Portada de antigua versión de Revista Libre Pensamiento

domingo, 7 de mayo de 2017

LOS CUENTOS DEL MACHO RATÓN". También conocido como "El Racho Matón" 2)“ EL MONEXICO”


LOS CUENTOS DEL MACHO RATÓN". También conocido como "El Racho Matón"
Oscar Ulises Cortés Tapia

2)“EL MONEXICO” 

“CONSEJO DE ANCIANOS Y ANCIANAS”

Entonces, compañerito, compañerita, fervientes lectores; hoy tenemos que empezar a olvidar… Olvidar todo lo que nos han dicho, remarcado y metido en nuestro intelecto que quieren sometido…

Permítanme, pues, refrescarles la memoria; el subconsciente colectivo; para revivir la magnificencia de nuestras grandezas pasadas, cuya semillita fecunda permanece ante nuestros ojos, en lo invisible del cotidiano, que corre y corre tras lo inexistente: el tiempo; y sepan cómo y cuándo se formó el “Ejército de los Pueblos”; “La liga”, en su traducción oficial; bajo el mando del Huehuetzin o Güegüence, el “Venerable Sabio”4, quien justamente había llamado a reunión al “Consejo de ancianos y ancianas”, el antiguo “Monexico”, para sesionar, a raíz de los recientes acontecimientos negativos, en la “Provincia” de Nochari; más exactamente en las laderas de la caldera de la laguna de “Atlpoyeque” o “Agua Salobre” - a la que dicen que Oviedo llamó “la laguna de Diriá” o “laguna del cerro”- para discutir del porvenir de su raza… 

Es decir, no sólo se encontraban sobrevivientes de tribus locales, sino que también habían concurrido otros renegados quienes, justo antes del arribo de los bárbaros sin escrúpulos, responsables de la destrucción de nuestras culturas sofisticadas, no se toleraban tanto entre ellos mismos; pero ahora se habían acercado, pese a ser rivales seculares, por “padecer las mismas miserias, albergar los mismos sentimientos, tener el mismo enemigo y soñar todos con un mismo mejor destino (…) con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo”…

Desde el punto más alto de los bordes de la caldera, se podía ver cómo se reflejaba la luna llena, color ámbar, sobre las aguas cristalinas de la laguna, con sus tintes azul turquesa; azul esmeralda… 

El cerro boscoso dejaba escapar la percusión del huehuetl, equivalente de un tambor, hecho con cuero de “tlatlauhqui-ocelotl”, trabajado de un modo ahora desconocido, de manera tal que el sonido emitido por sus entrañas, era rápido y sonoro: veloz como un jaguar enfurecido…

Ya las reducidas tribus aledañas, atentas, sabían lo que esto significaba…

Y por eso, cada guerrero, anfitrión o huésped, al percibir esa percusión traída por el viento, repetía mecánicamente, como susurrándolo para que no se escapara en un eco vano y con toda firmeza: “Yaoyotl… Yaoyotl… Yaoyotl”5… 

Mientras que otros soltaban un “naganyu”6 expiativo, a la vez que se dirigían al lugar acordado… 

En relacional lugar mencionado, les puedo afirmar que se ubicaba en una suerte de cueva que antaño existía, la que desapareció a causa de un deslizamiento de terreno provocado por los frecuentes sismos que afectan la zona, pero ustedes, ¡lectores advertidos! pueden no creerme... 

Era no tan lejos de dónde se encuentran unos petrograbados autóctonos; señal de ser un vetusto sitio ceremonial… Éstos aún se pueden apreciar en la actualidad…

Ahí, el “Güegüence”, o “Huehuetzin”, se mantenía estoico y calmo, mas en realidad ocultaba fuertes dolores, por ahora escondidos en lo más profundo del alma, asimilándolos por dentro, con su psiquis lacerada…

En ese mundo apocalíptico, la tensión era palpable: pues algunos, como él, deseaban irse de ese mundo ingrato, realmente no por impulso suicida, sino para enfrentar al enemigo con todos los honores que caracterizaban a los “hijos del sol”, águilas 7 invencibles que vencen lo perecedero del recuerdo tras la muerte, con su gloria…

Otros, en cambio, pensaban que se estaba preparando una retirada organizada hacia las montañas del norte: donde los Matagalpas, los Chontales o los Lencas de Ocotal; o ¿qué tal hacia la costa de los Miskitus, Sumus, Ramas, Ulwas y Mayagnas?; decían; tierra adentro, donde otras tribus poco numerosas ya habían efectuado el desplazamiento semi forzado, semi rebelde, para escapar de las torturas bárbaras que los rubios barbudos, adoradores del becerro de oro, infligían sin piedad ni compasión. 

Pero el “Huehuetzin”, quien había sufrido atrocidades a manos de los blancos (las cicatrices en su cuerpo hablaban por sí solas), tenía en mente una idea totalmente distinta. Por un lado, él ya sabía que la diferencia armamentista de los “monstruos salidos de la mar” hacía unos cuantos años ya, no les permitiría vencer militarmente al enemigo: las armas de fuego, las ballestas, la caballería, las atrocidades cometidas, las muertes y los asesinatos masivos, eran lo suficientemente convincentes para saberlo…

Sin hablar del hecho que la gente estaba desapareciendo, lo que no permitía emprender una lucha equitativa. En efecto, la población era esclavizada hasta morir: tanto en casa de los soldados invasores, a través de “la Encomienda”8; como en las pequeñas minas del país, o vendida en las de Perú u otras naciones con más reserva aurífera, en el caso de los varones… 

Las mujeres fallecían lejos de sus familias, encerradas en casas hechas para que hilaran cantidades inhumanas de algodón, permaneciendo meses en precarias condiciones; o simplemente eran violadas a muerte, pues eran obligadas a ejercer la prostitución, usadas para la sobre-explotación forzada en forma de esclavitud sexual que dio inicio a la masiva Trata de personas de nuestras antepasadas.

Por lo tanto, el drástico descenso poblacional causado por el sistema impuesto por los blancos, no permitía el renuevo poblacional, ni por ende, seguir emprendiendo una confrontación directa. 

Tampoco podían desistir y abandonar la lucha; puesto que, por otra parte, la lenta agonía de su cultura que, conllevaría a su exterminio, era algo inevitable. 

Por eso era menester realizar algunas acciones concretas que permitirían un sincretismo seguro y que, a su vez, dejarían sobrevivir algunos rasgos fundamentales de la civilización nahua-pipil, mangue-chorotega y demás; al mezclar sus raíces en la simbología de ese extraño nuevo mundo ambiguo, cruelmente insensato. 

