Las miserias políticas que oculta la derecha
con falacia del “fraude”
Edwin Sánchez
Lunes 22 de Septiembre 2014
Cada vez que se produce una elección en cualquier país
del planeta, la derecha conservadora vuelve a colocar en cartelera el tema del
“fraude”.
El paralelismo es, a todas luces, forzado, pero sirve
para prolongar la mentira mediática de que en Nicaragua se computan los votos
“a como le da la gana” al Consejo Supremo Electoral.
Sin dudas, toda institución o, incluso, la ley,
siempre son dignas de mejorarse, aunque no se alcance la perfección porque, en
este caso, ni los que participan en una justa son ángeles ni los árbitros
demonios.
Hasta en los certámenes de belleza, en la selección de
las nuevas estrellas del canto, en los casting, quienes no logren el cetro, el
estrellato esperado y el papel en el filme que lo catapultaría a la fama,
aparecen acusados y acusadores. Se necesita de demasiada grandeza humana para
aceptar el fracaso propio y perseverar para la próxima oportunidad.
Pero las comparaciones con otras historias no dejan
resultados muy amables con la verdad. Y muchos llamados politólogos caen en ese
mismo extremo, edulcorando el relato de los malos políticos, en tanto malos
perdedores, para trasegarlos como “víctimas” del tribunal electoral.
Los números no lo narran todo como tampoco podemos
esperar que la cifra “714” (jonrones) ilustre la leyenda completa de Babe Ruth.
Salvo los votantes, amén de partidos, analistas, consultores, etc., de la
nación - cuyos comicios se toman como “modelo”-, en el extranjero es muy
difícil manejar al dedillo esa experiencia importada como “gloriosa” en
Nicaragua.
Esto es parte del viejo pensamiento conservador que
instauró la baja autoestima nacional: lo admirable, como requisito, debe ser
del exterior; lo peor es “made in” Nicaragua.
Es preferir la Coca Cola en vez de la espumosa, no
carbonatada, libre de soda cáustica y plástico, la humildísima Cumba de Tiste.
Es el caso del Canal. La derecha malinchista ve “más
bonito” al de Panamá, “nadie fue expropiado, y los panameños sí pueden”;
incluso, hasta pusieron en el altar al presidente de ese país, Juan Carlos
Varela, porque dijo que el Interoceánico nicaragüense “no tiene viabilidad
económica”.
¿Y qué esperaban que dijera? ¿Desde cuándo, la Coca
Company alaba a la Pepsi? Si no se toleran ni en el exhibidor de una pulpería
de Chiquilistagua, menos en la publicidad encubierta de Hollywood, donde Sandra
Bullock debe consumir, durante el rodaje, una sola marca de gaseosas.
Cuando la derecha establece esos injustificados
parangones, hace abstracción de la calidad de los partidos contendientes, su
grado de organización, méritos de los candidatos, y los contextos históricos,
porque simplemente no está a la altura. Únicamente pesa en la balanza al CSJ
con su par. ¿Qué tipo de análisis es ese?
No es lo mismo un partido fuerte y territorial como el
PRI de México, en los últimos años de oposición, o la colectividad política que
llevó a la presidencia a Luis Guillermo Solís, en Costa Rica, que la resaca de
los egos descompuestos de donde se (des) nutren los partidos elitistas de Nicaragua.
Lo inverosímil es que sus mínimos líderes, sin rubor alguno, se autoproclaman
“la mayoría”.
Las firmas encuestadoras desde antes de 2011
documentan una caída en picada de la salud electoral opositora, al punto que el
2014 encontró sus siglas con un 7% de profunda anemia global.
Radiografía
La consultora M&R tomó esta radiografía en
julio: el FSLN suma el 58.7% de respaldo, mientras la oposición en su conjunto
el 7.1 %: PLC 4.1%; PLI 2.1, otros 0.3%, MRS 0.5% y Partido Conservador 0.1%.
El 61.9% de la población valoró muy positiva la
gestión general del gobierno del presidente Daniel Ortega, mientras “el trabajo
que realiza la señora Rosario Murillo”, como tituló la firma, contó con el
respaldo del 63.1% de la ciudadanía.
Diagnóstico
Si no creen, una segunda, tercera y cuarta valoración,
desde el consultorio opositor, confirman el penoso diagnóstico:
El fallecido Emilio Álvarez Montalván después de las
elecciones de 2011, arrebatado por la sinceridad y abatido por la realidad,
declaró a la AFP: la “oposición es la responsable de su fracaso, debido a los
conflictos internos y el fraccionamiento que enfrentan desde las presidenciales
de 2006”.
En sus últimos días, aseguró: “La oposición
prácticamente no incide en la realidad del país porque está dividida y no tiene
fuerza”. (La Prensa). ¡Cómo esperan “incidir” en las urnas!
Los “personajes de la oposición no provocan ningún
atractivo, son liderazgos desgastados… pocos creíbles”. Cairo Manuel López
(Canal 12, 20 de junio 2014).
“Indicó que la población nicaragüense no cree en los
partidos políticos y los liderazgos que hay en estos, a los que llamó
colapsados”. José Rizo Castellón (LP junio de 2013).
15 meses después, el doctor Rizo, lejos de dar de alta
a la oposición, procedió a la autopsia: “aconsejó a los liberales del Partido
Liberal Independiente, PLI, y Liberal Constitucionalista, PLC a crear con
inteligencia ´algo nuevo´ en vez de ´rescatar algo que la población percibe
como colapsada y muerta´”. (El Nuevo Diario, 18 de septiembre)
Réquiem
En resumen, lo que quisieron decir todos estos señores
es:
“Menos mal que la situación del Poder Electoral sigue
como está, porque nos permite esconder nuestras miserias políticas, alegando
fraudes en cada elección”. Confesión de un dirigente político de derecha al
sobrio analista Cairo Amador. (100% Noticias, 24 de junio 2014).
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