Por Paula Klachko
Tal como hacemos referencia en el título de nuestro artículo, consideramos que la batalla ideológica y política estratégica de nuestro tiempo y territorio social, rondando el bicentenario de las declaraciones de la independencia, es la (re)valorización histórica del proceso revolucionario bolivariano en Venezuela. Es allí donde se libra la principal lucha contra la restauración neoliberal, que pretende la desestructuración y destrucción de los cambios revolucionarios que se han gestado como vanguardia de la nueva emancipación nuestroamericana.
Dicha revolución popular constituye -como no podría ser de otra manera para ser una genuina revolución- un proceso vivo, apasionado, contradictorio, con avances, retrocesos, ambigüedades que propician el aprendizaje tumultuoso de quienes son protagonistas y hacedores de su historia y ya no mero/as receptores pasivo/as y víctimas de las decisiones de las élites que vivían cómodamente de un capitalismo parasitario basado en la renta petrolera.
Un pueblo y un gobierno revolucionario que deben consolidar su hegemonía para poder derrotar a sus enemigos de clase de adentro y de afuera, y que por ello necesitan de toda la solidaridad de los pueblos y de lo/as intelectuales orgánicos de las causas populares, más aún de quienes habitamos fuera de ese territorio revolucionario y que debemos confrontar con esa guerra de cuarta generación que nos libran en todos los terrenos y frentes1.
En este artículo nos proponemos aportar a la revalorización histórica de la revolución bolivariana pero no mediante un inventario de los múltiples avances en la calidad de vida política, económica, social y cultural del pueblo, que ya es una realidad conocida aunque se intente tapar (tarea inútil, pues no se puede tapar el sol con la mano), sino aportando elementos para el debate, mirándonos al espejo de un futuro probable si derrotaran la revolución: lo que estamos padeciendo en la Argentina de la mano de la restauración neoliberal. Si tenemos en cuenta que en la Argentina gobernada por el kirchnerismo no se llevaron a cabo cambios revolucionarios sino políticas con aspectos progresistas que redundaron en una mejor calidad de vida para el pueblo, con avances y limitaciones, y aun así el nuevo gobierno de la “ceocracia” va destruyendo uno a uno todos esos logros, es seguro que el ensañamiento en desandar las conquistas revolucionarias en Venezuela sería mucho más violento y revanchista.
Para ello reflexionaremos en torno a dos grandes dimensiones:
1- el campo de las relaciones de fuerza política, la lucha política, la construcción de poder popular y el estado
2- la lucha ideológica.
Introducción
Partimos de establecer la necesidad de la autocrítica para ejercer la autovaloración histórica. Entre el activismo popular e intelectual de las izquierdas latinoamericanas comprometidas y protagonistas de los procesos de cambios progresistas de principio del milenio existe un consenso de que hace falta más autocrítica. Sin embargo, esa necesidad se inscribe en una delgada línea no exenta de paradoja: entre la imprescindible autocrítica y crítica para rectificar a tiempo y la necesidad también imperiosa de no “dar de comer” al enemigo. Este problema no lo tiene la ultraizquierda que se sitúa o situó por fuera de los gobiernos progresistas y de izquierda, y que muchas veces “han dado de comer” a la derecha. Tampoco sirve tanto rasgarnos las vestimentas por la falta de autocrítica después de las derrotas: momento en que somos mas dados a la autocrítica y a ver los errores, cuando ya los errores quedan plasmados por esas mismas derrotas.
Esta necesidad de abrirnos a la autocrítica constructiva se complementa con un trabajo de valorización o revalorización permanente de lo logrado, lo avanzado, lo conquistado, que es ¡mucho! en todos los aspectos. Mas aún los que libramos la batalla de ideas debemos recalcar que, en esta etapa de crisis capitalista, que modificó el precio de nuestros productos de exportación, el “ajuste” por menores ingresos en el Estado en nuestros países dependientes puede realizarse hacia abajo o hacia arriba. Y esto último es lo que distingue a los procesos de cambio revolucionarios o progresistas (ajuste hacia arriba) de los procesos de cambio contrarrevolucionarios (ajuste hacia abajo), tal como lo ilustran los casos de Venezuela y Argentina respectivamente.
Venezuela está pasando por duros sacrificios. Es que todas las revoluciones han pasado por enormes sacrificios, sobre todo aquellas que intentaron acabar más abruptamente con las relaciones sociales capitalistas de producción y de dominación, en las que se refundaron las relaciones políticas, económicas y sus instituciones, con los cambios culturales que ello conlleva, y que incluyeron insurrecciones o defensas armadas del pueblo.
Se hace necesario reforzar las defensas ideológicas en las calles, un trabajo de hormiga para contribuir a revalorizar lo propio, a valorar el enorme esfuerzo revolucionario que están protagonizando con los grandes sacrificios que implica, y mostrar lo que puede pasar si cae la revolución. Lo que puede mostrar ese espejo del futuro a lo/as venezolano/as es sin duda peor que las calamidades sociales que comenzamos a padecer en Argentina y que intentará implementar rápidamente el gobierno ilegítimo transitorio en Brasil (despidos masivos, desocupación, crecimiento de la pobreza, tarifazos, cierre de programas sociales, criminalización de la protesta social2 , limitación de los derechos, etc.), pues es mucho más lo que lo/as bolivarianoas avanzaron en la redistribución de la riqueza y construcción de poder popular en ese “extraordinario” ejemplo para los pueblos del mundo que por esos mismos motivos se constituyó en una “extraordinaria” amenaza al imperialismo. Así pues, la revancha clasista será violenta si llega a derrotar a la revolución. Por eso lo/as venezolano/as metido/as a veces en la lucha por la supervivencia diaria quizá no puedan llegar a valorar del todo la gesta histórica antiimperialista y anticapitalista que están protagonizando.
Algo similar sucedía en la Cuba de los 90 durante el “período especial”, en la que los agoreros del fracaso apostaban a ver cuanto tardaría en caer la revolución luego de la caída de la URSS. Algun0/a/s jóvenes militantes que llegábamos con las brigadas solidarias tratábamos de contribuir a reforzar sus propias y fuertes defensas ideológicas. Tratábamos de mostrar a cierta juventud cubana inquieta que añoraba consumir aquello que les vendían desde la propaganda capitalista, la realidad de nuestros países que en Cuba no conocían: los pies descalzos de lo/as niño/as pidiendo en las calles, familias enteras sumidas en el desamparo, en situación de calle, por ejemplo, en la Argentina de la era menemista, la que “entraba al primer mundo”. Cuba siguió digna y de pie, con no pocos problemas y obstáculos, y, como ya es parte del decir folclórico latinoamericano, fue el faro que alumbró las luchas y resistencias. Pero hacia fines de los 90 ya no estaría sola. Pues de la mano del comandante Chávez en Venezuela comenzó a parirse otra revolución que sería la vanguardia del cambio de época progresista en América Latina que ensayaría caminos de salida del derrotero neoliberal.
Por eso, hoy cuando estamos o nos acercamos a los bicentenarios de las declaraciones de la independencia del imperio español, todo/as los venezolano/as y latinoamericano/as debemos hacernos mas conscientes del valor histórico del proceso bolivariano, como un real avance hacia la segunda independencia, como vanguardia de una nueva ola histórica de independencia respecto del imperialismo de nuestro tiempo.
1- La lucha política, la construcción de poder popular y el Estado
Comencemos por abordar los conceptos de Estado, aparato estatal, gobierno y poder político, que apuntan a diferentes momentos y cristalizaciones de las relaciones de fuerza y de poder, es decir, no significan lo mismo aunque muchas veces se los utilice indistintamente.