Y al quedarse pensativo sobre lo planeado para reorganizar a su pueblo desintegrado, el Güegüe se puso a rememorar nostálgicamente la vida antes del día fatídico en el que los blancos penetraron su aldea a caballo, en unas de esas famosas “cabalgadas” que practicaban alegremente los genocidas ejércitos repletos de ignorancia, en busca de mano de obra y de cualquier material de “valor”, dejando sufrimiento y destrucción tras sus pasos pestíferos… 

Mientras tanto, el suave murmullo de la gente que iba entrando, zumbaba cada vez más; sin que lo notara aún el “Venerable Sabio”, líder incontestado del momento, perdido que estaba en sus recuerdos melancólicos…

Apartándose del tema principal que nos ocupa, se puede decir que era algo impresionante ver a los “tapaligües” o “tapaliqui” y a los demás “soldados” tomando paulatinamente posición en ese “grepon”9 improvisado…

Hay que saber que el término “tapaligüe” significaba literalmente “el esforzado, el que tiene valor”, y no eran sino guerreros experimentados; destacados por haber capturado a más de cinco presos de guerra en una batalla; los que se reconocían por sus cráneos deformados voluntariamente desde la infancia (siendo esto una característica de nuestra cultura), que rapaban, dejándose una coronilla de pelo y una cola que hacía una especie de penacho, cuya forma comparan a la de una bellota, como corte distintivo específico de ellos. 

Y en ese momento, el porte y aspecto noble de los militares diestros en el arte marcial desaparecido, mostraban la dignidad de nuestra antigua raza abatida. 

Además, la luz tenue del lugar, que danzaba al son de las llamas de las antorchas, hechas con resina de ocote, sacudidas por el viento que entraba repentinamente, hacía bailar las sombras amenazantes de cada combatiente, realzando la realeza de su linaje en estos momentos dolorosos. 

Algunos portaban sus macanas-espadas de obsidiana bien afiladas, que llamaban “macuahuitl”10, e iban protegidos por el famoso “chimal”, escudo hecho con piel de fieras de montaña o plumaje de aves preciosas y madera; otros se apoyaban sobre los intimidantes “tecuz”, especie de larga lanza con punta de piedra, que sostenían firmemente, empuñándolas sin soltarlas; tal cómo empuñaban sus innovadoras “sarisas” los soldados de las falanges macedonias; provocando fuertes estragos en las líneas enemigas; pero lo cierto es que todos mantenían sus tecpoatl 11 afilados al cinto. 

Los tatuajes en formas geométricas hechos con carbón, los cuerpos pintados de rojo “achiote” o negro “xagua”, contribuían a resaltar la rudeza de sus rasgos firmes y de sus miradas ágiles, definiendo a la vez sus músculos fibrosos y fuertes; sólidos de tanto entrenamiento bélico y vida selvática; dándoles un aspecto casi místico, en todo caso, temible. 

Así, la seriedad en sus ojos y la pesadez del ambiente eran característicos de aquella gente que había preferido darle otro tipo de regalo al nuevo enemigo: “la muerte en presente”, para parafrasear al satírico poeta lírico-yámbico, el arcaico griego Arquíloco…

Entre el gentilicio bullicioso, se podían distinguir, más fieras y orgullosos que otros y de cierta manera, inspirando más respeto que todos los demás asistentes del “Monexico”, a algunos “teytes” y “calachuní”12 que todavía portaban distintivos de jade y de oro, en sus rostros, en sus dientes, como prendas; y en sus brazos, antebrazos, muñecas y tobillos, como brazaletes, un poco al estilo de los antiguos luchadores del “ancestral” “Muay Boran”13 de la majestuosa Tailandia… Sólo que con esos materiales…

Ahí se encontraban personas de diferentes pueblos, para mencionar algunos: Chorotegas de Nagarando; adoradores de Xolotl; y de Nenderí; indomables Monimbós, una de las comunidades más resistiva; Diriás; Diriomos; Mombachos así como Nandaymes y Xaltevas…

También estaban unos sempiternos adversarios de Cholula 14, es decir, unos Nicaraos; pero además habían Masitandes; Mandapios; Lomas; y un Chontal de Oaxaca, mas contaremos la vida de esa singular persona en un momento más apropiado. 

Por supuesto, no fallaron los fuertes Sutiavas, también conocidos como Maribios o Ocan-Xiues, de origen Telpaneca; ni los Imabites; acompañados de un Tacacho, población que ya estaba a punto de desaparecer y que era originaria del pueblo vecino llamado Yacocoyagua, etnia poco conocida en la actualidad… 

¡Ah!… Y entre tanta gente belicosa, casi se me olvida mencionar a un personaje especial, cuya historia será el tema del siguiente cuento, y que se había colocado un poco en retiro del Güegüence, aparentemente ocupado en terminar de tallar o ensamblar, con una técnica específica, eficaz, algún pedazo de madera ya pintada de negro, incrustada con oro, piedras preciosas, perlas, que iba tomando forma, sin poder ver cuál con exactitud, ya que se mantenía en la semi sombra, pendiente de todo, sin que se notara; como alguien instruido; esperando pacientemente el desarrollo de los eventos y el momento en que le tocaría actuar. 

Es preciso añadir que él era un Chorotega de Masaya, lo que en su lengua desaparecida significaba “dónde llueve el fuego”– y que había sido designado previamente por el Güegüe como el principal “tapaligüe” puesto que, por su locura guerrera, su ausencia de miedo ante el dolor, así como por su genio en estrategias y su determinación inquebrantable, era visto unánimemente, entre la gente de esa peculiar asamblea, como el más valiente entre todos los valientes… 

Parecía que ¡al fin! los pueblos se habían unido, aunque fuera por la emergencia, sin importar las diferencias, tal una dura lección aprendida demasiado tarde, sí; tal vez; pero siempre a tiempo para ser grabada en su información genética. 

El resto, es una ilusión; es sueño; y como lo sabe el poeta sabio: “los sueños, sueños son”... 

Y por cierto, hablando de sabio, el “Huehuetzin”, quien también fungía como Teyte “coordinador”15, era de origen Nicarao; por lo que habían preferido usar el nahua clásico como idioma, un poco a la manera de lenguaje oficial. 16 

Regresó poco a poco su espíritu a él, al mirar que la junta estaba casi completa: casi, pues faltaba aún el sector de las mujeres, quienes iban a participar en el “Consejo”, ellas que en las sociedades autóctonas, no eran sistemáticamente apartadas de los espacios públicos con toma de decisiones tan importantes como ese, u otro tipo...

