Fernando Buen Abad Domínguez*
Es
crucial quebrar el dominio imperial de USA, y especialmente del Capitalismo,
para que eso que llamamos hoy “multipolaridad” o “mundo pluripolar”, no se
convierta en multiplicación de imperios. Quizá no pocos en la “Casa Blanca”
echan sus barbas a remojar y se enteran de que el “mundo multipolar” avanza
como una realidad irreversible. Por eso la estrategia de los yanquis es
descarrilar, a cualquier precio, todo ascenso expresado por un conjunto de
países llamados “emergentes”. No será el miedo a la obviedad lo que silencie
las aclaraciones de combate.
En
su defensa, el imperio yanqui negocia todo pensando en los intereses suyos y
los de sus secuaces, hasta darle a la “multipolaridad” el rumbo que el
capitalismo requiera. Que todo cambie para que nada cambie. La “multipolaridad”
de la que algunos hablan, sin adjetivos rigurosos, corre el peligro de ser sólo
un maquillaje de ocasión para un sistema macabro que se sustenta en la
hegemonía de la industria militar yanqui, en su crimen organizado y en sus
máquinas de guerra ideológica. Y se sustenta, claro, con el servilismo y la
complicidad de las jaurías asesinas que han secuestrado gobiernos en todo el
planeta.
Un
mundo “multipolar” en paz, sin explotados, sin hambre, sin clases sociales…
sólo puede ser conquistado por quienes luchan para contribuir a enterrar al
capitalismo y por quienes luchan por el reino de la justicia socialista. Es
crucial tener muy claro, esclarecer, que debemos protegernos y atacar, al mismo
tiempo, para defendernos de un colonialismo “multipolar” nuevo. Hay que romper
sus paradigmas económicos y culturales que son vertederos de lógica imperial y
arrogancia burguesa. Esclarecer es desactivar las formas del engaño por más
“ilusionista”, “generoso”, “progresista”… que se disfrace, porque se trata de
inoculaciones de “falsa conciencia” dirigidas contra los pueblos, en todo el
mundo y, muy especialmente, contra las iniciativas emergentes del Sur, que
deben asumir sin engaños el rol emancipador que están obligadas por exigencia
de los pueblos.
Esa
idea de lo “multipolar” a nivel planetario no se consigue sólo con “Bancos”
nuevos; no se arregla entre “convenios de cooperación” ni con abrazos efusivos
o apretones de manos diplomáticas. Está en medio el debate capital-trabajo y,
de cómo se lo asuma y desde dónde, veremos la eficacia y la eficiencia de todas
las intenciones que hoy se mueven con las banderas del a “multi” o de la
“pluri” polaridad. Está la Historia horrenda y dolorosa a que ha sido
sometida la humanidad por la barbarie y el despilfarro de las clases dominantes
ahora multiplicadas, exponencialmente, por el capitalismo. Si la “multipoaridad” resulta ser
un tapete nuevo debajo del cual se escondan todos los muertos del capitalismo;
si opera como un silenciador térmico para desterrar del diccionario político de
los pueblos la palabra socialismo o comunismo… entonces esa “multipolariad”
corre, también, el peligro de ser un gran laboratorio de palabrería anestésica
especializado en fabricar dosis de reconciliación de clase y desmemoria
macabra, sólo que con fachadas “multi” o “pluri”. ¿Habrá que recordar
que quien se olvida de la Historia es candidato a repetirla como comedia
patética?
Ya
con la retórica de la “globalización” nos tundieron sin clemencia y no seremos
tan irresponsables de no exigirnos hoy explicaciones semánticas y políticas
suficientes para que la “multipolaridad” no sea un espejismo burgués de género
nuevo, ideado por los “think tanks” de moda en el “top ten” del saqueo y la
explotación “revival”. Importa muy poco qué pasaporte posea el
capitalismo, qué banderas flamee o qué himnos cante. Lo mismo da que sea
yanqui, ruso, chino o brasileño. A cual más el capitalismo, en su fase
superior, tampoco está muy interesado en parafernalias nacionalistas (aunque lo
parezca) y mucho menos en detalles como las necesidades objetivas ni las
identidades o las tradiciones épicas de los pueblos en lucha. En
las guerras inter-burguesas no existen “buenos” y “malos”… todos son feligreses
de la propiedad privada y de la acumulación del capital. Y la clase trabajadora
aparece condenada siempre a pagar esa pachanga. No vamos a engañarnos.
Pero el peligro de la confusión (hasta no tener claro de qué
“multipolaridad” hablamos o habla cada cual) no anula la necesidad de quebrar
el dominio del imperio yanqui. Tampoco implica cancelar -o satanizar- cualquier
iniciativa, así sea parcial, que permita dar pasos adelante hacia la soberanía
concreta mandatada por los pueblos. Sólo hay que asegurarnos de que tales pasos
se dirijan hacia donde los pueblos mandan y no aparezcan los piratas
reformistas que siempre tuercen caminos y veredas hacia sus reinos burocráticos
plagados con gerentes serviles al capitalismo. La gracia radica en no
caer en las trampas semánticas de las burguesías. La gracia está en no
ilusionarse con falacias ni hacerse esclavo de ellas. Ese error nos ha costado
mucho.
Mejor
que la “multipolaridad”, a secas, es la “Multipolaridad” de pueblos libres, la
que nos permita mirarnos fraternal y solidariamente a los ojos y abrazar un
internacionalismo revolucionario que sólo lo es si es de los pueblos, desde
abajo y democrático. Mejor la “Multipolaridad” de la integración que no
esclaviza, la que se hace rigurosa en el combate al hambre, a la explotación y
al saqueo, la “Multipolaridad” que no depreda al planeta ni a los seres
humanos. Es mejor la “Multipolaridad” que no esconde las vergüenzas propias
como a la “loca de la casa”. Es mejor la “Multipolaridad que exhibe las heridas
que el capitalismo le ha infligido y demuestra cómo se lucha contra los males
endógenos y exógenos con un plan emancipador, desde lo económico hasta lo
intelectual. Es mejor la “Multipolaridad” anticapitalista y antiimperialista que no
esconde la explotación de los obreros ni en China, ni en Rusia ni en donde
exista. Por esa “Multpolaridad” de los pueblos emancipados es que se
lucha desde hace mucho tiempo, es la que anhelan quienes luchan por la unidad
internacionalista del proletariado mundial y es la “Multipolaridad” en la que
nada tenemos que perder. Saquemos cuentas.
*Rebelión/Universidad
de la Filosofía
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