Foto: Archivo
Dinamarca sigue oliendo a podrido
Por: Antonio Pérez
Publicado 29 enero 2016
El reino de Dinamarca ha decidido regia y soberanamente que expoliará a
cuanto refugiado se le ponga a tiro. La excusa oficial es que lo hará para
resarcir al Erario Público de los gastos que le ocasione la llegada de tanto
zarrapastroso por fuera… pero millonario por dentro. Este gobierno escandinavo
finge creer que en Oriente los opulentos tienen por costumbre jugarse la vida
periódicamente siguiendo el antiguo rito ¿sumerio-babilonio? ‘de la mano
delante y la mano detrás’ –las sandeces orientalistas nunca dejan de hacer
estragos-. Europa por su parte, sigue con su particular Contrarrevolución: la
antes sacrosanta propiedad privada depende ahora de la calidad de tu pasaporte.
Al parecer, aunque contra los refugiados haya latrocinio público con ventajismo
manifiesto, eso no es terrorismo del Estado danés sino buenas prácticas,
goodgovernance y otras moderneces del montón.
Humanitarismo, chao pescao
El Kongeriget Danmark no es el primer reino europeo que lo hace pero sí el
que tenía más prestigio como país humanitario, de asilo y de galletas de
manteca. Entre otros factores de imagen –léase, de propaganda-, tan buena fama
le venía por ser el que mayor porcentaje de su PIB dedicaba a cooperación
internacional. Uséase, la simple llegada de unos cuantos miles de refugiados ha
demostrado que Dinamarca ama a los pobres pero sólo cuando están sentados sobre
alguna mina de oro -¡los muy indolentes!-. Es decir, sólo mientras languidezcan
afuera de las fronteras nórdicas.
Imagen de la Cooperación Internacional, cero - Refugiados, mil. Pese al
apabullante resultado, el personal no acaba de creer que un país tan bondadoso
haya adoptado una medida tan cruel y tan innecesaria. Lo hubieran creído del
León Británico o del Zorro Belga y no digamos del Oso Ruso pero nunca de la Sirenita
Danesa.Bueno, en primer lugar, si la comparamos con dos de sus hermanas
escandinavas, la Sirenita sale ganando porque Noruega y Suecia están deportando
hacia Rusia a los refugiados; es decir, por encima del Círculo Polar Ártico,
con temperaturas que alcanzan los 30º negativos, los otrora países modélicos
obligan a masas depauperadas y debilitadas a caminar en medio del hielo.
Escandinavia ya no es la joya de la corona del bienestar y de la igualdad.
Aunque siga jactándose de tener alma socialdemócrata –lo cual es tan
cierto como miserable-, su electrocardiograma nos demuestra que el corazón de
los socialdemócratas ha cambiado de lugar: cual vulgares
liberales-conservadores, desde el quinto espacio intercostal ha migrado al
bolsillo.
¿La Historia explica algo?
La referencia histórica más escandalosa es la que narra el
comportamiento de los escandinavos cuando fueron invadidos por los nazis:
sabemos de sobra que los suecos se hicieron los neutrales aunque escorados más
bien hacia los ocupantes –detalle que todavía envenena las relaciones entre
Noruega y Suecia- y también que no todos los gobernantes fueron como el noruego
Vidkun Quisling, el cómplice escandinavo por antonomasia quien, por cierto,
había comenzado su carrera política en misiones humanitarias. Dicho sea sin
señalar…
Pero, volviendo a Dinamarca, quizá encontremos en su pasado alguna raíz
que nos explique su sadismo para con los refugiados. Y es que quizá se nos
olvidan los rasgos elementales de la Historia de ese paisito del que era príncipe
el malogrado Hamlet. Alguna mano negra quiere que no reparemos en que Dinamarca
mantiene desde hace siglos una tradición imperialista aparentemente impropia
del que ahora sólo es un minúsculo reino. Pequeño si nos olvidamos de los dos
millones largos de kilómetros cuadrados de Groenlandia, la más grande de todas
las colonias que Europa conserva en las Américas.Pequeño pero matón porque
conquistó Islandia, las Islas Vírgenes, parte de la otra Escandinavia, Estonia
y hasta mordisqueó el norte de Alemania hasta que los teutones le devolvieron
con creces la dentellada.