Hay que saber que sólo los buenos gobiernos permiten semejante ocurrencia… 

Es preciso agregar que, en la Baja América Central, los Chorotegas se destacaban por incluir al género femenino para debatir de los asuntos de la comunidad, más que otros “clanes”...

De repente, sin más tardar, como si hubieran surgido desde las sombras, aparecieron en representación de su género; con aire grave; las que habían llegado para asistir con ansias al Monexico desde ya instaurado, el que sería uno de los múltiples focos y semillas de rebeldías que brotarían y seguirían brotando en nuestro continente irreverente y aguerrido que hablaría al unísono (aunque dispersamente), gracias al proceso de descolonización emprendido en este preciso instante, al menos en ese lugar: hablo respecto al irrespeto de los nativos ancestrales, ante la destructiva educación impuesta en ese período, que violó tantas mentes destruidas... 

En fin, ellas eran unas luchadoras decididas, incansables y el grupo lo integraba, desde una distinguida mujer líder guatepol 17 hasta – sabrá algún “dios” por qué – una de las famosas guerreras de Coto, fieras ellas también en el manejo de la lanza, pertenecientes al no menos famoso pueblo Huetar, de etnia Chibcha, antigua enemiga sureña de los Nicaraos. 

Esta noche, toda la gente presente pactaba entre sí ¡Hasta los Corobiçíes!; ante las preocupantes pestilencias, dolencias y violencias que los hacían sucumbir...

Claro, ese pacto era voluntario y personal: no significaba que la etnia entera se envolvería en la lucha armada, sin embargo, puesto que las circunstancias habían cambiado muchísimo, se daba…

A guisa de 18 inicio, se quemaron inciensos usando el copal milenario… Bebieron un poco de la bebida sagrada “xocolatl”19 servida en vasos de barro pintados con arte y se realizaron algunos cantos con bailes en nombre del concepto encarnado por Mixcoa 20, “la nube de serpiente”, a la vez que algunos y algunas vertían un poco de sangre para honrarlo.

Al finalizar la pequeña ceremonia tradicional, el Güegüence posó su vaso vacío… 

Decidió comenzar y así expuso la situación a sus compañeros de lucha; y a sus compañeras en la asistencia: 

- “Queridos hermanos en la Tierra… Queridas hermanas que nos honran con su apoyo incondicional… Tengan ustedes una excelente noche…”

El silencio se hizo de inmediato y las caras compungidas por la impotencia estaban totalmente absortas.

- “Recuerdo antaño, cuando…” – tomó una breve pausa – “… los “dioses” 21 que explicaban nuestro desconocimiento ante los cimientos del universo y su reflejo terrenal, los cuales nos rodean y de los cuales no nos escapamos, se satisfacían con un equilibrio constante, alcanzado a base de esfuerzos sin fin, para compensar los flujos y reflujos de la consciencia… 

Teníamos nuestras imperfecciones, como toda dualidad, pero en ese tiempo era algo común comulgar con el río que nutre nuestra sangre, nuestras lágrimas, nuestras risas libres, jocosas, por las consecuencias de no “poseer” 22 nada... 

En ese entonces, el tzanatl comía lo que necesitaba y tal vez agarraba unas cuantas cueyatl descuidadas, mientras que el ocelotl se deleitaba con un mazatl rezagado y el cipactli 23- el primer animal en la tierra- acechando en un río, en un lago o en laguna alguna, esperaba que una especie de cualquier eslabón menos adaptado o menos preparado, cayera en sus fauces envenenadas...24

Y todo era parte del orden natural de las cosas… 

Los mamíferos que somos, pagábamos nuestros tributos en muertes honoríficas sin quejarnos, y cobrábamos a los seres selváticos algunas vidas superfluas: 

Y todo era parte del orden natural de las cosas… 

La armonía se mantenía correctamente, aún entre nosotros...

Pues, nuestra madre común, Cipactoal 25, daba para todos y todas. 

Ahora, desde que los inmundos seres inhumanos viciosos y mentirosos engañaron a nuestros “dioses” principales, en nuestros propios teoba 26, violando hasta nuestras hijas pequeñas 27 ¡oh! ¡Blasfemia suprema! y triturando a nuestros hijos ante sus madres indefensas, sometidas bajo los abusos y vejaciones sexuales grupales, cometidas en masa, por los pervertidos “cheles” desgraciados; Miqtanteot y Bizteot, el “sidz”28, destronaron a Tamagastad 29, desplumando en sus pasos mortíferos, a Quetzalcóatl 30; para sembrar muerte, miseria, desolación, hambre, ignorancia y destruición 31, ante los ojos estupefactos de chalchigüegüe 32 y de nuestra “Gran energía Originaria”; Thomateot; rompiendo el orden natural de todas las cosas, irreversiblemente...”

(La asamblea estaba impactada)…

“Pero por ese caos, compañeros; compañeras: 

¿Acaso debemos culparlos sólo a ellos? 

¿Acaso son ellos, los que llegaron moribundos a nuestras tierras, son los únicos responsables de la desaparición de lo que fuimos, mientras duró el efímero momento de luz fugaz que representan nuestras vidas? 

Lamento decirles que nuestra conciencia evolucionó apartándose de la realidad, para poder justificar nuestros miedos e ignorancias. La superstición imperó en masa, y los “dioses” que nunca fueron de verdad, están desapareciendo. 

Algunos dicen que nos abandonaron, pero... 

¿Cómo podrían cometer semejante traición, si nunca han estado realmente? 

Real en nuestras mentes pero fuera de lo real: y es cuando nos separamos de ella; la realidad... Pues, ¿no somos parte de la creación-creadora que se va moldando a sí misma, con la misma materia prima que encuentra siempre el Universo, en el cual estamos vibrando? ¿Cómo escapar entonces, mientras portamos la atadura del cuerpo y aún sin ella, de esa simple verdad muy concreta? La única que vale: el entorno y el más allá…

Más allá del cielo, en la dimensión de los astros, que fueron tan serviciales con nuestros pueblos indignos. Indignos, porque no fuimos capaces de ayudarnos ni de compartir… Producir nuestro propio calor e intentar brillar como la citllali 33 en su austera dimensión. 

Nunca nos hemos unidos como pueblos-complementos que somos. 

Nunca dejamos a un lado la ignorante y supersticiosa – por lo tanto perniciosa – opinión religiosa 34 infundada que carece de argumento sólido, para enfocarnos en lo lógico…

Y henos ahí invadidos… Divididos… 

Cayendo, sin defensa, ante las enfermedades traídas por el pueblo de la cruz de madera infértil: la dadora de muerte.

