Venezuela:
golpe al golpismo
Miguel Angel Ferrer
La
derrota del chavismo en las elecciones legislativas del domingo 6 de diciembre es,
desde luego, un triunfo de la estrategia desestabilizadora orquestada desde
1998 por Estados Unidos, España y otros países imperialistas en sintonía con la
derecha venezolana y colombiana para intentar recuperar el poder perdido hace
casi dos décadas.
Pero esa victoria no es en realidad el triunfo apetecido por
derecha e imperialismo. La victoria apetecida, el triunfo ideal, no pasa por
las urnas, sino por el golpe de Estado, la intervención militar extranjera o la
guerra civil. O las tres cosas juntas, como en la España de 1936.
Y, curiosamente, el triunfo parlamentario no acerca, sino
aleja cada una de esas tres apetencias de la derecha criolla e internacional.
Más aún: esa victoria electoral constituye, bien visto el
asunto, una derrota en toda la línea de los propósitos golpistas e intervencionistas.
Por
medio de un golpe militar exitoso, como el de Franco o el de Pinochet, se
pueden revertir, mediante ríos de sangre, cárcel, tortura y represión
generalizada y prolongada, los avances sociales de las fuerzas democráticas,
populares y progresistas, como los conseguidos por los republicanos españoles a
comienzos de la década de los treintas y por los socialistas chilenos entre
1970 y 1973.
Imposibles,
por lo pronto, golpe e intervención extranjera, el antichavismo, sin embargo,
no cejará en sus afanes de derrocamiento de Maduro. Previsiblemente y contra
toda lógica democrática no utilizará el poder recién adquirido para gobernar en
pro de los intereses populares. Habrá de empeñarse en la restauración del
neoliberalismo, en la vuelta a la dependencia política con respecto a
Washington. Y eso no será fácil con la oposición y la resistencia organizadas y
combativas de las masas populares que no se identifican con las políticas
neoliberales que las empobrecen.
A partir de ahora el antichavismo tendrá que ajustarse, contra
su voluntad de dominio absoluto, a las vicisitudes de la lucha política. Sólo
que ahora sin poder recurrir al expediente del golpe o de la invasión militar
extranjera, ya estadounidense, ya colombiana.
De
modo que, contra la sabiduría convencional, puede decirse que el balance hasta
hoy es positivo para el movimiento de masas del chavismo. Ha sido vencido el
enemigo mayor. Ha sido minado el terreno donde derecha e imperialismo saben
desenvolverse con plenitud y a sus anchas.
Desde
los comicios del 6 de diciembre pasado, derecha e imperialismo tendrán que
cogobernar con el chavismo. Y ya no será fácil sólo culpar a Maduro y al
chavismo de las dificultades económicas prevalecientes.
Así que puede decirse que la lucha entre chavismo y oligarquía
entra en una nueva etapa en la que, finalmente y a diferencia de un golpe de
Estado o de una intervención extranjera, el chavismo y las masas populares
llevan ventaja.
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