÁS” que con tanto amor ha curado tu hija Camila. Más de ochenta fotos tomadas de nuestro álbum familiar y del Archivo Barricada del Instituto de Historia de Nicaragua y Centro América, reflejan el prisma que fuiste: comandante, poeta, agitador, preso político, guerrillero, diplomático, orador, periodista, ministro, héroe, dirigente y hombre, marido y hombre, padre y más hombre[1]... Completan la muestra tus objetos personales: tus uniformes, tu reloj, la gorra que te regaló Fidel, tu pañoleta sandinista, los libros que escribiste, los diplomas y medallas que te impusieron, las dedicatorias de los escritores que te admiraron y los retratos que, de Guayasamín a Pérez de la Rocha, te hicieran algunos de los más grandes artistas de Nuestramérica. La muestra, que se exhibe contemporáneamente en el Palacio Nacional de la Cultura y en el Teatro Municipal de Matagalpa, permanecerá abierta hasta el 25 de mayo.
Para terminar, quiero contarte que fuimos a un colegio que lleva tu nombre en Valles de Sandino. Una banda de paz (que no de guerra!) nos recibió en medio de un estruendo de tambores y algarabía, mientras un enjambre de chigüines de preescolar nos rodeaba de amor. Una niña hermosa me abrazó muy seria y me aseguró: “Su novio descansa en paz”. Los chicos de la secundaria recitaron los premonitorios versos que le dedicaste a Daniel:
Los niños no serán especiales, solo únicos
(…)
El futuro viene, hermano,
se acerca despacio,
pero viene.
Una parejita bailó folklore en honor tuyo y cautivó a todo el mundo. Los excelentes bailarines son alumnos de inclusión: ella tiene síndrome de Down, él es sordo. Nadie lo notó, por cierto. O tal vez lo notó Sebastián, nuestro hijo que tiene autismo y que ese día estuvo más feliz que nunca.
Aquí estás Tomás, escribió Daniel. Y es cierto.
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