Pero, en verdad, no es hora de lamentar; al contrario, yo se los digo: podemos estar orgullosos”… Se quedó en suspenso por un instante relativamente corto, mirando hacia las mujeres y luego añadió rápidamente: “… y orgullosas 35... 

Justamente por lo que no fuimos: es decir, unas bestias salvajes, tal como lo son ellos…” 

Cuando pronunció estas palabras, se alzaron gemidos desde los corazones guerreros heridos y la líder de las mujeres, una anciana sabia, venerada por su saber y su experiencia ella también, no pudo impedir soltar una lágrima que, descendiendo, irrigó su piel maltratada por el estrés. 

Hasta el “tapaligüe” principal, posicionado en retiro, se detuvo bruscamente cuando iba a colocar un diamante sobre algo que parecía ser una máscara… 

Y prosiguió sin cólera el “Huehuetzin”, describiendo exactamente tal y cómo era su visión acertada de los visitantes parasitarios: 

“… Son el vacío encarnado en humano, fríos que son, ciegos ante la imperfección que hace perfecta toda cosa bipolar y asimismo, quedan embrutecidos por el material cegador que ciertamente, por más cristianos que sean, no podrán llevar consigo al fallecer. 

Por estas razones, querida asamblea valiente y noble, el fuego del yul 36 que nos mantiene vivos, ellos lo mantienen apagado. 

De ahí su extrema crueldad insensible…

Así, si lo pensamos bien, después de todo, son unos seres lamentables…Dignos de vivir el encierro corporal de la manera enfermiza en la que parecen torturarse durante su existencia; pues la ansiedad los consume vorazmente…

Y eso es normal, cuando sabemos que la mentira, la traición, el miedo a vivir y a morir, la falsa palabra, la “sinvergüenzada” y la falta de honor, la libido mórbida que los caracteriza, la pereza y todos los vicios adictivos que ustedes observan en ese pueblo invasor perverso, son el sustento de su espiritualidad… 

Son el alimento mental negativo que sostiene y entretiene permanentemente sus consciencias. 

Son la semilla que albergan muy adentro de ellos mismos y que riegan con las aguas de ese tal “dinero”37. 

Y les pregunto: 

¿Cómo escapar de la fuente interna de dónde emanan todos nuestros pensamientos y que concretiza o garantiza la ejecución de los mismos? 

Estamos atrapados en ella, hechos por ella: somos su resultado aplicado… Es algo imposible de obviar, al menos sin un dominio claro del cuerpo y un poderoso control de la propia mente, que propiamente, en todo caso, iluminaría el ser capaz de tanta fortaleza en su voluntad… No lo hundiría tal como se hunden estos sub-seres humanos… 

Seres inferiores desde lo interior: pues usan la ley inferior antes que la superior… 

El odio, antes que el amor… 

¡Ja!…

Por eso, a pesar de querer disfrazarse con esa falsa superioridad, no dejaran de sufrir las consecuencias de sus actos desequilibrados, que los arrastrarán hacia la espiral sin fin de su propia destrucción paulatina en todos los planos; es una Ley Universal… Se aplicará quieran o no… 

Téngalo por seguro…

Aunque no les prometo ver su descenso… Ya que nos faltará tiempo…

En cuanto a las armas que tienen, la manera de hacer guerra, la manera de vencer y de tratar a los vencidos, son simplemente repugnantes. Pero están en el grave error de pensar que la violencia los mantendrá siempre en ese falso poder que ésta engendra…

Es porque son seres vanos… 

De hecho, cuando lo pensamos, destruir, en verdad, es cosa de niño vanidoso….Cualquier cría paradójicamente incapaz de alimentarse por sí sola, es capaz de destruir cualquier objeto quebrantable en su posesión… 

¿Pero quién es capaz de construir tras aprehender, absorber, observar, aprender, compartir? ¿Quién puede reparar lo que está roto? ¿Quién sabe devolver la vida a lo que ya no la tenía? ¿Quién logra crear de la nada, más que la misma creación? … Asimilar sin juzgar ya es un gran logro”, agregó, recordando que no somos nada ante la creación todopoderosa…

“El verdadero poder consistiría entonces en crear y proteger lo frágil para fortalecerlo, no en aniquilar lo existente” afirmó alguien desde la sombra... 

El “Güegüence” aprobó con la mirada y prosiguió contestando: “pero esto es algo que ellos no son capaces de comprender, porque ni siquiera son capaces de escuchar… 

Nosotros a cambio, entendemos que su pobreza mental los hace más fácilmente moldeables y manipulables, guiados que son por el hambre, la desesperación y la ignorancia emocional… Y así, algunos continúan lucrándose vilmente, a despensa de los debilitados, viviendo una vida rastrera miserable, dónde todo gira en torno a su abominable placer glotón de cualquier índole, ocioso e insaciable. 

Además, nosotros hemos decidido que sabremos aceptar nuestros errores: ¡y lo que se nos escapó en la derrota también!

Tenemos que estar claros que llegó el fin de nuestro mundo conocido, de nuestras costumbres… 

¡Nuestras tradiciones ancestrales!

¡Nuestras creencias!

¡Nuestro saber!

¡Nuestros juegos!

¡Nuestra ciencia!

¡Nuestra matemática!

¡Nuestras artes marciales!

¡Nuestras artes y bellas artes!

¡Nuestra arquitectura!

¡Nuestro ingenio asombroso – puesto que hasta a ellos les asombra! 

¡Nuestra manera de amar!

¡De hacer justicia!

¡Todo! 

¡Todo está desapareciendo!

No hay vuelta atrás: en un futuro próximo, la gente nuestra que quedará, habrá olvidado cómo trabajábamos, cómo amábamos y cómo moríamos 38… 

Ahora, sólo quedan propuestas… 

Las propuestas para mitigar… 

Son las que hemos venido a ratificar ante nuestra fraterna junta experimentada y dispuesta a todos los sacrificios.”