Lejos de la imagen cosificada, el estado es una relación social de poder -o múltiples relaciones sociales de poder- es la expresión política de la lucha de clases, no es una maquinaria. Expresa al conjunto de las relaciones de fuerzas sociales, políticas y militares que cristaliza en el ordenamiento social vigente, del cual el aparato estatal es una manifestación, un órgano que refleja esa situación de poder centralizando y organizando la violencia y la legitimidad. Poder político refiere a esta acepción de estado. Mientras que gobierno remite a la fuerza social política que comanda coyunturalmente el aparato del estado, y en tal sentido puede poseer mayores o menores cuotas de poder real observable en las políticas que diseña y ejecuta.
El Estado y el aparato del estado pueden ser relativamente autónomos de las fracciones burguesas en particular, pero no de los intereses históricos de la burguesía en su conjunto. A menos que se trate de un proceso revolucionario que instaure otra clase dominante y modifique las características del Estado, y, entonces, se trataría de la transición hacia otro tipo de Estado orgánico a otra clase social o al pueblo, como es el caso de la República Bolivariana de Venezuela.
Si bien desde el punto de vista teórico podemos distinguir entre poder, estado, aparato de estado y gobierno como conceptos e instancias que se entrecruzan en un escenario de correlación de fuerzas, en el caso de la Argentina actual coinciden en este momento histórico concreto determinado los cuatro elementos. La fracción de la burguesía más concentrada que ahora ocupa el gobierno nacional tiene realmente el poder en el sentido del manejo real de los principales resortes y soportes del poder social económico cultural, mediático y político. Controlando las principales instancias del poder de la sociedad civil y de la sociedad política.
Controlan el gobierno, el aparato de estado y sus cajas, los bancos públicos y privados, las usinas culturales y mediáticas públicas y privadas, el gobierno y los tres poderes públicos republicanos (lograron hacerlo incluso con el poder legislativo donde no tienen mayoría, y sin embargo impusieron, por ejemplo, la ley de pago a los fondos buitres, y en el caso de otra ley “antidespidos” aprobada en el congreso luego fue vetada por un decreto presidencial), las principales empresas de las diversas ramas de la industria incluido por supuesto la explotación y renta de la tierra que es una rama de la industria. Como si esto fuera poco, cuentan con el total apoyo imperialista. En este sentido los grados de avance en la acumulación de fuerzas del campo del pueblo logrados en el período anterior cuentan con muchas condiciones para decaer en la correlación de fuerzas, no solo en el campo de las relaciones político-institucionales, sino en todos los aspectos, pasando a tener que desplegar una lucha defensiva.
En Venezuela podríamos pensar que con la Revolución Bolivariana si bien no se logra acaparar el control de todas las relaciones de poder, mediante el acceso al gobierno y a los aparatos de estado, se logra apuntalar en buena medida (aunque insuficiente por obstáculos y boicot externos que potencian los errores propios y nos ponen frecuentemente a la defensiva) el proceso de construcción de poder popular, sobre todo con las Comunas, Consejos Comunales y Bases de Misiones Socialistas, al tiempo que el manejo de buena parte del aparato del estado logró arañar y corroer el poder de las oligarquías que tuvieron que pasar a la defensiva, intentando pasar a la ofensiva en numerosas ocasiones, lográndolo con envión a partir de la muerte del Comandante Chávez y más aún a partir de los resultados electorales parlamentarios de diciembre de 2016, que modificaron la correlación de fuerzas políticas-institucionales.
De esa manera, en Venezuela, existió y existe un desarrollo de la construcción de poder popular desde arriba y desde abajo[3], sostenido por la presencia de los elementos que clásicamente se han considerado necesarios para hablar de la construcción de grados de poder popular, como grados de control territorial, militar, cultural y económico[4], y creciente decisión y protagonismo de las masas populares en los asuntos públicos locales, regionales y nacionales. A las que se agregan las posturas soberanas frente al mundo y al imperialismo.
Por ello, amen de cierto desgaste producido por la agotadora situación económica, existe una base revolucionaria decidida a defender la revolución por los medios que sean necesarios, acompañada en dicha convicción por la dirigencia de la revolución que hoy ocupa el gobierno del Estado y la porción mayoritaria de los cuerpos militares.
Hoy en un contexto de obturación creciente de los canales de desarrollo pacíficos de los cambios progresistas y revolucionarios en nuestra región, intentan arrinconar a Venezuela y llevarla a la guerra civil abierta frente a lo cual el heterogéneo frente chavista se muestra con la firme voluntad y disposición al combate para defender a la revolución.
Sin embargo, es importante debatir con cierto basismo que desestima la importancia estratégica de defender y mantener el mando de esa “trinchera mas avanzada de la sociedad civil”[5] que es el Estado y sus aparatos de monopolio del mando social. La revolución es el pueblo revolucionario y es el gobierno revolucionario del pueblo. Son las dos caras de la misma moneda.
La derecha en sus diversas facciones y partidos políticos (en sentido restringido según Gramsci, que después analizaremos), es capaz de disputarse a muerte los hilos del poder de la sociedad burguesa, pero estando en la oposición es mas fácil unificar sus intereses contra su enemigo común: el pueblo en revolución y en el gobierno del Estado. El Estado Mayor Conjunto de esas fracciones burguesas ya no es la oligarquía mantuana indignada por la rebaja de sus privilegios y status, sino el imperialismo mismo, con todos sus recursos. Entonces vemos a toda la caterva de referentes de la derecha mundial, de nuestros históricos patrones de la vieja Europa y sus lacayos de estas tierras aunarse en un canto de sirenas de defensa a la fosilizada democracia occidental, cristiana y burguesa, tal como reaccionaron con la Cuba revolucionaria cuando la echaban de la OEA y utilizaban toda clase de excusas para comenzar con el bloqueo como reacción a las dignas expropiaciones revolucionarias.
En este sentido, frente a la creciente unificación de nuestros enemigos debemos valorar la estratégica necesidad de que nuestro Estado Mayor Conjunto conserve la posición de mando del Estado y de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB). Al tiempo que, por supuesto despliega la construcción de poder popular y la lucha en todos los terrenos. Lo/as distintos referentes y dirigentes revolucionario/as actuales son conscientes de la necesidad -otra vez tomando a Gramsci- de la combinación de la guerra de movimientos y de posiciones[6].
En aquellas experiencias que se han puesto a la vanguardia del cambio de época progresista en América Latina se debate incesantemente acerca del carácter de los Estados en construcción. En ese sentido se hace referencia a Estados de transición hacia lo que configura aun un horizonte lejano: el socialismo. Socialismo del cual se van constituyendo trazas, caminos, experiencias que no tiñen todavía al conjunto del orden social, sino que se constituyen por dentro del capitalismo propio de nuestros países dependientes. Con justicia en Venezuela se señala el pasaje del Estado de derecho (clásico Estado burgués que emerge como modelo a seguir a partir de la Revolución Francesa que reconoce en el centro a los derechos políticos del ciudadano-individuo[7]) a un Estado de Derecho y Justicia, figura a través de la cual se entronizan ademas de los derechos políticos, los derechos sociales, culturales y económicos del soberano: el pueblo. Con lo que se cristaliza en los nuevos textos constitucionales la fenomenal ampliación de la ciudadanía en términos políticos, sociales, culturales y económicos. Mas aún en aquellos procesos, como el boliviano o el ecuatoriano, que institucionalizan el “Vivir bien”.
Pero además en Venezuela crece, fomentado por el gobierno revolucionario y hecho carne desde la base revolucionaria, un Estado paralelo: el Estado Comunal, que se constituye en el legado político más contundente del Comandante Chávez antes de morir, como lo dejara plasmado en los dos documentos mas relevantes: “Golpe de timón” y el “Segundo Plan de la Patria”: “Comuna o nada”.
