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lunes, 9 de febrero de 2015

El cáncer del antisandinismo

El cáncer del antisandinismo

Por: Carlos Escorcia Polanco

En Nicaragua un cáncer corroe el alma nacional, el cáncer del antisandinismo. Se caracteriza por un enfermizo odio a todo aquello que huela a sandinismo. Este cáncer mata a sus víctimas, como lo demostró Anastasio Somoza Debayle, el más famoso paciente de dicho cáncer.

En nombre del antisandinismo, Anastasio Somoza Debayle asesinó más de 50 mil nicaragüenses. En nombre del antisandinismo, Oliver North dirigió desde los sótanos de la Casa Blanca una ilegal operación mercenaria resultante en el escándalo Irán-Contras.

En nombre del antisandinismo, Estados Unidos violó sus propias leyes y del derecho internacional consuetudinario, sufriendo un fallo condenatorio en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. En nombre del antisandinismo, Ronald Reagan vendió secretamente armas a Irán y utilizó las ganancias para financiar su ilegal guerra mercenaria, provocando un escándalo que casi le cuesta la presidencia.

Desde 1990 hasta 2007, en nombre del antisandinismo tres gobiernos pro estadounidenses saquearon el país. Gobernando sin guerras, sin bloqueos, sin sabotajes a la producción, sin minado a los puertos, sin voladura de puentes, sin vuelos supersónicos del avión espía SR-71, sin ataques con lancha pirañas de la CIA, con toda la generosidad de la banca internacional, las autodenominadas fuerzas democráticas jinetearon el macho por 17 años y fracasaron.

En nombre del antisandinismo, los remanentes de la ex guardia somocista vendieron cocaína en las calles del centro sur de Los Ángeles a las pandillas negras, desatando la epidemia del crack que asola los barrios pobres del sur de California.

En nombre del antisandinismo, Arnoldo Alemán, un oscuro abogado de tercera categoría y notoriamente anti-fotogénico, se convirtió en alcalde de Managua en 1990. Sin carisma, sin dotes de oratoria, sin visión de estadista, pero con un fanático antisandinismo, se convirtió en presidente, protagonizando el saqueo de las arcas nacionales más grande de la historia, superando proporcionalmente a la tiranía somocista.

Alemán contrajo nupcias con una humilde maestra de escuela de Miami y se pavoneó por Europa, derrochando los fondos del empobrecido pueblo nicaragüense. Siendo presidente se dedicó al blanqueo de capitales, abriendo cuentas en bancos estadounidenses y panameños, cobijándolas bajo el ridículo eufemismo de “Donación Taiwan”.

Fiscales federales norteamericanos y panameños abrieron causas criminales contra Alemán. Éste ya ha sido condenado por un tribunal federal de Miami y actualmente es procesado por el sistema judicial panameño por lavado de dinero. La justicia nicaragüense condenó a Alemán a 20 años de cárcel por el robo de 100 millones de dólares del tesoro público.

En nombre del antisandinismo, la oposición oligárquica está promoviendo una amnistía para exonerar a Alemán de toda culpa, bajo el absurdo argumento que el presidente Ortega controla el Poder Judicial y utiliza a Alemán, quien a su vez es el líder del Partido Liberal Constitucionalista, como su rehén político.

Eso sería igual a que Albert Gore se hubiese resistido a aceptar el fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos, bajo el argumento de que la mayoría de los magistrados que le negaron la presidencia pertenecían al partido Republicano. Con toda la frustración que el fallo adverso le produjo a Gore, éste jamás esgrimió tal argumento para descalificar el veredicto de la Corte Suprema de Estados Unidos.

En nombre del antisandinismo, Eduardo Montealegre, el candidato derrotado por Ortega en las elecciones de noviembre de 2006, hace maromas parlamentarias para evadir la justicia por el caso de los Certificados Negociables de Inversiones, Cenis, maniobra financiera que le permitió a Montealegre estafar al Tesoro Nacional por la suma de 500 millones de dólares, según la presunción penal determinada por la Contraloría General de la República.

Ortega recibió un país a oscuras, dado los diarios cortes de energía que duraban de cuatro a diez horas. Los apagones se han terminado, pero la oposición calla. Pese al huracán Félix, las consiguientes pérdidas de las cosechas y las constantes alzas de la factura petrolera, el gobierno de Ortega ha sobrepasado las recaudaciones de impuestos.

Ortega desprivatizó los servicios de salud, declaró la gratuidad de la educación y terminó con los negocios de bazar de las cafeterías escolares. Durante los gobiernos anteriores, un millón de niños no asistían a la escuela, realidad que la oposición calla.

La oposición parlamentaria que goza de mayoría de votos en la Asamblea, se ha dedicado a obstruir cada paso que da Ortega. Han jurado por la mujer que los trajo al mundo que le negarán los fondos a Ortega para el programa Hambre Cero, el programa insignia del gobierno, y bloquearán los fondos para el programa Usura Cero, el cual persigue auxiliar a los más pobres para que no caigan en manos de prestamistas inescrupulosos.

En nombre del antisandinismo, las fuerzas más retrógradas de Nicaragua han jurado amnistiar a Alemán, exonerar a Montealegre, llevándose de paso a los narcotraficantes del Cártel de Sinaloa presos en Nicaragua, anular o transferir los programas Hambre Cero y Usura Cero, y ni un solo centavo para gastos de la presidencia, hasta que Ortega despache en el local que designe la oligarquía. Es obvio que el cáncer del antisandinismo corroe y corrompe las entrañas de la patria.


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