Fue cuando “la junta” soltó unos gritos de exclamación, guturales, animales; en fin, propios para expresar fuertes emociones de coraje y de valor que mostraba la determinación para asumir lo presenciado y lo venidero, pacientemente, sin más remedio, como personas honorables que valoraban más la gloria que la fortuna, como seres que miraban la muerte como una simple transición, poseyendo en sus logos y praxis, referencias totalmente diferentes de las que podemos conocer y ajenas a la visión judeocristiana tan cerrada del mundo…

A pesar de ser superiores en muchas cosas, sin embargo, nuestros pueblos originarios y autóctonos, que llevamos en los genes, eran inferiores en tecnología, principalmente por no matar a gran escala de manera insensata con el fin de poseer sin sentido, sin moderación y por ende, no desarrollaron el armamento necesario a tales fines… 

Y por ser limpios: no sabían que existían enfermedades tan asquerosas que brotaban en pandemia, como la peste por ejemplo…

Recordemos que una de las causas de mortandad de los pueblos originarios, fueron las enfermedades contraídas a causa de los europeos promiscuos que ni se bañaban, ni conocían el jabón y cuya dentadura era muy mal cuidada; podrida; siendo éstos, portadores de bacterias, enfermedades venéreas e infecciosas que al transmitirse a una población sana, de manera involuntaria y luego voluntaria, ésta conoció lo que era tener un foco creciente de plaga epidemiológica, por primera vez…

Pero bueno, el Huehuetzin se mantuvo calmo, vencedor de los tres planos que era; él también; es decir, tal como el místico egipcio helenizado Hermes Trismegisto, el “Tres veces grande”, personificación de la serpiente creadora Hermes-Toth… 

Y firme… Una vez más, retomó la palabra entonando la siguiente canción: 

“Escuchen en ustedes mismos 

Y miren en el Infinito del Espacio

Y del Tiempo. 

Allí se oye el canto de los Astros, 

La voz de los Números, 

La armonía de las Esferas. 

Cada sol es un pensamiento 

Y cada planeta un modo de este pensamiento. (…) 

¿Qué hacen los Astros? 

¿Qué dicen los números? 

¿Qué ruedan las Esferas?: (…)

Ellos dicen, 

Ellos cantan, 

Ellas ruedan, 

Sus destinos…39

Y yo les pregunto: 

¿Cómo quieren ustedes su destino? 

¿Acaso el tiempo y el espacio están disociados? 

¿O es falso que se interpenetran de tal manera que interpretados correctamente representan: el movimiento?…

Lo único que es concreto…

Mas, no lo olviden: el Todo, es Uno… 

Y eso debe ser la base de nuestra lucha… 

Movimiento y Unidad… 

Les aseguro que nada será fácil: pues el enemigo tiene fuerza… Su avaricia lo complica todo… 

Pero nosotros, seres de luz; que no hemos olvidado nuestro origen celeste, seguiremos centelleando, pese a habernos diluidos en falsas esperanzas que actúan como drogas adormecedoras, dejando paso a los abusadores del poder –tanto a lo interno como con los invasores– ellos que son siempre astutos, ellos que están siempre dispuestos a opacar al que brilla para satisfacer sus infames voluptuosidades, porque después de todo, la carne funciona igual en cualquier latitud, cuando vive sin auto-control y se ahoga en la materia…

Nosotros, lucharemos para que, lo que fuimos, permanezca aún a través de los siglos cíclicos, en lo que será alguna época remota…

Y he ahí nuestra victoria: el traspaso de la esencia de nuestros seres dentro de ese mestizaje forzado que padecemos...

Pasaremos dolor, amor; sufriremos hambre y muerte y frustraciones; pero seremos rescatados de la prisión terrestre a la que nos atan nuestros cuerpos carcelarios, sin remordimientos... 

Tendremos que ver con los ojos del espíritu, de la consciencia y actuar en consecuencia…

Así, las futuras generaciones recordarán que fuimos gente colorida, de alma pura, gente luchadora, llena de música y de vibras positivas, alegres por bailar las emociones que encerramos, dominando nuestros miedos más profundos: sin temor a morir, sin temor a vivir, plenos de nuestros sacrificios... 

Y de ese modo, sin esperar nada más, nos mantendremos libres, siendo dueños de las pasiones que por dentro nos quieren controlar, aumentando, en la eternidad, nuestra energía vital, a la vez que decaiga el cuerpo moribundo…”

Entonces se escucharon los murmullos nuevamente; toda la asistencia estaba conmovida, entusiasta; mientras que el tapaligüe de Masaya, el guerrero más rudo, continuaba ocupado con su creación artística emblemática y sopló sobre la madera quitándole el polvillo generado por la pulida y el ensamblaje…

El “Güegüence” miró hacia él y luego a la asamblea y les dijo con tranquilidad: 

“Nos hemos reunido hoy para hablar de un tema sensible que no puede ser obviado más… 

Se trata de nuestra Resistencia ante el exterminio… 

Ahora bien, he aquí nuestras propuestas, discutidas individualmente con sus guía-líderes y que, como les decía, venimos a ratificar ante ustedes…”

El claro-oscuro resultado del contraste entre la cueva sombría y la luz de la antorcha, le daba al “Güegüence” cierta majestuosidad; sobre todo al hablar de esa manera:

“Abriremos dos frentes de batalla: la resistencia activa y la resistencia pasiva… 

Quisiera aclarar sus mentes poderosas, acostumbradas a aguantar los fardos pesados de la existencia y decirles que, si bien es cierto que no tenemos la fuerza para vencer armamentísticamente en un campo de batalla, al menos tenemos la fuerza de voluntad, la única que eleva a un nivel superior…

Y esa fuerza de voluntad dará fe de nuestra abnegación en el proceso de enajenación y alienación por el cual pasaremos los decididos: los que no tenemos nada que perder… 

Nuestro ejemplo de lucha será una onda expansiva ascendente para quien pueda captar sus vibraciones, las que permanecerán en el magnetismo de la tierra, despertando las consciencias embrutecidas por el sistema de esos blancos… 

Un sistema asqueroso y repugnante, donde la falta de valores es muestra de fortaleza, mientras que la búsqueda práctica de la virtud, es toda una debilidad… 

Dónde, el afán de lucro, prevalece sobre el bien común… 

En verdad, no me interesa vivir de esclavo para nutrir a los amos inútiles, los que sin nosotros, no tendrían tanto material fútil que estiman muy por encima de una vida humana… 

¡Tal como un niño caprichoso y mal-criado que no tiene consciencia de los demás!

Así que,ya lo saben: 

¡Que no luche con nosotros quien no esté dispuesto a morir…!