En la actualidad (julio 2016) existen 1.567 Comunas que agrupan a 46.118 Consejos Comunales según el contador de comunas que publica el Ministerio del Poder Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales[8]. No sin numerosos obstáculos y sacrificios (como en toda revolución) crecen las experiencias organizadas en comunas, muchas veces en oposición a partes del aparato de Estado formal que obstaculiza el desarrollo del Estado Comunal, al tiempo que es apoyado firmemente también por el Estado Revolucionario, ese “Leviatán a contramano” como graficó Miguel Mazzeo[9]. Cuentan para ello con el Ministerio del Poder Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales, y con el Consejo Presidencial de Gobierno Popular con las Comunas. Experiencias que afuera de Venezuela no se conocen mas que por los círculos militantes, que no se difunden, pero son numerosas, estratégicas y constituyen el desafío político más importante a las relaciones políticas burguesas dominantes, que incluyen e integran la gestión comunal de proyectos productivos además de los asuntos públicos de las comunas[10].
Como queda de manifiesto en el maravilloso documento “Ideas fuerza para el debate” del Consejo Presidencial de Gobierno Popular con las Comunas, que constituye un verdadera guía abierta para debatir y construir el socialismo:
“Todo esto es el germen para un nuevo de modo de vida que rompe con las relaciones sociales de dominación que nos ha impuesto el orden hegemónico del capital, un nuevo modo de vida que ocurre en la Comuna y que progresivamente debe ir expandiéndose por todo el país para configurar una forma de vida sin explotados ni explotadas, sin la depredación de la naturaleza, sin la reproducción de relaciones de dominación patriarcal, capitalista ni colonialista”[11].
Nuestro principal intelectual revolucionario actual latinoamericano, el vicepresidente boliviano Alvaro García Linera, ha afirmado y explicado numerosas veces que es en el trabajo asociativo y cooperativo donde se encuentran los gérmenes de socialismo[12].
Es entonces en la praxis concreta y teórica de las experiencias comunales que se construye la revolución en relación dialéctica, aunque no sin obstáculos, y con el apoyo e impulso del gobierno revolucionario.
El Estado Comunal es el destino, la meta, del “atajo” que tomó el comandante Chávez mediante las Misiones Sociales y Socialistas para no quedar atado al viejo, burgués y burocrático aparato de Estado y su red institucional, que en los marcos de un proceso revolucionario pacífico no puede dar por tierra abruptamente con las instituciones heredadas sino que debe atenerse a transformarlas desde adentro y con leyes, como por ejemplo la Ley Orgánica de Comunas. Además un Estado de Derecho y de Justicia es un Estado que se agranda, se hace más presente, necesita más cuadros, funcionarios, empleados para atender más necesidades[13] y no se tiene -como en su contracara: los estados neoliberales o “CEOcráticos” como el de Argentina- la política de despedir trabajadores.
Este es el sinuoso camino plagado de obstáculos y contradicciones que se transita hacia un Estado Socialista. Por lo tanto el proceso histórico político en Venezuela no es reformista, es revolucionario. No se orienta al capitalismo renano como horizonte tal como lo planteó y plantea el posibilismo, sino que en la transición se va gestando las semilla de poder político, cultural y económico en las propias entrañas del monstruo capitalista.
Al mismo tiempo que en Venezuela se consolidaba, para luego llegar al gobierno, la semilla revolucionaria con Hugo Chávez, a fines de los 90 en la Argentina se conformaba una fuerza partidaria, el Frente para un País Solidario (FREPASO) que canalizó electoralmente a buena parte de las expectativas de cambio que venían creciendo de la mano de la resistencia popular a las consecuencias de las políticas de ajuste neoliberal, pero que justamente quedó atrapada en el posibilismo, sobre todo al plasmar la alianza con la Unión Cívica Radical (UCR) conducida por los sectores más neoliberales de este tradicional partido. Una vez en el gobierno, en 1999, con Fernando de La Rua como presidente y el mismo ministro de economía del gobierno menemista, Domingo Cavallo, coronaron la quiebra del país y la ruina de amplias capas del pueblo con la continuidad de esas políticas neoliberales que no cuestionaban, sino que pretendían implementarlas sin corrupción, como si tal cosa fuera posible.
Más tarde, en 2003, ya hundidos en la crisis de hegemonía, tampoco el kirchnerismo se dispuso como horizonte salir del capitalismo, pero sí planteó serios desafíos que de ser adoptados en su plenitud pondrían obstáculos al afán desenfrenado de acumulación de las fracciones mas concentradas del capital.
Históricamente los intentos de capitalismo más redistributivo o de bienestar han seguido el mismo derrotero: son “tolerados” por las oligarquías mientras sirven para recomponer la tasa de ganancia, reacomodan las fuerzas productivas (incluyendo destrucción) en favor de una nueva ola de acumulación de capital más concentrado, y recomponen, de paso, la legitimidad política del sistema. En ese camino se favorecen los pueblos en la relación de fuerzas con las clases dominantes más concentradas, por eso hay que apoyar esos procesos progresistas con todas las fuerzas, pues generan muchísimas mejores condiciones del terreno y fortalecen a la clase obrera y al pueblo, siempre y cuando estén acompañadas de formación política masiva (que es lo que se viene observando como autocrítica actual que falta o faltó al menos en la cantidad o masividad necesaria en las distintas experiencias tanto progresistas como revolucionarias). Sin embargo, una vez consolidada la recomposición política y económica y se evidencia alguna limitación en la evolución de la tasa de ganancia, los procesos políticos progresistas, aun los que no sacan los pies del plato capitalista, son fuertemente boicoteados por las élites económicas mediante diversas tácticas y estrategias acordes a la coyuntura: ayer los golpes militares directos, hoy los golpes blandos, y la guerra de amplio (o todo) espectro de IV Generación[14].
Ejemplos históricos de intentos de formas capitalistas más democráticas, redistributivas y soberanas que luego son boicoteados, desgastados moral y materialmente para luego interrumpirlos violentamente, hubo muchos en el mundo y en nuestra región en particular, como el gobierno de Juan D. Perón en Argentina, el de Jacobo Árbenz en Guatemala, el de Juan Bosch en República Dominicana, y aún más violentamente a las experiencias que intentaron ir más allá del capitalismo como la Revolución Nicaragüense, pasando por Salvador Allende en Chile. O más recientemente los golpes institucionales y no tanto, a los gobiernos progresistas de Manuel “Mel” Zelaya en Honduras, Fernando Lugo en Paraguay, y ahorita mismo con Dilma Rousseff en Brasil, entre otros, alcanzan para afirmar que nuestras clases dominantes aliadas históricamente a los imperialismos capitalistas solo coyunturalmente “permiten” ese desarrollo político-gubernamental de las fuerzas progresistas y luego apelan a los mecanismos que consideran en cada coyuntura histórica para acabar con esas experiencias.
En las diversas experiencias, una vez clausurada esas vías de ampliación democrática que no se proponían salir del capitalismo como horizonte sino que, aún dentro del sistema, redistribuyeron la riqueza disminuyendo la desigualdad y el desamparo social, y elevaron los grados de soberanía política y económica, las alianzas políticas que expresan a las fracciones más concentradas del poder del capital apelando a operaciones de desgaste ejecutadas por el vitalicio poder judicial, y al soporte cotidiano y omnipresente de los monopolios de la comunicación a su servicio, retoman los mandos del estado desde donde avanzan en la destrucción una por una de todas las conquistas populares, tal como está sucediendo ahora en la Argentina.
Así las fuerzas conservadoras o restauradoras asociadas al imperialismo intentan retomar esa maniobra histórica de ofensiva por las buenas o por las malas, apuntando y obteniendo más éxito en su recuperación reaccionaria de los mandos del estado y los gobiernos en aquellos países que formaron parte del segundo anillo progresista (en Sudamérica: sobre todo Argentina y Brasil y en menor medida Uruguay) que jugaban un rol estratégico de colchón y contención antiimperialista de protección a los procesos revolucionarios que conforman el primer anillo: Venezuela, Bolivia y Ecuador[15].
