¿Rigidez o certeza en los clásicos?: Marx, Engels y Lenin sobre las leyes del desarrollo social y el tránsito del capitalismo al socialismo
Manuel Moncada Fonseca
“Hoy en día, todo parece
llevar en su seno su propia contradicción. Vemos que las máquinas, dotadas de
la propiedad maravillosa de acortar y hacer más fructífero el trabajo humano,
provocan el hambre y el agotamiento del trabajador. Las fuerzas de riqueza
recién descubiertas se convierten, por arte de un extraño maleficio, en fuentes
de privaciones.”[1]
“Y la competencia se
convirtió en una enconada lucha, que hoy se nos ensalza y presenta como un
viraje de la historia universal, como el creador de los resultados y conquistas
más formidables.”[2]
1. Introducción
Nos
negamos decidida y firmemente a descartar la explicación marxista sobre la
naturaleza, la sociedad y el pensamiento, sin que ello implique, bajo concepto
alguno, aceptarla como dogma o recetario para, simplemente, aplicarla a la
realidad. Pensamos que ninguna otra concepción del mundo desenvuelve los
fenómenos y realidades existentes, con la lógica, la dialéctica y los
argumentos convincentes que ella posee para alumbrar y abordar con la debida seriedad
el estudio de cualquiera de las esferas del ser; particularmente, las relativas
a la realidad histórica en sus más diversos aspectos, de conjunto o en sus
partes esenciales. En este sentido, compartimos el siguiente aporte:
“Tras
la caída del muro de Berlín y la implosión de la ex Unión Soviética, los
ataques contra el pensamiento marxista recrudecieron. En muchos centros
académicos los defensores del marxismo revolucionario han sido calificados como
obsoletos, anacrónicos o dinosaúricos. Frente a esto Alan Woods señala que lo […]
obsoleto es el capitalismo […] explica cómo a raíz del colapso de la
URSS, se dio pie a una contraofensiva ideológica sin precedentes por parte de
la burguesía para atacar al marxismo y al socialismo.”[3]
Sin
embargo, en la trampa antimarxista han caído no pocas fuerzas de izquierda en
el mundo, la cuales insisten, con tozudez, en el supuesto de la obsolescencia de
los clásicos. ¿Cuántas de ellas estarán penetradas por los enemigos de la lucha
de los pueblos? No estamos declarando una cacería de brujas, sólo colocamos un
alerta necesario en lo que atañe a la labor de zapa que el imperio realiza para
golpear a las fuerzas revolucionarias.
Pero
la maligna actividad del enemigo de los pueblos se desata, en lo primordial, contra
la conciencia de los mismos. No en vano, se
difunden no pocos planteos ingenuos que, influenciadas por los
apologistas del capital, hacen muchísimas personas, por ejemplo, creyendo que
con propuestas, de uno u otro tipo, a un ministerio cualquiera se puede
contribuir, digamos, a reducir el hambre; mejorar la calidad de la educación;
atender la salud de los pobladores; brindar mayor seguridad a los ciudadanos;
etc.
El
marxismo sostiene el carácter de clase que el estado posee de forma ineludible,
tanto donde impera la propiedad privada sobre los medios de producción, como en
aquéllos en los que la propiedad social es la regla dominante. En los primeros,
las propuestas de la población huelgan; en los segundos, lo esperado y normal
es atender las demandas de la mayoría, como, en lo esencial, se constató en la
experiencia del ex campo socialista, y, hoy, se sigue constatando, en Cuba y en
Corea del Norte.
De
ahí que ningún ministerio, en un país donde reine un estado opresor esté, en
verdad, en función de hacer justicia para todos; brindar educación, salud,
alimentación para el conjunto de los pobladores; sino en provecho casi
exclusivo de los poderosos; salvo cuando aquéllos de forma organizada, mediante
la lucha de clases (ley histórica del desarrollo social, imperante en todo
sistema opresor), arrancan reivindicaciones en su provecho a la minoría explotadora.
Como
dice Marx, “al capital no le inquieta la
salud y la duración de la vida del trabajador, como no sea por imposición en la
sociedad.” Y prosigue: “El
establecimiento de una jornada de trabajo normal es el resultado de una lucha de
varios siglos entre el capitalista y el trabajador.”[4]
Considerando lo
expuesto, compartimos este planteo de Iñaki Gil de San Vicente: “… es imposible -escribe- conocer la
permanente lucha frontal entre la humanidad explotada y el capitalismo sin
emplear […] la filosofía marxista.”[5]
Por su parte, Rouge Midi plantea la validez del
marxismo, acotando que “fue históricamente el discurso claro y consecuente de
la Internacional Comunista en los años 20 del siglo pasado, lo que expresó
claramente la relación entre el combate anticapitalista y anticolonial. Por
esas razones, necesitamos
que la expresión comunista vuelva a desarrollarse en Francia después de todas
esas retractaciones de las últimas décadas.”[6]
Pero igual, no sólo en Francia sino en el mundo entero, agregamos nosotros.
