“Cuba no se está proponiendo un socialismo de
mercado”
Rosa Miriam Elizalde
La
Jornada, 21 noviembre 2014
José Luis Rodríguez, ministro de Economía de Cuba entre
1995 y 2009, es de los pocos expertos de la Isla que mantiene públicamente un
análisis sistemático y riguroso, desde posiciones socialistas, sobre las
transformaciones que agitan la Isla. En un país que se levanta casi todos los
días con un nuevo decreto en la Gaceta Oficial que avanza hacia cambios
estructurales del modelo económico, apenas se escuchan a los funcionarios
explicando las medidas en lengua de la calle, mientras en el espacio digital
-con una altísima capilaridad en la Isla a pesar de la débil infraestructura de
Internet- florece todo tipo de análisis especulativo, frecuentemente con la
brasa arrimada a propuestas neoliberales.
En
cualquier caso, la economía es el tema de los temas en el país. Cuba se
enfrenta a un dilema de hierro: o actualiza, revisa y reconstruye su estructura
económica o la Revolución corre el riesgo de sucumbir ante la presión combinada
de sus propios errores y las agresiones del bloqueo de EEUU, en un momento
delicadísimo de reacomodo del consenso de Washington hacia la Isla.
Rodríguez,
asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), de La
Habana, responde preguntas de La Jornada, en vísperas de la última sesión
plenaria del año en el Parlamento cubano, que tiene en agenda el análisis de
los resultados del llamado “proceso de actualización” y los planes para el
2015.
Hacia
dónde va Cuba
–¿Por
qué actualización y no reforma económica?
–Puede deberse a dos
razones. Por un lado se ha querido enfatizar que todos los cambios que se están
proponiendo suponen la actualización de un modelo socialista, que se ha
calificado también como socialismo posible. Por otra parte, se ha querido tomar
distancia de las reformas -que a nombre de supuestamente perfeccionar el
socialismo- llevaron a su desaparición en Europa.
–¿Cuál
es exactamente el modelo Económico elegido? ¿Hacia dónde va Cuba?
–El
modelo del socialismo cubano elegido supone el perfeccionamiento de la sociedad
que se ha construido hasta aquí y tiene varios rasgos fundamentales que
reiteran su matriz socialista.
En
primer lugar se mantiene la propiedad social sobre los medios de producción
fundamentales -es decir- los que resultan determinantes para el desarrollo del
país. Se establecen límites al desenvolvimiento de la propiedad no estatal al
reducir su capacidad de acumulación y se asegura la prestación de servicios
sociales básicos universal y gratuitamente.
Al
mismo tiempo, se abren espacios a la pequeña propiedad privada -como autoempleo
o trabajo por cuenta propia-, la propiedad cooperativa agropecuaria y no
agropecuaria y las empresas mixtas con capital extranjero. Se parte así del
concepto que otras formas de propiedad no estatal pueden contribuir al
desarrollo del país, sin ser predominantes y si se les encauza adecuadamente,
es decir, sin que se conviertan en preponderantes.
Este
es un cambio significativo, pero a él se ha llegado partiendo de que -por un
lado- una propiedad estatal únicamente no asegura el éxito del socialismo
en la fase de construcción socialista en que nos encontramos; por otro lado,
durante años se trató de seguir ese camino y el balance no ha sido
favorable.
Por
último hace ya tiempo que la teoría marxista llegó a la conclusión de que la
existencia de relaciones de mercado en el socialismo obedece a un determinado
grado de desarrollo en el cual no puede socializarse directamente el trabajo
individual de los productores, y se requiere de las categorías mercantiles para
hacerlo. Por lo que se impone la necesidad de reconocer esa realidad si
queremos avanzar a un desarrollo más racional. Eso no significa que la
presencia de las relaciones de mercado -en el grado en que las mismas se
reconocen- no tengan que ser monitoreadas y sometidas a control social para
compensar sus efectos socialmente negativos. Lo dicho anteriormente da una idea
de que en nuestras condiciones esto es lo que puede asegurarnos un desarrollo
socialista posible de acuerdo a las circunstancias de subdesarrollo en que se
desempeña nuestra economía, aunque -desde luego- no es nada sencillo.
¿Socialismo
de mercado?
–Desde
la llamada cubanología se interpreta que lo que se está produciendo en Cuba es
la “transición a una economía socialista de mercado”, que necesariamente debe
ir acompañada de cambios estructurales en el sistema político del país. ¿Usted
que cree?
–En
relación a lo primero, cualquiera que estudie la evolución histórica de las
experiencias del llamado socialismo real claramente entenderá que nosotros no
nos estamos proponiendo un socialismo de mercado.
Esta
fue una apelación para calificar las reformas económicas emprendidas en los
años 60 del pasado siglo, que propiciaron una amplia introducción de mecanismos
de mercado en países como Yugoslavia, Hungría y también en la URSS con
la Perestroika. Esas reformas suponían que el mercado en su actuación no era para
nada contradictorio con el socialismo, por lo que se amplió cada vez más
la presencia de esos mecanismos para hacer más “eficiente” la gestión
económica, sin tomar en cuenta la connotación social de los mismos y sin
monitorear y compensar sus efectos perversos. La historia demostró que del
socialismo de mercado quedó solo el mercado sin socialismo.