Retomando el caso de Venezuela, allí el proceso revolucionario va cabalgando entre el Estado de Derecho y Justicia y el Estado Comunal, al tiempo que se libra una guerra en todos los frentes y la jaula de hierro de la burocracia corrupta capitalista no deja de poner trampas y obstáculos en todos y toditos los ámbitos de la vida política, económica, etc. De esta manera nos volvemos a preguntar aquel interrogante que se escucha y lee en muchos ámbitos de debate político: ¿se puede construir socialismo desde adentro del monstruo capitalista y en paz? Este dilema o debate histórico ya nos lo ha contestado la propia historia de todos los procesos revolucionarios que alcanzan sus límites en tanto y en cuanto no existe revolución anticapitalista en un solo país. En cada uno de sus discursos y escritos, García Linera lo vuelve a afirmar: “O la revolución es mundial y continental o es caricatura de revolución”[16].
Mientras tanto en este punto de inflexión o de bifurcación –para usar palabras del vicepresidente boliviano- en Venezuela hay disposición al combate y defensa armada de la revolución.
Si bien los procesos de cambios progresistas en democracia van siendo obturados por las derechas sociales y políticas y sus monopolios de la comunicación, son los propios gobiernos progresistas y revolucionarios los que respetan esas reglas de juego políticas hasta la exageración, son “mas papistas que el papa”. Como el caso de las elecciones realizadas en Venezuela en plena guerra económica en diciembre último, y de Dilma Rousseff en Brasil atrapada por las redes burocráticas legales pero no legítimas. Y se hace cada vez más difícil separar los términos democracia y capitalismo, pues nos toman la delantera en la batalla por el sentido común en la que rige el sálvese quien pueda y la libertad de iniciativa individual y de mercado como motor del progreso individual y social. Sin embargo son términos no solo separados sino antagónicos: la profundización del capitalismo lleva a la clausura democrática y la profundización de la democracia lleva a la clausura del capitalismo[17].
En la Argentina post crisis de 2001/2, luego de casi 20 años del retorno de las formas democráticas institucionales, se retomaba con pasión el debate acerca de a qué tipo de democracia podíamos aspirar: si a la formal y fosilizada[18] o la participativa, incluyente y protagónica. Desde el “con la democracia se vive, se come, se educa” de Raúl Alfonsín (primer presidente argentino del retorno democrático de 1983) que no se pudo plasmar en la experiencia real, por las propias limitaciones ideológicas, programáticas y políticas y por la enorme cantidad de obstáculos externos, económicos y militares, pasando por la salida neoliberal de esa crisis que llevó al capitalismo democrático a su mínima expresión, para pasar 20 años después al importante avance hacia la amplitud de la ciudadanía social, cultural, económica y política, con la experiencia del gobierno kirchnerista, que atenazada finalmente y eficazmente por la zanahoria capitalista mediática nos retrotrae hoy a la democracia vacía, de las formas por sobre los contenidos, aun cuando ni siquiera se respetan las formas, pero en manos de las élites blancas, cultas y ricas dueñas y beneficiarias de esa democracia. Así a diferencia de la revolución bolivariana, en Argentina avanzamos hacia lo que Atilio Borón ha denominado recientemente como “un régimen semi-autoritario o, para decirlo con palabras un poco más amables, a una democracia de baja intensidad” al tiempo que también vamos hacia otra involución que supone “una transición desde un estado soberano a otro de carácter semi-colonial, presto a obedecer los mandatos emanados de Washington alineándose incondicionalmente con la política exterior de Estados Unidos”[19]. Estos son los polos de la lucha política hoy en Nuestra América: un Estado Soberano de Derecho y Justicia en construcción del Socialismo Comunal (Venezuela) o en Estado neoliberal y semi-colonial (Argentina).
2- La lucha ideológica
En la disputa por la construcción de los sentidos comunes que rigen nuestro accionar cotidiano y que van tejiendo una red social de opinión que luego tiene su correlato político, las usinas de producción en serie de enlatados propagandísticos de las bondades capitalistas nos llevan ventaja. Para ello cuentan con múltiples instituciones y medios para reproducirlas y difundirlas con los mas simples o sofisticados métodos. Desde universidades y centros de formación e investigación, pasando por el copamiento del espacio público virtual, hasta las corporaciones monopólicas de comunicación y de cultura del poder económico concentrado. Ademas no tienen el obstáculo epistemológico ni ético de tener que decir la verdad, por lo tanto la fábrica de mentiras que venden hace funcionar de maravillas su maquinaria en el sentido ideológico y comercial.
Los instrumentos ideológicos que utilizan desde las usinas de pensamiento del poder capitalista son tan elementales y burdos y sin embargo tienen caladura en una parte del sentido común popular. Tomemos como ejemplo el estudio citado en la página de Internet de la poderosa Venamcham (Cámara Venezolano – Americana de Comercio e Industria) acerca del índice de “Libertad Económica” (así con mayúsculas pues para ello/as es un mandamiento sagrado) realizado por The Heritage Foundation y The Wall Street Journal. En el artículo titulado “El control de la libertad económica”, describen que, según el índice, se entiende por Libertad Económica “el derecho fundamental de todo ser humano para controlar su propio trabajo y la propiedad. En una sociedad económicamente libre, las personas son libres de trabajar, producir, consumir e invertir en todo lo que quieran. En las sociedades económicamente libres, los gobiernos permiten mano de obra, capital y bienes se muevan libremente, y se abstienen de coerción o restricción de la libertad más allá de la medida necesaria para proteger y mantener la libertad misma”. Por supuesto que para quienes somos conscientes de las asimetrías fundantes e insalvables de la sociedad capitalista en la que salen perdiendo las enormes mayorías populares, ya estas nociones nos parecen ridículas, solo dignas de un cuentos de hadas para un lector desprevenido.
Diversas variables -sin explicación alguna de cómo se miden- constituyen el índice, como por ejemplo: derecho a la propiedad y a la libertad laboral. Ya sabemos que el derecho a la propiedad privada en el capitalismo está por encima del derecho a la vida. Y el derecho a la libertad laboral refiere a que la o el trabajador pueda venderse “libremente” a quien demande su trabajo si es que lo hace y en las condiciones que se ofrezcan también “libremente”. Estas condiciones constituyen la verdadera y añorada libertad laboral para la patronal: exprimir al máximo a la fuerza de trabajo y liberarse o reducir a su mínima expresión la cantidad de escollos para su contratación y descontratación. Necesitan, por ejemplo, bajos grados de sindicalización, limitar el derecho de huelga, bajas o nulas indemnizaciones por despidos, “flexibilización” de horarios de trabajo y otros derechos, que generan mayor “libertad” para las empresas. Desde el discurso neoliberal estas “condiciones” promueven la generación de empleo. Estas simploides argumentaciones ya descartadas por la experiencia histórica, son nuevamente traídas a escena -como un triste deja vú de la década de los 90- por ejemplo por el gobierno de Macri en Argentina en la que se han producido despidos masivos -167.000[20]- comenzando por el sector público y siguiendo por el privado, se ha limitado el derecho a huelga[21], y en estos momentos están intentando reducir las indemnizaciones por accidentes de trabajo.
En el estudio citado las categorías en las que puede resultar encasillado un país en ese índice de libertad económica van desde: libre, mayormente libre, moderadamente libre, mayormente controlada o reprimida. Por supuesto que el control soberano de la economía nacional es considerado como la represión al sagrado derecho capitalista y por lo tanto Venezuela ha caído en esa maldecida posición de Estado Soberano. Así Venezuela “continúa ubicándose en la categoría de Reprimida, no obstante, es la primera vez que el país se localiza entre los últimos tres lugares del índice y sólo se encuentra por encima de dos naciones como lo son, la República de Cuba y la República Popular de Corea del Norte”[22]. Así la revolucionaria Venezuela “cae” junto a Cuba para dignidad de su pueblo.