2. Premisas de la
historia humana
Veamos
una apretada síntesis de las premisas de la realidad histórica expuestas por
Marx y Engels.
Para
ellos, el mundo no se cambia a partir del cambio de la conciencia de los
opresores, por una que responda a los intereses de la humanidad socializada. De
ahí que acoten: “Este postulado de cambiar la conciencia viene a ser lo mismo
que el de interpretar de otro modo lo existente, es decir, de reconocerlo por
medio de otra interpretación. […] [Los Jóvenes hegelianos] sólo luchan contra
“frases”. Pero se olvidan de añadir que a estas frases por ellos combatidas no
saben más que oponer otras frases y que, al combatir solamente las frases de
este mundo, no combaten en modo alguno el mundo realmente existente.”[7]
Y
al exponer las premisas de las cuales arranca todo desarrollo social, Marx y
Engels advierten de antemano que éstas no son dogmas, sino premisas generales
para comprender, a grandes rasgos, el mundo que rodea al hombre, desde su
aparición hasta el presente.[8]
Por lo demás, el marxismo no vuelve innecesario el análisis concreto de la
realidad concreta, más aún, lo exige; en este campo, su función descansa en
servir de guía, lo que no es del todo poco.
“Las premisas de que partimos no tienen nada de arbitrario, no son ninguna clase de
dogmas, sino premisas reales, de las cuales sólo es posible abstraerse en la
imaginación. Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales
de vida, tanto aquellas con que se han encontrado como las engendradas por la
propia acción.” […] / “La primera premisa de toda historia humana es,
naturalmente, la existencia de individuos humanos vivientes.”[9]
Y
siguen: “… para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse
y algunas cosas más. El primer hecho histórico es, por consiguiente, la
producción de los medios indispensables para la satisfacción de estas
necesidades.”[10]
Dándole
continuidad a lo expuesto, prosiguen: “Lo segundo es que la satisfacción de
esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la adquisición del
instrumento necesario para ello conduce a nuevas necesidades, y esta creación
de necesidades nuevas constituye el primer hecho histórico.”[11]
“El
tercer factor que aquí interviene de antemano en el desarrollo histórico es el
de que los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al mismo
tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es la relación entre hombre y
mujer, entre padres e hijos, la familia.” [Misma] “que al principio constituye
la única relación social…”[12]
Luego
relacionan lo natural y lo social como un todo indisoluble: “La producción de
la vida, tanto de la propia en el trabajo, como de la ajena en la procreación,
se manifiesta inmediatamente como una doble relación -de una parte, como una
relación natural, y de otra como una relación social-; social en el sentido de
que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos […]. De donde se
desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase
industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una
determinada fase social, modo de cooperación que es, a su vez, una fuerza
productiva…”[13]
Señalan,
en síntesis, estas premisas:
1)
La condición de existir; 2) la necesidad de garantizar la existencia
produciendo lo materialmente necesario para ello; 3) la necesidad permanente de
procreación para garantizar biológica y socialmente, mediante la cooperación,
la existencia humana.
Y,
sin ambages, anotan que, de antemano, se manifiesta “una conexión materialista
de los hombres entre sí, condicionada por las necesidades y el modo de
producción […] [conexión] que es tan vieja como los hombres mismos”.[14]
Y
completando lo expuesto, llegan el punto más complejo y, por ende, más
tergiversado de todo cuanto los clásicos plantean. Propiamente, lo relativo a
la conciencia, la cual, sostienen, desde que nace, se ve “preñada” de materia””. Ella se expresa “bajo
la forma del lenguaje”. Éste “es tan viejo como la conciencia […] es la
conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para los otros
hombres y que, por tanto, comienza a existir también para mí mismo […] nace […]
de los apremios del intercambio de los demás hombres.”[15]
Distinto
es hablar de la complejísima evolución que la conciencia adquirió a partir del
establecimiento de la propiedad privada, del patriarcado y, por consiguiente,
de ese instrumento especial que los opresores de todos los tiempos han blandido
para preservar sus intereses y privilegios de clase: el Estado. Justo desde ese
momento, a la conciencia se le comenzó a separar de su terrenalidad para
convertirla en algo por sí mismo existente desde toda la eternidad; en otras
palabras, cuando ella se comenzó a concebir “en condiciones de emanciparse del
mundo y entregarse a la creación de la teoría “pura”, de la teología “pura”,
etc.”[16]
En
asociación con lo anterior, cada vez que se ha hablado de la evolución del
universo se ha esgrimido la teoría del Big Bang, pero enfocándola, de hecho,
como algo que, inesperada y milagrosamente, apareció de la nada, sin advertir
que un movimiento sólo puede provenir de otro movimiento. Ahora se plantea una
novedad científica mucho más asentada en la realidad, lo relativo, justamente,
al movimiento anterior al Big Bang.[17]
Con cuánta razón habló Engels de “la
eternidad en el tiempo”, de la “infinitud en el espacio”, consistente “en no
tener fin en ningún sentido, [ni] por
delante, ni por detrás, ni en alto ni en bajo, ni a la derecha ni a la
izquierda.” En este mismo sentido, plantea que “las formas esenciales de todo
ser son el espacio y el tiempo y un ser fuera del tiempo es un absurdo tan
grande como fuera del espacio.” Y concluye “el movimiento deriva de otro
movimiento, jamás de la inmovilidad”.[18]
y [19]
Por
lo demás, pensamos que la novedosísima hipótesis que señala que “vivimos dentro de un holograma 2D gigante”[20], en lo esencial, no puede poner en tela de
juicio lo que, en nuestro mundo terrenal, la ciencia tiene constatado en
relación con el tiempo y el espacio. De comprobarse, en mayor o
menor medida el asunto, no creemos que se pueda demostrar algo por completo
contrapuesto a lo ya establecido. Eso sí, podría complementarlo, en mayor o
menor medida, de igual modo que el descubrimiento del átomo precisó las concepciones
que respecto al átomo poseían Leucipo y Demócrito.
