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viernes, 26 de diciembre de 2014

RAÚL ISMAN Y LA MAGIA DE LA PALABRA

RAÚL ISMAN Y LA MAGIA DE LA PALABRA
Por José Luis Ayala

Cuando una tarde de setiembre de 1835, Louis Jacques Daguerre en París, imprimió por primera vez la imagen de una hermosa mujer desnuda, es decir el primer impreso provocativo en fotografía en blanco y negro, todo cambió debido a que ese hecho facilitó el desarrollo de las fotos impresas en diarios, revistas y especialmente postales. El material que usó Daguerre fue una placa de plata o llamado cobre plateado. Así nació la palabra daguerrotipo, sinónimo de un sistema de placas para ilustrar textos eróticos, para darle mayor atracción a las historias relacionadas con temas amorosos y sensuales. Las placas había que trabajarlas de día, es decir con la luz solar, pero al haberse superado las dificultades con ayuda de la química, el daguerrotismo sirvió para graficar, para ilustrar los textos eróticos con fotos de sensuales mujeres desnudas.

En un principio aceptaron ser retratadas solo las prostitutas más bellas de los lenocinios de París, las fotografías circulaban en reuniones de la burguesía adinerada para distraer y excitar a jóvenes sin mayor experiencia sensorial. Las fotos eran caras, circulaban de manera clandestina, pero fue ganando un gran mercado, como siempre lo prohibido tuvo y tiene mayor circulación. La reacción de la Iglesia Católica fue dura y condenó a las mujeres que se hacían retratar, a los fotógrafos y a quienes empezaron a establecer un nuevo mercado sexual. Así, el sistema de fotografías de mujeres desnudas tuvo una gran demanda, y sucedió que la policía allanó en Londres en 1874, el taller fotográfico de Henry Hayler y se llevó más de 130,000 fotos, además 5,000 transparencias, calificando esta actividad como “obscena y contra la moral pública”.

Después de superar una serie de dificultades, la fotografía de mujeres desnudas sirvió para estudios en el campo de la antropología, sociología, medicina y naturalmente para lo que equivocadamente se llamaba: clasificación de razas humanas en superiores e inferiores. Pero el daguerrismo estableció una frágil, delgada como invisible frontera entre la fotografía, la poesía y la prosa erótica, entre lo sensual y lo pornográfico. Un ejemplo clásico para hablar de este tema viene a ser los sensuales como eróticos Diarios de Anaís Nin, amante de Gonzalo More y marido de Helba Huara. Anaís era multiorgásmica, rica, sensualísima, exigente, aguantadora, resistente e insaciable. La descripción que le dedica al hecho de hacer el amor con su padre en el libro titulado “Incesto”, es francamente inolvidable.

Precisamente a esta clase de literatura sensual, de escritura difícil como riesgosa pertenece un escritor como Raúl Isman. No es fácil escribir como lo hace un escritor con tanto talento como él, con un depurado lenguaje que permite al lector imaginar, sentir y al mismo tiempo gozar con los sentidos. ¡Cuánto habrá trabajado sus cuentos y textos mayores! ¡Cuántas veces habrá corregido sus narraciones para no caer en escritos sin los adecuados recursos semánticos! No cabe duda que Raúl Isman sabía que en cada palabra se jugaba la vida, que la crítica no le perdonaría sino no cuidaba el lenguaje. Ahora sí, entramos al fondo del tema; el lenguaje, el cautivante lenguaje poético, el estilo sensual, el magnífico uso de la lengua española, la narración impregnada de limpidez, transparencia, elegancia, precisión, fascinación, pulcritud, destreza, emoción y riesgo. Y qué difícil debe ser además escribir como un equilibrista que camina en una cuerda tendida sobre un abismo, cuyo fondo está poblado de expresiones vulgares, carentes de metáforas capaces de transmitir poesía que se respira cuando se lee una prosa cautivante como la de Raúl Isman.


Pero el lector se pregunta: ¿para quién escribe? ¿No puede acaso narrar otros temas referidos a la sociedad en la que vive? ¿No le llama la atención Buenos Aires convertido ahora en un crisol de culturas? La respuesta es, cada escritor por lo general responde a sus propias necesidades humanas de comunicación, a la urgencia de expresarse de una distinta manera a los otros escritores. Se trata de un narrador urbano, de un trabajador de la palabra cautivante, de un creador zahorí que bucea en las profundidades del ser humano del siglo XXI, que expresa la manera de amar y tratar de ser feliz en un mundo caótico, ajeno y cada cien años, más deshumanizado.

Cada una de las narraciones de su libro: Cuentos eróticos para leer en la cama, responde a la necesidad de auscultar lo que somos más allá de los hechos y las palabras. Se trata de un conjunto de cuentos que sirve para reconocernos en un espejo invisible, para mirar hacia el interior de nosotros mismos y saber cómo somos. La idea es retratar lo que a veces no reconocemos, tratar de saber cómo somos, hasta dónde son los otros en relación con uno mismo y con todos y las otras. Así entonces, bien podríamos decir que Raúl Isman, escribe para indagar en sus cuentos acerca de la humana condición. Lo hace para decirnos que todos tenemos la misma capacidad de soñar, de imaginar, viajar hacia una sensualidad infinita con una prosa llena de poesía, con una fecunda imaginación erótica, fina, constante y a la vez irrepetible.

Sin embargo, hay pocos escritores en este género. Raúl Isman no solo es una excepción sin duda calificada, sino que además se nota un esfuerzo por describir adecuadamente el funcionamiento de los sentidos, el efecto de las caricias sensitivas, de las manos que hablan y son capaces de transmitir amor y ternura.