Sin embargo, estas absurdas ideas que intentan justificar las enormes injusticias como si fueran hechos naturales, impactan en partes del pueblo que han mejorado su calidad de vida con los procesos progresistas o revolucionarios. Y esto se relaciona con un punto fundamental de la autocrítica que se viene realizando en los procesos revolucionarios vigentes y en los progresistas que están siendo derrotados: la falta de formación política de cuadros y masas, que aún habiéndose hecho a escala mayor que en otro momentos por contar para ello con algunas herramientas del Estado, no se desplegó con la masividad necesaria.
También Álvaro García Linera, en su reciente conferencia en Buenos Aires, observaba que en el proceso boliviano “hay una ampliación del sector medio, de la capacidad de consumo de los trabajadores, hay una ampliación de derechos, necesarios, sino, no seríamos un gobierno progresista y revolucionario. Pero, si esta ampliación de capacidad de consumo, si esta ampliación de la capacidad de justicia social no viene acompañada con politización social, no estamos ganando el sentido común. Habremos creado una nueva clase media, con capacidad de consumo, con capacidad de satisfacción, pero portadora del viejo sentido común conservador”[23].
Miremos sino cómo en la Argentina importantes sectores de las capas medias y de trabajadores salidos de la pobreza han optado por un cambio regresivo que les prometía cuidar sus intereses gastando menos en mejorar la vida de sus iguales.
Las mejores escuelas de formación política de masas se constituyen en el propio desarrollo de la autoorganización popular. En el debate sistemático de los ámbitos de organización de base, en los que se suelen incluir desde las tareas cotidianas hasta los debates de la coyuntura política e histórica, que cuando se gestan de la mano de la coordinación de una fuerza nacional se multiplican y entremezclan potenciando el aprendizaje e intercambio. Si a ello se le suma la tarea especifica de cuadros intelectuales, es decir, especialmente formados para la educación política popular, mediante la realización de cursos de teoría y de historia se complementa la construcción de conciencia.
En algunos casos, sobre todo los que formaban parte del segundo anillo progresista, como Argentina y Brasil, no se ha fomentado -al menos no en forma prioritaria- o se ha subestimado el impulso a la autoorganización popular más allá de lo declamativo y por fuera de las canales formales o institucionales. Mas bien se impuso una relación líder–masas: con momentos de apego y otros de cierto abandono. Tal como alguno/as autores señalan que se caracterizan las relaciones entre líderes y masas en los populismos[24]. Se convoca a las masas por ejemplo a actos, marchas, concentraciones o a votar, preferenciando ese vínculo por encima de la generación de espacios de auto-organización y canales de apoyo y comunicación, como sí se realiza, aún con limitaciones, en la Venezuela revolucionaria con el impulso a las Comunas, los Consejos Comunales, las Milicias Bolivarianas, las Unidades de Batalla Bolivar – Chávez del Partido Socialista Unido de Venezuela, otras fuerzas políticas que forman parte del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar y la proliferación de colectivos y agrupaciones diversas. A ello se le suma la constante creación de ámbitos de participación política y económica como los Congresos de la Patria y los Comités Locales de Abastecimiento y Distribución (CLAP) para hacer frente a la escasez y la inflación inducidas y el acaparamiento, pilares de la guerra económica contrarrevolucionaria. Las limitaciones a la construcción de conciencia y organización están dadas por el inmenso poder de fuego de las corporaciones mediáticas que, por la propia libertad de expresión -levantada sobre la misma ficción que la libertad de comercio pues no tiene en cuenta la asimetría fundacional- permitida por estos procesos revolucionarios, democráticos y pacíficos, se sigue fortaleciendo. Ni los medios estatales refundados o gestados con gran calidad y reorientados desde los intereses populares lograron la masividad necesaria por fuera de las fracciones del pueblo claramente alineadas o con mayor conciencia de su propia situación, activistas e intelectuales de izquierda o progresistas.
Las grandes corporaciones mediáticas cuentan ademas con un estado mayor conjunto a nivel regional: la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Como lo ha denominado Fernando Buen Abad: el Plan Cóndor comunicacional. Puesto que manejan un arsenal de “armas de guerra ideológicas” que disparan desinformación y distorsión de la realidad, con la que producen y reproducen la hegemonía. Las fuerzas de represión comunicacional tienen una capacidad de virulencia y coordinación muy rápida que ocupa las trincheras del terreno que constituye el imaginario colectivo[25].
Entre los tantos discursos a contrarrestar, de lo cual se ocupan cotidianamente las voces de nuestro/as referentes -como el mismo presidente Maduro- y nuestros medios -como Telesur y muchas medios alternativos más- retomamos aquí algunas aristas, que forman parte de los que Atilio Borón denomina “vulgorepublicanismo”[26]. Sobre todo respecto a algunas formulas congeladas en el sentido común por las democracias fosilizadas, como la supuesta necesaria alternancia de lo/as dirigentes (presidentes) tan mentada en los medios de comunicación monopólicos de Bolivia con la que manipularon al pueblo induciendo al voto negativo en el referéndum por la repostulación de Evo Morales del último febrero.
En este sentido apelamos a la concepción gramsciana de partido en tanto formas organización de la voluntad colectiva que constituyen la expresión de un grupo social, y que pueden presentarse bajo los nombres más diversos, aun con el nombre de anti-partido y de negación de los partidos, como por ejemplo periódicos y religiones[27]. Constituyen el estado mayor conjunto de una clase social y definen el interés estratégico de la clase en su conjunto que luego puede ser expresado por diferentes partidos en sentido restringido, como fracciones o facciones de ese partido orgánico, como el ejemplo al que nos suele remitir Borón sobre el bipartidismo estadounidense que expresa los mismos intereses. Dos partidos que se alternan para la conducción de la principal potencia imperialista, que son parte del mismo partido del gran capital y el imperialismo. Por eso, a pesar de las declamaciones, el pluripartidismo burgués puede ser artificial y, por ejemplo, el unipartidismo cubano contiene un potencial de debate incluso mayor que el de los sistemas pluripartidistas. Por supuesto que los “principios” del vulgorepublicanismo son absolutamente flexibles e intercambiables por cualquiera que sirva a las fracciones concentradas del capital contra las fuerzas progresistas o revolucionarias.
Otro discurso en oposición al cual podemos seguir construyendo el propio es la invocación de las fuerzas social-políticas de derecha que toman el mando del Estado -como en Argentina- o intentan tomarlo -como en Brasil- acerca de la necesidad de “volver al mundo”. ¿A qué mundo se refieren? Pues no son muy originales: su “mundo” es el que desde hace unos 520 años somete a la humanidad completa. Aquel de las potencias en las que el capitalismo se desarrolló en mayor medida en base al agotamiento y superexplotacion de sus “periferias” con la anuencia y para beneficio de sus clases dominantes. Es decir, los centros colonialistas y/o imperialistas-capitalistas.
Ya el presidente Menem nos convencía a buena parte de lo/as argentino/as en los ’90 que aplicando las políticas neoliberales con las privatizaciones de todos los recursos públicos y naturales y la llegada de la inversión extranjera íbamos a “entrar al primer mundo”.
Sin embargo, luego de una creciente rebelión popular que desembocó en la conformación de una fuerza social política comandada por otras fracciones burguesas que incorporaron intereses populares y tomaron las riendas del gobierno nacional en 2003, nos fuimos hacia otro mundo, nuestro mundo: Nuestra América, de la cual ahora, Macri y sus amigos nos quieren sacar y festejan que al fin podemos “volver al mundo”. Lo que esas fracciones concentradas del capital consideran a “el” mundo: el imperialismo.