Las
criticas de la cubanología siguen la lógica de que si se introduce el mercado,
debe llegarse hasta las últimas consecuencias -es decir al capitalismo- para
lograr una eficiencia superior. De ahí que presupongan eufemísticamente cambios
políticos para atemperarse a esa tendencia, lo que no es otra cosa que provocar
el transito al capitalismo. Por mas vueltas que le quieran dar, eso es lo que
está en el fondo de sus “recomendaciones”.
–Abundan
los que exigen celeridad a los cambios e incluso quienes se pronuncian por un
“shock”. ¿Es posible imponer mayor ritmo a las transformaciones?
–No
puede perderse de vista que -luego de muchos años de Período Especial- las
expectativas de la población son muchas y en muchos casos muy intensas. Sin
embargo, la magnitud de los cambios que se requieren en el funcionamiento de la
economía para satisfacer las necesidades de la población son de una gran
magnitud y complejidad. Se trata incluso de implementar medidas sobre las
cuales no existen experiencias en nuestro medio, por lo que se requiere un
periodo de prueba para validarlas e incluso valorar no solo su impacto
económico, sino también sociopolítico, habida cuenta de la gran importancia de
los factores subjetivos en este proceso.
Una
decisión precipitada en este sentido puede comprometer el proceso de
actualización. Esto no significa que no se avance en todo lo que sea posible y
que no comprometa los objetivos estratégicos a alcanzar. Por ejemplo, se han
adoptado decisiones que flexibilizan la venta de viviendas particulares, el
acceso a instalaciones turísticas internacionales y se admite la recontratación
de jubilados que pueden -además- cobrar un salario sin perder su pensión.
En
síntesis, la afirmación del Presidente Raúl Castro de avanzar sin prisas pero
sin pausas, pienso que tiene total validez.
Difícil
precisar ritmos de cambio en la economía
–¿Dónde
no se ha producido el cambio que se esperaba al aprobarse los Lineamientos hace
dos años y medio?
–En primer lugar es
preciso recordar que los Lineamientos tienen un período de implementación de 5
años o más en algunos casos, por lo que muchos impactos esperados en el
cronograma de aplicación pueden encontrarse aún en proceso de realización.
Por
otro lado, la concreción de resultados en la economía cubana -que tiene un
nivel de apertura superior al 47%, por lo que depende mucho de lo que ocurra en
la economía internacional- está sometida a un elevado nivel de incertidumbre.
Si a esta realidad añadimos la presencia del bloqueo económico de Estados
Unidos, es muy difícil lograr una elevada precisión en los ritmos de cambio en
la economía.
Adicionalmente
hay medidas que originalmente se plasmaron bajo determinadas premisas y a lo
largo del tiempo han tenido que ser complementadas con otras decisiones. Un
ejemplo está en la entrega de tierras ociosas para la producción agropecuaria,
que fue normada originalmente por el Decreto Ley 259 y después fue
complementada con el Decreto Ley 300, así como por otra serie de medidas para
facilitar la gestión del sector. También la experimentación de nuevas formas de
gestión del poder popular en las provincias de Artemisa y Mayabeque se ha
extendido en el tiempo más allá del plazo original, a partir del análisis de
las experiencias de su compleja implementación.
–¿Que
beneficios se perciben de las transformaciones iniciadas en el 2011?
–El
ordenamiento del modelo económico cubano ha tenido que necesariamente comenzar
por las grandes decisiones que modifican la estructura de gestión en la
macroeconomía, por lo que -lógicamente- es en esa esfera donde podemos apreciar
algunos resultados de importancia.
Si
nos remitimos a los problemas más significativos que recogen los Lineamientos
de la Política Económica y Social observaremos que estos son el desbalance
financiero externo y la baja productividad presentes en el país.
En
el primer aspecto se observa cómo de un saldo comercial negativo en relación al
PIB que era -5% en el 2008, se ha pasado a un saldo positivo de +1,6% en el
2013 gracias a la expansión de las exportaciones y a la sustitución de las
importaciones y el ahorro.
En
otras palabras, el saldo positivo del comercio exterior, aporta recursos que
permiten iniciar un proceso gradual de renegociación y pago de la deuda
externa. En este último aspecto se aprecia cómo se obtuvo recientemente la
condonación del 90% de la deuda de la antigua URSS con Rusia -deuda inscripta
en el Club de París- y también se logró la condonación del 70% de la deuda con
México, al tiempo que se ha dedicado un volumen sustancial de recursos a
liquidar los adeudos externos a partir del año 2009.
Todo
esto es de importancia estratégica, pues permite crear mejores condiciones para
ampliar la inversión extranjera, elevar la tasa de inversión del país y
aumentar los ritmos de crecimiento hasta alcanzar en pocos años cifras
del orden del 6 al 8%.