También relativamente pequeño su imperio colonial o Danmarkskolonitid, pero extrovertido como demostró expoliando también en África y Asia. En el
Continente Negro –negra es el alma de la Sirenita que por algo es de bronce-,
llegó a dominar la trata de negros desde unas cárceles y cuarteles –perdón,
factorías- fortificadas en lo que llamaron Costa de Oro -hoy Ghana-, un
topónimo con olor a patronímico con el que llegaron a la cumbre del humor doble
y literalmente negro. Para que luego digan los españoles que esa clase de humor
es exclusiva de la “idiosincrasia ibérica”…
Pero, sin obsesionarse con los colores, los daneses también arrasaron el
Indostán. Lo que hoy es Gondal para ellos, la llamaron Danmarksnagore mientras
que Serampore fue Frederiksnagore y hasta las remotísimas Islas Nicobar, hogar
todavía de los pueblos más resistentes a la globalización, fueron llamadas
Islas de Federico, Frederiksøerne, por los invasores rubios. Y lo más curioso es
que Dinamarca nunca perdió todas esas colonias sino que las vendió a sus
colegas anglosajones. Saquear para luego trapichear: todo un paradigma del arte
predatorio.
Una tradición multisecular no desaparece sin más. Hoy, la monarquía
danesa no ejerce su soberanía sobre las Islas Vírgenes pero su piratesca
impronta continúa: los nuevos vikingos no llegan a las antiguas Indias
Occidentales Danesas remando sus drakkars sino en avión privado porque el bisnes
ha cambiado de color pero no de dueño: antes consistía en mudar en oro amarillo
el oro blanco del azúcar de las plantaciones caribeñas; ahora consiste en
blanquear el oro amarillo que todavía es negro. ¿Confuso? Pues queremos decir
que esas Islas siguen siendo vírgenes, ahora de dinero blanco porque ellas sólo
producen dinero negro.
El colmo del imperialismo danés llegó con la invasión de Afganistán.
Según cifras de los propios milicos, entre enero.2002 y julio.2013, Dinamarca
envió 9.500 militares a ese crucificado país. Esta cantidad es tan digna de
crédito como cualquiera que nos suministre cualquier Ejército –es decir,
credibilidad cero- y, además, no incluye los mercenarios contratados. Sea como
fuere, en esa docenita de años afganos, murieron 43 soldados (¿daneses todos
ellos o algunos eran inmigrantes en Dinamarca?) y resultaron heridos otros 211.
La aventura costó al contribuyente la módica suma de 15 mil millones de coronas. El monto final del botín obtenido es secreto de Estado. Huelga añadir que
nunca se dieron cifras de las víctimas afganas.
Después de traducir la bravuconada de la excelentísima señora
HelleThorning-Schmidt, el abajo firmante deduce: ‘Aún insatisfechos con el
botín afgano y con el saqueo de Irak, los guerreros daneses ponen la mira en
los tesoros de Siria’. Subtítulo: ‘El incansable ladrón de Bagdad, ahora quiere
desvalijar a Damasco’. Y es que los daneses son guerreros pero instruidos y
hasta naturalistas. No les inspiró en su tropelía el ansia por el vil metal o
por el oro negro sino la lectura de Las mil y una noches:
“Y les apareció una ciudad admirable, llena de árboles y de aguas
corrientes, siendo en realidad como la cantó el poeta: “¡Damasco! ¡Su creador
juró no hacer en adelante nada parecido!¡La noche cubre amorosamente a¬ Damasco
con sus alas! ¡Y cuando llega el día, tiende por encima la sombra de sus
árboles frondosos! ¡El rocío en las ramas de estos árboles no es rocío, sino
perlas, perlas que caen como copos de nieve a merced de la brisa que las
empuja! ¡En sus bosques luce la Naturaleza todas sus galas: el ave da su lectura
matutina; el agua es como una página blanca abierta; la brisa responde y
escribe lo que dicta el ave, y las blancas nubes derraman gotas para la
escritura!” (Las mil y una noches, noche 23ª)
Tras semejante inyección de naturalismo, en el siguiente año de 2014,
los daneses comenzaron a meter la nariz en Siria –léase, comenzaron a crear
refugiados- bajo el disfraz ecologista que tanta fama mundial han conquistado:
emprendieron la retirada de las (escasas, obsoletas y de dudoso origen) armas
químicas que entregó el gobierno sirio cargándolas en barcos mercantes de su
bandera. Lamentablemente, se les olvidó decomisar las armas químicas que poseía
la oposición al régimen de Assad. Y, ya puestos a olvidar, también se olvidaron
de su ayuda militar al conglomerado de mercenarios pagados entre otros muchos
por Arabia Saudita, Turquía, Israel, Europa y los inevitables EEUU que han
conseguido balcanizar a Siria provocando la diáspora de su población.