Ni el que no esté convencido que los resultados sólo se apreciarán en los ciclos que vendrán, tras nuestra desencarnación, porque les repito: no seremos testigo de ello… 

Que no luche quien no quiera perder su vida “normal”; pero a éstos hay que advertirles”…

En ese momento, en sus ojos hubo una transformación; su mirada era ya diferente y el timbre de su voz, más grave:

“Que no interfieran en nuestros asuntos, ni crucen nuestros caminos, porque no responderemos de nuestros actos una vez que estemos lanzados en la batalla desigual… 

No les condonaremos la vida: ni a los traidores peleles que pelean a la par de los psicópatas invasores… 

Mas, si nuestros caminos no se encuentran, los dejaremos vivir libremente su miserable vida de sumisión, en la que tendrán que dormir intranquilos y sin reposo, explotados a muerte, como si no fueran humanos… 

A las mujeres que no quieran aceptar ser esclavas sexuales de uno o varios extranjeros, o que hayan sido atrapadas en esas casas de agonía lenta que llaman “burdeles”40; así como a las mujeres-esclavas-domésticas; tendrán dos alternativas…

Alternativas que hemos consultado con su líder y que podrán adaptar o mejorar de concierto con ella” (hablaba de la anciana que había soltado una lágrima, de quien también hablaremos en otro futuro cuento)…

“En la primera, podrán morir en el mismo espíritu que una ciuatl 41 Chorotega que se lanzaba en el volcán Popogatepe 42, feliz y honrada de fallecer sacrificada conscientemente” – pues, en ese entonces, era para auto-regular el crecimiento poblacional; para que, gracias a ella y a la demás gente voluntaria, el resto del pueblo pudiera comer, sobretodo en épocas de mala cosecha… 

“Así, ustedes buscarán quienes quieren morir a manos de nuestras guerreras o con la ayuda del fuego volcánico o por sus propios métodos y quienes, siempre en rebeldía, no quieren caer en las garras de aquellos animales sin visión y morir desgarradas por ellos sin arrastrarlos al submundo, o darles su equivalente merecido…

De esa manera, la opción residiría en elegir entre una muerte dolorosamente tardada e injusta; horrorosa, o morir batallando con honor, por sus ideales, asegurándose su lugar en el cortejo solar… 

Pero en la segunda alternativa, a las que aguanten la esclavitud y no obstante quieran aportar a la causa, sin viaje definitivo prematuro; mientras vivamos; tendrán que proporcionarnos información y ser nuestros oídos en el seno del sistema explotador del blanco destructivo, evitando ser descubiertas… Aprenderán su idioma y estudiarán sus modos…

Quiero decirles que admiramos de antemano su capacidad para soportar sufrimiento… 

Claro que, las que se opongan a nuestra lucha, de cualquier forma, no deberán escapar de un final seguro. 

A las guerreras presentes les oriento: 

Busquen personas errantes de sus pueblos, en los caminos, en la selva tropical; de la cual nos amamantábamos; en las cuevas, en los árboles, dónde sea que quede alguien con dignidad, para que, al igual que los varones que se enrolarán en nuestro ejército de inmortales, cooperen con las líderes que dirigirán, participarán y coordinarán toda acción de hostigamiento hacia el enemigo, desde las sombras, desde las cimas, desde las tumbas, para ridiculizar su poder mal adquirido y mal empleado y mostrarle a nuestra raza que los invasores, como personas que son, no son ni tan invencibles, ni tan respetables, ni mucho menos estimables...

¡Cazaremos cabezas rubias barbudas y corazones vacíos!

¡Atacaremos a su dios-oro-moneda para enterrarlo en las agrestes montañas y laderas boscosas de nuestro territorio…!

A partir de ahora, ya no descansaremos más….

¡Vamos camino a Tonatiuhichan…!”43 

A pesar del hecho que aún usaba la terminología propia de la fe antigua, él decía que ya no podía creer en ningún tipo de cuento de hada, llámese mitología o religión…

Había entendido que estos dogmas no hacían más que manipular las leyes naturales que se aplican con fuerza en cada planos, para justificar el control mental en masa, haciéndole perder, a propósito, el sentido original a dichas leyes; las del universo…

Todo por el interés personal de unas cuantas personas, cada vez más numerosas en caer dentro del sistema de corrupción inventado por los Imperios y adoptado por el cuerpo humano tan perezoso que encuentra ahí su conveniencia: una respuesta fácil pero no sólida, ya que no necesita demasiado esfuerzos…

La prueba es que los europeos ya se beneficiaban de esa actividad lucrativa, puesto que jugar con los sentimientos, la ignorancia y el miedo de las personas, es un método muy bien remunerado dentro del engranaje del capitalismo salvaje: 

¡Hay que ver cómo vendíanse cómodamente las famosas Indulgencias 44 en sus sociedades…!

Pero qué importaba… 

Además, no toda las personas presentes habían alcanzado el mismo nivel de clarividencia que él… 

Y ellos también, como seres humanos, habían cometido algunos errores que conllevaron a los mismos abusos... 

Errores que tomaría demasiado “tiempo” corregir… Y “el tiempo” era algo ya escaso… 

De repente, las voces se hicieron cada vez más confusas y ruidosas, cuando empezaron a discutir de la situación de cada quién: algunos aseguraban que los verdaderos guerreros habían desaparecido en su gran mayoría, pero que sin duda encontrarían unos cuántos voluntarios y, ciertos, hasta dijeron que con cien sería suficiente para hacer el daño necesario en las líneas adversas… Algotras se sentían enorgullecidas, conscientes de su gran rol, de poder salvar de la tortura a las compañeras que quisieran olvidarse del mundo caótico lleno de inmundicia en el que estaban sumergidas o dentro del cual querían sumergirlas…. Y de poder luchar por su raza…Otros, ya sentían miedo: ¿y quién en su vida no ha sentido miedo pues? Lo importante reside en saber usarlo positivamente…

El “Huehuetzin” alzó las manos verticalmente, mostrando sus dedos mutilados, para llamar a la calma… Aún no había terminado de exponer… 

“Hermanos y hermanas” dijo él, esperando orden… 

Y las voces respetuosas y admirativas, se fueron apagando hasta absorberse en el silencio, para seguir escuchando… 

“Si en el mundo desequilibrado que se impone, el rey-tirano 45 de España nos exige vivir a su manera, sin que seamos libres de aceptarla o no, intimidándonos con sus perros armados 46 para doblegarnos, al menos decidiremos libremente nuestra manera de partir…

Tenemos el derecho de morir como queremos…

Según nuestras leyes… 

Lógicamente, llegará el momento en el que no habrá más soldados capaces de enfrentar al enemigo…

El momento en el que desapareceremos definitivamente… 

Por eso, nuestra lucha de resistencia activa deberá prorrogarse en la lucha de resistencia pasiva que encabezarán los artistas y los artesanos… 

Los antiguos comerciantes… 

Seguidos por todos los que no tienen vocación guerrera…. 