3. Las leyes
fundamentales de la dialéctica
No
podemos concluir esta parte de nuestro trabajo sin hacer una breve referencia a
las leyes inherentes al ser en todas sus expresiones; es decir, a las
regularidades más generales que rigen el desarrollo en la naturaleza, la
sociedad y el pensamiento.
Antes,
diremos unas cuantas palabras sobre la dialéctica. Se trata de la ciencia que
trata sobre las regularidades o leyes más generales que rigen el desarrollo de
la naturaleza, la sociedad y el pensamiento; su método científico de estudio
concibe que nada de las manifestaciones específicas de la materia, así como del
espacio y el tiempo -que constituyen su modo de existencia-, permanece de una
vez y para siempre. Para ella, todo está sometido a un proceso de aparición,
desarrollo y muerte, lo que deriva, necesariamente, del hecho que el conjunto
de objetos, procesos y fenómenos existentes se desenvuelve a partir de
contradicciones que le son inherentes. Nada, pues, resulta inerte, inmóvil. El
reposo es relativo, no absoluto.
La ley de la unidad y
lucha de contrarios
establece el carácter contradictorio de todo cuanto existe. Engels hace
referencia a esta primera ley mostrándola, por ejemplo, con el binomio libertad-necesidad, aportando:
“La libertad no consiste en el ensueño de una acción independiente de las leyes
de la naturaleza, sino en el conocimiento de dichas leyes, que permiten
hacerlas actuar en vista de ciertos fines determinados. […] la libertad de la
voluntad no es, pues, otra cosa que la capacidad de decidirse con conocimiento
de causa.”[21]
La ley de transformación
de los cambios cuantitativos en cualitativos instituye que cuando aquéllos
sobrepasan una medida determinada, los segundos se tornan algo cualitativamente
distinto a los mismos y, consecuentemente, no se reducen a ellos que son su
origen. “… la vida consiste ante todo en que un ser, en cada instante, es el
mismo y no obstante es otro”,[22]
en la medida en que crece, se desarrolla y va, gradualmente, avanzando hacia la
muerte.[23]
La
tercera de estas leyes es la negación de
la negación, que no consiste en la desaparición absoluta de algo, dado que
este algo aparece más tarde sobre nuevas bases. Engels ejemplifica esta ley por
medio de un grano de cebada. Si éste cae en tierra fértil, “sufre una
transformación específica bajo la acción del calor y la humedad, es decir,
germina, y el grano como tal desaparece, es negado; lo reemplaza la planta
nacida de él, que es la negación del grano. […][La planta, a su vez] Crece,
florece es fecundada y al cabo produce nuevos granos de cebada […] Y como
resultado de semejante negación de la negación, tenemos, de nuevo, el grano de
cebada primordial, pero multiplicado, diez, veinte, treinta veces.”[24]
Desde
luego, Engels precisa la idea de la negación, acotando que si se aplasta el
grano de cebada, o un insecto, se les estaría negando de forma rotunda. Pero el
asunto no tiene que ver con eso. Aclara, pues, que negar, “en dialéctica, no es
simplemente decir que no, o declarar que una cosa no existe, o destruirla de un
modo cualquiera. […] Yo debo, no sólo negar, sino también superar […] de nuevo
la negación”.[25]
La
esclavitud negó la propiedad colectiva, propia de la sociedad primitiva. El
feudalismo y el capitalismo han hecho lo mismo llevando las cosas a límites
extremos; el socialismo restablece la propiedad colectiva. La comunidad
primitiva se vio, de esta suerte, sucesivamente negada por el esclavismo, el
feudalismo y el capitalismo; el socialismo viene a ser la negación de la
negación, restituyendo la propiedad colectiva o social sobre bases mucho más
amplias.
4. La compleja relación
entre verdad absoluta y verdad relativa
Si
el marxismo es puesto en condición de dogma de fe, en verdad, no sirve para
nada. Los clásicos, insistentes, advirtieron que la verdad, como reflejo de la
realidad que nos envuelve, es siempre, al mismo tiempo, absoluta y relativa.