Unos años antes, unos presidentes tomaban la posta de la Campaña Continental Contra el ALCA y decretaban su fin alzando sus manos juntas y frente a multitudes en la histórica Mar del Plata del 2005. Lo/as presidentes gestaron canales de comunicación autónomos, sin pedir permiso ni al Tío Tom ni a su ministerio de colonias (OEA), recibiéndose mutuamente y solidarizándose en variopintas cuestiones. Estábamos en “ese otro” mundo mas digno. El mundo al que aspirábamos pertenecer y construir en una relación de afinidad más simétrica y solidaria (y se dieron muchos pasos para avanzar en ese mundo Patria Grande) para desde ahí relacionarnos con el planeta. Desde esos espacios supranacionales incluso se han frenado algunos golpes de estado (y no otros lamentablemente). Espacios motorizados por el gran dirigente revolucionario de nuestros tiempos, Hugo Chávez Frías, y que ahora se encuentran estancados.
La otra opción, la que ahora en Argentina nos conduce al desamparo de masas, la del “volver al mundo”, es decir pensarnos como iguales ante Goliat, le quita el poder a David, ese poder moral con que cuentan los pueblos para vencer a sus enemigos mucho más poderosos, ese poder moral que es el clave en el arte de la guerra y que en la Argentina es mellado y ametrallado por el arte light mediático de los globitos de colores. Nunca tan dramática la concreción de aquella sentencia de Marx acerca de que la historia se repite primero como tragedia y luego como comedia, comedia trágica y lapidaria. Estos globitos de colores son más baratos aun que los espejitos de colores que constituyen una de las metáforas que explican la conquista de América[28].
Lamentablemente también se apunta a desarticular las vías de desarrollo progresista del Mercosur, con las iniciativas que posibilitan gestionar acuerdos bilaterales de “libre comercio” con la Unión Europea. En lo inmediato, los gobiernos de derechas dominantes (¡increíblemente!) en la actualidad del Mercosur, pretenden impedir la presidencia protempore de Venezuela, al igual que en UNASUR. De ahí tanto apuro del lacayo Luis Almagro por desenvainar la carta democrática en la OEA para luego intentarlo desde la UNASUR y el MERCOSUR. Pues, no nos sorprende. El mismo camino que han hecho con la Cuba revolucionaria allá por los 60s. Ladran Sancho, señal que cabalgamos…
Durante las experiencias progresistas y/o revolucionarias del siglo XXI se reconstruyeron los puentes con la historia emancipadora que habían sido rotos por quienes armaron y difundieron la historia oficial, nuestras clases dominantes y sus intelectuales orgánicos. Pero ahora se torna necesario retejer la memoria histórica más corta que también es atacada permanentemente por los aparatos ideológicos del capital que logran generar ciertas rupturas en la memoria intergeneracional. En Venezuela los jóvenes actuales ya son hijos de la revolución, no han vivido en carne propia las penurias y desamparos de las políticas neoliberales, como sí los sufrieron sus padres y madres, aunque muchas veces no trasmiten esas experiencias traumáticas del pasado, sino que se acomodan a una nueva vida con mayores grados de bienestar que naturalizan. Consideran un piso de derechos y un nivel de consumo adquiridos para ir por más, lo cual esta bien sino fuera por la falta de entendimiento de que esa situación conlleva el enfrentamiento contra quienes aun detentan los principales medios de producción y nuestras condiciones de vida.
En Argentina con el voto al cambio retrogrado que propuso Macri de retorno a las políticas neoliberales que llevaron al hambre y miseria a millones en un país que había alcanzado importantes grados de desarrollo capitalista-dependiente, y, por lo tanto, una fuerte clase obrera, parece indicar también esa ruptura de la memoria histórica con una generación que apenas 15 años atrás prendía fuego al país[29] como consecuencia de la aplicación de esas mismas políticas.
La estrategia de ruptura del lazo social es permanente en el capitalismo. Sobre todo, las clases dominantes apuntan a romper el lazo social de los de abajo, tejido por historias y tradiciones de lucha, que en los procesos progresistas y mucho más en los revolucionarios habían logrado neutralizar en diversos grados la política del “divide y reinaras”, de la competencia entre los obreros, que es una de las necesidades primordiales de la lógica del capital. Pues como explican Marx y Engels en El manifiesto comunista:
“La condición esencial de la existencia y de la dominación de la clase burguesa es la acumulación de la riqueza en manos de particulares, la formación y el acrecentamiento del capital. La condición de existencia del capital es el trabajo asalariado. El trabajo asalariado descansa exclusivamente sobre la competencia de los obreros entre sí”.
Contra ello las experiencias de lucha y de organización o, en palabras de Marx (Miseria de la filosofía), “la coalición”,
“persigue siempre una doble finalidad: acabar con la competencia entre los obreros para poder hacer una competencia general a los capitalistas. Si el primer fin de la resistencia se reducía a la defensa del salario, después, a medida que los capitalistas se asocian a su vez movidos par la idea de la represión, las coaliciones, en un principio aisladas, forman grupos, y la defensa por los obreros de sus asociaciones frente al capital, siempre unido, acaba siendo para ellos más necesario que la defensa del salario. (…) En esta lucha —verdadera guerra civil— se van uniendo y desarrollando todos los elementos para la batalla futura. Al llegar a este punto, la coalición toma carácter político”.
La guerra económica encarada por la oligarquía parasitaria contra el pueblo venezolano, propicia el retorno con cierta efectividad de la estrategia burguesa de ruptura del lazo social, sobre todo en sectores medios o capas de trabajadores que han ascendido en la escala social y adoptan la mentalidad pequeño burguesa de “conservar” su posición social como su interés principal. Estos elementos afectan a la fuerza moral del pueblo venezolano. Como señala Luis Salas Rodríguez
“es la razón por la cual la guerra económica no promueve la lucha de clases, sino el odio intraclase: hace que la mayoría asalariada y no propietaria se vuelque contra ella misma sospechando del otro o la otra, temiéndole, envidiándole y, en última instancia, aprovechándose. No hace querer acabar con la clase explotadora, sino sumarse como otro explotador más, así sea por sobrevivencia”(…). Por eso “La guerra económica es la condición de posibilidad del fascismo, la vía para desesperar a la población trabajadora, desorientarla, desmoralizarla y atizar el odio entre ella, sustituyendo el ideal socialista por la rapiña especulativa fascista”[30].
También lo expresa Manuel Azuaje Reverón:
“hoy en día, quienes quieren destruir el poder que ha sido activado gracias a la movilización histórica de los oprimidos y la construcción hegemónica de una agenda común, que han hecho posible las transformaciones logradas, inducen y alimentan una profunda crisis material, complementada por una descomposición ética. En esta circunstancia, donde los principios son dejados de lado para dar paso a una especie de nuevo darwinismo social, el tejido social se destruye aniquilando los lazos que lo constituyen”[31].
Por ello es necesario redoblar la formación política de masas utilizando las herramientas más diversas como vacuna ideológica contra la guerra económica. La creatividad se hace necesidad básica, el alimento de la revolución.
El poder moral es clave, pero se basa en condiciones y medios materiales para la supervivencia. Toda revolución necesita de una base material asegurada para la reproducción de la vida cotidiana. Por eso la estrategia del imperialismo y la derecha vernácula se centra en atacar al estómago y a desabastecer selectivamente de los productos básicos, de primera necesidad.