En efecto, necesitaremos el combate sutil de las mentes silenciosas como apoyo, para plasmar dentro de la nueva creación, aquellos rasgos propios de nuestras culturas, aquellas costumbres que nos mantenían vivos, aquel sistema que nos formó por milenios de un modo no despreciable, aquella imagen que nos recuerde… 

Colocarán tras sus cruces estériles, nuestros fértiles símbolos ocultos; en su arte, pintarán nuestra representación del mundo, disfrazada de luz; así nuestros colores se mezclarán con los de sus ídolos 47 y en sus templos, practicarán nuestra filosofía animista en círculos cerrados, hasta reencontrar su néctar primitivo, depurado de lo impuro…

Pero, dado el hecho que con el tiempo se diluirá nuestro Espíritu del Siglo 48, tendremos que incorporar todas las características permanentes e invariables de nuestra civilización, concentrada en sus máximas expresiones para que su base quede grabada: 

¡Aforismos culturales! ¡Alegorías conceptuales! ¡Metáforas coloridas! ¡Oxímoros religiosos que sudarán nuestras antítesis! ¡Paranomasias literarias de doble sentido, con juegos de palabra!

Y una profunda negación voluntaria y consciente de las órdenes abyectas;

¡En fin! 

Ustedes los artistas que son, hallarán, estoy seguro de eso, miles de forma de resistir y de transmitir lo nuestro, para que no se pierda todo en las hogueras “maléficas”… 

Sólo de esa forma aseguraremos nuestra sobrevivencia hacia un futuro lejano; muy lejano… 

Para eso, sus motivos verdaderos deberán en todo momento permanecer escondidos en lo más profundo y heredarlos grabándose en el subconsciente de nuestra descendencia, en cuyas venas circulará nuestra sangre y nuestra identidad remota, ya corrupta en apariencia; pero intacta para quien quisiera explorar en introspección, su continuidad y su origen… 

Esta será nuestra única salvación… 

A la prole nacida de esa unión forzada, los sobrevivientes la educarán con el ejemplo de una visión de vencidos digna, humilde y rebelde… 

Para que no olviden y guarden en lo más hondo el recuerdo de nuestros inicios… Haciendo caso omiso de las innobles mentiras que tanto esparcen y que por lo tanto, se volverán viles verdades que vomitarán sobre lo que somos…

Esta es probablemente la última vez que nos reuniremos tan numerosos…” 

(Eran unas cincuenta personas a lo más)… 

“No me queda más que pedirle a la concurrencia, lo mejor de ustedes mismos, sabiendo que el esfuerzo que falta por llevar a cabo nuestros objetivos será atenuante y constante…”

Y concluyó aquel discurso con un pausado, sin dejar de ser energético: “¡Muerte a los traidores! ¡Muerte al invasor!...”

Entonces hubo una especie de júbilo en la asamblea y el zumbido de las voces creció una vez más… 

Repentinamente, alguien habló más fuerte que los demás, otro miembro de los Nicaraos, visiblemente preocupado por la campaña militar en la cual se quería enrolar, y le preguntó al “Huehuetzin”: 

- ¿Aquin tlatquiz aquin tlamammaz?

Lo que significaba: 

“¿Quién se hará cargo?”…

El “Güegüence”, quien adivinaba los trastornos internos que sacudían aquel joven corazón de soldado, respondió sonriente y confiado: 

- “Kimichín…”

Y el mentado Kimichín, quien se había quedado en retiro desde el comienzo, sopló sereno una última vez sobre la madera, luego recorrió con su mano la superficie, para comprobar que estuviese lisa; guardó la obra concluida en un bolsito de cuero de venado que mantenía colgado al pecho; se despegó prontamente de la pared, bajando la pierna que tenía en apoyo, y con seguridad se acercó al “Güegüence”, frente a la gente agradablemente estupefacta, para alentarlas y darles las siguientes instrucciones: 

- “Hermanos y Hermanas; el Consejo ha sesionado y creo que no tienen objeciones a lo dicho…”

Todos y todas parecían estar de acuerdo… 

“Tendré el honor de ser su Capitán de Guerra… Les agradezco por esa muestra de confianza… Que cada tapaligüe propague la voz… Que cada sector forme su grupo… Que cada representante se alinee a mi mando, consciente de que no habrá descanso… No nos detendremos… Nosotros estamos destinados a morir…”

La disciplinada asamblea soldadesca se puso firme, tal como lo hacían antes, y mostró su plena disposición de entrega… 

Los representantes “civiles” pusieron la mano en el corazón, inclinando ligeramente la cabeza para demostrar respeto y apoyo… 

“Al salir de este Monexico, les daré tres días para organizar velozmente la lucha de resistencia armada… Ustedes sabrán entonces, a través de los mensajeros, cuáles serán las primeras acciones a emprender… 

A los artesanos, mercaderes, mujeres y nahuales que se involucrarán, con todo respeto, les pido que empiecen a seleccionar hábilmente, a discreción, los equipos operativos clandestinos…

Pero eso sí: estudien bien al personaje escogido; porque un error de apreciación les podría ser fatal…

Los entreguistas no dan tregua: son tragados por el temor de sufrir y de sacrificarse por una causa justa… Viven denunciando los actos heroicos como los más ruines, arruinados que están por ese miedo infundido…

Ellos no son dignos de compasión, pero tampoco podemos odiarlos: son seres que no lograron captar los esplendores de nuestra cultura milenaria… Ni asimilarlos…

Y son tan débiles de mente que los dementes aceptan, sumisos, el nuevo poder que los tiene controlados y de su lado… Por eso no dudarán en denunciarnos… Por eso tenemos que minimizar su impacto y aniquilar cualquier amenaza sin temblar… 

Ahora bien, el “Huehuetzin” ya lo dijo: el enemigo es fuerte… Y entrenado: son gente ruda y dura… Han pasado numerosas privaciones, de todo tipo y caen sobre nuestros bienes, como lo harían las aves de rapiña sobre una carcasa… 

A nosotros no nos hace falta nada… O no nos hacía falta… Pero ellos están hambrientos de poder y privilegios… He ahí un aspecto de su inferioridad moral que nos destruirá… 

Han venido a someternos y sacar todo el provecho que pueden de nuestra población… Somos su fuente de riqueza “inagotable”… Comenzaron por aplicarnos el “Rescate”49, luego “el Requerimiento”50 con sus impuestos injustos o imposibles de pagar, sin mencionar el famoso bautizo que tenemos que financiar nosotros mismos, ¡y no sólo una vez! 51

Nos quieren sumisos, como sus animales de carga… Nos quieren menospreciar… 

¿Pero acaso ustedes se sienten menos? ¿Acaso no tenemos más humildad y desinterés material? 

¡He ahí toda nuestra fortaleza, compañeros y hermanas! 