Lo que todavía no hemos visto es que las fuerzas armadas danesas, tan
diligentes en el affaire de las armas químicas y en la participación en la
destrucción de Damasco en particular y de Siria en general, hayan enviado
barcos, aviones y hasta triciclos si se terciara para salvar a los cientos de
miles de refugiados que ellos mismos han fabricado. Sí, además de los afganos,
irakíes y africanos, esos mismos sirios que ahora están desvalijando. Príncipes
de Dinamarca: comprendemos que el vikingo tiene derecho de conquista sobre el
botín pero, ¿no creen que están exagerando en el ejercicio de tan depravado
‘derecho’? A su lado, el derecho de pernada casi nos parece un atropello menor…
¿Seráficos naturalistas?
El caso danés es uno más en la fétida hipocresía de Europa y, vista la
importancia de su ejército, no es desdeñable pero tampoco el peor. Pero es
posible que sea el más representativo del tétrico abismo que separa la
palabrería bienpensante de las maniobras gubernamentales en la oscuridad. Claro
está que, habiendo declarado la guerra a Damasco, no podemos acusar a Dinamarca
de doble lenguaje: anunció que invadiría Siria y lo cumplió. Que ello
multiplicara el genocidio en curso y la diáspora de los refugiados,
sencillamente entraba en la monstruosa categoría de daños colaterales.
Por tanto, Dinamarca es un reino que actualiza a diario su pasado
imperialista y que se vanagloria de ello. Después del Caribe virginal, de India
y del comercio negrero, les faltaba el Oriente asiático pero ya están zurciendo
ese descosido. Sin embargo, todavía mantiene la fama de país “ecologista”.
Incluso es seguro que los animalistas daneses son legión –aún más seguro es que
buena parte del pueblo danés rechaza tanto las invasiones orientales como el
saqueo a los refugiados-. Pero, ¿y si por pura travesura descubriéramos que
esta última fama conservacionista tampoco es verdadera? Veamos un caso de esos
que no hacen granero pero indican que graneros, haberlos haylos:
Visto que el mercado interno se agota porque los ecologistas y sus
compañeros de viaje no aman a las venus de las pieles, la compañía KopenhagenFur
se ha especializado en exportar al mayor mercado del mundo los cueros de lujo
que extrae de sus granjas semi clandestinas. La jugada le ha salido redonda,
tanto que ahora presume en su publicidad de ser la empresa danesa que más
exporta a China. Observemos cómo se anuncia:
No veamos sino que leamos este anuncio: además de recurrir en la letra
pequeña al remoquete “simplemente la piel más fina del mundo”, el descaro de su
racismo llega a una cumbre difícil de igualar en la sumamente racista Europa
contemporánea. Observemos las figuras de las dos modelos, la escandinava y la
oriental: la danesa es ejemplo de firmeza, es una cariátide sosteniendo todo un
mundo y una victoria de samotracia antes de mojarse la camiseta. Por su parte,
la oriental es una cría bajita -probablemente refugiada-,quien, pese a enseñar
muslamen, está a punto de ser estrangulada salvo que la rescate alguna ong
danesa de las que ahora socorren a los chinitos como antes les socorrían las
huchas del Domund. No tiene desperdicio el análisis que de esta lamentable
escena hace el emigrante bloguero que me ha proporcionado la foto:
“Una mujer rubia de ojos azules, de gran tamaño y con enorme seguridad,
vamos, una danesa "de las de verdad", "protege" con su
brazo, al mismo tiempo que sujeta e inmoviliza, a una mujer de rasgos
reconocibles como chinos en este país, una mujer de menor tamaño y aspecto más
inseguro. Dinamarca y China. Una persona blanca y una persona no blanca. Al
mismo tiempo, el cuerpo visible es el de la mujer china. Nada sorprendente si
recordamos la constante sexualización a la que son sometidos los cuerpos
asiáticos femeninos por la imaginación del hombre blanco. Una mujer danesa
activa, con pose dominante. Una mujer china pasiva, con el brazo colgando y la
mirada perdida. Sometida.” (perkerendk.blogspot.com, 03.V.2013)
Aunque obviamenteno se refería al hedor de las actuales granjas de
pieles de ese país, todos recordamos aquello tantas veces recitado en las
representaciones de Hamlet: “Algo huele mal en Dinamarca”. Si al hedor granjero
le añadimos la pestilencia de la pólvora escandinava que invade Siria, el dicho
se queda corto porque, hoy, Dinamarca no sólo hiede sino que explota, amputa,
trocea y pulveriza. Menos se recuerda la música que, al final del drama,
acompaña al entierro del príncipe Hamlet: “La música del soldado y los
ritos de la guerra rugen por él”. Vista la meticulosa avaricia con la
que Dinamarca rapiña hasta las últimas minucias del botín que ha conseguido
gracias a su ejército expedicionario, esta segunda sentencia y no otra es la
vera imagen del gélido europeísmo/cristianismo de los actuales príncipes
escandinavos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario