2014-09-12
El triunfo de la perseverancia:
La resolución del G77+China ante la ONU sobre
deuda soberana
El
G-77+China (conformado por más de 130 países) aprobó en el marco de la Asamblea
General del 9 de septiembre de 2014, la propuesta de crear un mecanismo de
reestructuración de deuda soberana sustentado en la Organización de Naciones
Unidas (ONU). Dado que todos los países del G-7 (Alemania, Canadá, Estados
Unidos, Francia, Italia, Japón y Gran Bretaña) son altamente endeudados (usando
la definición del Banco Mundial de más de ciento por ciento de la deuda en
relación al PIB), este mecanismo podría aplicarse más allá de las economías
emergentes y en desarrollo para abarcar a todos los países que suscriban el
mismo. En adelante, tendrán un año para construir el mecanismo pudiendo seguir
los lineamientos de la UNCITRAL (Comisión de las Naciones Unidas para el
derecho mercantil internacional).[1]
La votación a favor representa un triunfo latinoamericano
liderado por Argentina y propuesto por Bolivia. Recibió el apoyo de todos los
países de América Latina a excepción de México. Costa Rica y el Perú
cambiaron su voto en el último momento. Sin embargo, es una mala noticia para
la mayoría de las organizaciones de la sociedad civil europea que trabajan el
tema de la deuda si se toma en cuenta que sus gobiernos emitieron los votos en
contra. La excepción es Noruega, que ha tomado una postura positiva sobre el
asunto. En América Latina, los profesores Oscar Ugarteche y Alberto Acosta
propusieron una Tribunal Internacional de deuda soberana construido desde la
ONU, publicado en español en 2006 por Polis y en inglés en el
2007 por el Finnish Journal of Latin American Studies. Esto
diferencia su propuesta de la de otros países europeos y de la del propio Fondo
Monetario Internacional (FMI). Desde el 2000, el mundo se dirigía hacia una
crisis de deuda y no existían mecanismos en ciernes, como mostraron Argentina
en el 2001 y Uruguay en el 2002.
La
profesora Anne Krueger propuso en 2001 desde el FMI y con el apoyo de la ONU,
un mecanismo de reestructuración de la deuda soberana (SDRM por sus siglas en
inglés) que operaría dentro de casa. El argumento era que había mucho contagio
financiero. El proyecto fue echado abajo por el Departamento del Tesoro de
Estados Unidos en agosto del 2002. John Taylor ha escrito cómo la ayuda del Departamento
del Tesoro en el caso de Uruguay, en agosto de 2002, facilitó la recuperación
económica de dicho país,[2]lo que fue una detonante para acabar con
la iniciativa del SDRM.
Únicamente
en el 2014, después del caso del fondo de inversión NML Capital contra
Argentina y del fallo final del juez Griesa, quien ordena que los últimos
acreedores que no han restructurado, cobren más que los primeros que
renegociaron su deuda, es que quedó en evidencia que hay un problema financiero
de carácter sistémico. La respuesta no tardó en llegar por parte de la
Asociación Internacional del Mercado de Capitales (ICMA por sus siglas en
inglés), el mismo día que la iniciativa del G-77+China se introdujo en la
Asamblea General para su votación, el 29 de agosto del 2014.
Las
reformas propuestas por el ICMA, respaldadas por el Tesoro de Estados Unidos,
en esencia afirman que las reglas estadounidenses aplicadas sobre Argentina
están equivocadas. Afirman que "[…] el emisor no tendrá ninguna obligación
de pago igual o catastral en cualquier momento con respecto a cualquier otra
deuda externa y, en particular, no estará obligado a pagar otra deuda externa
en el mismo tiempo o como condición para el pago de las cantidades adeudadas
bajo los bonos y viceversa".[3] Al mismo tiempo acaban con el pari
passu.
En
segundo lugar, reducen los umbrales para el numero de tenedores de bonos que
puedan entrar en una negociación "que se transmite por la mayoría de: (A)
al menos el 66 2/3 por ciento del monto del capital total de los títulos de
deuda en circulación de las series afectadas; y (B) más de 50 por ciento del
monto total del capital de los valores en cada una de las series afectadas
[...]". Estas reformas van en la dirección correcta, pero son
insuficientes.
El
G77+China ha hecho una incursión en la internacionalización de las cortes, la
ley y la jurisdicción que será resistida por los once países que votaron en
contra: Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Israel, Japón, Australia,
Canadá, Hungría, República Checa, Irlanda y Finlandia. A
favor votaron Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, (BRICS) más la mayoría de
América Latina, África y Asia. Las abstenciones vinieron básicamente de
Medio Oriente y los países insulares más algunos nuevos países europeos junto
con Francia, Grecia, España e Italia. En cuanto a la abstención gala, es
sorprendente dado que el Club de París tiene por sede el Tesoro francés,
mientras que los países mediterráneos con alto endeudamiento se mostraron
renuentes a asustar a los mercados financieros internacionales. La abstención
de Francia debe por tanto verse como un voto en contra, y la de los países
mediterráneos como un voto a favor.
La
reacción de la representante de Washington, Terri Robl, puso sobre la mesa el
hecho de que no esperaban la presentación de la propuesta, y mucho menos que
obtendría mayoría absoluta de votos. La estadounidense sostuvo que un mecanismo
(de reestructuración de deuda) se está discutiendo actualmente en el FMI si
bien, en el 2002, el Departamento del Tesoro bloqueó al SDRM a cambio de un
mecanismo de mercado. El segundo argumento en contra de Robl es que iba a
crearse incertidumbre económica, punto que no fue levantado ni en el año 2002
ni en el más reciente debate del ICMA. El lanzamiento del UNCITRAL no creó
ninguna incertidumbre. También dijo que en el pasado, el Tesoro había preferido
los mecanismos de mercado, recordándole a los memoriosos sobre lo ocurrido en
el 2002.
En suma, la resolución ante la ONU es un golpe al dominio de
todos los mecanismos legales relacionados con las finanzas de parte del capital
financiero internacional, y es un primer paso en la dirección correcta hacia la
construcción de un mecanismo global para las finanzas globales. El gobierno de
Estados Unidos odiará esto, pero no importa, los problemas globales requieren
soluciones globales, independientemente de las creencias del Departamento de
Estado y el ICMA y del equipo del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano. Otro mundo es posible
y vamos para allá.
-
Oscar Ugarteche es economista peruano, trabaja en el Instituto de
Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Miembro del SNI/Conacyt.
Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA)www.obela.org y presidente de
ALAI www.alainet.org. Miembro de
Latindadd.
[1] ONU. “Resolution on sovereign debt restructuring adopted by
general assembly establishes multilateral framework for countries to emerge
from financial commitments”, en http://bit.ly/ZgNvUO.
[2] Taylor, John B. “The 2002 Uruguayan Financial Crisis: Five Years
Later”, en http://stanford.io/ZiAc67.
[3] IMCA. “Sovereign debt information”, en http://bit.ly/1py54um.
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