Y por eso, a los que no lucharán militarmente les digo: 

¡No teman en mostrarse obedientes! ¡No teman en parecer mansos! Escondan sus rostros tras una máscara metafórica, de falsa sumisión… 

¡Tal el volcán imponente que se mantiene en una aparente calma, pero que en sus entrañas esconde una cámara de magma explosiva que, al ser expulsada, quema todo a su paso y deja una huella indeleble; tal la paciencia que emplearan ante la risa del ignorante, vencerá toda imbecilidad para la eternidad, dejando un ejemplo imborrable!

Nosotros, los guerreros, estaremos entre ustedes, clandestinos a medias y medio expuestos, hasta dónde se pueda; a la vista de todos pero sin ser evidentes…

Y cuando nos toque actuar, cubriremos nuestro rostro para asegurar una mayor movilidad y usaremos una máscara de verdad, simbólica, escondiendo debajo de ella, toda nuestra furia… 

Pero esa furia, guerreros míos, mujeres combativas, no la desperdiciaremos… Esa negatividad, la transformaremos en algo positivo… En algo concreto… En algo que permanecerá por siempre; porque nada se pierde, según la Ley, todo se transforma: y he ahí lo Justo… La Razón... Por eso, ¡Venceremos con Amor, con el ejemplo de nuestra resistencia encarnizada!

¡Y cuando muramos otros nos seguirán! 

¡Otros retomarán el disfraz!” 

Entonces, en medio de los gritos de aprobación, del sonido de los tambores, de las aclamaciones y de los silbidos, el orador experto en técnicas de combate subversivo, sacó de su bolsita la máscara que representaría concretamente la idea que había expuesto… 

El artefacto es el que había estado haciendo días atrás y que terminó mientras escuchaba, paciente, el discurso del Güegüe…. 

La máscara representaba físicamente la cara de un “Macho”, que es la mezcla masculina entre una yegua y un asno, más adaptado a los trabajos de carga y a todo tipo de terreno abrupto, pero cuya fama de terquedad había presenciado el bravo soldado experimentado… 

Para él, eso era señal que la voluntad del animal superaba a los animales que lo montaban… 

Y por eso había querido usar este símbolo que no era suyo: la aceptación fingida no era más que una cortina de humo para tapar su lucha… 

Además, el “Macho” sería una alegoría “personificada” de la nueva raza que surgiría de las violaciones masivas y del ejemplo que dejarían: una nueva especie de gente que aceptan resignados su “Destino”, pero que también lo conducirían a su propia antoja… 

Estaba hecha con el mismo arte milenario, la misma “Τέχνη”52 que usaban los “toltecas”53 para crear joyas: constaba de una brida trenzada de oro, sujeta en la cabeza del animal domesticado… 

En la parte de la frente, había un triángulo invertido de oro macizo, encima del cual estaba una flamante “Quetzalcóatl”, “la serpiente con plumas preciosas” nicaragüense, esculpida en el propio metal, imitando así “la plena consciencia” según la visión que nuestros antepasados tenían de este concepto, es decir; en tanto que la serpiente alada es símbolo del ser “iluminado”. De hecho su significado más profundo y enigmático, accesible sólo a los iniciados de antaño, quiere decir “iluminado preciosamente por la energía de la serpiente” o “iluminación”54. Él la había puesto ahí para mostrar que, pese a la aparente aceptación del sistema, su pueblo no era crédulo y mantenía la misma visión consciente de antes, con una nueva misión clara… Era la alegoría nahua y mangue del “Tercer Ojo” oriental: su equivalente en nuestras aguerridas tierras… 

En los tres extremos del triángulo que contenía las imágenes, tres triángulos más pequeños de nácar… 

Y alrededor del “tercer ojo”, una galaxia estilizada hecha con perlas para representar a los astros, seres superiores… 

Al bajar por el testuz, piedras de turquesa y más zafiro; más dos perlas de dónde emanaban rayas semi-circulares enmarcadas con triángulos de oro...Estaban yuxtapuestas en sentido opuesto, condensando, así, aquél axioma universal plasmado al final del tercer cuento 55, de ese recuento histórico… 

A nivel de la nariz, un diamante gigante, tallado a la antigua y recuperado en las líneas enemigas… 

Siguiendo más abajo de ésta, un especie de “péndulo”, hecho con un tronco trenzado en oro y ocho perlas incrustadas en fila; el cual termina en espirales concéntricas; de ahí la forma de “péndulo”;y con una pequeña perla (la novena) en el círculo más chiquito, el de en medio… 

El “péndulo” estaba conectado al resto de la brida por cadenitas de oro en semi-círculos, al estilo morisco o indio de la India, por así decir…

De repente exclamó de manera serena:

“¿Los españoles quieren oro? 

¿Quieren diamantes? 

¿Están en busca de piedras preciosas?

¿Quieren perlas?; ¿Quieren nácar?”

Soltó una risa un tanto macabra antes de sentenciar: 

“Pues que vengan a buscarlo que yo los esperaré… Aquí los llevo puesto y no les tengo miedo…”

Entonces, sacó la máscara con la crin hecha de finos hilos de oro y se la puso, gracias a una tirita de cuero amarrada para tal efecto, ante las miradas atónitas

Fue cuando percibieron los ojos amenazantes del “Macho”, los ollares rojo fuego y una especie de risa maliciosa tallada en la madera pintada, que le daba un toque más lúgubre a sus palabras…

Para poder ver, había realizado dos orificios circulares que apenas se miraban, a nivel de los ojos azules zafiro… 

También había colocado un diente de oro que realzaba la risa al brillar en plena luz, lo que servía igualmente como señuelo, para atraer más al europeo codicioso hacia el terreno del enfrentamiento… 

Y concluyó:

“¡Vamos a combatir, cada quien desde sus posibilidades! … 

¡Muerte al sistema de explotación salvaje! 

¡Muerte al invasor!”

La Asamblea; en éxtasis; se empezó a mover, siguiendo a los líderes que salían de la cueva, o gruta y todos y todas aclamaban con sus armas en alto: 

“¡Kimichín! – ¡Kimichín! – ¡Kimichín!– Esparciendo algunos “¡Viva!” y “¡Muerte!” (al enemigo) como gritos de guerra…

Y ahora, lector querido y querida lectora; mis fieles seguidores; es tiempo que les cuente sobre Kimichín y el significado lejano de su poderoso apodo… 

Pero eso será para el siguiente cuento, tal como les he prometido… 

“El todo es mente; el Universo es mental.”

Principio de Mentalismo

Véase el 1er. capítulo en este vínculo:





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