Es
lo primero porque la misma no se da de una vez y para siempre, sino a lo largo
de inagotables procesos cognitivos que acumulan el saber en todas y cada una de
las diversas etapas históricas que, hasta el día de hoy, se han desenvuelto sin
interrupción, excepto la que cabe al momento del tránsito, más o menos
prolongado, de una a otra de las mismas.
Es
lo segundo, porque la verdad se define por momentos históricos determinados,
respondiendo, por consiguiente, a las necesidades que demanda el desarrollo
alcanzado por las generaciones de cada etapa histórica; desarrollo que depende
no sólo de los diversos esfuerzos prácticos (particularmente productivos) de
los seres humanos de un momento dado, sino también por los desplegados por las
anteriores generaciones.
Ahora
bien, la relación entre verdad absoluta y verdad relativa es compleja,
dialéctica, por tanto, contradictoria en sí misma, por decir lo mínimo. Pero lo
esencial estriba en que la verdad relativa es componente inseparable de la
verdad absoluta. Y ésta es una suma, nada simple, ni mecánica, de verdades
relativas. Por consiguiente, cada nueva etapa histórica, al tiempo que niega la
anterior, la preserva en lo que atañe a los aspectos productivos, cognitivos,
científicos y tecnológicos; así como a aquéllos que, aún teniendo por base la
realidad material, no son meros reflejos de esta última, sino que perviven a
través del tiempo histórico; se trata de aspectos no pocas veces alimentados,
deliberadamente, por la ideología opresora. Y todo esto, en lo fundamental,
pervive en la medida en que sirve o pueda servir al presente de los pueblos, a
sus opresores; o, bien, al devenir histórico, si es que la humanidad logra
preservar su existencia de una hecatombe nuclear, por ejemplo...
De
esta suerte, hay verdades relativas que mueren al desaparecer la época que les
dio origen; otras en cambio, siendo aspectos necesarios de las diversas épocas
históricas, persisten en la medida en que alimentan las verdades relativas de
cada nueva etapa y, por ende, en la medida en que sean parte de esa suma de
verdades relativas que conduce a la verdad absoluta comprendida, naturalmente,
como proceso inagotable en el tiempo y el espacio históricos.
Por
lo mismo, como Lenin acota, la relación entre verdad absoluta y verdad relativa
es relativa. Una no existe sin la otra, constituyen una unidad dialéctica, es
decir contradictoria. Como aporta nuevamente Lenin, “… para el materialismo
dialéctico, no hay una línea de demarcación entre la verdad relativa y la
verdad absoluta.”[26]
5. La compleja
transición del capitalismo al socialismo
El
tránsito del capitalismo al socialismo jamás fue concebido por Marx, Engels y
Lenin como un cambio brusco, repentino o inesperado. Tomado de conjunto,
constituye un salto cualitativo, brusco por lo que traza, no necesariamente por
su duración. Este tránsito es, como tendencia dominante, prolongado, dada la
lucha frontal entre el capitalismo, que se resiste a perecer, y el socialismo,
que debe abrirse paso en medio de muchas complejidades, como la fuerza de la
costumbre arraigada por siglos en las masas populares y, no se diga, por la
inevitable influencia en éstas de la ideología de los grandes propietarios
privados, vinculados orgánicamente con el capital corporativo transnacional a
través de múltiples nexos.
Más
aún, los clásicos contemplaban la lucha de clases dentro de los mismos procesos
revolucionarios. Y todavía más, aún concibiendo el triunfo proletario, no
creían para nada en la posibilidad de transformar de un sólo tajo la propiedad
privada en propiedad social. Engels aporta una idea cardinal para la
comprensión del complicado proceso de transición del capitalismo al socialismo.
En efecto, tras formularse la interrogante sobre la rapidez con que podía
suprimirse la propiedad privada, acota:
“No,
no será posible [suprimirla de un solo tajo], del mismo modo que no se puede
aumentar de golpe las fuerzas
productivas existentes en la medida necesaria para crear una economía
colectiva”. Y continúa: “la revolución proletaria sólo podrá transformar
paulatinamente la sociedad actual, y acabará paulatinamente con la propiedad
privada únicamente cuando haya creado la necesaria cantidad de medios de
producción.”[27]
Hablando
del tránsito acusado, Marx sostiene:
“De
lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre
su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente
de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus
aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la
vieja sociedad de cuya entraña procede.”[28]
Marx
y Engels, de forma conjunta señalan que sin un alto grado de desarrollo de las
fuerzas productivas, en un plano histórico-universal, que genere a una masa de hombres por completo desposeída y
dispuesta a rebelarse contra un mundo de riqueza y cultura, es imposible
construir el comunismo, ya que, sin esa premisa de por medio, “sólo se
generalizaría la escasez, y por
tanto, con la pobreza comenzaría de
nuevo, a la par, la lucha por lo indispensable y se recaería necesariamente en
toda la miseria anterior…”[29]
Por
su lado, Lenin, en su obra El Estado y la
Revolución, escribe: “En su primera fase, en su primer grado, el comunismo no puede aún ser completamente libre de
las tradiciones o de las huellas del capitalismo.”[30]
Y en su obra Las Tareas Inmediatas del Poder Soviético, muestra que la
construcción del socialismo no es un proceso rectilíneo, ni puro, sino un
fenómeno muy complejo que amerita acciones que se correspondan por completo con
las circunstancias vividas. Jamás con recetas de ningún tipo.
