Marango en el camino de
la alimentación animal
REDACCIÓN CENTRAL DE LA VOZ DEL SANDINISMO
Puede
ser un excelente componente en la dieta de disímiles animales de ceba, sin
competir mucho con otros cultivos
26/10/2014
Los
productores agropecuarios pueden encontrar en el árbol de marango un remedio a
sus dolores de cabeza en la provisión de alimento animal ante la escasez de
suelos agrícolas y el ciclo de los procesos naturales lluvia-sequía.
El
cambio climático ha hecho más perentoria la presencia de la planta Moringa
oleifera Lam (su nombre científico), que desde el sur del Himalaya se extendió
por casi todas las zonas tropicales y subtropicales del mundo.
Para
algunos es mágico por sus enormes propiedades en materia de nutrientes y
presencia de proteínas y hasta lo llaman árbol maravilloso, milagroso y otros
calificativos que podrían nublar la vista si su uso no está acompañado por
investigaciones científicas que potencien sus bondades y neutralicen sus
efectos negativos.
Algunos
estudios dan cuenta que sus hojas perennes, porque pueden resistir periodos
prolongados con falta de agua sin perder su color verde, sirven para forraje de
animales tan disímiles como rumiantes, cerdos y aves, e incluso carpas,
tilapias y otros peces herbívoros.
Mediante
un experimento se le dio a cada res 15 kilogramos de masa de marango (hojas,
ramas y la torta resultante de la maceración de las semillas). Al compararse
con otras dietas se pudieron ver algunos resultados: las vacas en ordeño
producían tres litros más de leche (de siete subían a 10).
También
se dividió en dos partes el ganado en ceba: al que se le suministró marango
subió 1.200 gramos diariamente y el otro solo 900.
Sin
embargo, otras pruebas recomiendan no abusar de la proporción de las hojas del
árbol, que tiene una cuarta parte de proteínas en su composición, la más alta
en un vegetal. Por ejemplo, los vacunos solo requieren 18 por ciento de ese
elemento en su alimentación, en los monogástricos (cerdos, por ejemplo) baja de
12 a 14.
La
idea más aconsejable, por la mayoría de los académicos, es mezclar partes de
marango en concentrados para la alimentación, si se tiene en cuenta que el
secado de la hoja aumenta los porcentajes de diversos nutrientes.
Dentro
de los objetivos del Gobierno Sandinista para garantizar la seguridad
alimentaria en medio de la incertidumbre que genera el cambio climático está el
uso de la planta para alimento animal, una opción todavía poco empleada en el
país.
El
proyecto Introducción y fomento del cultivo del Marango en Nicaragua, que se
desarrolla desde 2012 y por cuatro años a través del Ministerio de Economía
Familiar, Comunitaria, Cooperativa y Asociativa, persigue –entre otros
propósitos- la utilización del follaje como alimentación para ganado menor y
mayor, principalmente en la época de verano cuando hay escasez de pasto.
Su
rápido crecimiento y la posibilidad de soportar largos periodos de sequía lo
hacen ideal para plantarse en Nicaragua, pues además de aceptar la siembra en
grandes extensiones, puede crecer también como cercas vivas o en forma de
cuadrantes o en hileras para proteger otros cultivos menores.
Tal
amplia variedad de opciones para su sembrado sirve lo mismo a pequeños
productores, que podrían cortar hasta nueve veces en el año los rebrotes en sus
cercas, o a grandes ganaderos, que en una hectárea de tierra tendrían hasta un
millón de esas plantas, que en un año alcanzan los cuatro metros de altura.
Para
el Departamento de Biomasa de la Universidad Nacional de Ingeniería, que ha
liderado esas investigaciones en nuestro país, la densidad de un millón de
plantas por hectárea es la óptima para la producción de forraje fresco por el
bajo costo de siembra, manejo del corte y control de malezas en buenas
condiciones agroclimáticas.
En
todo caso, los rebrotes se deben cortar entre 35-45 días, cada vez. El material
cortado -tallos, ramas y hojas- se pica y se suministra a los animales.
Por
si fuera poco, el marango le aporta nutrientes al suelo y lo protege de
factores climáticos como la erosión y la excesiva desecación.
Su
valor nutricional y los elevados rendimientos de biomasa, hacen al árbol un
recurso fitogenético de importancia en los sistemas de producción agropecuaria.
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