Raúl Isman, como buen narrador experimentado, por la magia de la palabra hace hablar a los ojos, respirar al tacto, acariciar a la lengua, besar mediante la piel y abrazar con una sola mirada. Es decir, hacer que el lector al final del texto tenga un orgasmo imaginario, disimulado, sabroso, rico, oportuno o se quede con las ganas de ir a buscar a una mujer imaginada.

Cuando un escritor como Raúl Isman, tiene esa capacidad de hacer ver a través de las palabras, de lograr que el lector goce sensualmente, que pueda tocar a través de la lectura el cuerpo de una mujer que respira a su lado, sentir y palpar lo que el lector lee, es porque pertenece a la categoría de un mago de la escritura y la palabra llena de sensualidad poética. Es que no solo se trata de un conocedor de la sicología humana, de un docente universitario que sin duda ha leído a Alfred Freud, Carl Gustav Yung, al médico y siquiatra Jacques Lacán, sino que además, escribe con todo el cuerpo, con la limpidez y gozo sensual que tiene todo ser humano inteligente. Para él no hay fronteras entre la imaginación y la realidad, por lo que bien podríamos decir: He aquí un narrador que ha borrado las lindes entre el deseo y el sueño, entre la imaginación y el ícaro verbal, entre la fantasía y la realidad.

Winston Orrillo al suscribir el prólogo dice bien al afirmar que: “Uno de las aspectos es, igualmente, el uso del lenguaje: ni muy arriba ni muy abajo: es decir, ni el habla de la élite, ni el del lumpen: y por eso Isman presenta sus narraciones en lo que podríamos llamar un sermo urbanus, un lenguaje de la ciudad, que mantiene el interés y nos hace, por ello, sentirnos en nuestro elemento”. El libro contiene narraciones como: Andrea y la rata erótica. Graciela y el sexo: Realidad y fantasía, La Walkiria guaraní y Erotismo marino (al anochecer). Una vez más subrayemos, el uso del lenguaje, pero lenguaje mágico, lleno de sensualidad fina que hace posible que los cuentos, tengan además de vida e independencia propia, un desarrollo sensual autónomo, excitante hasta los límites de un orgasmo imaginario en nombre de Graciela o juntamente con ella, (una mujer personaje del cuento) a quien nos parece haberla conocido en la vida real.

Escribir esta clase de cuentos eróticos es de lo más difícil porque es posible caer en la pornografía a través de la jerga, la replana o la jerigonza. Es decir, recurrir a lenguajes que pertenecen a minorías culturalmente marginales. Lo que no quiere decir tampoco que sea malo, de lo que se trata es hacerlo como escribe Raúl Isman, para lo que se necesita un marcado ejercicio literario y sobre todo talento literario. En otras palabras, la literatura erótica debe tener la capacidad de transmitir una experiencia a través de textos llenos de poesía táctil, de metáforas directas y maravillosas como la mirada de una mujer cuando se le besa y acaricia antes de hacer el amor bajo la luna llena. Si no tiene esa condición, no alcanza a ser una sinfonía de ternura, un himno de alabanza a una mujer desnuda a orillas del mar, a un sueño en el que se acaricia con la mirada a una mujer tantas veces deseada.

Y eso es lo que logra hacer con sus cuentos Raúl Ismal, “despierta el alma dormida”, como hace siglos dijera el poeta clásico. Nos recuerda que la gran literatura está hecha de temas cotidianos, de dramas humanos que tienen que ver con la experiencia humana más íntima, con los sentidos que producen placer y a veces o casi siempre también frustraciones personales. Nadie tiene la mujer ideal que quisiera, tampoco una mujer el compañero soñado que esperó toda la vida. Todos andamos descontentos, desilusionados con lo que tenemos o nos ha tocado. Nadie es feliz en este mundo con lo que ha conseguido o son muy pocos y pocas las mujeres que alcanzan un sueño dorado. Es allí donde esta clase de literatura llena un vacío, viene a responder a ese llamado que se hace desde el subconsciente, ha eso ha venido desde Buenos Raúl Isman y nosotros le decimos que con sus cuentos nos hace soñar despiertos.

Quien lea a Raúl Isman no olvidará jamás su prosa, no solo porque se trata de un escritor pulcro y con un oficio depurado, sino porque es un gran ciudadano de la Patria Grande, un querido escritor nacido en Buenos Aires en 1954, un admirado hermano de los escritores del Perú esencial. Su adhesión al Perú es la misma que la de Manuel Belgrano, que el Congreso de Tucumán de 1816, en la Asamblea de las Provincias Unidas del Río de La Plata, propusiera que Juan Bautista Túpac Amaru Monjarrás, cuarenta años preso de Ceuta, hermano menor de José Gabriel Túpac Amaru II, fuera rey de América y gobernante del Perú con su capital el Cusco.

Por eso esta noche, no solo es la presentación de su libro, viene a ser el homenaje fraterno que se merece, es un reconocimiento que le expresamos los escritores peruanos, a su labor de difusión y adhesión a las luchas sociales de quienes tenemos fe en el futuro. Algún día, serán eliminados los profundos abismos sociales, la miseria de siglos, la soledad sin límites y el dolor humano en el Perú, Argentina y en América mágica, trágica, cósmica, eterna.

Lima, diciembre 2014

Palabras leídas por José Luis Ayala en la presentación del libro Cuentos Eróticos del 11 de diciembre de 2014 en la Casa de la literatura peruana.
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Cortesía de Rosina Valcárcel


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