Refiriéndose
a las razones que, al inicio, empujaron al naciente Estado Soviético a la
adopción de una serie de medidas extremas contra el capital, el líder del
bolchevismo precisa:
1)
Que el capital oponía entonces una resistencia militar que sólo podía
enfrentarse con las armas; 2) por la misma razón, no se podía sino colocar en
primer plano la represión por encima de los métodos de gobierno; 3) tampoco se
podía disponer de especialistas de las distintas ramas de la ciencia y de la
técnica porque ellos eran parte de la contrarrevolución armada u oponían “una
resistencia pasiva, regular y tenaz”, recurriendo al sabotaje. Habiendo vencido
en lo militar, el poder soviético vio la necesidad de interrumpir la ofensiva
militar contra el capital para colocar “en
primer plano la organización de la contabilidad y del control en las
empresas ya expropiadas a los capitalistas y en todas las demás.”[31]
En
su artículo “Economía y Política en la Época de la Dictadura del
Proletariado”, Lenin se refiere al
prolongado y completo proceso que conduce a la supresión de las clases. “Este
tránsito es, por necesidad, extraordinariamente largo y las medidas
administrativas y legislativas, precipitadas e imprudentes sólo conducirían a
hacerlo más lento y difícil.”[32]
En
lo que respecta al mercado, en su obra Sobre
el Impuesto en Especie, sostiene que tanto éste como el capitalismo mismo
deben ponerse al servicio del socialismo, servirle de auxiliares; advirtiendo
que no se debía “impedir por completo todo desarrollo de intercambio privado,
no estatal, es decir, el comercio, esto es el capitalismo, inevitable con la
existencia de millones de productores”; ello sería una política “absurda y
suicida” para el partido que quisiera llevarla a cabo porque, de hacerlo,
sufriría “un fracaso indefectible”. Lo posible y prudente era, pues, meter el
capitalismo “en el cauce del capitalismo de Estado”, estableciendo con la
burguesía el régimen de concesiones o acuerdo con el Poder Soviético, de lo
cual el Estado proletario, obtenga “ventajas en forma de desarrollo de las
fuerzas productivas y de aumento inmediato o en breve plazo de la cantidad de
productos.” Y de todos modos, advierte, un acuerdo semejante no equivale a la
paz entre las clases. [33]
Al
respecto de la complejidad que encierra la transición acusada, es ilustrativo lo
planteado por dos autores, uno radicado en Nicaragua, de origen europeo; el
otro un ecuatoriano. A nuestro entender, sus posiciones superan los planteos
dogmáticos que suelen haber al respecto de este tema.
Veamos
primero qué plantea el último. Hablando sobre la realidad de
los procesos de cambios en los países del ALBA, Juan Paz y Miño
anota: “Ecuador vive un momento de posicionamientos en torno al poder,
que origina contradicciones dependientes de la correlación de fuerzas sociales,
más que de los alcances del Ejecutivo. Un fenómeno parecido al que viven los
gobiernos de la Nueva Izquierda en Bolivia, Nicaragua y Venezuela, que no
resultan comprensibles para las izquierdas tradicionales.[34]
En
el mismo sentido, nos parecen pertinentes las siguientes palabras de José Carlos
Bonino Jasaui en torno a Nicaragua: “Saber dar nuevo significado a la
dignidad de un pueblo inspirado en el legado de Sandino, a casi un siglo de
distancia, es un arte y un mérito de nuestro gobierno y de nuestro pueblo. Que
a su vez, se encuentra en oposición al sistema, que alimenta la competitividad,
el individualismo y el éxito personal, acompañado por la desmovilización de la
conciencia y la memoria histórica.”[35]
Dicho en otros términos, los países del ALBA, por
estricta necesidad, asumen el reto de administrar estados que, por su carácter,
responden a las burguesías entreguistas, pero igualmente a las que se puede
atraer, a partir de sus propios intereses, en función de la construcción de
amplios procesos nacionalistas y antiimperialistas. El otro reto que esto lleva
implícito es el de preservar la hegemonía de las fuerzas revolucionarias en esa
transición tan compleja a la que hemos hecho referencia.
Juan Paz y Miño insistiendo en ella plantea: “Este “socialismo del siglo XXI” […] combina
dos elementos: en economía, un tipo de capitalismo social; en política, un
Estado popular o ciudadano. Es, por tanto, una fase de transición válida en
América Latina; pero que, al mismo tiempo, puede resultar débil en el largo
plazo, porque de esa misma dualidad derivan no solo los logros sociales, sino
también los errores económicos y políticos.”[36]
En este
campo, queda mucha tela que cortar. Pero, por ahora, es suficiente con lo
dicho.
6.
