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jueves, 13 de octubre de 2016

Luchemos por una cultura que respete al ser humano



Dos notas breves
Luchemos por una cultura que respete al ser humano 
Manuel Moncada Fonseca


Sin ánimos moralistas, estúdiense los rótulos comerciales que llenan las calles, avenidas, carreteras y la propaganda también comercial que inunda los televisores, las radios e incluso el cine… Se percibirá que a la mujer se le utiliza como símbolo sexual que sirve para promocionar multiplicidad de mercancías: vehículos, gaseosas, bebidas alcohólicas, perfumes, etc., etc. ¡Pruébala que es tuya! ¡El que tiene una Rav IV sabe lo que tiene! Pero esto pasa desapercibido hasta por aquellos que presumen de ser los garantes absolutos de la moralidad. 

Creemos que en Nicaragua debe haber una ley que prohíba el uso indebido de imágenes femeninas con fines comerciales, con el anzuelo de sus cuerpos desnudos, semidesnudos o insinuantes. 

En honor a la verdad, debe reconocerse que entre los pocos rótulos comerciales en los que observamos recato y decencia para promocionar ropa femenina, por ejemplo, están los de la firma “Lolita” . Y conste que no tenemos interés en promover comercio alguno. 


Un rótulo de Lacayo Fiallos dice campante, “Máquinas Trabajando”. Marx habló de que la industria maquinizada había vuelto al obrero un apéndice de la máquina, explicando que ello significaba que si antes la calidad del producto dependía por entero de la labor del artesano, con la máquina ello pasaba a depender mucho más de la máquina que del proletario. Aun así, hoy en día, por adelantada que esté la tecnología, los que laboran son siempre hombres no máquinas. Decir lo contrario implica negar de forma grosera, insolente, inaudita e ignominiosa a los productores directos: a los indiscutibles constructores de la riqueza social. En este caso particular, a los obreros de la construcción, sin cuyo esfuerzo, los demás no tendríamos un techo dónde vivir. Fotografíese cuantas construcciones estén realizándose y se constatará que, por avanzada que sea la tecnología, quienes la operan son siempre hombres, no máquinas… 

Aunque a primera vista no pareciera haber conexión, la negación arriba acusada, por más encubierta que sea, es de fondo la misma que inoculó la conquista atropellando a las culturas humanas, sus tierras, sus riquezas y su gente, bajo el supuesto del "descubrimiento" del Nuevo Continente que, desde muchos siglos antes, colonizaron, de buena fe y hasta inocentemente, los primeros que llegaron a él, sin alardes de ningún tipo, ese al que hoy llamamos América. Ojo decimos América, no Estados Unidos.

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