Ejemplo
de artículo anti-ruso en el Wall Street Journal (edición del 4 de noviembre de
2014)
¿Es imposible la paz entre
Obama y Putin?
por Alfredo Jalife-Rahme
Para el geopolítico Alfredo Jalife-Rahme,
el conflicto entre Estados Unidos y Rusia no depende de las relaciones
entre los presidentes de ambos países. Prueba de ello es el hecho que la
propaganda anti-rusa proviene fundamentalmente de las publicaciones vinculados
a los medios financieros anglosajones. La guerra mundial ya está aquí,
expresándose primeramente en teatros de operaciones periféricos y a través
de ciberataques. Si en los próximos años la Casa Blanca no se decide a
hacer algo para contener las acciones del grupo de presión vinculado a los
medios financieros, la guerra nuclear será inevitable.
RED
VOLTAIRE | CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO) | 20 DE DICIEMBRE DE 2014
Ahora
que me encuentro en San Petersburgo –la segunda ciudad rusa en importancia y
joya cultural humanista con casi 6 millones de habitantes–, donde
interactúo gratamente con los rusos locales, me cuesta demasiado trabajo
entender cómo puede Rusia ser desvinculada cultural, económica
y políticamente de Europa, en particular, y en general de «Occidente»
–una distorsión semántica de la orwelliana propaganda anglosajona (en inglés
equivale a «misnomer»)–, que cuenta en el G7 al oriental –desde el
punto de vista cultural y geográfico– Japón.
La
semiótica distorsión geoeconómica/geopolítica de la dupla anglosajona de
Wall Street/La City (Londres), que controla a sus respectivos gobiernos
pusilánimes cuan impopulares –Obama compite en repudio ciudadano con David
Cameron, el premier británico–, incrusta a Japón, de raza amarilla y cultura
oriental, y excluye a Rusia, de raza blanca y cultura occidental genuina, del «Nuevo
Occidente» adulterado y desbrujulado.
En un
enfoque holístico, San Petersburgo –la metrópoli más «occidental» de
Rusia, válgase la tautología cultural y geográfica– representa uno de los
crisoles modernos de la auténtica civilización occidental humanista: desde
sus incomparables Ballets Russes del Teatro Mariinsky
–lo óptimo de «Occidente»– hasta su maravilloso Museo L’Hermitage,
que detenta la mayor colección de pinturas de «Occidente»,
sin entrar a mencionar otros notables atributos civilizatorios, como
sus iglesias del rito ortodoxo cristiano –una religión medio-oriental
adoptada por la «primera, segunda y tercera Roma» (respectivamente la
original, luego Bizancio y por último Moscú)– y sus característicos palacios de
ensueño, de arquitectura similar a la de Italia, Gran Bretaña, Francia y
Alemania.
El
inconmensurable sabio chino Confucio solía decir que la máxima señal del
caos es cuando existe confusión lingüística: no sólo excluir a Rusia
–tanto del fenecido G8 como de la entelequia de «Occidente»
adulterada por los urgentes imperativos geopolíticos de la dupla anglosajona–,
sino peor aún, comparar grotescamente a Hitler con Putin, cuyo país contribuyó a
la derrota de la Alemania nazi, denota una grave pérdida de la sindéresis, a la
par de una incontinencia verbal.
Otra
confusión lingüística en el campo de la geopolítica radica hoy en discutir casi
bizantinamente si Estados Unidos y Rusia se encuentran ya en una «nueva
guerra fría» –de la que han advertido solemnemente Kissinger y Gorbachov– o
si se confrontan en una «guerra multidimensional», donde destaca la
«guerra económica» a la que ha hecho alusión prístinamente
el propio presidente ruso Vladimir Putin [1]
y quien, en su célebre entrevista a la televisión alemana ARD [2],
reclama y exclama que «la OTAN y Estados Unidos poseen bases militares
esparcidas por todo el globo, incluyendo áreas cercanas» al territorio
ruso y cuyo «numero sigue creciendo». Putin confesó luego que, frente a
la decisión de la OTAN de desplegar fuerzas especiales cerca de la frontera
rusa, Moscú ha respondido con ejercicios similares (v.gr en el Golfo de
México).
La «nueva
guerra fría» ya empezó y su epítome es la «guerra económica» que ha
desplomado deliberadamente el precio del petróleo, lo cual daña
enormemente a Rusia.