Esta estrategia es expresada sin tapujos desde el estado mayor conjunto de la contrarrevolución, como por ejemplo en el documento del Comando Sur de los EEUU bajo el título “Operación Venezuela Freedom-2″ firmado por el almirante Kurt Tidd, su actual jefe, fechado el 25 de febrero de 2016 y dado a conocer por la Misión Verdad. Sobre todo les dicta a sus mercenarios de la información masiva que hay que “posicionar la matriz de que Venezuela entra en una etapa de CRISIS HUMANITARIA por falta de alimentos, agua y medicamentos, hay que continuar con el manejo del escenario donde Venezuela está ‘cerca del colapso y de implosionar’ demandando de la comunidad internacional una intervención humanitaria para mantener la paz y salvar vidas”. La intervención militar contrarrevolucionaria-imperialista está en marcha.
Distintos trabajos de autores venezolano/as (sobre todo los de la profesora e investigadora de la Universidad Simón Bolívar, Pasqualina Curcio, y del ex-ministro Luis Salas Rodríguez entre otros) muestran mediante rigurosos estudios[32] como “en Venezuela, el fenómeno de la escasez y el desabastecimiento de productos, fungen como instrumentos políticos, utilizado por la élite económica, para lograr retomar el poder político del Estado, suprimido en revolución”[33].
En el documento del Comando Sur citado y otros, queda claro que después del triunfo de la revolución Cubana en sus narices, el imperialismo yanki dijo: nunca más otra Cuba. No en el patio trasero que por “Destino manifiesto” y la Doctrina Monroe se adjudican.
Si han intervenido militarmente en República Dominicana, en Granada, en Panamá, han financiado sistemáticamente a los contra nicaragüenses para minar y desestabilizar por todos los medios y mecanismos a otra revolución también triunfante y lo han logrado, ahora van por ese camino. Y sobre todo en un país tan importante y estratégico como es Venezuela, gran país del norte de Suramérica y el mayor reservorio de petroleo del mundo que los abastece, y donde además siempre han contado con una oligarquía servil totalmente funcional a sus intereses sin grandes esfuerzos.
Les preocupa sobremanera lo estratégico de la unidad cívica–militar en la revolución bolivariana. Por eso escogen la guerra de amplio espectro con énfasis en la guerra económica como base de despliegue de todas las demás guerras. Y aunque propician la penetración del paramilitarismo saben que en ese terreno no llevan la delantera.
Reflexión final
Sin embargo, frente a todas las dificultades, cuellos de botellas y a la creciente obturación de las vías pacíficas y democráticas de los cambios revolucionarios o progresistas, en la experiencia de vanguardia de la revolución de nuestros tiempos, Venezuela, se escucha, se ve y se respira la valiente y abnegada disposición a enfrentar en todos los terrenos y de todas las maneras que sea necesaria esta ofensiva de los enemigos de la patria latinoamericana. Y en este sentido incluso se preparan para la insurrección armada del pueblo para la defensa de la revolución en unidad cívico militar.
Nos preguntamos si el clima de recaudos ciudadanos que se observa en las ciudades es contra la delincuencia común o porque se preparan para defenderse frente a lo que previsiblemente va a tomar la forma de guerra civil en las calles. Tal como lo decía Atilio Borón al regreso del Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos sociales en Defensa de la Humanidad realizado en Caracas, se escuchan “tambores de guerra”[34]. Y se observa claramente que están decidido/as a sortear las trampas de la democracia burguesa y a defender a la revolución como sea necesario. Y a pesar de que abogan por la paz se preparan para otros escenarios, como por ejemplo con los ejercicios militares populares realizados en el pasado mes de mayo, mediante el llamado “Ejercicio de Acción Integral Independencia II 2016” con la participación de 520 mil combatientes de los distintos cuerpos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y, sobre todo, con el pueblo organizado a través de las Milicias Bolivarianas. En palabras de Maduro: “tenemos que defender al país con las leyes, la conciencia, el trabajo y los fusiles”.
¡Que triste contraste con la devolución por decreto de importantes grados de autonomía a una fuerzas armadas nada revolucionarias que otorgó Macri mediante un decreto presidencial[35]!
Ya sin el colchón del segundo anillo progresista y los espacios supranacionales debilitados en su identidad nuestroamericana, defender a la vanguardia de la revolución de nuestro tiempo es la principal tarea de lo/as militantes de la vida y de los sueños de liberación nacional y social.
Si Venezuela se constituyó como vanguardia del retorno al camino emancipatorio, tomando las banderas de los y las revolucionarias del pasado y guiándonos por las nuevas sendas de la liberación nacional y social, hoy en el marco de la restauración neoliberal que avanza por varios de nuestros territorios y que pretende anexarnos al imperio mediante nuevos tratados (como el de la Alianza del Pacífico y el Tratado Trans Pacífico en su desesperación por contrarrestar la presencia China), la defensa completa y total del proceso revolucionario bolivariano debe ser el objetivo principal de todo/as aquellos sujeto/as a la causa del pueblo nuestroamericano.
Dicha defensa total de la revolución de nuestro tiempo, para ser eficaz, debe incorporar altas dosis de autocrítica que nos lleven a rectificar a tiempo y a no desvincularnos de las contradicciones múltiples que la rica y dura realidad de lucha nos impone a cada paso. Y debe también ampliar la capacidad de educación y formación política de las masas en revolución pero también del conjunto del pueblo que esta sometido a las radiaciones permanentes de los tanques de guerra ideológica y propagandística omnipresentes. Dicha autoeducación política puede profundizarse con toda la masividad necesaria y urgente en los países que forman el anillo principal de los gobiernos populares y revolucionarios: Venezuela, Bolivia y Ecuador, pero debemos irradiarla a los pueblos sudamericanos que luchan y padecen la ofensiva restauradora neoliberal. En Argentina la tardía crítica y autocrítica y la falta de formación política de masas preparó el terreno para el retorno del neoliberalismo y los pueblos estamos pagando las duras consecuencias. En Venezuela cuyos avances populares marcan el alcance de la revolución y sus fuerzas cívicas y militares dispuestos a defenderlas en todos los terrenos presentan un escenario de enfrentamiento mucho más agudo. Si llegara a verse derrotada la revolución la rapidez de la destrucción de esas conquistas populares y la violencia desplegada sería mucho mayor a la de Argentina donde se habían emprendido reformas tendientes a mejorar la calidad de vida de la población pero no representaban una amenaza concreta ni inmediata a las relaciones sociales capitalistas, como sí lo es en Venezuela, y donde por ello el imperio esta dispuesto a intervenir con las armas. Si se apagara ese faro de dignidad que se sumó al de Cuba a fines de los 90 nos dejaría una oscuridad muy grande y un retroceso inmenso de los procesos emancipadores nuestroamericanos. Por ello en este Bicentenario de las primeras Declaraciones de la Independencia Nuestroamericana hoy la defensa de la independencia y soberanía de la Revolución Bolivariana con su construcción genuina, creadora, tumultuosa y apasionada del socialismo es nuestra principal y estratégica batalla.
Julio 2016
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[1] Aquí queremos dejar sentado que si pretendemos utilizar el lenguaje para acercarnos a expresar, comprender, transmitir, explicar la realidad, ésta es la de la lucha de clases, y la guerra mas oculta o mas manifiesta que ella implica, y no aquel lenguaje suavizado que incluso utilizan muchxs intelectuales que se dicen de izquierda.
[2] Un informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA autónoma indicó que de enero a junio de 2016 fueron detenidos al menos 35 dirigentes y activistas sindicales de seis provincias y registraron 24 casos de represión contra movilizaciones en nueve provincias, es decir que hubo más de un caso de desalojo violento de protestas por semana. Además han relevado múltiples causas penales y sumarios administrativos a dirigentes sindicales y activistas. Vales, Laura “El combo viene con despidos y represión”, Diario Página 12, 4 de julio 2016. Disponible en:http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-303364-2016-07-04.html
[3] Tomamos de Lenin los conceptos de lucha desde arriba y lucha desde abajo, véase Lenin (1975) “Dos Tácticas de la socialdemocracia rusa” en Obras escogidas en doce tomos, t. III, (Moscú: Editorial Progreso)
[4] Véase Santucho, Mario Roberto (1974) Poder burgués y poder revolucionario (Argentina: Ediciones El Combatiente)
[5] Como define Gramsci al Estado en las sociedades capitalistas avanzadas. Gramsci, Antonio (1997) Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el estado moderno (Buenos Aires. Nueva Visión)
[6] Véase por ejemplo Álvaro García Linera (2015) “El proceso boliviano en clave regional” en II Encuentro Latinoamericano Progresista, Quito, septiembre. Consideramos a este compañero, además de referente político revolucionario, el referente intelectual revolucionario por excelencia de este ciclo histórico en Nuestra América.