Rescate de la experiencia de la URSS
“En nuestra historia vieja, en la Historia
Universal, nos hablaban mucho sobre todo de los grandes conquistadores, desde
la antigüedad hasta siglos más recientes, y se narraban sus proezas, sus
victorias. Y realmente, cuando la humanidad tenga una forma de evaluar mucho
más racional, cuando tenga una forma superior de apreciar los acontecimientos
de la vida pasada de la humanidad, se oscurecerán aquellas figuras al lado de
quien fue gladiador, batallador en otro campo de batalla; el que no fue
conquistador, el que batalló en el campo de las ideas para crear, el que libró
y ganó cientos de batallas difíciles en el campo de las ideas para liberar a la
humanidad.”[37]
Fidel Castro sobre Lenin
Deseamos finalmente dejar planteada, así sea de
paso, una idea respecto a las posiciones que desdeñan por completo la
experiencia del socialismo en la ex Unión Soviética y en lo que fuera el Campo
Socialista también desaparecido. Básicamente, se quiere desconocer el gran
aporte de estas experiencias para toda la humanidad y, particularmente, para los
procesos revolucionarios y antiimperialistas que, hoy en día, se desenvuelven en
todo el orbe.
Los
que declaran fallido por completo al estado soviético, hoy desaparecido, debieran
de dar seguimiento a lo que opinan los ciudadanos de los países que lo
conformaban:
“Aproximadamente un 51% de los encuestados,
sobre todo en Armenia, Rusia y Ucrania, considera que la desintegración del
bloque comunista no ha resultado beneficiosa, desencadenando violencia y
conflictos étnicos en el espacio postsoviético, mientras que un 24% valora la
desintegración de la Unión Soviética como algo positivo. En lo que se refiere a
Rusia, un 55% cree que este cambio geopolítico dañó a su país y sólo un 19% de
los rusos cree que el colapso de la URSS mejoró su estilo de vida.”[38]
Los siguientes datos son más que reveladores: antes
de que el capitalismo se impusiera en los países que conformaban el campo
socialista, gozaba de un bienestar social asegurado. Las mismas Naciones Unidas
reconocían esta realidad vuelta pretérito:
“Antes de los años noventa, los equipos sociales en
los países de Europa central y oriental y en los países de la CEI eran
notablemente buenos. Había una alta seguridad social de base. El empleo de
tiempo completo estaba garantizado de por vida. Igual si el ingreso monetario
era bajo, era estable y seguro. Muchos bienes de consumo y servicios básicos
eran subsidiados y el aprovisionamiento era regular. Había suficiente
alimentación, vestido y vivienda. El acceso a la educación y a la salud era
gratuito. La pensión estaba asegurada y las personas podían disfrutar de muchas
otras formas de protección social”.
El informe sigue así: “Hoy, una educación correcta,
una vida sana y una alimentación suficiente no están aseguradas. La tasa de
mortalidad aumenta, nuevas epidemias potencialmente destructivas amenazan y
tornan la vida (y la sobrevivencia) en un creciente y alarmante peligro”.[39]
Conozcamos,
lo más resumidamente posible, los planteos que hace Aanchal Anand en torno a
los avances de la ex Unión Soviética.[40]
1. Derechos de la mujer. En 1917, sólo
Australia, Finlandia, Noruega y Dinamarca habían aprobado el sufragio femenino.
El triunfo de la Revolución Rusa ese mismo año, infundió temor en las potencias
capitalistas. Lógico, porque al establecer derechos plenos para todos y todas,
esta revolución empujó a las élites gobernantes del mundo “desarrollado” a
otorgar a las mujeres el derecho al voto. Simplemente porque se abría, así, la
posibilidad de que las mismas vieran en el sistema soviético algo más atractivo
para ellas y porque, sobre esta base, podían conspirar con los bolcheviques
para importarlo a los países occidentales. En 1918 lo hicieron Gran Bretaña y
Alemania, tras estos países siguieron EEUU en 1920, y luego lo hicieron otros.
Francia lo hizo hasta en 1944.
2. Legislación laboral. La “semana laboral de
5 días, vacaciones pagadas de 2 a 4 semanas, permiso de maternidad, cobertura
de salud, estándares de seguridad para operarios, etc.” se produjo “por la
presión que ejerció el comunismo sobre el capitalismo.”
3. La Segunda Guerra Mundial y la
reconstrucción posbélica. La URSS soportó, decidida e indiscutiblemente, el
mayor peso en la derrota de la Alemania hitleriana. En Stalingrado se “logró
desbaratar la guerra relámpago (“blitzrieg”) y cambió el desarrollo de la
guerra. La URSS sufrió la pérdida de 23,4 millones de personas (más que en
Alemania y más de 26 veces el número de muertes que sufrieron los Estados
Unidos y el Reino Unido juntos). Una vez concluida la guerra, se diseñó el Plan
Marshall debido a que los países aliados de Occidente no querían que Europa
sucumbiera al comunismo al enfrentarse a la muerte, el hambre y la desolación.
De hecho, el Plan se desarrolló sólo bajo la condición de que los comunistas
fuesen excluidos de los parlamentos de los países que recibían ayuda.”