En un
extenso documento [3],
Vladimir P. Kozin, jefe de los consejeros del Instituto Ruso de Estudios
Estratégicos, aborda la «segunda guerra fría» que Estados Unidos y
la OTAN han impuesto a Rusia y pregunta cuál es «la forma de superarla»,
a lo que propone 4 axiomas:
1. «Estados
Unidos y sus aliados de la OTAN deben cesar cualquier edificación militar cerca
de las fronteras rusas» –que incluya una serie de acuerdos estratégicos
sobre armas convencionales y nucleares a los que ya se llegó– y «deben
contemplar a Rusia como su aliado permanente y no como su enemigo permanente»
(sic).
2. Levantar
sin condiciones todas las sanciones económicas y financieras contra Rusia.
3. «Ucrania
tendrá que declarar su promesa para conservar su estatuto de no alineado y
no nuclear para siempre» (sic). Aquí vale la pena un comentario: al
momento de la disolución de la URSS, Ucrania cedió parte de su dotación de
armas nucleares –al unísono de Belarús y Kazajastán–, sin haber sido
recompensada por la ingrata «comunidad internacional».
4. «La
comunidad internacional debe oponerse firmemente a las tentativas de revivir
los resultados de la Segunda Guerra Mundial, y combatir consistentemente todas
las formas y manifestaciones de racismo, xenofobia, nacionalismo agresivo y
chovinismo».
Tales 4
puntos deberán ser tratados en una cumbre especial entre Estados Unidos y
Rusia, «pero no con Barack Obama», ya que el geoestratega Kozin
juzga «imposible» (¡supersic!) realizarla durante lo que queda de su
presidencia.
Kozin
plantea que en el umbral de una guerra nuclear definitoria, las guerras hoy son
«híbridas»: guerras convencionales combinadas con ciberguerras y «guerras
de desinformación» mediante infiltraciones en asuntos domésticos ajenos
bajo la forma de «caos controlado» y guerras por «aliados
interpósitos» («proxy-wars»).
Kozin
se pronuncia por una «distensión global», que implemente, bajo «el
principio del mundo multipolar», una «seguridad mutua garantizada».
Llama
la atención el profundo grado de animadversión personal de los geoestrategas
rusos contra Obama, aunque no alcanza los niveles de rusofobia masiva del
polaco-canadiense-estadounidense Brzezinski quien, después de haber tendido una
trampa letal a la URSS en Afganistán, contempla(ba) balcanizar lo que queda de
Rusia en tres pedazos, con el fin de incorporar Ucrania a la OTAN, como enuncia
en su libro hoy caduco El gran tablero de ajedrez mundial,
donde no pudo prever las derrotas militares de Estados Unidos
en Irak y Afganistán ni el advenimiento del nuevo orden tripolar
geoestratégico Estados Unidos/Rusia/China).
El
verdadero asesor geoestratégico de Obama es Brzezinski, ex asesor de
Seguridad Nacional de Carter, atormentado por sus fobias atávicas todavía a sus
86 años.
Los
geoestrategas rusos han perdido la esperanza de alcanzar un acuerdo con
Obama –la paz «imposible»–, a quien también le conviene el «conflicto
congelado» de Ucrania mientras cede la batuta a un Congreso hostil.
Quizá
los rusos prefieran esperar por un nuevo presidente de Estados Unidos, dentro
de 3 años, para poder negociar.
Un
error de focalización subjetiva consiste en atribuir a los mandatarios de
Estados Unidos y Rusia las políticas que en realidad son producto de
sus maquinarias de guerra y sus intereses grupales.
Una
cosa es la postura de un think tank de la talla del Instituto Ruso de Estudios
Estratégicos y otra es la trivialización de la «guerra sicológica»
con la viciosa «propaganda negra» a la que se consagran
2 publicaciones financieristas anglosajonas, The Economist y The
Wall Street Journal, que desde su comodidad bursátil no se cansan
de incitar a una guerra de Estados Unidos contra Rusia.
¿Tendrán
suficientes refugios nucleares los malignos banqueros de Wall Street y La City
de Londres?
Fuente
[1]
«"Guerra
económica" del G-7 vs. BRICS: Putin compra oro», Alfredo Jalife-Rahme, La
Jornada, 23 de noviembre de 2014.
[2] “ARD Interview with Vladimir Putin”, by
Vladimir Putin, Voltaire Network, 17 de noviembre de 2014.
[3] “US-NATO’s Cold War 2.0 With Russia. How to
Reverse the Tide of Global Warfare?”, por Vladimir
P. Kozin, Oriental Review, Voltaire Network, 30 de
octubre de 2014.
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