[7] Véase al respecto el minucioso análisis filosófico-jurídico-político que realiza Karl Marx en “La cuestión judía” varias ediciones.
[8] Se puede visitar en http://consulta.mpcomunas.gob.ve/index.php. Estos números fueron obtenidos en la entrada a la página del 5 de julio de 2016, pero son modificados permanentemente a medida que crece la cantidad de comunas y consejos comunales.
[9] Mazzeo, Miguel (2014) “Desde adentro, desde abajo”, prólogo a Teruggi, Marco (2015) Lo que Chávez sembró. Testimonios desde el socialismo comunal (Bs. As.: Ed. Sudestada).
[10] Para conocer el tema en profundidad, véase Teruggi, M. Op. Cit.
[11] Disponible en http://www.mpcomunas.gob.ve/wp-content/uploads/2014/07/Ideas-Fuerza-para-el-debate.-Consejo-Presidencial-de-Gobierno-Popular-con-las-Comunas.pdf
[12] Por ejemplo en García Linera, A. “Restauración conservadora y nuevas resistencias en Latinoamérica”, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 27 de mayo de 2016, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=o2z6vS5vH3E
[13] Constituye todo un desafío la formación de cuadros técnicos que reemplacen a los viejos (no en el sentido etario sino ideológico) y viciados, preñados de corrupción como no puede ser de otra manera en el capitalismo. Sin embargo ello lleva años. Las nuevas universidades más accesibles al pueblo, muestran importantes avances en ese camino, que sin embargo es mucho mas lento que la autopista de gran velocidad que demandan los tiempos políticos. La captura de cuadros revolucionarios de distintos frentes de masas para la administración estatal y el encuadramiento de las actividades militantes en programas estatales que necesitan del despliegue burocrático, succionan cuadros políticos formados de las bases, que muchas veces no son sencillos de reemplazar.
[14] Tal como aconseja el teórico liberal Gene Sharp, véase Romero, Juan (2016) “Gene Sharp, Venezuela y las operaciones psicológicas”, disponible enhttp://www.aporrea.org/tiburon/a228787.html
[15] Así lo hemos denominado junto a Katu Arkonada en un libro que se encuentra en prensa para su edición en Cuba: Desde Abajo. Desde Arriba. De la resistencia a los gobiernos populares: escenarios y horizontes del cambio de época en América Latina.
[16] García Linera, A. Op. Cit. Restauración conservadora …
[17] Atilio Borón explica que la expresión “democracia capitalista” es una expresión equívoca porque supone que en dicha forma estatal lo esencial es el componente democrático mientras que el carácter capitalista es apenas una tonalidad que modifica de modo accesorio al funcionamiento de la democracia. “Las democracias en el capitalismo contemporáneo son ‘capitalismos democráticos’, en donde lo esencial es el carácter capitalista de una formación social y su expresión política, y lo accesorio, prescindible, descartable es la democracia. Lo primero, el capitalismo, recordaba von Hayek, es una necesidad; la democracia, en cambio, es una conveniencia, siempre y cuando no altere el funcionamiento de aquel”. Borón (2000) Tras el Búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica), pp. 161-164.
[18] Democracia fosilizada también es una expresión del vicepresidente boliviano (en muchos de sus textos y discursos) para referirse a aquellos modos de traspaso del mando del estado para aplicar políticas neoliberales sin mas participación popular que el voto cada 4 o 6 años.
[19] Borón, A. “Involuciones”, disponible en: http://www.atilioboron.com.ar/ entrada del 6 de junio de 2016.
[20] Vales, Laura “El combo…” Op. Cit.
[21] Hauser, Irina “Un fallo que limita el derecho a huelga”, diario Página 12, 8 de junio 2016, disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-301266-2016-06-08.html
[22] Herrera, Alberto “El control de la libertad económica”, Venamcham, disponible en:http://www.venamcham.org/index.php?option=com_content&view=article&id=2228:el-control-de-la-libertad-economica&catid=5:pagina-principal entrada julio 2016.
[23] García Linera, A. “Restauración conservadora …”, Op. Cit.
[24] Véase por ejemplo Biglieri, Paula y Perelló comp. (2007) En el nombre del pueblo. La emergencia del populismo kirchnerista (Buenos Aires: Ed. UNSAM)
[25] Entrevista a Fernando Buen Abad “En América Latina hay bases militares y bases mediáticas”, 1 de junio de 2015, disponible: http://www.telesurtv.net/bloggers/En-America-Latina-hay-bases-militares-y-bases-mediaticas-20150601-0002.html
[26] Borón, A. “¿Estancamiento, retroceso, involución? Hipótesis sobre la génesis de ciertos acontecimientos recientes en América Latina”, Guayaquil, 1º de Marzo de 2016, disponible en: http://www.telesurtv.net/bloggers/Estancamiento-retroceso-involucion-en-America-Latina–20160302-0002.html
[27] Véase Gramsci, A. “Notas sobre Maquiavelo, la política….” Op. Cit.
[28] La referencia a los globitos de colores es literal ya que Cambiemos, la organización política macrista, ha basado su campaña en las calles identificándose con globos de colores que muestran en cada escenario y acto en contraposición a las banderas y consignas de otras fuerzas políticas. Levantan el mensaje supuestamente vacío de política del globito en contra de “la política” reificando como valor en el imaginario colectivo la despolitización de las masas, cuando en realidad invocan a esa sumisión histórica desde la conquista.
[29] Para conocer el desarrollo de la insurrección espontanea de diciembre de 2001 a lo largo del país, consúltese Iñigo Carrera, Nicolás y Cotarelo, María Celia (2003) “La insurrección espontánea. Argentina diciembre 2001. Descripción, periodización, conceptualización”, enDocumentos y Comunicaciones PIMSA 2003.
[30] Salas Rodríguez, Luis (2015) 22 claves para entender y combatir la guerra económica (Caracas: El perro y la rana), p. 15 y 16.
[31] Azuaje Reverón, Manuel “Superar la arrogancia para construir la política revolucionaria” disponible en: http://www.humanidadenred.org.ve/?p=3774
[32] Véase por ejemplo “La mano visible del mercado” y “Desabastecimiento e inflación en Venezuela” entre otros valiosos trabajos de Pascualina Curcio, así como el ya citado y otros de Luis Salas, en http://www.15yultimo.com/. Se ha publicado y circulado en diversos medios un interesantísimo cuadro de la autora que resume la vinculación entre los momentos en que se agudiza la escasez inducida con los momentos electorales o de ofensiva política de la derecha.
[33] Pérez, Salvador “El Fenómeno de La Escasez Inducida y el Desabastecimiento Programado en Venezuela”, disponible en: http://www.15yultimo.com/2016/04/escasez-y-desabastecimiento.html
[34] Borón, A. “Tambores de guerra en Venezuela”, diario Página 12, 17 de abril de 2016, disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-297143-2016-04-17.html
[35] Decreto nº 721.
http://www.resumenlatinoamericano.org/2016/08/24/la-batalla-estrategica-de-nuestro-tiempo-la-defensa-de-la-revolucion-bolivariana-de-venezuela/
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