4. El camino anticolonial. Mientras el
imperialismo alimentaba la maquinaria industrial y capitalista, la URSS
defendió la causa libertaria de las colonias explotadas. Su ayuda abarcó tanto a
los países que estaban luchando por su liberación como a los que la habían
alcanzado recientemente.
5. Descubrimientos científicos. Los soviéticos
lanzaron el primer satélite y luego enviaron al primer perro, al primer hombre
y a la primera mujer al espacio. También desarrollaron diversos diseños
televisivos. Ellos fueron los primeros en crear “órganos artificiales, el
primer helicóptero, la xerografía y el […] fusil AK-47.”
Y algo que tampoco debe pasar desapercibido en
relación con la ex Unión Soviética es esta valoración que hace Fidel Castro, quien ese cuenta entre los hombres más sabios, experimentados y, a toda prueba, consecuentes de Nuestra
América y el mundo:
“En la antigua Rusia estalló una revolución
que conmovió al mundo. / […] / “La mayor proeza del nuevo Estado fue crear una
Unión capaz de agrupar sus recursos y compartir su tecnología con gran número
de naciones débiles y menos desarrolladas, víctimas inevitables de la
explotación colonial. ¿Sería o no conveniente en el mundo actual una verdadera
sociedad de naciones que respetara los derechos, creencias, cultura,
tecnologías y recursos de lugares asequibles del planeta que a tantos seres
humanos les gusta visitar y conocer? ¿Y no sería mucho más justo que todas las
personas que hoy, en fracciones de segundo se comunican de un extremo a otro
del planeta, vean en los demás un amigo o un hermano y no un enemigo dispuesto
a exterminarlo con los medios que ha sido capaz de crear el conocimiento
humano?”[41]
6.
Bibliografía citada
[1] C. Marx. “Discurso
pronunciado en la fiesta del aniversario de People’s Paper”. En: C. Marx; F.
Engels. Obras Escogidas entre tres tomos, tomo I. Editorial Progreso, Moscú.,
1974. p. 514.
[2] Carlos Marx; Federico Engels. La Ideología Alemana. Editorial Pueblo y
Educación. La Habana, 1982. p. 16.
[3] América Socialista. "Las ideas del marxismo son plenamente
vigentes" - entrevista a Alan Woods. http://americasocialista.org/node/22
[4] Carlos Marx. El Capital. Tomo I. Librerías
Allende. Julio de 1980. pp. 270-271.
[6] Rouge Midi. "El colonialismo no puede morir mientras
subsista el capitalismo". http://rebelion.org/noticias/2014/8/188557.pdf
[7] Carlos Marx; Federico
Engels. La Ideología Alemana. Oc.
cit. p. 18.
[8] “Mi investigación me
llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de
Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general
del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones
materiales de vida […] y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla
en la economía política. […] El resultado general al que llegué […] puede
resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen
determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones
de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus
fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción
forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se
levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida
material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en
general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el
contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una
fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la
sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o,
lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de
propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de
desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas
suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base
económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa
superestructura erigida sobre ella. […] Ninguna formación social desaparece
antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de
ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de
que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la
propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente
los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre
que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están
gestando, las condiciones materiales para su realización. […] Las relaciones
burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de
producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de
un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los
individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad
burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución
de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la
prehistoria de la sociedad humana.” C. Marx. Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm
[9] Carlos Marx; Federico
Engels. La Ideología Alemana. Ob.
cit. pp. 18-19.
[10] Ibíd. p. 27.
[11] Ibíd. p. 28.
[12] Ibíd. p. 28.
[13] Ibíd. p. 29.
[14] Ibíd. p. 30.
[15] Ibíd. p. 30.
[16] Marx y Engels anotan al
respecto: “La división del trabajo sólo se convierte en verdadera división a
partir del momento en que se separan el trabajo físico y el trabajo
intelectual. Desde ese instante, puede ya
la conciencia imaginarse realmente que es algo más y algo distinto que la
conciencia de la práctica existente, que representa realmente algo sin representar algo real; desde este instante, se
halla la conciencia en condiciones de emanciparse del mundo y entregarse a la
creación de la teoría “pura”, de la teología “pura”, etc.” Ibíd. p.31.
[17] “… la hipótesis del
Big Bang nunca trató de explicar qué precedió a esta explosión cósmica. Un grupo del Instituto Perimeter
de Física Teórica (Canadá) ofreció una versión que explica este misterio,
informa 'Dailygalaxy'. […] “La teoría presentada compara el fenómeno de un horizonte de sucesos
de un agujero
negro en nuestro universo
de tres dimensiones con un proceso semejante en un hipotético universo
cuatridimensional. RT. “Una estrella de
cuatro dimensiones pudo haber creado el universo”. http://actualidad.rt.com/ciencias/view/137153-universo-cuatrodimensional-poder-originar-mundo
[18] Federico Engels. El Anti-Düring. Editorial Claridad. 10
de octubre de 1972. pp. 58, 61, 64.
