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lunes, 27 de octubre de 2014

Marango en el camino de la alimentación animal

Marango en el camino de la alimentación animal
REDACCIÓN CENTRAL DE LA VOZ DEL SANDINISMO

Puede ser un excelente componente en la dieta de disímiles animales de ceba, sin competir mucho con otros cultivos

26/10/2014

Los productores agropecuarios pueden encontrar en el árbol de marango un remedio a sus dolores de cabeza en la provisión de alimento animal ante la escasez de suelos agrícolas y el ciclo de los procesos naturales lluvia-sequía.

El cambio climático ha hecho más perentoria la presencia de la planta Moringa oleifera Lam (su nombre científico), que desde el sur del Himalaya se extendió por casi todas las zonas tropicales y subtropicales del mundo.

Para algunos es mágico por sus enormes propiedades en materia de nutrientes y presencia de proteínas y hasta lo llaman árbol maravilloso, milagroso y otros calificativos que podrían nublar la vista si su uso no está acompañado por investigaciones científicas que potencien sus bondades y neutralicen sus efectos negativos.

Algunos estudios dan cuenta que sus hojas perennes, porque pueden resistir periodos prolongados con falta de agua sin perder su color verde, sirven para forraje de animales tan disímiles como rumiantes, cerdos y aves, e incluso carpas, tilapias y otros peces herbívoros.
Mediante un experimento se le dio a cada res 15 kilogramos de masa de marango (hojas, ramas y la torta resultante de la maceración de las semillas). Al compararse con otras dietas se pudieron ver algunos resultados: las vacas en ordeño producían tres litros más de leche (de siete subían a 10).

También se dividió en dos partes el ganado en ceba: al que se le suministró marango subió 1.200 gramos diariamente y el otro solo 900.

Sin embargo, otras pruebas recomiendan no abusar de la proporción de las hojas del árbol, que tiene una cuarta parte de proteínas en su composición, la más alta en un vegetal. Por ejemplo, los vacunos solo requieren 18 por ciento de ese elemento en su alimentación, en los monogástricos (cerdos, por ejemplo) baja de 12 a 14.

La idea más aconsejable, por la mayoría de los académicos, es mezclar partes de marango en concentrados para la alimentación, si se tiene en cuenta que el secado de la hoja aumenta los porcentajes de diversos nutrientes.

Dentro de los objetivos del Gobierno Sandinista para garantizar la seguridad alimentaria en medio de la incertidumbre que genera el cambio climático está el uso de la planta para alimento animal, una opción todavía poco empleada en el país.

El proyecto Introducción y fomento del cultivo del Marango en Nicaragua, que se desarrolla desde 2012 y por cuatro años a través del Ministerio de Economía Familiar, Comunitaria, Cooperativa y Asociativa, persigue –entre otros propósitos- la utilización del follaje como alimentación para ganado menor y mayor, principalmente en la época de verano cuando hay escasez de pasto.

Su rápido crecimiento y la posibilidad de soportar largos periodos de sequía lo hacen ideal para plantarse en Nicaragua, pues además de aceptar la siembra en grandes extensiones, puede crecer también como cercas vivas o en forma de cuadrantes o en hileras para proteger otros cultivos menores.

Tal amplia variedad de opciones para su sembrado sirve lo mismo a pequeños productores, que podrían cortar hasta nueve veces en el año los rebrotes en sus cercas, o a grandes ganaderos, que en una hectárea de tierra tendrían hasta un millón de esas plantas, que en un año alcanzan los cuatro metros de altura.

Para el Departamento de Biomasa de la Universidad Nacional de Ingeniería, que ha liderado esas investigaciones en nuestro país, la densidad de un millón de plantas por hectárea es la óptima para la producción de forraje fresco por el bajo costo de siembra, manejo del corte y control de malezas en buenas condiciones agroclimáticas.

En todo caso, los rebrotes se deben cortar entre 35-45 días, cada vez. El material cortado -tallos, ramas y hojas- se pica y se suministra a los animales.
Por si fuera poco, el marango le aporta nutrientes al suelo y lo protege de factores climáticos como la erosión y la excesiva desecación.

Su valor nutricional y los elevados rendimientos de biomasa, hacen al árbol un recurso fitogenético de importancia en los sistemas de producción agropecuaria.


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