En
relación con la productividad del trabajo, esta ha crecido un 7,8% en los
últimos 5 años, ritmo que si bien no resulta muy elevado, ha permitido en la
última etapa que este indicador crezca más rápido que el salario medio para
evitar presiones inflacionarias.
No
obstante, queda mucho por hacer para lograr un crecimiento equilibrado y
autosostenible, pero esto también requiere tiempo y recursos.
Fin
de la doble moneda, ajuste cauteloso
–La
mayoría de la población no percibe aún mejoras en la microeconomía ¿cómo
mantener el consenso en tales circunstancias?
–Todo
proceso de ajuste económico -aun cuando se haga con criterios esenciales para
preservar lo alcanzado por nuestra sociedad- enfrenta desafíos
inevitables a corto plazo.
Probablemente
uno de los mayores desafíos radica en cómo realizar los cambios estructurales
indispensables para que el país se desarrolle y, al mismo tiempo, lograr
mejoras en el nivel de satisfacción de las necesidades de la población, que
-como ya se apuntó- acumulan carencias propias del Período Especial.
Algunas
decisiones adoptadas apuntan en esa dirección. Por ejemplo, el proceso de
reestructuración de las empresas estatales permite que las mismas ajusten el
pago de salarios a los resultados productivos, lo cual -donde se han aplicado
las medidas propuestas- ha posibilitado incrementar sustancialmente los
salarios sin provocar presiones inflacionarias, lo que potencialmente abre
nuevas alternativas al 49% de los ocupados en el sector estatal que laboran en
empresas.
La
situación es más compleja en el sector presupuestado, pero también -sin afectar
el equilibrio fiscal indispensable- se han elevado los salarios en el
sector de la salud y a los deportistas. De igual modo, en el sector
no estatal de la economía -donde labora alrededor del 26% de los ocupados- se
obtienen ingresos más elevados.
No
obstante, a pesar de estos avances y las potencialidades que se perciben, el
deterioro del salario real y las restricciones para expandir servicios como el
transporte y la construcción de viviendas, constituyen factores a tomar en cuenta
en la lucha por el indispensable equilibrio que debe irse alcanzando entre la
satisfacción de las expectativas y la creación de condiciones para lograrla.
Junto
a ese avance, necesariamente gradual, debe lograrse un mayor nivel de
información y participación de los trabajadores en todo este proceso, lo que
constituye -en mi opinión- un elemento esencial para mantener el consenso
indispensable.
–¿Cuánto
pesa la unificación monetaria para el éxito global de la transformación de la
economía en Cuba?
–La
dualidad monetaria que llevó a la circulación paralela del peso cubano (CUP) y
el peso convertible (CUP), que se implementó en 1993, permitió evitar una
devaluación de la tasa de cambio oficial que -de haberse efectuado- hubiera
llevado a una situación muy difícil de controlar. Igualmente en el sector
empresarial permitió implementar en paralelo un proceso de descentralización en
la toma de decisiones, que hoy podemos evaluar positivamente desde la distancia
que nos separa de los años 90.
También
la dualidad monetaria permitió -mediante la creación de las Casas de Cambio
(CADECA)- drenar una parte significativa del exceso de liquidez que se acumuló
en manos de la población en esos años y llegó al 73% del PIB. Al mismo
tiempo se abría un consumo en divisas -también gravado por un impuesto
sobre la venta- para al menos la parte de la población que tenía acceso a la
misma, que llegó aproximadamente a estimarse en el 60% de la población a
finales de la pasada década.
Todos
estos impactos positivos se fueron perdiendo en la misma medida en que la doble
circulación monetaria y la doble tasa de cambio asociada a esta fue haciendo
cada vez más complejo el manejo de la contabilidad en dos monedas, lo que
hacía muy difícil conocer la situación económica real en el país.
Por tanto, un proceso de cambios como el actual tiene como requisito indispensable ordenar nuestra contabilidad y las estadísticas retornando a un sistema monetario único con el peso cubano como centro.
No
obstante, se trata de un proceso de elevada complejidad que llevará
necesariamente un periodo de tiempo, ya que se trata de devaluar la tasa de
cambio oficial que se mantiene hoy en 1 CUP=1 CUC o peso convertible
(equivalente a un USD) y hacer converger la tasa de cambio entre el Estado y la
población donde se cambia 1 CUC = 25 CUP. Es sin dudas una operación en
la que se requiere avanzar cautelosamente para que resulte exitosa.
En
la actualidad se trabaja en el grupo de transformaciones de mayor complejidad
en medio de una coyuntura externa no favorable. No obstante, la hoja de ruta
que se trazó con los Lineamientos aprobados en el 2011, asegura los cambios
indispensables para avanzar estratégicamente en la creación de condiciones para
un desarrollo sostenible a mediano plazo. (Tomado de La Jornada)
Enviado
por tortilla en Vie, 11/21/2014 - 17:25
No hay comentarios:
Publicar un comentario