[19] No obstante lo planteado
por Engels, Robert Lanza, científico
estadounidense, sostiene: “La muerte no
existe en un mundo sin espacio ni tiempo. La inmortalidad no significa la
existencia perpetua en el sistema temporal, sino que se encuentra completamente
fuera del tiempo”. Pero, ¿hasta dónde es aceptable un mundo sin espacio ni
tiempo? Creía Einstein en algo semejante como sostiene este científico. En
todo, caso, si dicha hipótesis llegara a confirmarse, estaríamos obligados
siempre, al menos en este mundo en que existimos, a concebir la sucesión de las
cosas, fenómenos y procesos dentro de los marcos espacio-temporales. De lo
contrario, ni los cumpleaños podríamos seguir celebrando.
Véase al respecto: “¿Existe realmente la
muerte? Un científico estadounidense afirma que no”. http://actualidad.rt.com/ciencias/view/125233-muerte-cientifico-estadounidense-afirma
[20] “Queremos saber si el
espacio-tiempo es un sistema cuántico al igual que lo es la materia”, expresa
el astrofísico de partículas Hogan Craig. Y sigue: “Si vemos algo, van a
cambiar por completo las ideas sobre el espacio que hemos utilizado durante
miles de años.” RT Actualidad / Ciencia. “Un
nuevo experimento quiere comprobar si vivimos dentro de un holograma 2D
gigante”. http://actualidad.rt.com/ciencias/view/138433-universo-holograma-gigante-experimento
[22] Ibíd. p. 132.
[23] De la química, Engels
toma estos ejemplos: Cn H2n+2
serie de la parafina normal. Cn
H2 n+2O serie de los alcoholes primarios. Cn H2 n
O2 serie de los ácidos grasos monobásicos.Ibíd. p. 138.
[24] Ibíd. p. 147.
[25] Ibíd. p. 153.
[26] Lenin. Materialismo y empiriocriticismo. En
Lenin, Obras Escogidas en doce tomos. Tomo IV. Editorial Progreso Moscú. 1976.
p. 125. Para profundizar al respecto se puede consultar, acá mismo, lo que
Lenin expone en el Capítulo II de
esta obra, intitulado La teoría del
conocimiento del empiriocriticismo y la del materialismo dialéctico. pp.
23-133.
[27] F. Engels. Principios
del Comunismo. En: C. Marx; F. Engels. Obras Escogidas entre tres tomos, tomo
I. Editorial Progreso, Moscú, 1974. p. 91.
[28] Carlos Marx. GLOSAS MARGINALES AL PROGRAMA DEL PARTIDO
OBRERO ALEMAN. En: C. Marx; F.
Engels. Obras Escogidas entre tres tomos, tomo III. Editorial Progreso, Moscú,
1974. p. 14.
[29] Carlos Marx; Federico
Engels. La Ideología Alemana. Ob. cit. La
Ideología Alemana. Ob. cit. p. 35.
[30] V. I. Lenin. El Estado y la
Revolución. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo 2. Editorial Progreso,
Moscú, 1981. p. 368.
[31] V. I. Lenin. Las Tareas
Inmediatas del Poder Soviético. Editorial
Progreso, Moscú, 1981. Tomo 2. pp. 681-682.
[34] Juan Paz y Miño ¿Estabilización
política o cambios radicales? EL TELÉGRAFO - Primer Diario Público. Ecuador, lunes
28 de julio de 2014.
[35] José Carlos Bonino
Jasaui. “Nicaragua ante la segunda independencia: Celebrando 35 veces
19 de julio.” http://www.librepenicmoncjose.blogspot.com/2014/07/nicaragua-ante-la-segunda-independencia.html
[36] Juan J. Paz y Miño Cepeda. “Democracia: método revolucionario”. EL
TELÉGRAFO - Primer Diario Público
Ecuador, lunes 01 de septiembre de 2014.
[37] Fidel Castro Lenin,
siempre vigente. La Habana. Por Fidel Castro Ruz, cuba.cu. 22 abril de 2014.http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/general/161340/lenin-siempre-vigente
[38] LA MAYORÍA DE LOS
CIUDADANOS EX SOVIÉTICOS AÑORA LA URSS. http://canarias-semanal.org/not/11479/la_mayoria_de_los_ciudadanos_exsovieticos_anora_la_urss/
[39] Marc Vandepitte. “Cómo Europa del Este ha sido golpeada”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=9940.
El informe al que se hace referencia trata
sobre la evolución de la humanidad para Europa central y oriental y la CEI,
1999, p. 2, 10.
[40]
Aanchal Anand. “Cinco cosas que nunca
le agradecimos a la Unión Soviética”. http://es.rbth.com/articles/2012/01/06/cinco_cosas_que_nunca_le_agradecimos_a_la_union_sovietica_15110.html
[41] Fidel Castro Ruz. “Triunfarán las ideas justas o triunfará el
desastre”. http://www.cubadebate.cu/especiales/2014/09/01/articulo-de-fidel-triunfaran-las-ideas-justas-o-triunfara-el-desastre/#.VARM1Pl5PDs
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