El sueño de los
revolucionarios
Por Miguel Necoechea
21
agosto de 2014
Hace
algunos días leí en la prensa mexicana un artículo de Sergio Ramírez titulado
"El sueño americano al lado" (La Jornada 7/8/2014) en el que diserta
sobre la emigración de los ciudadanos de Guatemala, Honduras, El Salvador y
Nicaragua, a los Estados Unidos y a Costa Rica en el caso de los nicaragüenses,
aduciendo que este fenómeno es por causas económicas, y, sobre todo, por la
galopante violencia que campea en la zona.
Si
bien la violencia va estrechamente ligada a las condiciones socio económicas en
los países a los que se refiere Ramírez, ésta es ejercida por delincuentes,
pandillas e integrantes del crimen organizado, que van de la mano, sino es que
son subordinados, casi empleados, de los corruptos policías locales, los que a
su vez responden a las órdenes de los políticos y de las oligarquías que
dominan esos países. El autor se pregunta el porqué en Nicaragua la violencia
es "abismalmente más baja que la de Honduras, la más alta del mundo".
Y el mismo se contesta: "Quizás aún vive en la memoria ciudadana el
recuerdo de la guerra que asoló al país entre 1977 y 1990, primero para
derrocar a la dictadura de Somoza, y luego el conflicto entre el gobierno
sandinista y los contras, que dejó más de 50 mil muertos, y
este recuerdo actúa a manera de revulsivo"… Sin duda eso es parte de la
razón. Pero al autor se le olvida, a pesar de haber sido vicepresidente de la
Republica durante los años de la revolución, que la diferencia fundamental
entre Nicaragua y los tres países vecinos por él aludidos, es que al triunfo de
la Revolución, el pueblo con el FSLN a la vanguardia, ( y él llegando desde
Costa Rica a instalarse en la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional)
desmanteló el dictatorial somocismo y desintegró a la Guardia Nacional, cuerpo
que hacia las funciones de policía del dictador. Vale recordar que eso se logró
a pesar de los esfuerzos del gobierno norteamericano por dejar impuesto un somocismo
sin Somoza, después de la salida de éste del país. Entre otras muchas de las
acciones del gobierno revolucionario, desde los primeros días de la Revolución
se fundó la Policía Sandinista, hoy la Policía Nacional, con una vocación
popular y revolucionaria. Debería recordar Ramírez que fueron los chavalos de
los barrios, tanto de la capital como de los departamentos, sandinistas o no,
que participaron en la insurrección popular que derrotó al tirano, los primeros
integrantes de la Policía Sandinista. La Policía Sandinista nació con la
Revolución, integrada por jóvenes emanados del pueblo, de ahí su vocación por defenderlo,
de resguardar su seguridad, de proteger a los niños y a las mujeres, de ser
ejemplo de honestidad en sus comunidades. En la moral y ética de esos nuevos
policías, alimentadas por la ideología sandinista de la Revolución, no cabía la
coima, de ahí que los delincuentes no encontraron en los policías ni socios, ni
aliados, ni patrones. A pesar de los tres gobiernos neoliberales
que sucedieron al del FSLN desde 1990, su origen popular, su ideología
sandinista y un moral a prueba de balas, fueron un escudo, salvo en casos
puntuales, para protegerlos de la corrupción rampante que conlleva el modelo
neoliberal en todos los países en los que se ha asentado.
Esa
es la razón principal por la que la violencia que asola a los países vecinos no
ha prosperado en Nicaragua.
No
puedo pasar por alto como califica el masatepino a la guerra de agresión de la
década de los 80: "y luego el conflicto entre el gobierno sandinista y los contras, que
dejó más de 50 mil muertos"… Ramírez califica a la guerra de agresión del
gobierno estadounidense, definida como una Guerra de Baja Intensidad por el
propio Ronald Reagan, presidente de ese país en esos años, como un conflicto entre los Contras y la
revolución sandinista. No hubo tal conflicto entre dos facciones en pugna. Los
Contras fueron dirigidos y financiados por la CIA y loshalcones del Consejo de Seguridad Nacional del gobierno de
Reagan. Para Sergio Ramírez, George Bush padre, (vicepresidente de EE
UU en esa época) William Casey (jefe de la CIA en los ochenta) Oliver North
(miembro del Consejo de Seguridad Nacional y encargado de las operaciones de
los Contras (Ver Irán- Contra) fueron personajes de una ficción que el tiempo y
la historia (la suya) han desvanecido. Los 50 mil muertos que alude no se
hubieran dado de no haber sido por la participación directa de la potencia
imperial en su obsesión por derrocar al gobierno sandinista. Me resulta difícil
entender que un hombre inteligente como Sergio Ramírez borre de un maquinazo
(hoy sería de un "tecladazo") la historia, sobre todo ¡habiendo sido
parte de ella en una posición privilegiada!
En
su escrito está subyacente su afán por descalificar a como dé lugar al gobierno
sandinista actual, y sobre todo al Presidente Daniel Ortega. Según he estudiado
la migración de nicaragüenses a Costa Rica es tan vieja como la de los
mexicanos a Estados Unidos. Los que se van lo hacen y lo han hecho a lo largo
de la historia, porque son perseguidos (por sus ideas, por su raza, por su
religión), porque no tienen trabajo, por huir de una guerra, hasta por estar
enamorados, esa es la constante. El otro lado de la emigración es que ésta ha
contribuido de manera notable a la cultura universal. Lo que se lleva de su
país un inmigrante, por la razón que sea, va a contribuir a la diversidad del
pensamiento y de la cultura, por pequeña que sea esa influencia, en el país
dónde se afinque. Las fronteras políticas de los países son eso: fronteras
políticas, impuestas, muchas veces por la fuerza, por la decisión de los
hombres, pero el ser humano es universal, su intelecto e imaginación no tienen
fronteras.
Cada
vez que voy a Nicaragua, mi primera patria política, camino por las calles con
mucha alegría porque me siento seguro, confiado en que la Policía Nacional vela
por mi seguridad. Sigue vigente el lema que creará el Comandante Tomás Borge
para la policía: "Centinela de la alegría del pueblo", incluida hasta
la del novelista Sergio Ramírez.
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